Capítulo 13. Pesadilla antes de Media Noche
HARMONÍA I:
Solsticio de Verano
Por
WingzemonX
Capítulo 13.
Pesadilla antes de Media Noche
Las personas de Ponyville habían tenido bastante tiempo para asimilar la inminente visita de su Reina y Diosa Protectora. Toda la concentración y trabajo de cada uno de sus pobladores durante los últimos cinco días, había sido enfocado en ello. Sin embargo, evidentemente no había sido suficiente, pues cuando Lady Celestia Ultimecia de Enquestria se presentó ante ellos en las puertas mismas de la alcaldía, todos y cada uno se quedaron anonadados. El abrumador silencio que se había dejado caer sobre todos, sólo pudo ser rotó por la sonora voz de Pinkie Pie.
—¡Oh, por Celestia!, ¡es... Celestia...! —gritó con ímpetu la jovencita rosada, y aunque su comentario sonaba un tanto raro, ejemplificaba de buena forma lo que cruzaba por la mente de casi todos los presentes.
La mujer de blanco introdujo un poco su cabeza por el marco de la puerta, y observó sonriente el interior.
—Veo que estaban a mitad de una celebración —señaló con tono jovial—. ¿Podemos pasar?
Antes de que Rainbow Dash pudiera responder algo, que igual posiblemente le hubiera tomado bastante tiempo intentar siquiera darle claridad a las palabras en su cabeza, la Alcaldesa rápidamente se aproximó a la puerta y la hizo a un lado casi a empujones.
—¡Pero claro que sí, majestad! —Exclamó Brownie Mare, intentando sonar lo más tranquila y serena que una situación tan inesperada, por decirlo menos, podía ameritar—. Pase, ésta es su casa, su Excelencia. Es... un honor estar en su presencia...
—El honor es todo mío, Alcaldesa Mare —susurró la Diosa, ingresando entonces al recinto con paso delicado. Detrás de ella venían dos filas, cada una de seis, conformadas por soldados con armaduras y lanzas. Detrás de ellos, entró además un hombre joven, alto de piel blanca y cabellera azul, portando una armadura dorada un tanto diferente al resto, y una espada en su costado. Cargaba su casco bajo su brazo derecho.
—Buenas noches —saludó sonriente el hombre de armadura dorada a Rainbow, que seguía un lado de la puerta—. Soy Shining Armor Sparkle, Capitán de la Orden de los Caballeros Divinos.
Rainbow se sobresaltó, y rápidamente echó un vistazo completo a aquel individuo, de arriba hacia abajo y de regreso.
—¿Capitán Sparkle? ¡¿El Capitán Sparkle?! —cuestionó, aún incapaz de salir de su primera impresión.
—Me parece que sí. Usted debe ser la Jefa Dash, ¿no?
—Me parece que sí... —respondió un tanto insegura, pero rápidamente se abofeteó a sí misma para obligarse a reaccionar.
Celestia caminó lentamente hacia el centro del recinto. La gente le abría paso, casi como si le tuvieran miedo, pero al mismo tiempo no podían quitarle los ojos de encima por la fascinación que les causaba estar ahí, a unos cuantos metros de ella, algunos incluso menos. Parecía tan irreal, como un dulce y cálido sueño. Celestia, por su lado, saludaba a quienes se cruzaba con un discreto movimiento de su mano y una sonrisa, aunque su atención estaba primordialmente en el decorado sobre ella y en los alrededores.
—Pero, majestad... —murmuró Mare nerviosa a sus espaldas, siguiéndola a cierta distancia prudente—. La esperábamos hasta mañana. Le teníamos preparada una gran ceremonia de bienvenida y todo.
—Lamento cambiar de planes —se disculpó Celestia, girándose de lado hacia la alcaldesa—, pero decidí venirme desde ya para ver cómo iban los preparativos. Y estoy muy encantada con la decoración que he visto afuera y aquí adentro... No, estoy de hecho más que encantada.
Se escuchó de pronto un sonoro chillido entre la multitud.
—¿Escucharon? —Exclamó Rarity Diamonds a sus amigas, entre risillas de nervios y emoción—. La reina está más que encantada con mi decoración, ¡más que encantada! Oh, siento que me voy a desmayar.
Rarity se dejó caer hacia atrás, por lo que Fluttershy hizo el intento de detenerla, pero ocupó de hecho la ayuda de Applejack para evitar caerse con todo y la diseñadora.
Celestia rio levemente divertida.
—Todo se ve adorable y perfecto —declaró, girándose hacia toda la multitud a su alrededor—. Superaron todas mis expectativas. Se ve que hicieron un gran trabajo todos juntos. Muchas felicidades; éste será un gran Festival, de eso no tengo duda. Creo que todos se merecen un aplauso.
Creyeron al inicio que lo decía metafóricamente, pero comenzó a aplaudir de pronto, y sus soldados, incluido Shining Armor, la siguieron. Algo dudosos, pero igualmente entusiasmados, todos los demás presentes comenzaron a aplaudir también. Era realmente un gran elogio que la Reina Celestia en persona les estuviera diciendo tan hermosas palabras.
Una vez que el aplauso terminó, Celestia cruzó sus manos sobre su regazo, y echó un vistazo rápido a todos a su alrededor, pero no encontró entre sus caras la que ella buscaba, aunque sí la de un pequeño dragón morado que hacía lo imposible por perderse entre el mar de piernas. Pese a sus intentos de pasar desapercibido, los penetrantes ojos de su reina terminaron por encontrarlo, y él los sintió perforándole el corazón.
—Spike —murmuró Celestia con la suficiente fuerza como para que el dragón la escuchara sin lugar a duda—. ¿Dónde está Twilight Sparkle?
Spike se puso extremadamente nervioso ante tal cuestionamiento.
—Pues... Twilight... ella está...
—Haciendo berrinche tras el escenario —se escuchó que pronunciaba la voz sonora y bastante directa de la hermana de en medio de la Granja Apple.
—¡Applejack! —exclamó Fluttershy, alarmada porque la hubiera delatado de esa forma.
—¿Qué?, soy honesta —respondió la vaquera, encogiéndose de hombros.
Al escuchar tal afirmación, Shining Armor miró preocupado justo en la dirección del escenario principal, y de las cortinas rojas que lo cubrían.
