Capitulo 03. Una Misión no Negociable
HARMONÍA I:
Solsticio de Verano
Por
WingzemonX
Capítulo 03
Una Misión no Negociable
La Biblioteca Pentagonal era la más grande y con más variedad a la que los alumnos de la Academia tenían acceso. Rumores decían que había una al menos cinco veces más grande, y con libros mucho más antiguos y de secretos más oscuros, oculta en algún lado en las catacumbas del castillo, y a la que sólo podían acceder los miembros de la Orden. Fuera ese rumor cierto o no, la Biblioteca Pentagonal había sido siempre el sitio favorito de Twilight Sparkle para pasar el tiempo. Era más que sabido por todos que Twilight era una devoradora compulsiva de libros, y de los tal vez doscientos mil ejemplares que había en ese sitio, se decía que ya se había leído todos, al menos dos veces. Eso no era del todo cierto. No llevaba la cuenta exacta, pero estaba segura que se había leído sólo dos tercios, y sólo un cuarto dos veces.
Era un sitio interesante, y por alguna razón que ella no entendía, poco concurrido. Además de todos los estantes con libros, había algunas pinturas y retratos muy antiguos en las paredes, además de cinco estatuas que decoraban el lugar. Cuatro de ellas tenían forma humana, tres hombres y una mujer. Esas cuatro venían acompañada de una placa que decía el nombre de la obra, su artista, y una leve descripción de su significado. La quinta estatua, era muy distinta. Se encontraba casi escondida, en el rincón más alejado de la biblioteca, justo al final del pasillo de la sección de Ciencias Exactas. Era algo más grande que las otras, tal vez de tres metros de alto, y no tenía forma humana, sino la forma de un dragón, un extraño y alargado dragón que parecía haber sido hecho con partes sobrantes de otras estatuas, ya que sus cuatro patas eran totalmente distintas entre sí, al igual que sus cuernos, y sus colmillos. Era una imagen algo perturbadora y aterradora, en especial porque la luz casi no la tocaba en el sitio en el que estaba.
La Estatua del Dragón no tenía ninguna placa que indicara quien la hizo o cómo se llamaba. Una vez Twilight le preguntó directamente a Celestia sobre ella, y simplemente le respondió: "Simboliza la discordia y el caos. ¿No lo adivinas con tan sólo verla?". Ciertamente su apariencia parecía carente de cualquier tipo de orden o coherencia.
Ese día, no había nadie más en la biblioteca además de ellos, ni siquiera la encargada. Celestia guío a Twilight y Spike hacia una de las mesas de estudio y les indicó que se sentaran; Spike tuvo que sentarse sobre las piernas de la hechicera, para poder ver. Celestia se sentó en la silla justo delante de ellos, y antes de decir cualquier cosa, colocó sobre la mesa una caja alargada de color dorado, y se la extendió para que quedará justo frente a Twilight.
- ¿Qué es eso? – Se le escapó preguntar casi sin pensarlo.
- Es algo que te traje, Twilight. – Explicó Celestia con un tono gentil. – Algo que quiero que tengas, y espero aceptes.
- ¿Un regalo? – Cuestionó Spike de inmediato sin mucho tacto. Celestia simplemente sonrió divertida.
- Sí, podríamos decir que lo es.
¿Un regalo?, ¿Lady Celestia le estaba dando un regalo? ¿Pero por qué motivo? No era su cumpleaños, ni ninguna otra fecha que fuera digna de recibir un regalo, y en especial un regalo de la Reina de Equestria; si lo fuera, lo hubiera puesto en su calendario, y no fue así. La caja era realmente bonita. ¿Qué contendría que fuera merecedor de un empaque como ese?
- ¿No vas a abrirlo? – Escuchó que Lady Celestia le preguntaba; sin querer había pasado prácticamente un minuto entero, simplemente viendo la caja sin reaccionar.
- ¡Ah!, ¡lo siento! Sí, de inmediato.
