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18 ― that's feels good.

Domingo 27 de marzo de 1977

00:37 A.M.

***

Tanto Sirius como James amaban la nieve. En Hogwarts nevaba mucho, mayormente los días de frio, y mientras Remus tomaba chocolate caliente, Sirius jugaba con la nieve. Era una especie de tradición que tenía con el chico Potter; salían, jugaban, tal vez se enfermaban, y luego Sirius corría a los brazos del licántropo, el cual siempre lo estaba esperando en la Sala Común frente a la chimenea. 

James sabía, perfectamente, que sus amigos se crearon para estar con el otro, no había forma de no notarlo, porque Sirius reía y Remus lo miraba sonriendo, Sirius gritaba y Remus le daba besos en la cabeza para calmarlo, Sirius se lastimaba y Remus lo curaba, Sirius se enfermaba y Remus lo cuidaba. Cuando uno estaba mal, el otro corría a sanar su corazón. James amaba la relación que ambos mantenían. 

Eran casi la 1 de la mañana cuando volvieron a la Sala Común, y no le sorprendió ver al pelinegro dirigirse hacia el oji-miel, quien lo esperaba junto a la chimenea. Sonrió para si mismo y subió las escaleras. 

Sirius se sentó frente a Remus, el cual estaba sentado en el suelo con una manta y un libro. El castaño levanto la mirada y casi ríe al ver al contrario temblando de frio. Cerró su libro, y con delicadeza lo dejo sobre el sillón. Miro al chico Black, quien se había sacado el suéter, quedando en camiseta manga corta. El castaño llevo ambas manos, de forma lenta, hasta el rostro de Sirius, haciendo que este se estremeciera levemente. 

―Eso se siente bien. ―Murmuro, soltando una pequeña risita. Las manos de Remus estaban tibias. Se inclino un poco más para tener más del tacto de Lupin. 

―Si, porque tienes un corazón frio. ―Bromeo un poco el contrario, mirando los movimientos del chico. 

Sirius dirigió su mirada a los ojos de Remus, viendo como estos brillaban en la oscuridad, siendo el fuego de la chimenea lo único que lo alumbraba. Soltó una risa bajo. 

―Para los demás tal vez, ―Dijo en voz baja. El castaño lo miraba con afecto. ―no para ti. 

Los orbes dorados de Lupin se reflejaron en los ojos grises de Black. Las pupilas del castaño se dilataron. Era fácil estar así, enamorado, con Sirius, sintiendo que era la única persona con la que le gustaría estar para siempre. Incluso si en un futuro no estaban juntos, Remus dudaba demasiado que sus sentimientos por Sirius se desvanecieran. Se había acostumbrado tanto a él, a su presencia, a su amor, que sinceramente no creía amar a nadie de la manera en la que amaba a Sirius. Tal vez lo supo continuamente con el paso de los años, amaba a Sirius Black, de todas las maneras posibles; como amigo, como compañero, como amante. 

Sonrió ante la declaración del pelinegro y se acerco a él, cortando su distancia y besando sus labios con suavidad. El oji-gris poso una de sus manos en la nuca del contrario con lentitud, rozando sus dedos contra su piel, como si tuviera miedo de romperlo. 

Se separaron despacio para poder apreciar los ojos del otro. Era algo que hacían casi siempre, solo para buscar la mirada de amor que necesitaban, para saber que aún seguían ahí. Rieron en voz baja, como dos niños pequeños y nerviosos, y Sirius volvió a besarlo. Se sentía caliente por dentro y sabía que si no paraba de besarlo ahora, probablemente no se podría contener. 

Con Remus era fácil perder el control de los sentidos. Su mirada inocente y su sonrisa dulce te podían poner a temblar en menos de cinco segundos, y Sirius se sentía patético a su lado, porque jamás sintió eso con nadie. 

Soltó un pesado suspiro, tratando de buscar el oxigeno que le faltaba y miro a Remus. No quería parar, las caricias del hombre lobo quemaban en su piel y se sentía muy bien, pero no sabría como detenerse. Carraspeo un poco para intentar de disimular sus nervios. 

―Deberíamos...deberíamos ir a dormir-

Y Remus, como siempre, adivino sus pensamientos. 

―No, no. No te detengas. ―Le murmuro. Jamás se había sentido tan a su merced como ahora, y aunque sabía que debían parar, no quería hacerlo. 