—Oh, Twili —exclamó entre preocupado, pero a la vez secretamente divertido—. Iré a hablar con ella.
—No, descuida, Shining Armor —intervino Celestia, indicándole con su mano que se detuviera—. Yo me encargo. Por favor, todos sigan disfrutando de su celebración. Y chicos —se giró entonces directamente a los soldados que la seguían—, tómense un descanso, coman y beban algo.
Los soldados hicieron chocar sus puños contra el peto de su armadura, y las dos filas que formaban se deshicieron. Celestia comenzó a andar sola en la dirección en la que le habían indicado. Ese momento, después de todo, había sido el propósito principal de todo lo sucedido.
— — — —
Frustrada, enojada, triste, incomoda, confundida... Todo ello y más era lo que sentía Twilight Sparkle en esos momentos. Ni siquiera sabía que debía de hacer ahora. ¿Salir de nuevo a esa fiesta y encarar a todas esas personas?; ni en sueños, eso definitivamente no era lo primero en su lista de planes. ¿Buscar alguna puerta trasera para huir de ahí e irse...? ¿E irse a dónde exactamente?, no había sitio tan lejano al que pudiera ir y librarse de todo ello. ¿Quedarse ahí a oscuras entre las cajas de la decoración, sola y sollozando hasta que muriera, o todos se fueran a sus casas, o lo que ocurriera primero? Parecía la opción más atractiva para ella en esos momentos.
Escuchó como las cortinas del escenario se movían, y luego pasos acercándosele por detrás.
—Déjenme en paz, no quiero hablar con nadie —murmuró de mala gana sin voltear a ver siquiera. Estaba sentada sobre una caja, abrazada de sus propias piernas.
—¿Ni siquiera conmigo, Twilight? —escuchó una voz armoniosa y delicada cuestionarle; una voz armoniosa y delicada que ella reconoció a la perfección
Twilight se volteó sobre su hombro, y entre tanta oscuridad podía distinguir el brillo radiando de los ojos de su Reina, y de su hermoso cabello de colores.
—¡Lady Celestia! —Exclamó atónita, y en su intento de pararse de la caja, terminó cayendo de bruces al suelo. Se recuperó rápido, sin embargo, y se paró firme ante ella—. Majestad... ¿Qué... Qué hace aquí? La... Esperaba hasta mañana.
—Lo sé —murmuró Celestia con un tono juguetón—. Por eso decidí llegar hoy.
Twilight no comprendió qué trataba de decir con eso. Celestia avanzó entonces hacia una de las cajas, se acomodó el vestido y se permitió sentarse sobre ella, cruzando sus piernas.
—La decoración es adorable —le comentó algo más seria—. Veo que todo está saliendo bien... excepto por la parte en la que viniste a encerrarte acá, cuando al parecer hay una fiesta en tu honor allá afuera.
La maga de pelo oscuro suspiró pesadamente; la palabra que más le causó esa reacción de todo lo que dijo, había sido "fiesta".
—Ya es la quinta fiesta en mi honor, majestad —masculló con notoria molestia. Se cruzó de brazos y comenzó a caminar de un lado a otro mientras hablaba—. La gente de aquí está loca; todos actúan tan extraño, haciendo fiestas, ofreciéndome comida, queriendo saber todo de mí, y decirme todo de ellos, queriendo hacerme vestidos, queriendo mostrarme todo el pueblo... Todos son tan... tan...
—¿Amables? —añadió Celestia en tono casual—. ¿Gentiles? ¿Amistosos, quizás?
—No... Bueno... Sí... —Las palabras de Twilight se enredaban entre ellos, incapaces de crear una oración congruente. Miró entonces a su maestra, quien tenía sus manos apoyadas hacia atrás en la caja, y la miraba fijamente con una expresión nada disimulada de absoluta diversión... Y fue entonces cuando todo se volvió extremadamente claro para Twilight Sparkle, tanto que le resultó digno de darse un zape a sí misma por el hecho de no haberlo visto desde un inicio. Suspiró de nuevo pesadamente, pero ya no era de molestia, sino de completa resignación—. Usted siempre supo que jamás había estado en este pueblo antes, ¿verdad?
—Sí —respondió Celestia con simpleza.
—Y que no tenía ningún amigo en este lugar.
—Ciertamente.
—Y... Que tenía algún motivo oculto del que no quería hablarle para querer venir...
—Era más que obvio.
Twilight soltó un gemido casi doloroso, y se llevó inconscientemente sus manos a su cara para intentar esconder un poco su vergüenza.
—¿Por qué aceptó enviarme aquí entonces? ¿Por qué incluso cambió el lugar en el que presidiría el Festival sólo por la mentira que le dije?
La sonrisa de Celestia se ensanchó aún más. Recorrió su cuerpo hacia un lado, dejando suficiente espacio a en la caja para dos.
—Siéntate, Twilight —le indicó gentilmente, palpando la superficie de la caja a su lado. Twilight no tuvo más remedio que aceptar su petición y sentarse—. Aunque desconocía porque querías realmente venir aquí, hice todo lo que hice con un sólo propósito: que aprendieras una lección de todo esto.
—¿Una lección? —Exclamó Twilight incrédula—. ¿Se tomó todas estas molestias para enseñarme una lección?
—Soy una Reina y una Diosa, pero lo que también soy es una Maestra, tu maestra.
—¿Y cuál lección era ésta? ¿No mentirle? ¿Organizar festivales es difícil? ¿La gente de los pueblos pequeños es en exceso amable hasta niveles preocupantes?
Celestia soltó una pequeña carcajada por sus comentarios, misma que puso aún más nerviosa a Twilight.
—La lección tú misma me la dirás en su momento, cuando la hayas aprendido. Mientras tanto, ¿por qué no aprovechas este momento para sincerarte conmigo y contarme el verdadero motivo por el que insististe tanto en que te dejara organizar el festival de este pueblo que ni siquiera conocías?
Twilight tragó saliva pesadamente; sus dedos se movían nerviosos por el dobladillo de su falda.
—¿Tengo opción a negarme?
—Por supuesto que no —le respondió Celestia con una amplia sonrisa amistosa... que sólo incrementó más el miedo que Twilight ya de por sí sentía.
Suspiró de nuevo, y entonces empezó a explicarse como mejor pudo.
—La verdad es que me enteré del incremento en la presencia de las Criaturas de las Sombras, y que Shining Armor enfrentó a cinco mientras estaba fuera.