Cómo si se tratara de una orden, Twilight rápidamente tomó la caja y la abrió sin espera. No había pensado realmente en alguna teoría clara de qué podría contener con exactitud, así que cualquier cosa la hubiera tomado por sorpresa. Pero en realidad, lo que contenía si la hubiera tomado por sorpresa aunque no fuera así.
- Una llave. – Señaló la hechicera en voz baja.
Era una llave, de color plateado, de unos diez centímetros de largo, atada a una cadena delgada, también plateada. Su diseño era antiguo, pero se veía realmente cuidada y brillante. En el extremo contrario a la combinación, tenía un pentágono con un sol inscrito a él. En el cuerpo, tenía pequeños pedazos dorados como decoración. Era una llave, sí, pero se veía tan hermosa como una joya.
- Qué hermoso diseño. – Mencionó la hechicera al sacarla de la caja.
- ¿Una llave? – Preguntó Spike algo confundido. – ¿Y qué abre?
- Ese misterio es parte de su encanto, querido Spike. – Respondió Celestia con un tono ligeramente burlón.
La Diosa se puso entonces de pie, y caminó hasta rodear la mesa y colocarse detrás de Twilight Sparkle. Se tomó la libertad de tomar la llave de la mano la de joven, y entonces pasó la cadena por su cabeza para colocarla en su cuello.
- En efecto abre algo, pero hasta que lo descubras por tu cuenta, quiero que lo tengas contigo. – Le decía mientras le colocaba la llave, y luego acomodaba su cabello para que la cadena rodeara su cuello.
Twilight se había quedado prácticamente petrificada en cuanto Lady Celestia se le acercó. Si su presencia ya le era de por sí intimidante con cierta distancia, el que estuviera en ese lugar, tan cerca y haciendo lo que estaba haciendo, era suficiente para hacerla entrar en pánico. Sin querer, sus brazos rodearon a Spike en su regazo, y comenzaron a apretarlo con tanta fuerza que el pequeño dragón no podía respirar. El perfume que usaba Celestia era realmente agradable, con esencia de jazmines. A veces se preguntaba si acaso usaba algo como perfume, o era su olor natural.
Una vez que terminó de colocarle la llave colgada a su cuello, posó sus manos sobre los hombros de la joven, y se quedó de pie detrás de su silla.
- Si gustas, puedes verlo como un amuleto de buena suerte.
- No... sabía que usted creía en la buena suerte... Excelencia... - Murmuró nerviosa, volteándola a ver con lentitud hacia atrás.
- Creo en muchas cosas, querida Twilight.
Dicho eso, al fin retiró sus manos de sus hombros, y se alejó de ella, volviendo a caminar hacia su silla. Sólo hasta entonces, Twilight fue capaz de respirar, y Spike también, pues dejó al fin de apretarlo y el dragón volvió a estar morado, y menos azul. Celestia, aunque había vuelto al otro lado de la mesa, no se volvió a sentar. En su lugar, se quedó de pie, contemplando a su alumna.
- Lo creas o no, esa llave que tienes contigo ahora, es muy importante para mí. Por eso te la doy para que la cuides, ya que confío en ti y en que la mantendrás a salvo. Y mientras la tengas contigo, yo estaré a tu lado, cuidándote.
Twilight se sorprendió mucho al oír tales palabras. Por mero reflejo, tomó entre sus dedos la llave que ahora colgaba frente a su pecho, y la volvió a analizar de extremo a extremo. ¿En verdad ese sencillo objeto significaba tanto para alguien como Celestia Ultimecia? Y de ser así, ¿en verdad se la estaba encargando a ella para cuidarla? El rostro de Twilight se ruborizó un poco, pero a la vez se iluminó. Una sonrisa de alegría se dibujó en sus labios, al tiempo que apretaba la llave entre sus dedos con fuerza.
- Muchas gracias, Majestad. – Agradeció haciendo una reverencia con su cabeza. – Le prometo que siempre la tendré conmigo.
Tomó la llave y la introdujo en sus ropas para ocultarla. No tenía claro si realmente se trataba de un objeto especial o no, pero si Lady Celestia lo decía, era todo lo que necesitaba saber.
