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Capítulo 4: Invitación

El día había sido largo para Mina. Después de un día agotador de clases y de estudiar, lo único que quería era llegar a su casa, tomar una ducha y relajarse. Caminó por las calles tranquilas de su vecindario, su mente aún sumida en el ajetreo del día, hasta que, al acercarse a su casa, algo llamó su atención.

Allí estaba Chaeyoung, sentada en el escalón frente a su casa, con la mirada perdida en la calle. Parecía como si estuviera esperando a alguien. Mina se detuvo en seco, observando de lejos a su vecina. No podía evitar preguntarse qué estaría haciendo allí. ¿Estaba sola? ¿Estaba esperando a que alguien llegara? Por un momento, dudó si acercarse. Después de todo, había sido un día agotador, y no estaba segura de cómo iniciar otra conversación con ella.

Pero algo en la imagen de Chaeyoung, sola y esperando, hizo que Mina cambiara de opinión. Sin pensarlo demasiado, se acercó con pasos firmes, pero un tanto cautelosos. Cuando Chaeyoung la vio acercarse, levantó la mirada, sorprendida.

— Oh, Mina, hola — dijo Chaeyoung con una pequeña sonrisa, intentando disimular que parecía un poco triste.

Mina sonrió tímidamente, tratando de ocultar su nerviosismo. Al verla allí, sentada sola, no pudo evitar preguntarse si algo no estaba bien.

— Chaeyoung, ¿estás bien? — preguntó, sin poder evitar la preocupación en su voz. — Pareces estar esperando a alguien. ¿Todo está bien?

Chaeyoung miró hacia el suelo, como si estuviera buscando las palabras correctas. Finalmente, suspiró.

— Olvidé mis llaves... — dijo con un tono ligeramente frustrado. — No puedo entrar a casa y mis padres no regresan hasta tarde. Así que... estoy aquí, esperando a que alguien llegue o se me ocurra qué hacer.

Mina frunció el ceño, sintiendo una punzada de preocupación por Chaeyoung. No podía dejarla allí esperando sin hacer nada. Esta parecía la oportunidad perfecta para invitarla a pasar el rato.

— Si quieres, puedes esperar en mi casa hasta que lleguen tus padres — ofreció, mirando a Chaeyoung con una sonrisa cálida. — Mis padres están fuera, así que no hay problema. No me gustaría que estuvieras sola esperando.

Chaeyoung la miró sorprendida por un momento, como si no estuviera segura de si aceptarlo. Mina notó su indecisión y trató de tranquilizarla.

— En serio, no es molestia. Es lo mínimo que puedo hacer, ¿no? — dijo, sintiendo que no debía dejarla pasar una situación incómoda por algo tan sencillo como una invitación.

Chaeyoung la miró de nuevo, esta vez con una sonrisa tímida y una mirada que mostraba cierta gratitud.

— Bueno, si no te molesta... — dijo, su tono un poco vacilante. — Acepto, gracias.

Mina sonrió, aliviada de que hubiera aceptado. No era como si estuviera obligada a hacerlo, pero era bueno saber que Chaeyoung confiaba en ella lo suficiente como para aceptar la invitación.

Ambas caminaron hacia la casa de Mina, donde ella abrió la puerta con su llave. Una vez dentro, la sensación de tranquilidad envolvió el espacio. Mina invitó a Chaeyoung a sentarse en el sofá y rápidamente fue a la cocina a ofrecerle algo de beber.

— ¿Te gustaría algo para tomar? — preguntó mientras abría la nevera. — Tengo jugo, agua, o incluso algo de té si prefieres.

Chaeyoung, todavía un poco tímida por la situación, respondió con una sonrisa.

— Jugo estaría bien, gracias.

Mina asintió y sirvió dos vasos de jugo, llevándolos al salón. Cuando se sentó junto a Chaeyoung en el sofá, no pudo evitar notar que había algo en la atmósfera que, aunque tranquila, también sentía algo... diferente. Como si el simple hecho de estar juntas, sin hacer nada más que compartir un rato en silencio, fuera lo suficientemente cómodo.

— No te preocupes por lo de las llaves, por cierto — dijo Mina, rompiendo el silencio, intentando que la conversación fluyera de forma natural.
— Todos hemos pasado por algo así alguna vez. Es como si la vida decidiera hacernos olvidar las cosas importantes en los momentos más inoportunos.

Chaeyoung sonrió levemente, tomando el vaso de jugo y bebiendo un sorbo.

— Sí, parece que siempre sucede cuando menos lo esperas — dijo, mirando al frente mientras se acomodaba mejor en el sofá. — Gracias de nuevo por invitarme, Mina. Me siento un poco rara, pero... me alegra no estar tan sola ahora.

Mina asintió, sintiendo un leve sonrojo en sus mejillas. A pesar de la timidez de Chaeyoung, Mina podía sentir que había algo especial en ella. Algo que la hacía diferente a las demás, algo que la atraía aún sin buscarlo.

— No es nada — dijo Mina, mirando a Chaeyoung con una sonrisa cálida. — Si alguna vez necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme.

Chaeyoung la miró con una pequeña sonrisa, agradecida por la amabilidad de Mina.

— Gracias, Minari. De verdad — respondió, antes de dejar que el silencio se instalara de nuevo entre ellas, cómodo y sin presiones.

Ambas se quedaron allí, compartiendo el momento, y aunque aún había algo de incertidumbre en el aire, Mina no pudo evitar sentir que, tal vez, ese pequeño gesto de amabilidad era el inicio de algo más grande. Algo que, aunque no sabía qué sería, le hacía sentir que todo era posible.

...