La mirada de Celestia se endureció un poco, aunque apenas perceptiblemente.
—¿Y cómo te enteraste de eso?
—Fla... —cortó sus palabras antes de que se le escapara por accidente el nombre de su informante—. Alguien me lo dijo. No le puedo decir quien, no quiero meterlo en problemas. Pero eso me preocupó mucho y quise investigar más al respecto y encontré... —Se puso de pie y se aproximó a la caja en la que había dejado su bolso—. Este libro.
Twilight sacó el libro, el dichoso libro que había comenzado con toda esa situación para bien o para mal; el libro con el título de "La Historia de las Dos Reinas", escrito en Lutios Antiguo. Celestia se tornó de pronto bastante intrigada al ver tal libro en las manos de su alumna. Twilight se lo extendió y ella lo tomó delicadamente entre sus dedos, como si temiera romperlo. Lo colocó sobre sus piernas y lo contempló en silencio largo rato. Su rostro era totalmente indescifrable; era imposible saber qué le cruzaba por la cabeza en esos momentos.
—¿Qué es esto...? —inquirió con un tono bastante serio.
—Narra una historia increíble que jamás había oído —comenzó a explicarse su alumna—. Sobre usted, y sobre una hermana suya llamada Luna, y como juntas derrotaron a un terrible mal. —Celestia alzó su mirada apenas un poco hacia ella, pero casi de inmediato la bajó de nuevo al libro. Comenzó entonces a hojearlo lentamente, página por página, examinando profundamente sus letras, y cada dibujo que iba apareciendo. Twilight continuó—. Pero también cuenta sobre como luego el corazón de Luna fue corrompido, y usted tuvo que sellarla para siempre, y que fue ella quien creó a las Criaturas de las Sombras. También dice que tarde o temprano volverá, y pensé que podría ser la causa de esos avistamientos. Pero no sabía si esa historia era cierta o no, y como decía que su antiguo reino y castillo estaban aquí, cerca de este pueblo, quise venir a revisar y ver si era cierto. Es por eso que le mentí. —Bajó su mirada, notoriamente apenada—. Lo siento. Y lo peor es que ni siquiera fui capaz de averiguar algo...
Se quedó con la cabeza agachada, esperando el inminente regaño, castigo, o incluso ejecución, o algo peor: expulsión. Sin embargo, esto nunca llegó. Tras aguardar por casi un minuto, se atrevió voltearla a ver de nuevo. Para su sorpresa, la reina ni siquiera la miraba. Seguía sumida, hojeando lentamente el libro página por página; no estaba segura siquiera si la había oído decir todo lo que había dicho.
—¿Excelencia? —cuestionó Twilight confundida; Celestia siguió hojeando un par de páginas más antes de al fin decir algo...
—¿Dónde obtuviste este libro? —soltó de golpe algo apremiante.
—¿Dónde? Pues... estaba en la Biblioteca Pentagonal...
Había algo extraño en la Reina Celestia. Su voz, su rostro, hasta su postura, todo el aire a su alrededor le resultaba extraño a Twilight... era como si se tratara de una persona totalmente diferente. Celestia miró unos momentos hacia la nada, como si intentara procesar por completo la información que Twilight le acababa de dar. Luego, cerró de golpe el libro y se paró de la caja casi de un salto.
—Tenemos que irnos —declaró con apuro, y de inmediato comenzó a caminar a paso veloz de regreso a dónde se encontraban los demás.
—¿Irnos? —exclamó Twilight, confundida—. ¿Ahora? Espere.
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Mientras Celestia y Twilight conversaban detrás del escenario, el ambiente en afuera se había animado un poco. La emoción que le causó a todos el ver de frente y de tan cerca a Lady Celestia, les hizo olvidar por completo el mal trago que habían pasado unos minutos antes. Los guardias que acompañaban a la Reina igualmente se empezaron a relajar. Después de Lady Celestia, el que le seguía en popularidad en esa habitación era sin duda Shining Armor Sparkle, Capitán de los Caballeros Divinos. Varios de los pobladores de Equestria se le habían acercado para hablar con él, y amablemente les regresaba sus comentarios y preguntas. La situación de su hermana menor le preocupaba un poco, pero sabía que si alguien podía encargarse de ese tema, era sin duda la Reina Celestia.
Mientras conversaba con un pequeño grupo, otra de las interesadas en hablar con él se abrió paso rápidamente entre la multitud con una fuerza admirable. Hizo a un lado a las personas con las cuales conversaba, sólo para pararse justo delante de él.
—Hola, Capitán Sparkle —le saludó la joven de cabellos arcoíris con una amplia y reluciente sonrisa—. ¿Me recuerda?
Shining Armor se sintió un poco confundido por su repentina entrada, pero de inmediato se sobrepuso.
—Ah, claro, Jefa Dash —comentó, recuperando su brillante sonrisa.
—Ay, jefa Dash es muy serio —masculló con tono casual, un tanto forzado—. Llámeme Rainbow Dash, ese es mi nombre.
—Bueno, Rainbow Dash, espero que le hayan servido los guardias que le envíe. Twilight dijo que los ocuparía para darle mayor seguridad al festival.
—¿Los guardias? —Musitó Rainbow un tanto perdida, aunque no tardó mucho en recordar—. Ah, sí, claro, todo está bien. Derpy los coordina... —Giró su mirada por el salón buscando a su subordinada, a la cual terminó visualizando entre la multitud con su cabeza, de alguna forma, atorada en un jarrón, y con dos chicos intentando ayudarla a quitárselo—. Es... igual. Lo que quería era preguntarle una cosita. Su hermana me comentó casualmente que conoce a algunos miembros de los Wonderbolts. ¿Es eso cierto?
—¿Los Wonderbolts? —Murmuró Shining Armor, algo extrañado—. Claro, de hecho Spitfire, la capitana actual del equipo, es una vieja amiga mía de cuando éramos niños.
Rainbow perdió todo el aliento al escucharlo responder eso.
—¿Conoce a Spitfire? —Murmuró perpleja con voz apenas audible, siendo incapaz de salir de su asombro—. ¿Conoce a Spitfire? Por Celestia, por Celestia, ¿podría usted present...?
Antes de poder expresar abiertamente su petición, el ambiente del salón cambió por completo.