- ¿Ves Twilight? – Comentó Spike aún en sus piernas. – Te llamó aquí para darte un regalo. Y tú que te preocupabas porque creías que te iba a regañar por algo.
Sí, viéndolo en retrospectiva, ahora parecía tonto. Se había preocupado enormemente por el motivo por el que Lady Celestia la había citado en ese lugar, y todo lo que quería era darle ese preciado objeto. Twilight comenzaba a decirse a sí misma que debía de tomarse las cosas más a la ligera, dejar de preocuparse por todo, dejar de creer siempre que algo malo pasaría. Sin embargo...
- Bueno, de hecho si te llamé por otra cosa más. – Pronunció la Reina de pronto, tomando por sorpresa tanto a Twilight como a Spike, quienes se sobresaltaron en su lugar.
- Oh no. – Murmuró el dragón.
- Pero no es precisamente un regaño.
- Oh sí. – Exclamó de nuevo, pero ahora con más entusiasmo.
Twilight tragó saliva nerviosa; todos los malos pensamientos que había tenido antes de entrar ahí, volvieron de forma abrupta a su cabeza.
- No precisamente quiere decir que sí tiene un poco de regaño, ¿cierto?
Celestia pareció divertida ante la pregunta de su alumna, pero no se la respondió. En su lugar sólo la miró y le sonrió en silencio.
- ¿Me acompañas? – Le preguntó con normalidad, y entonces se dio la vuelta y comenzó a caminar.
Twilight y Spike se pararon rápidamente sin pestañar, y la siguieron. La Diosa comenzó a tomar los libros que se habían dejado sin acomodar en las mesas y en los repositorios.
- Ya que estoy aquí, acomodaré los libros de nuevo en su lugar. – Comentó mientras recolectaba los libros en sus brazos. – ¿Me ayudas? Apuesto a que sabes mejor que yo dónde va cada uno.
- ¡Por supuesto! Pero permítame hacerlo. – Respondió Twilight apresurada a tomar todos los libros que faltaban antes que ella. – No tiene por qué molestarse en hacerlo usted misma...
Twilight había tomado más libros de los que debía, y ahora cargaba una pequeña pila de ellos; le tuvo que pasar la mitad de Spike para que no se le cayeran.
- No es ninguna molestia. De hecho, me es un poco relajante. ¿A ti no?
- ¡Sí! De hecho... Sí lo es...
Una vez que los tres tuvieron su propio grupo de libros para acomodar, comenzaron a andar a paso lento por las diferentes secciones. En efecto, Twilight tenía facilidad para identificar el lugar exacto en el que debía de estar cada libro; posiblemente mejor incluso que la bibliotecaria. Por un par de minutos todos se quedaron en silencio, aparentemente concentrados en su labor. En ese tiempo, Twilight sentía gran ansiedad, pues le acababa de decir que la había llamado por otra cosa además de la llave, y estaba segura de que no era para que la ayudar a acomodar los libros.
- Dime Twilight, ¿ha estado todo bien últimamente? – Comentó de pronto la Reina Celestia, al tiempo que le daba la espalda y acomodaba un par de libros en su estante.
- ¿Cómo dice?
- He escuchado de tus profesores que en los últimos meses te has pasado todos tus descansos y almuerzos en las bibliotecas, husmeando entre los libros en lugar de salir al patio o comer en el comedor.
Twilight se puso nerviosa. Ese debía de ser el inicio del "no precisamente un regaño". Intentó pensar rápidamente en todas las posibles cosas por las que la podría reprender que involucrara las bibliotecas. En su desesperación, sólo se le ocurrió una.
- Si es por esa ocasión en la que metí un sándwich a escondidas... - Comenzó a balbucear con voz temblorosa. – ¡Normalmente no lo hago y prefiero no comer!, ¡enserio! Pero ese día en verdad, en verdad tenía mucha hambre...
- No se trata de eso, Twilight.
- ¿Ah no?
- No. Pero ya que lo comentaste, si tenías tanta hambre ese día, ¿por qué no fuiste a comer al comedor? ¿No hubiera sido más sencillo y cómodo para ti?