Los ojos de Black brillaron y rápidamente volvió a besar a su amado. Sus labios se entrelazaban con rapidez y algo de anhelo. Ya se habían besado, si, pero ahora se sentía de una forma más desesperada y ansiosa. Las manos pálidas de Sirius subieron a la nuca del oji-miel, jugando con los sus rizos suaves. Bajo un poco su mano, para que esta se colara por debajo de la camisa del castaño, acariciando su piel con ternura. 

Remus se separo un poco con lentitud, y le dedico una sonrisa amorosa al pelinegro. 

―¿Que pasa? ―Pregunto él, un poco temeroso de haberlo asustado. 

―Nada, solo... ―Sonrió de nuevo, sin apartar sus ojos de los del contrario. ―Se siente lindo. 

Sirius sonrió, y volvió a besarlo. 

La desesperación de poder tocar el cuerpo de su Moony era demasiado. Siempre anhelo un momento tan intimo con él como este, y ahora que lo estaba teniendo, no sabía como controlar la explosión que estaba sintiendo en ese momento. 

Sintió la mano de Remus tantear un poco, hasta llegar al borde de su camiseta. Sirius lo dejo. Hasta este punto, dejaría que Remus hiciera lo que quisiera con él. 

Le saco la camiseta con lentitud, y el pelinegro fue rápidamente recibido por el calor de la chimenea, además de las manos de Moony pasando por sus brazos con suavidad. 

Sirius volvió a besarlo, pero esta vez de forma corta, cuando se separo para admirarlo una vez más. Y es que no podía dejar de mirarlo, no podía dejar de quererlo, de amarlo. Su mano se dirigió al primer botón de la camisa, jugando un poco con él. Miro los ojos dorados de Remus en busca de aprobación. El contrario asintió y el pelinegro empezó a desabotonar la camisa con lentitud, dándole la oportunidad al castaño de arrepentirse si así lo quería, pero no fue ese el caso. Sabía que el oji-miel era muy inseguro con su cuerpo, no quería que se sintiera forzado a nada. 

Cuando le saco la camisa por completo, sus ojos recorrieron el cuerpo del castaño. Estaba embobado con él. Sus dedos se acercaron a una cicatriz que esta cerca de su cuello, trazo algunas líneas rozando sus dedos con su piel. Remus soltó un pequeño suspiro. Nadie tocaba sus cicatrices, y menos con esa ternura. 

―Eres tan perfecto... ―Susurro el pelinegro, y acerco sus labios hasta esa pequeña cicatriz para poder besarla.  

El cosquilleo en su estomago se hizo más grande y Remus cerro los ojos, soltando un suspiro de satisfacción. Aquella sensación le gustaba. Sentías la exhalaciones temblorosas de Sirius en su cuello y su cabello cerca de su mejilla. De pronto fue consciente de cada centímetro del pelinegro. Apoyo su frente en el hombro del chico Black, y soltó un jadeo cuando el contrario mordió suavemente su piel. 

Nunca pensó que el chico lindo que conoció en el anden se volvería alguien tan importante y constante en su vida. Sirius siempre estaba ahí con él, asegurándose de que no le hicieran daño, cuidándolo, protegiendo su persona, amándolo y haciendo de todo para asegurarle que no era un monstruo como muchas veces llego a llamarse, sino un ser humano que le pasaron cosas que no debieron pasar. Remus una explosión de fuegos artificiales cuando estaba con Sirius y eso jamás lo olvidara. 

Remus se deleita con los besos que Sirius reparte por su cuello y pecho, acariciando su abdomen con delicadeza. El licántropo suelta su primer gemido y Sirius lo goza, goza los suspiros, goza de su amor, del amor que Lupin le ofrece. 

Remus se había enamorado hasta de los defectos de Sirius Black.

Sirius se había enamorado hasta de las cicatrices de Remus Lupin. 

Y esa noche, frente al fuego, con pequeños susurros, risas nerviosas y dulces miradas, se entregaron el uno al otro de la forma más linda que pudo llegar a existir. Porque el sexo no se trataba solo de eso, se trataba de amor, de aceptar a tu amado como lo que era. 

Ellos se habían amado esa noche del 27 de marzo, memorizando cada parte del cuerpo del contrario; recordando cada peca, cada lunar, cada cicatriz. Todo. 



































MATT'S NOTE:

ESTO FUE TAN LINDO QUE LLORO 

es corto, lo se, pero quería que vieran esto :D

Les gusto????? díganme que si

en fin, nos vemos, besitoss

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