Cuando Celestia entró de nuevo, de inmediato la atención de todos se centró en ella. Sin embargo, fue evidente al mismo tiempo que el aire con el que había entrado a aquella parte trasera, había cambiado por completo. Caminó apresurada entre la multitud, sosteniendo su vestido con ambas manos para poder moverse más rápido. La gente por sí sola le abría paso, pero ahora con un pequeño rastro de miedo y confusión en su acto. Detrás de ella venía Twilight, a quién se le dificultaba seguirle el paso.
—¡Shining Armor! —le gritó la Reina con fuerza para que lo escuchara—. Reúne a todos los hombres, nos vamos.
Shining Armor se giró de lleno hacia su Reina, olvidándose de la chica con la que hablaba. Se vio bastante perplejo pero el estado de ánimo tan inusual en ella.
—¿A dónde, majestad?
—De regreso a Canterlot, de inmediato —le indicó con tono de orden una vez que ya estuvo justo delante de él. Su declaración hizo que todos los presentes se sobresaltaran.
—Pero Majestad —intervino la Alcaldesa, en igual estado que el resto, o peor—. Apenas acaba de llegar y mañana es el Festival...
—Lo siento —le indicó tajantemente, interrumpiendo sus palabras—, ha habido un cambio de planes. No podré estar aquí durante el Solsticio.
—¡¿Qué?! —Se escuchó que exclamaba la sonora voz de Rarity entre la multitud, casi horrorizada—. ¡¿Por qué?!
—¡¿Luego de todo este trabajo nos va a dejar plantados?! —Espetó Rainbow Dash, visiblemente furiosa.
—¡Rainbow Dash!, cuida tu boca —le regaño Applejack entre dientes.
—¡¿Qué?! ¡¿No puedo yo también ser honesta?!
El estado de ánimo de todos era de confusión, asombro, y molestia. Y no era para menos, considerando toda la dedicación que le habían dado esa semana única y exclusivamente a ese Festival. Celestia, sin embargo, se mostraba inalterable ante este hecho.
—¿Qué ocurre, Twilight? —Preguntó Spike, acercándose a su ama.
—No lo sé —murmuró la hechicera, encogiéndose de hombros—. Majestad, ¿qué está pasando?
—¿Por qué nos vamos así como así, Lady Celestia? —Cuestionó Shining Armor—. Twilight, ¿qué hiciste?
—¡¿Yo?! Yo no hice...
—Twilight no hizo nada malo —intervino Celestia de golpe, alzando su brazo frente a su alumna de forma protectora—. No hay tiempo ahora, se los explicaré después. —Volvió a tomar su vestido, y comenzó sin espera a andar hacia la puerta de nuevo—. Ahora debemos...
Sus pasos se detuvieron de golpe y su cuerpo se quedó paralizado justo en su sitio. Antes de que cualquiera pudiera ser consciente de este cambio, un gran círculo negro se formó en el suelo justo a los pies de la reina. De dicho círculo surgieron cinco cadenas completamente negras, que comenzaron a rodear su cuerpo de los brazos, el torso, su cuello y una de sus piernas. Al ser aprisionada, el libro que traía en sus manos se le resbaló de las manos, cayendo lejos de ella en el suelo.
—¡Lady Celestia! —Exclamó Twilight perpleja, al igual que todos los habitantes del pueblo que se quedaron paralizados en sus lugares, bastantes confundidos.
Celestia intentaba moverse, pero le resultaba imposible; las cadenas la tenían completamente inmovilizada.
—¡Excelencia! —se escuchó a Shining Armor gritar, y de inmediato él y tres más de los guardias que venían con ellos se lanzaron corriendo hacia ella. Sin embargo, en cuanto sus pies tocaron un poco de ese extraño circulo negro, sus cuerpos salieron despedidos en diferentes direcciones, hasta chocar contra la gente o las paredes.
—¡Hermano! —exclamó Twilight, y se disponía en ir a dónde había caído Shining Armor, pero la voz de Celestia la detuvo antes de que diera un paso.
—¡Twilight! —Le llamó la Diosa con toda la fuerza que le era posible debido a la cadena que le aprisionaba el cuello—. Escucha... me... Debes de...
De pronto, el cuerpo entero de la Reina fue jalado hacia abajo por las cadenas, y como si cayera en algún tipo de agujero en el suelo, desapareció de sus vistas por completo, como si simplemente nunca hubiera estado ahí en primer lugar. Una exclamación de incertidumbre se escuchó al unísono por toda la alcaldía.
—¡Lady Celestia!
Twilight por mero reflejo quiso acercarse a aquella área, pero Spike rápidamente la tomó del brazo para intentar detenerla.
—¡No, Twilight! ¡¿No viste lo que le pasó a Shining Armor y los otros?!
Sí lo había visto; ¿cómo podría no hacerlo? Pero aun así no podía quedarse atrás. Avanzó hacia donde había caído el libro de las Dos Reias y lo recogió rápidamente. Luego, alzó su mano derecha en dirección a esa área oscura, formando una esfera de luz rosada frente a su palma. No le importaba qué era aquello con exactitud, pero si era algún tipo de hechizo intentaría romperlo.
Antes de que pudiera hacer el contra hechizo que deseaba hacer, se detuvo pues ella, y todos los demás, vieron en ese momento como algo surgía de ese círculo negro como si subiera por una escalera. Poco a poco aquella silueta se fue materializando, y aunque algunos en un inicio pensaron que la Reina Celestia había vuelto... pronto se dieron cuenta de que no era así.
Quien surgió de aquel círculo repleto de oscuridad sí era una mujer, y en apariencia a simple vista era bastante parecida a Lady Celestia, aunque de esto no se darían cuenta sólo tras darle una tercera mirada examinadora. Sin embargo, al mismo tiempo era muy diferente... Su piel era totalmente azul, y su cabello azul y morado, ondulado y brillante como si cientos de estrellas lo adornaran. En la cabeza usaba una corona, pero parecía más parte de algún casco de batalla de un metal oscuro sin brillo. Sus ojos eran profundos y astutos, de color verde con pupilas alargadas y verticales, como si fueran los ojos de un reptil. Sus labios delgados se encontraban pintados de un negro intenso, al igual que las marcadas sombras que usaba en los ojos. Su vestido igualmente era negro, largo con sus hombros descubiertos y partido del lado de su pierna derecha, e igualmente parecía emular el cielo nocturno en su tela. En sus brazos usaba brazaletes, también como si fueran parte de una armadura de batalla, y en su mano derecha sujetaba una larga lanza de mango oscuro, y una afilada cuchilla similar a un mandoble en la punta superior.