- Tal vez. Pero estaba totalmente introducida en ese tomo sobre las Guerras Mervinas, que simplemente no podía quedarme un día más sin terminarlo.
Una pequeña risilla surgió de los labios de la Reina ante su explicación. Siguió andando entre los diferentes pasillos, hasta que llegaron a la sección de Ciencias Exactas, el lugar en el que se encontraba la extraña estatua del dragón. Twilight la miró al fondo del pasillo, con su hocico abierto de par en par como si estuviera gritando, aunque Lady Celestia le había dicho que más bien estaba riendo. Normalmente nada le daba miedo, pero por alguna razón que no entendía, le era un poco aterrador estar cerca de esa figura.
- Siempre tan estudiosa, y hambrienta de saber más. – Señaló Celestia, siguiendo con su tarea de acomodar los libros; ya casi habían terminado. – Eres algo excepcional, Twilight Sparkle. Sin embargo, ¿no han pensado en alguna ocasión que, sólo quizás, pasas demasiado tiempo entre los libros?
Twilight estaba un poco distraída, admirando a lo lejos la estatua, pero tuvo que forzarse a sí misma para poder centrar de nuevo su atención en su maestra.
- ¿Demasiado tiempo? No puede haber algo como demasiado tiempo entre los libros, su Excelencia.
- Normalmente estaría de acuerdo. Pero no puedo evitar preguntarme si acaso, el que pases prácticamente todo tu día estudiando, leyendo o practicando por tu cuenta, sola, a excepción de Spike, es una señal de que algo malo ocurre.
Una vez colocado el último libro en su lugar, Celestia se giró de lleno de vuelta hacia ella, mirándola con una expresión gentil, casi "maternal", como posiblemente la describirían muchos.
- Dime Twilight, ¿estás teniendo problemas con tus compañeros?
- ¿Problemas, dice? ¿Qué tipo de problemas?
- De cualquier tipo. Vi lo que pasó hace rato en el salón. El resto de los alumnos parecieron molestos contigo, y me parece que no es la primera vez que ocurre.
Twilight bajó su mirada con pena. Sabía muy bien a qué se refería. Luego de haber realizado su hechizo, todos parecieron disgustados, y hasta empezaron a pronunciar algunas frases hirientes hacia ella. Al parecer la Reina Celestia había oído todo eso; mínimo no había visto que Trixie le había metido el pie para que se cayera.
- No es nada, Excelencia. Supongo que quizás pensaron que... Convertir tres naranjas en un cubo de metal era demasiado... pretencioso de mi parte.
- A propósito, me impresionó lo bien que lo hiciste. – Señaló Celestia, cambiando el tema por unos momentos. – Has mejorado tu Transmutación mucho más rápido de lo que me esperaba.
- ¡Gracias!... Digo... Gracias, Excelencia...
- Pero me temo que no lo pregunto sólo por lo de hace unos momentos.
Celestia comenzó a caminar de nuevo para salir de la sección de Ciencias Exactas. Twilight y Spike permanecieron un poco detrás, antes de seguirla.
- ¿Por qué no le dices lo que Trixie y los demás siempre te dicen y te hacen? – Le susurró Spike muy despacio, intentando que Celestia no los escuchara.
- No soy una soplona, ¿de acuerdo?
- Claro que lo eres, lo eres todo el tiempo. Eres la princesa de los soplones.
- ¡Por supuesto que no! Además, no importa. Lo que Trixie Lulamoon y su partida de buitres hagan o dejen de hacer, no es asunto de Lady Celestia. Ni siquiera a mí me importa realmente, ¿por qué tendría que molestarla con algo de tan poca importancia?
- ¿Y en verdad no te importa?
Twilight no respondió. En parte no quería seguir hablando del tema y que Celestia se diera cuenta de su plática, y en parte no sabía qué responder. Se decía a sí misma constantemente que no le importaba. Pero si era así, ¿Por qué hacía cosas como cambiar abruptamente su conjuro para el examen sólo porque Trixie la había hecho tropezar? Tal vez en el fondo si le importaba un poco lo que le decían, pero no podía ni quería demostrarlo.