Las horas parecían haberse desvanecido sin que Mina se diera cuenta. Mientras las dos se acomodaban en el sofá, la conversación comenzó a fluir con una facilidad que Mina no esperaba. De alguna manera, todo parecía encajar. Hablaron de cosas simples al principio: la escuela, las tareas, sus planes para el fin de semana. Pero rápidamente, sus conversaciones se volvieron más personales, casi como si todo fuera natural, como si ya se conocieran desde siempre.

Chaeyoung mencionó, casi sin pensarlo, que le gustaba escuchar música mientras hacía todo, y Mina no pudo evitar sonreír.

— A mí también — respondió, animada por la coincidencia. — ¿Qué te gusta escuchar?

— Ah, soy muy fan de SZA, Tyler, the Creator, y también de Billie Eilish. Sus canciones son como una mezcla perfecta de emociones, ¿no?
— Chaeyoung dijo con una sonrisa, como si estuviera compartiendo un pequeño secreto.

Mina sintió que su corazón daba un pequeño salto de sorpresa. Esa era precisamente la clase de música que también amaba. SZA, Tyler, the Creator y Billie.

— ¡No puede ser! — exclamó Mina, completamente sorprendida. — ¡A mí también me encantan esos artistas! SZA es increíble, su música tiene una forma tan intensa de capturar los sentimientos. Y Tyler... su estilo es tan único que me hace pensar en todo, ¿sabes?

Chaeyoung asintió, sonriendo, como si hubiera encontrado algo más en común con Mina, lo que hizo que se sintiera aún más cómoda. Continuaron hablando sobre sus álbumes favoritos y las canciones que más las habían marcado, descubriendo más y más coincidencias. A lo largo de la conversación, parecía que la conexión entre ellas iba más allá de la simple música. Ambas compartían gustos similares en muchas cosas: las películas, las series, hasta los pequeños detalles de la vida cotidiana que, aunque insignificantes, las unían de una manera inesperada.

Mina se sentía relajada, como si finalmente hubiera encontrado a alguien con quien realmente podía ser ella misma, sin miedo al juicio. Chaeyoung también parecía sentirse igual. Las horas pasaron volando, y cuando miró el reloj, Mina se sorprendió al darse cuenta de que ya era bastante tarde. Pero antes de que pudiera decir algo, Chaeyoung soltó una risa ligera.

— ¿Sabes? — dijo, mirando a Mina con una pequeña sonrisa traviesa. — Al parecer, eres una persona bastante observadora.

Mina frunció el ceño, confundida por un momento.

— ¿Eh? — preguntó, sin entender.

Chaeyoung la miró fijamente, con una expresión divertida, y luego soltó una pequeña risa al ver la cara sorprendida de Mina.

— He notado que últimamente me has estado mirando mucho — dijo, con tono juguetón.
— Como cuando me viste en el supermercado o cuando nos encontramos hoy, y ahora, en la charla... ¡Creo que eres una persona que observa demasiado!

Mina se quedó paralizada por un segundo, no sabía si reír o esconderse. En el momento en que Chaeyoung mencionó su observación, Mina sintió que su rostro se encendía con un rubor involuntario. Estaba tan sorprendida por la afirmación que, por un segundo, se atragantó con el jugo que estaba tomando. Tosió brevemente, intentando disimular su incomodidad, pero la risa nerviosa que escapó de sus labios delató su vergüenza.

— ¡Oh no! — exclamó, mirando a Chaeyoung, tratando de calmarse mientras se limpiaba la boca con la mano. — No es lo que parece... ¡Te lo juro! Es solo que... bueno, es que tú eres... interesante, y... uh, no lo pude evitar — intentó justificarse, pero sus palabras solo parecían hacerla más nerviosa.

Chaeyoung la observó en silencio por un momento, con una ligera sonrisa en los labios. Mina podía sentir sus ojos fijos en ella, y su nerviosismo solo aumentaba.

— No te preocupes, Mina — dijo finalmente Chaeyoung, aún sonriendo de manera juguetona.
— De todas formas, parece que esa observación no me molesta. Es más, me hace sentir un poco especial que me hayas notado tanto. Es... curioso, ¿no?

Mina, aún un poco sonrojada, no sabía cómo responder. Se quedó en silencio por un momento, con la mirada en su vaso de jugo. Se sentía avergonzada, pero también aliviada de que Chaeyoung no estuviera molestándose con su comportamiento.

— Bueno, en realidad, no puedo evitarlo... eres... difícil de ignorar — murmuró Mina, con un tono que, aunque bajo, hizo que Chaeyoung levantara una ceja, sorprendida y divertida.

Chaeyoung se echó hacia atrás en el sofá, su mirada más relajada ahora, mientras observaba a Mina con una expresión curiosa.

— Tal vez tú también eres más interesante de lo que pensé — dijo, con una sonrisa pícara.
— Quiero decir, si te pasas todo el día observándome, debe haber algo que te llame la atención, ¿no?

Mina no pudo evitar reír, esta vez un poco más tranquila, al darse cuenta de lo divertida y desinhibida que podía ser Chaeyoung. El ambiente entre ellas se volvió aún más relajado, como si la conversación que habían tenido durante toda la tarde hubiera dejado de lado todas las barreras, acercándolas aún más.

Y mientras las horas continuaban su curso, ambas se dieron cuenta de que, a pesar de ser prácticamente desconocidas el día anterior, la conexión que compartían era algo raro y especial. Un lazo que parecía estar formándose sin que ellas lo intentaran, como si el destino las hubiera unido de alguna manera.

Ambas se sintieron cómodas, como si finalmente hubieran encontrado a alguien que las entendiera. Y aunque todavía quedaba mucho por descubrir, una cosa era segura: este encuentro no sería el último.

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