Aquella extraña figura siguió subiendo, hasta que sus pies, cubiertos con unas botas altas del mismo material de sus brazaletes, quedaron al ras del piso y en ese momento el círculo a sus pies se esfumó. Era alta, aunque no tanto como la propia Celestia. Aun así, tenía la presencia suficiente para hacer que todos los presentes se quedaran como estatuas, indefensos y dudosos. En cuanto apareció, fue como si las luces se amortiguaran, como si el brillo de las estrellas se hiciera menos, y como si todo el aire en ese espacio se hubiera vuelto más pesado.
—¿Quién es ella...? —exclamó Spike casi tartamudeando, mientras retrocedía un poco. Twilight no retrocedió, pero tampoco se movió de su lugar. Sólo miraba a aquella aterradora aparición ante ella con igual o incluso más miedo que los otros. El libro que portaba en sus manos se le resbaló, cayendo al suelo y abriéndose, pero ella poca importancia le dio en ese momento.
—Es Nightmare Moon... —logró susurrar muy despacio, como un pensamiento vago que le era difícil articular con claridad. No había ninguna duda en su mente; ni siquiera tenía que agachar su cabeza y ver el dibujo de la página en la que se había abierto el libro al caer. Esa mujer ante ella era ella, a quien temía tanto que se apareciera... todo su cuerpo lo sentía de los pies a la cabeza.
La recién aparecida se giró lentamente a su alrededor, posando sus penetrantes y amenazantes ojos verdes en cada uno de ellos, incluso en Twilight y Spike, aunque fuera sólo por unos segundos. Una vez que terminó de dar una vuelta completa, una amplia sonrisa se dibujó en sus labios pintados de negro.
—Buenas noches, mis queridos súbditos —exclamó con una voz que retumbo en los oídos y en las paredes de todo el sitio como si se tratara de cientos de voces rugiendo en el eco. Muchos se encogieron en sí mismos al escuchar tan aterrador sonido—. Veo muchas caras sorprendidas por aquí. ¿Esa es forma de recibir a su Reina? —Su sonrisa se ensanchó aún más—. Inclínense...
Todos se miraron entre ellos, dudosos. Algunos se cuestionaban si habían oído bien, mientras que otros se discutían a qué se refería con ello, y otros más se preguntaban si debían hacer caso o no. Como fuera, su vacilación hizo enojar casi de inmediato a la emisora de aquella orden.
—¡Dije que se inclinen! —Gritó con mucha más fuerza que antes, alzando su lanza, y luego dejándola caer con fuerza contra el suelo, haciendo que provocara un sonido intenso como el choque de un rayo. Una ráfaga de luz azulosa recorrió todo el espacio en todas direcciones, y conforme esta luz los tocaba uno a uno de los presentes comenzó a agacharse, a pegar sus rodillas al suelo y a inclinar sus cabezas sin que ninguno fuera consciente de en qué momento lo había hecho. Incluso Twilight, y el resto de los Caballeros, resultaron con la misma suerte. Esto provocó una sonrisa de satisfacción en el rostro de la extraña—. Así está mucho mejor...
—¿Cómo hizo eso? —Susurró Pinkie Pie, incrédula al verse a sí misma inclinada junto con los otros—. ¡Es realmente buena!
—Pinkie, cierra el pico —musitó Applejack muy despacio; ella también estaba perpleja al darse cuenta de que se había inclinado.
Entre todo el mar de gente agachada, una cabellera azulosa y un rostro blanco se alzó.
—¿Quién eres tú y que has hecho con Lady Celestia? —soltó el aún algo aturdido Shining Armor tras aquel golpe recibido, caminando entre la gente hacia la misteriosa mujer.
—Shining Armor, no —murmuró Twilight con alerta, mirándolo acercarse—. No sabes quién es esta mujer...
—Mantente atrás, Twilight —ordenó Shining Armor con autoridad, desenvainando de un solo movimiento su espada, para después pararse frente a su hermana menor de forma protectora.
—¿Quién soy, preguntas? —Murmuró la extraña, incrédula, y luego se giró hacia el resto de los presentes—. ¿Es que acaso nadie aquí me conoce? ¿Nadie reconoce a su propia Reina?
—Lady Celestia Ultimecia es nuestra única Reina —añadió otro de los guardias, sacando igualmente su espada, y a él se le unieron uno a uno los demás, aproximándose junto con Shining Armor.
—Eso era antes, esto es ahora. Yo soy Luna Noxfeniatis. Pero todos ustedes puedes llamarme Nightmare Moon, su Diosa y su Reina.
—¡Eso jamás! —Se escuchó gritar ahínco al Capitán de los Caballeros, obligándola a mirarlo de nuevo.
—Tu actitud me está molestando, muchacho —farfulló con marcado enojo—. Dime quién eres.
—Soy Shining Armor Sparkle —respondió el chico de piel blanca de golpe, señalándola de frente con su espada—, Capitán de la Orden de los Caballeros Divinos de Equestria, leal servidor de Celestia Ultimecia.
—Te pregunté tu nombre, no la historia de tu vida —murmuró Nightmare Moon con un tono un tanto sarcástico, aunque su rostro se mantenía serio y calmado.
—¡Dime ahora mismo que has hecho con Lady Celestia!
—¿Porque no me obligas a hacerlo, caballero?
El capitán se lanzó sin vacilar en ese momento en contra de la mujer y el resto de sus caballeros le siguieron.
—¡Shining Armor!, ¡No! —Le gritó Twilight, pero no logró hacerse oír—. ¡Ella es...!
Shining Armor lanzó una estocada directa hacia su oponente, pero ésta cubrió y desvió su ataque fácilmente con su lanza. Luego alzó su mano hacia él, y una esfera de magia color azul oscuro surgió de su palma, golpeándolo directo en el pecho y empujándolo hacia atrás como si lo hubiera golpeado en la cara un caballo. Todos los demás caballeros comenzaron a intentar someterla, pero ella se movía con agilidad entre ellos como una escurridiza sombra. Los golpeaba con tanta fuerza, sólo usando su lanza que incluso algunos se elevaban por los aires hasta chocar contra el techo y las decoraciones. La gente comenzó a salir de la alcaldía, presas del miedo y la confusión, pero otros se quedaron adentro, expectantes de qué ocurriría.