De pronto, la voz de Celestia resonando en el silencio de la biblioteca la obligó a salir de sus pensamientos y volverle a prestar atención.
- ¿No te parece extraño que éste sea ya tu tercer año aquí en la Academia, y el mío como tu maestra, y nunca me hayas presentado a algún otro amigo o amiga, además de Spike?
- ¿Amigo?, ¿Amiga? – Repitió Twilight algo confundida. – Su Excelencia es una persona muy ocupada como para que la moleste con ese tipo de cosas...
- ¿Eso quiere decir que si no fuera una persona muy ocupada, si habría algún amigo o amiga que me querrías presentar?
Y de nuevo, no le fue posible responder nada. Exceptuando a Spike, su hermano, Cadance, y Flash Sentry, un joven guerrero miembro de la Orden que era algunos años mayor que ella, y algunos otros guardias y maestros, y claro, la propia Celestia, no entablaba comunicación alguna con nadie más en ese castillo, nadie a quien pudiera llamar "Amigo" o "Amiga".
Ante el silencio de la alumna, Celestia prosiguió.
- Twilight, admiro tu dedicación a los estudios, pero debes de aprender que eso no lo es todo en la vida. Me temo que por más inteligente, hábil y fuerte que seas, a lo largo de tu camino siempre terminaras cruzándote con una irremediable verdad: hay cosas en este mundo que no puedes hacerlas tú sola. Aunque suene raro viniendo de mí, debes despegarte un poco de los libros, y comenzar a pasear, jugar, divertirte, hacer amistades. Sé lo difícil o aterrador que puede parecer esto en un inicio, pero con el tiempo todo será para mejor.
- "No creo que lo entienda del todo..." – Pensó para sí misma.
Lady Celestia era... Bueno, Lady Celestia. Era imposible que hubiera alguien en todo el mundo que no quisiera estar a su lado. Compararse era prácticamente irracional.
- No es que no quiera hacer algo como eso, Excelencia. – Comenzó a decir con la mirada baja puesta en sus propios zapatos. – Es sólo que... Bueno.... Yo creo que...
Antes de que pudiera terminar de decir, lo que fuera que tuviera pensado decir... El cabello de colores de su mentora, que aún le era visible por el rabillo del ojo, de pronto desapareció por completo de su rango visión. Al alzar de nuevo su mirada buscando a Celestia, se encontró con una imagen casi aterradora: Celestia estaba en el suelo, al parecer sentada y con sus manos apoyadas contra el piso y su cabeza agachada, como si se hubiera caído.
- ¡Majestad! ¡¿Se encuentra bien?!
Sin pensarlo dos veces, corrió apresurada hacia ella e intentó ayudarla a ponerse de pie. Al principio dudó un poco en si acaso era aceptable siquiera ponerle las manos encima; en su mente, le daba miedo manchar aunque fuera un poco su hermoso vestido. Pero al final se decidió por hacerlo y tomarla de su brazo.
- Sí, sí... Estoy bien. – Murmuró la Diosa en voz baja mientras Twilight la alzaba. Tenía los ojos cerrados, y su tono de voz no era como el que normalmente le escuchaba, sino que parecía mucho más apagado. – Sólo acércame a una silla, por favor.
Twilight obedeció, y de inmediato la ayudó a caminar hacia una de las sillas, en la que se dejó caer.
- Gracias...
Permaneció con los ojos cerrados, y acercó su mano a su frente. Se quedó quieta unos momentos, respirando con lentitud. Jamás la había visto en ese estado. Se veía algo débil, ¿pero cómo era eso posible? En cualquier persona normal sería de por sí algo de qué preocuparse; pero era Lady Celestia Ultimecia de quien estaban hablando.
- ¿Enserio está bien? – Le cuestionó con duda, estando de pie a su lado. – ¿Quiere que llame a la Doctora? – Twilight dudó un poco en la pregunta que había hecho. – Bueno, ¿la Doctora sabe tratarla?