Los caballeros comenzaron a atacar con magia: relámpagos, llamaradas de fuego, rayos de energía y muchas cosas más comenzaron a cruzar la alcaldía de extremo a extremo. Nightmare Moon, sin embargo, sus ataques no lograban alcanzarla, o si lo hacían, no se veía efecto alguno en ella; incluso fue capaz de detener el relámpago de un caballero con su lanza, y luego con un giro de ésta regresarle la misma energía de frente, y lanzarlo por los aires contra las paredes.
Era algo realmente difícil de ver; los Caballeros Divinos eran incapaces de hacer cualquier cosa en contra de esa extraña mujer.
Shining Armor fue el que más duró de pie. Luego de ser golpeado en la cara con la lanza y caer contra una mesa de aperitivos, se puso rápidamente de pie otra vez. Concentró su magia en la hoja recta de su espada, y ésta se cubrió de un fulgor rosado. Jaló el arma hacia atrás y luego hacia adelante, haciendo que la energía se desprendiera de su hoja en la forma de una chichilla que se dirigió directo a la espalda de Nightmare Moon. Sin embargo, una sombra oscura se elevó desde el suelo, cubriendo toda la parte posterior de la mujer, y deteniendo el ataque de Shining Armor. El caballero se quedó estupefacto al ver esto. Cuando la sombra se fue, Nightmare Moon estaba volteada por completo hacia él, y en un parpadeo ya se encontraba justo a menos de un metro de distancia. Él reaccionó intentando alzar su espada, pero ella alzó su lanza primero, golpeándolo en la barbilla y haciendo que cayera de nuevo al suelo. Le colocó entonces su pie sobre el pecho, presionándolo, sobre todo con el talón de su bota. Su armadura se aboyó por la fuerza, y un agudo gemido de dolor se escapó de sus labios.
—Hermano... no... —masculló Twilight, totalmente pasmada. Sus piernas le fallaron, y su cuerpo se desplomó hacia el suelo sobre sus rodillas.
—Twilight —escuchó a Spike hablarle. El dragón estaba de pie a su lado y la jalaba de su manga intentando hacerla reacción. Pero Twilight lo oía como un eco muy lejano, apenas apreciable. Era incapaz de moverse de su sitio... por primera vez en su vida, estaba totalmente petrificada.
Nightmare Moon siguió presionando su bota contra el pecho del caballero, con una sonrisa de satisfacción en sus labios oscuros.
—El Caballero más poderoso de Celestia resultó ser una vergüenza —comentó la mujer de negro, burlona.
—Aún no... he terminado... —musitó el chico de armadura entrecortadamente. Con todas sus fuerzas logró alzar su espada, que había logrado sostener firmemente entre sus dedos, y apuntó a su rostro directamente con la punta de ésta.
Antes de que Nightmare Moon reaccionará, un rayo de energía rosada y morada surgió de la hoja y la golpeó directo en la cara. Había usado mucha energía, la suficiente para quizás decapitar a un enemigo; en su lugar, sólo fue apenas empujada hacia atrás, dando un par de pasos torpes mientras retrocedía. Esto era imposible de creer que Shining Armor, pero no tenía tiempo para detenerse a pensar en ello. Se puso de pie, y alzó su mano libre en su dirección. Recitó un conjuró rápido, y antes de que se recuperara del golpe, creó unas cadenas doradas con magia que le rodearon el torso, inmovilizándola.
—¿Enserio? —Ironizó la extraña, riendo con voz ronca—. Esto no me va a...
De pronto, a las cadenas que había creado Shining Armor, se le sumó una más, y una más, y otra más, hasta que de pronto todo su cuerpo de pies hasta la cabeza se cubrió de ellas, creando un capullo dorado y brillante entorno a ella. Todos los otros caballeros habían logrado recuperarse, aunque fuera un poco, y habían imitado el mismo conjuro que su capitán. Todos ellos tenían sus manos alzadas en su dirección, y se esforzaban por mantener el hechizo. Sin embargo, si esa mujer era tan fuerte como parecía, eso sólo la detendría unos momentos.
—¡Rápido, todos! —Les gritó Shining Armor a la gente que aún seguía adentro—. ¡Salgan de aquí de inmediato!
Las personas rápidamente hicieron caso a su instrucción, y comenzaron a salir.
—No puedo dejarte solo, Shining Armor —murmuró Twilignt con debilidad, estando aún tirada en el suelo e incapaz de levantarse.
—¡Estaré bien, Twilight! ¡Sal rápido!
Antes de que la alumna de hechicería pudiera decir algo, alguien la tomó violentamente de su brazo y la levantó del piso de un tirón.
—¡Ya lo oíste! —exclamó la sonora voz de Rainbow Dash, que aún en contra de su opinión personal por Twilight se había abierto camino hacia ella para tomarla a ella con un brazo, y con el otro sujetar a Spike y llevarlos a la salida.
—¡No! —Exclamó Twilight, algo aturdida por el repentino cambio—. ¡¿Qué haces?! ¡Suéltame!
Rainbow no le hizo caso, y terminó llevándose a ambos hasta afuera de la alcaldía, algo que igualmente le costó algo de esfuerzo. Una vez afuera, los soltó, un poco sin querer, y ambos cayeron al suelo de sentón.
—Lo siento —se disculpó Rainbow mientras recuperaba el aliento, aunque su disculpa era más hacia Spike que hacia Twilight.
—¡Rainbow! —Escuchó que le llamaba la voz de Rarity. Cuando logró alzar su mirada, sus amigas se le aproximaban entre la multitud que iba en la dirección contraria—. ¿Están bien, todos?
—No sé si bien sea la palabra correcta —susurró Spike con voz apagada.
—¡¿Quién rayos es esa tipa?! —Exclamó Applejack, molesta y agitada—. ¡¿Qué hizo con la Reina Celestia?!
—Quizás sea su hermana menor y está de malas —señaló Pinkie Pie, indecisa.
—No es momento para bromas, Pinkie —comentó Rarity, tajante—. La situación es seria.
—¡No lo entienden! —Oyeron como Twilight gritaba de golpe, poniéndose de pie, aunque se terminó tambaleándose un poco—. ¡Nadie lo entiende! ¡Esa mujer es...!
Se escuchó de pronto un gran estruendo a sus espaldas, un estruendo que luego fue acompañado por un destello brillante y parte del techo de la alcaldía sencillamente pareció explotar, y cientos de escombros volaron por los aires.
—¡Cuidado! —Gritó Rainbow Dash con alerta, haciendo que sus amigas retrocedieran. Twilight, por su lado, tuvo que ser empujada por Spike hacia un lado para no terminar aplastada.
A los escombros le siguieron algo más. El Capitán Sparkle salió volando también del mismo agujero que se había formado en el techo, y se desplomó como roca justo delante de ellas. Pasmadas, todas vieron al caballero tirado en el suelo, con su armadura destruida, y varios golpes y raspones en su cuerpo.
—¡Shining Armor! —Exclamó Twilight, estupefacta. Se paró rápidamente y corrió hacia él, hincándose a su lado. Rainbow y las otras igualmente se acercaron a ver—. ¿Estás bien, hermano?
Shining Armor abrió sus ojos lentamente, como si ese sencillo acto le resultara difícil de concretar.
—Twilight, no... te acerques... —masculló con debilidad, poniéndose de pie con mucho esfuerzo. Algunas de las chicas intentaron ayudarlo, pero él no lo permitió—. Huyan, rápido... váyanse lo más lejos que puedan...
El caballero alzó su mirada hacia el techo de la alcaldía, y por mero reflejo Twilight y las otras también lo hicieron. En la parte superior ahí se encontraba la figura oscura, imponente y casi aterradora de aquella mujer, mirándolos hacia abajo con poderío y voracidad. Dio un paso al frente, y su cuerpo fue descendiendo poco a poco al suelo, como si fuera una simple hoja de papel. Shining Armor se paró por completo, parándose enfrente de su hermana y las otras chicas, y empuñando su espada con ambas manos al frente, aunque con bastante menos firmeza que antes.
La voz de Nightmare Moon se escuchó resonar como un trueno por todo el pueblo, de tal forma que todos pudieran oírla.
—Le ofrecí a este pueblo la oportunidad de ser el primero en jurarle lealtad a su nueva reina. Pero al parecer mi amabilidad ha sido despreciada.
Al tocar el suelo con sus pies, alzó su lanza y de nuevo la hizo chocar contra el suelo. Una fuerte onda de energía se extendió, empujando hacia atrás a Shining Armor y a las chicas detrás de él. Su espada se escapó de sus manos, salió volando y giró por el aire, hasta caer encada en el piso, justo entre las piernas de Pinkie Pie.
—¡Ah! —Exclamó asustada la chica rosada—. Eso estuvo cerca.
—¡Ahora este pueblo servirá como ejemplo para los otros! —Gritó Nightmare Moon con gran fuerza. Tomó entonces su lanza con ambas manos y sus ojos comenzaron a brillar con intensidad, alimentados de un fulgor blanco. Giró su lanza sobre su cabeza, y luego la chocó contra el suelo, creando un fuerte estruendo. Una gran cantidad de energía oscura comenzó a acumularse justo en el punto en el que la lanza había tocado el suelo, e iba en aumento.
—Oh no —exclamó Shining Armor, sorprendido al ver esto. Se giró de inmediato hacia las chicas—. ¡Twilight! ¡Váyanse ahora mismo! —Twilight lo miró desde el suelo, aturdida y confundida—. ¡Es un Campo Maldito! ¡Deben huir ahora mismo!
—¡¿Qué cosa?! —Gritó Twilight, sobresaltándose tanto que se paró en un segundo sin siquiera proponérselo—. No, hermano. ¡Ven con nosotras!
—¡Yo les daré tiempo!
Extendió en ese momento sus manos hacia los lados y éstas se cubrieron de un fuerte fulgor azul. Se había formado en esos momentos una gran esfera, negra, pero a la vez brillante, como si se tratara del propio cielo nocturno materializándose en el propio centro de Ponyville. Y dicha esfera poco a poco iba creciendo. Shining Armor se lanzó al frente, chocando sus manos cubiertas de energía contra ella. Rayos azules cubrieron la esfera negra, y su crecimiento se detuvo... o más bien sólo se hizo más lento.
—¡Yo no sé qué está pasando!, ¡pero tenemos que salir de aquí! —Espetó Rainbow con fuerza—. ¡Rápido! ¡Todas!, ¡muévanse!
Rainbow comenzó a obligar a sus amigas a ponerse de pie y comenzar a correr, incluida la propia Twilight, aunque ésta se resistía.
—¡No!, tengo que ayudar a mi hermano, ¡suéltame!
—¡Nada me gustaría más!, ¡pero tú vienes conmigo aunque tenga que cargarte de nuevo!
Usando alarde de su fuerza superior, al menos en comparación a la de la hechicera, empezó a jalarla para correr detrás de las otras.
—¡Esperen! —gritó Spike, que también corría, pero sus piernas cortas no se lo permitían con tanta velocidad. Por suerte, las manos blancas de Rarity lo alzaron de pronto, y lo cargaron en su regazo para llevarlo con ella.
—¡Vamos, cariño! ¡No te quedes atrás!
El grupo comenzó a avanzar con apuro, quedando sólo un poco atrás Pinkie Pie, que antes de irse se quedó un rato viendo la espada que había caído tan cerca de ella, y al dueño de ésta a lo lejos.
—¡Oye!, ¡tu espada! —le gritó con fuerza a Shining Armor, señalando con su dedo al arma clavada en el piso.
—¡A mí ya no me sirve! —Le respondió con agarre el capitán, teniendo toda su concentración en intentar detener lo más posible aquel conjuro—. ¡Entréguesela a Twilight!
—Pero... ¿Y usted? —cuestionó Pinkie, indecisa.
—Yo estaré bien. —sonrió Shining Armor para sí mismo, aunque en realidad no tenía motivo alguno para sonreír, e incluso Pinkie Pie sintió que así era. Aun así, ella igualmente le sonrió, como sólo ella podía hacer.
—¡Confíe en mí, Capitán!
Pinkie tomó la espada con ambas manos, y tuvo que aplicar mucha fuerza para poder sacarla de la tierra, pero al final lo logró. Una vez libre, comenzó a correr con ella detrás de sus amigas, y sólo pensaba, irónicamente, lo peligroso que era correr con eso; de seguro lo era más que correr con tijeras.