- ¿Las Diosas se enferman? – Agregó Spike con sincera curiosidad.
- No se preocupen, por favor. – Señaló la Reina Celestia, aparentemente más recuperada. – Sólo es un poco de cansancio.
- ¿Las Diosas se cansan? – Volvió preguntar el pequeño dragón de la misma forma.
- ¡Spike! Guarda silencio.
- Me temo que así es, pequeño Spike. – Respondió Celestia con dulzura, y extendió su mano hacia su cabeza para acariciársela. – Creo que me retiraré por hoy. Pero antes irme, quiero terminar nuestra plática...
Twilight había guardado la esperanza de que su "plática" ya hubiera terminado, al menos por el momento; pero al parecer no era así.
- He decidido encomendarte una tarea muy especial, querida Twilight. O más bien sería como una misión, una que te alejará un poco de la Biblioteca, y te ayudará a socializar más.
- ¿Socializar más? ¿Me pondrá una tarea especial sólo para que socialice más?
- Mi petición de que te despegues un poco de los libros, y empieces a pasar más tiempo con otras personas, es enserio. Pero te conozco muy bien, y sé que no lo harás por tu cuenta, al menos de que sea una tarea.
- Eso no es verdad.
- Sí lo es. – Murmuró Spike entre dientes, pero Twilight fue más que capaz de escucharlo. Celestia no pareció oírlo, o si lo hizo no lo demostró, pues de inmediato continuó con lo que estaba diciendo.
- Cómo sabes, dentro de cinco días será el Festival del Solsticio de Verano... Sí lo sabes, ¿cierto?
- ¡Por supuesto que sí!
En realidad sólo lo sabía porque ya tenía planificadas sus tareas matutinas de los próximos cinco días, de otra forma, posiblemente ese dato se le hubiera pasado de noche. El Solsticio de Verano marcaba el final de la primavera, y el inicio del verano. En Equestria, ese momento era celebrado con un gran jubileo, siendo una de las fiestas más importantes del año. Se hacía un festival que duraba exactamente dos días: comenzaba la tarde el último día de la primavera, duraba toda la noche y la madrugada hasta los primeros rayos del sol del primer día del verano, momento en el que se llevaba a cabo una ceremonia solemne en honor a la Diosa Celestia, y culminaba con el anochecer de ese mismo día. Había música, comida, baile, actuaciones, representaciones de hechos históricos y leyendas, y un sin número de actividades.
Las celebraciones se realizaban en toda ciudad y pueblo de Equestria, pero definitivamente la mejor y más grande se llevaba a cabo en Canterlot, y ahí mismo en el Castillo, en el que la Ceremonia de los primeros rayos, y todo el Festival en general, era presidido por Lady Celestia Ultimecia de Equestria en personal. La ciudad se llenaba de turistas, y todo se volvía algo ajetreado y ruidoso. Salvó por la Ceremonia en la que Celestia hablaba a su pueblo y les regalaba un hermoso espectáculo con los primeros rayos del sol, el resto del Festival le era realmente indiferente a Twilight Sparkle; al menos, hasta ese momento.
- Es una fiesta realmente importante para todas las personas en Equestria, y de manera personal, también lo es para mí. Cada año son los alumnos de la Academia a los que les encargó las preparaciones del Festival aquí en el Castillo. Siempre asignó a un encargado, y normalmente es alguien del grado superior. Sin embargo, este año quiero hacer una excepción, y quiero que tú, mi querida Twilight, tomes el mando de la supervisión de dichas preparaciones.
La joven hechicera de cabellos azules tardó algo de tiempo en entender lo que le acababan de decir. Se había perdido unos segundos en la explicación, tanto que había omitido casi por completo la última parte, que era la que más le competía. Sin embargo, era cuestión de tiempo antes de que una pequeña voz en su cabeza se lo repitiera una o dos veces más, y al fin pudiera captar su significado.
- ¿Qué tome el mando...? – Repitió en voz baja, aunque luego calló abruptamente. – ¡Espere un segundo! ¿Me está diciendo que quiere que yo... Me encargue de las preparaciones del Festival del Solsticio de Verano? ¡¿Yo?!
Twilight se sobresaltó casi asustada. Debía haber un error; de seguro había entendido mal. Las Fiestas por el Solsticio de Verano era una de las celebraciones más importantes del Reino, y de todos, la que se llevaba a cabo en esa ciudad, en ese castillo, era la más importante de todos porque era el que presidía Lady Celestia en persona. ¿Y le estaba pidiendo a ella estar a cargo de eso?
- ¿Es acaso una petición muy difícil? – Le cuestionó Celestia, divertida por la reacción de su alumna.
- No... no es eso.
- Creí que alguien con tus cualidades para organizar y planear, vería esto como un reto interesante. La única diferencia a lo que haces normalmente, es que tendrás que trabajar en equipo con el resto de los alumnos para llevar el festival a buen término. Ya que, como te dije un poco atrás, hay cosas en este mundo que no puedes hacer tu sola, y preparar el Festival del Solsticio de Verano es una de ellas.
Y ahí era en donde desembocaba todo eso. La verdadera intención de esa petición era obligarla a tener que convivir con el resto de los estudiantes para poder organizar y realizar el festival, obligarla a ser la cabeza de un grupo de chicos que la odiaban, y de los que ella tampoco tenía precisamente la mejor opinión.
- Ah, yo... Es que... Ah...
Twilight comenzó a balbucear sin mucho sentido. Su cerebro seguía tan afectado por la impresión, que no le quedaba tiempo para procesar qué decir, o más bien qué excusa dar.
- Me alegra ver que te emocione tanto. – Comentó Celestia al ponerse de pie; a Twilight le era difícil identificar si acaso eso había sido sarcasmo. – Entonces, cuento contigo, Twilight. Ven a mi despacho al anochecer para que veamos los detalles de cuáles serán tus actividades y con quienes te tendrás que reunir, ¿te parece?
Sin esperar respuesta, se dio la vuelta y comenzó a caminar a la salida, dando por terminado el tema. Pero el tema no estaba terminado, claro que no. Para Twilight apenas estaba comenzando.
- ¡Espere, por favor! – Le dijo con fuerza, sin preocuparse por alzar la voz en la biblioteca, cosa que pareció afectarle aunque de hecho estuvieran solos. Caminó con paso apresurado hasta pararse unos pasos detrás de ella y seguirla hacia la salida. – Pero, Majestad... Aunque me honra que me pida esto... O algo así, no... No puedo hacerlo...
- ¿Y porque no? – Le preguntó sin siquiera voltear a verla.
- Por que... Bueno, tengo todavía tres exámenes más que atender antes del Festival, y...
- Serás condonada de tus exámenes pendientes y del resto de tus clases por los próximos cinco días. Quiero que sólo te enfoques en los preparativos.
- ¡¿Tendremos cinco días libres?! – Exclamó Spike casi brincando de alegría.
- Libres no, de hecho puede que tengan que trabajar más que de costumbre. – Le informó Celestia con amabilidad, aunque de hecho estuviera rompiendo su pequeña alegría con sus palabras.
- Grandioso... Pero, Majestad... Yo no sé nada sobre organizar Festivales.
- Bueno, siempre es bueno intentar aprender cosas que no sabes, ¿o no? Siempre has sido muy buena para eso, así que lo harás bien.
- Pero...
De la nada, Celestia detuvo su andar, se giró hacia ella y, ante los ojos atónitos de su alumna, alzó su mano derecha hacia ella, y presionó su dedo índice contra sus labios, evitando que dijera cualquier otra cosa que hubiera estado planeando decir.
- Twilight Sparkle, sabes que no me gusta ser una reina autoritaria, en especial con mis alumnos. – Le empezó a decir mientras mantenía su dedo contra sus labios. Su tono era dulce y gentil como siempre... Pero parecía esconder un cierto rastro de amenaza detrás que a Twilight simplemente paralizó. – Pero me temo que esta misión que te estoy encomendado, no es de hecho una petición, y no es negociable. ¿De acuerdo?