Shining Armor miró sobre su hombro, viendo como su hermana y sus amigas se alejaban. Intentó resistir lo más posible, pero su magia poco a poco se fue debilitando, hasta que llegó el punto en el que ya no sería capaz de resistir más.
—Ahora depende de ti, Twilight... —susurró en voz baja, antes de cerrar sus ojos y de que la energía azulada de sus manos se esfumara. La esfera negra siguió su crecimiento en ese mismo instante, devorándolo como si se perdiera en la neblina, y desapareciendo por completo.
Y mientras crecía, igualmente se devoraba la gente que estaba alrededor y los edificios, incluida la alcaldía. Todos desaparecían detrás del manto negro de aquel conjuro, consumidos por esa oscuridad.
Twilight lo sintió; sintió detrás de su nuca esa sensación fría y agobiante. Volteó sobre su hombro unos instantes, y pudo ver a lo lejos a aquella esfera, sobresaliendo por encima de los tejados mientras se abría paso.
—Oh no... —soltó la aprendiz al ver esto. Su hermano no había podido detenerlo... aunque era algo que ya se temía desde el inicio.
—¿Qué es esa cosa? —Cuestionó Rainbow, mirando también hacia atrás.
—¡No hay tiempo! —Le respondió Twilight, gritando a todo pulmón—. ¡Sólo sigan corriendo! ¡No se detengan por nada!
—¡Eso me basta! —Añadió Applejack y en ese momento se las arregló para tomar a Rarity (que aún cargaba a Spike) y a Pinkie de las manos, y comenzar a correr prácticamente arrastrando detrás de ella a ambas chicas. Rainbow hizo lo mismo con Fluttershy y Twilight, aunque no tuvo reparo en ayudarse de sus zapatos de Light Ball para impulsarse con mayor libertad.
El grupo corrió y corrió. A sus espaldas, la esfera de energía iba creciendo, devorando cada edificio del pueblo a su paso. Y a pesar de que corrían con todas sus fuerzas, aquello poco a poco se les acercaba. Su carrera las llevó hasta las afueras mismas del pueblo. Fue en ese punto en el que los zapatos de Light Ball de Rainbow fallaron, y se tropezó, rodando por el piso, con todo y Twilight y Fluttershy, empujadas por el mismo impulso que llevaban al desplazarse. Las tres chicas se fueron deteniendo poco a poco, hasta quedar contra el suelo, una sobre la otra.
—¡¿Están bien?! —Exclamó Applejack al verlas caer, y de inmediato hizo que sus pies frenaran, levantando polvo en el proceso. Pinkie Pie y Rarity cayeron al piso por el repentino freno, esta última cayendo sobe Spike y aplastándolo con su cuerpo.
Applejack corrió hacia donde habían caído Rainbow y las otras con la intención de ayudarlas a ponerse de pie. Sin embargo, por el rabillo del ojo pudo ver que aquello de lo que estaban huyendo, ya se encontraba a menos de dos metros de ellas, y acercándose.
—¡Eso no se ve bien! —exclamó Pinkie Pie desde su posición, abrazando la espada de Shining Armor contra ella.
Applejack, por mero instinto, se paró delante de sus amigas como si quisiera protegerlas con su cuerpo, aún a sabiendas de que era inútil. Todas cerraron sus ojos, a la espera inminente de lo que fuera que les esperaba en cuando esa cosa las tocara... sin embargo, no ocurrió.
Pasados los segundos, nada pasaba, por lo que una a una fueron abriendo los ojos. La esfera oscura había dejado de crecer, pero ahora era de un tamaño enorme, tanto que era imposible ver con claridad desde su posición donde terminaba, tanto arriba como hacia los lados. Y, aparentemente, cubría todo el pueblo de punta a punta.
—Se detuvo —señaló Fluttershy, mientras se paraba lentamente tras su caída. A ella le siguieron las demás.
—Disculpa, pequeñín —se disculpó Rarity, viendo con pesar al dragón morado, apachurrado contra el suelo.
—Descuida... resisto el dolor... —masculló Spike aturdido. Pese a la situación, no le molestaba del todo haber sido aplastado por la chica de piel blanca.
Todas miraron con detenimiento el gran muro negro, con destellos como estrellas en él, que se había alzado delante de ellas, totalmente inmóvil como si siempre hubiera estado ahí.
—¿Qué demonios es esta cosa? —musitó Applejack con seriedad, e instintivamente quiso acercar su mano a él.
—¡No lo toques! —Le gritó Twilight desde atrás con mucha fuerza—. Si lo haces, serás absorbida hacia su interior, igual que los demás.
Todas se giraron al unísono hacia Twilight, alarmadas por tales palabras.
—¿Absorbida? —Cuestionó Rainbow Dash, aprensiva—. ¿Qué es eso? ¿Tú lo sabes?
Twilight alzó su mirada cautelosa hacia la esfera.
—Sólo he leído al respecto —respondió en voz baja—. Pero esto debe de ser un Campo Maldito.
—¿Maldito? —Soltó Fluttershy, algo cohibida como si esa palabra le causara algún malestar.
La hechicera siguió mirando en silencio aquella demostración de tremenda habilidad mágica que se alzaba hacia ella. Si le cabía alguna duda, eso lo había desaparecido por completo: sólo un Antiguo podía tener tanta magia y poder maligno como para crear algo así, y además derrotar a tantos Caballeros Divinos sin recibir ni un rasguño. Esa mujer... tenía que ser Nightmare Moon, la hermana menor de Lady Celestia.
Su peor pesadilla se había hecho realidad... y no pudo hacer nada para evitarlo.
FIN DEL CAPITULO 13
NOTAS DEL AUTOR:
¡Hola de nuevo! Pasó mucho tiempo antes de poder publicar este capítulo. Y qué capítulo, ¿verdad? Al fin nuestro villano principal hizo acto de presencia. ¿Qué les pareció la aparición de Nightmare Moon? ¿Era lo que esperaban? Cómo pueden ver, la situación es un poco similar a la planteada a en la serie, pero a la vez bastante diferente. Y de aquí en adelante todo se volverá más y más complicado. Estén pendientes, que es apenas cuando empieza lo bueno de esto. Y este año en especial espero poder avanzar bastante esta historia. ¡Nos vemos!
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