Terminó sus palabras inclinando su cabeza hacia un lado y sonriendo ampliamente de oreja a oreja. Eso normalmente debería se tranquilizador, pero no lo era en absoluto... Twilight no tuvo más remedio que asentir con su cabeza, pues ella seguía evitando que pudiera hablar.
- Muy bien. – Retiró su dedo de los labios de la joven de piel morada, y entonces comenzó a alejarse por el pasillo, como era su plan desde un comienzo. – Recuerda, te esperaré en mi despacho al anochecer. No llegues tarde.
- Sí, Su Excelencia... - Suspiró resignada, dejando caer sus hombros y su cabeza.
- - - -
El resto del día fue más o menos normal. Tuvo dos clases más, una hora de comida, y dos últimas clases, antes de que la Torre de Reloj del Castillo marcara las tres de la tarde, y el final de las clases de ese día. Twilight tuvo la mitad de su atención puesta en las lecciones, y la otra mitad en la "misión no negociable" que le habían impuesto.
No le molestaba la parte de tener que organizar o planear el festival, ni siquiera que fuera a ser mucho trabajo. Lo que realmente le estresaba era de hecho el motivo principal por el que Lady Celestia se lo había encargado. La sola idea de tener que estudiar en equipo, hacer tarea en equipo, hacer un trabajo en equipo, siempre había resultado un verdadero dolor de cabeza para Twilight esos últimos años, y por ello siempre había preferido hacerlo sola, y hasta ahora había tenido éxito. Pero lo que le había dicho Celestia era verdad: esto no lo podía organizar sola. Aunque le encantaría que no fuera así, era imposible, incluso para ella, armar todo un festival ella sola. Si lo pensaba detenidamente, todo parecía ser un maquiavélico plan. ¿Cómo saldría de esa? ¿Habría alguna salida de esa?
Luego de que terminara su última clase, ella y Spike se dirigían de regreso a la Biblioteca Pentagonal, antes de su reunión con Lady Celestia en su despacho. Buscaría a como fuera lugar un libro, un artículo, un manual, algo que le diera al menos una pista de cómo organizar un Festival del Solsticio de Verano, antes de que tuviera que ver a Celestia de nuevo. En parte porque, si igual lo iba a tener que hacer, debía de hacerlo bien; y en parte también, porque aún guardaba una pequeña esperanza de encontrar algo que le ayudará a realmente no tener que hacerlo...
- ¿Organizar el Festival del Solsticio de Verano? – Murmuraba Twilight con algo de molestia mientras ella y Spike caminaban por los pasillos. – ¿Por qué no mejor me pidió tragar cinco escorpiones?
- ¿Qué tiene de malo?, suena divertido. – Señaló Spike, encogiéndose de hombros.
- Sí, claro... Súper divertido.
- Al menos no tendrás que hacer exámenes y asistir a clases por cinco días.
- Me gusta hacer exámenes y asistir a clases, Spike.
- ¿Y luego te preguntas porque no tienes amigos?
- Eso tampoco fue nada gracioso...
Iba a decirle algo más, pero en ese momento algo llamó su atención y la distrajo por completo del comentario hiriente de su Familiar. Las ventanas del pasillo por las que pasaban, daban justo al portón del patio oeste del castillo, en donde se encontraban las caballerizas de la Orden. Por el rabillo del ojo pudo ver como dicho portón se abría, y no pudo evitar voltear en dicha dirección. Tras las puertas, aparecieron varios jinetes, que se adentraban a trote moderado al patio.
El rostro de Twilight se iluminó ante tal imagen, y todo el mal humor que traía encima parecía haberse desvanecido.
- ¡Es Shinning Armor! – Exclamó con energía. – ¡Shinning Armor volvió!
Comenzó entonces a correr de pronto en la dirección contraria a la que iban originalmente, para bajar las escaleras, y Spike hizo lo posible para poder alcanzarla, lo que no le era muy fácil considerando lo corto de sus piernas.
- ¡Espera, Twilight!
FIN DEL CAPITULO 03
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