17 ― i couldn't help it.
1976
***
Sirius era experto en meterse en problemas. Era bastante conocido en el castillo especialmente por eso, no hay forma de que le hayan gastado una broma a los Slytherins y él no esté metido en eso. Sirius es furia desatada, es ira y miradas de rencor; Sirius golpea paredes, grita, festeja, abraza, toca. Necesita ese toque, ese contacto físico con, al menos, sus amigos, solo para saber que son reales, para saber que no son un sueño y que no despertara estando solo como siempre. En cualquier momento del día, ya sea por la mañana, en clases, en el almuerzo, en la noche, esta buscando el contacto físico. Puede estar abrazando a James por los hombros, alborotando el cabello de Peter o tomando a Remus por la cintura. Este último es su favorito.
De echo siempre ha sido su favorito, es como una especie de conexión que tenía que ser. Remus siempre esta ahí para él, cuidándolo, ayudándolo, y más de una vez protegiendo a su persona. Pero no tiene preferencia por él solo porque es su mejor amigo, sino porque no puede dejar de quererlo, no puede dejar de mirar esos enormes ojos más dorados que el león de Gryffindor. Sabe que hay miles de cosas que atormentan al castaño, las pesadillas lo persiguen y que no sabe pedir ayuda porque cree que necesita hacer las cosas por su cuenta. Remus es así, piensa que no necesita ayuda cuando en realidad lo único que quiere es que lo contengan. Ese alto chico de piel pálida y ojos llenos de delicadeza, que conoció el 1 de septiembre de 1971. Al verlo supo, preguntando tímida y sinceramente si podían compartir vagón, lo que Remus no dijo, después de años de experiencia en la mansión Black. El castaño tiene sus propias barreras, las cuales no deja que nadie sobrepase; si alguien lo quiere abrazar, no puede ser más de dos segundos, porque odia el contacto físico, lo odio por años y siempre lo seguirá odiando (salvo que seas, quizás, Sirius Black). El pelinegro conoce todo sobre Remus, y es por eso que creo una lista de reglas que él mismo necesita para entrar en la orbita del castaño oji-miel.
1. Jamás lo hagas enojar.
Puede ser que Remus sea una persona muy calmada y seria, siendo él la calma que los merodeadores necesitan para no hacer bromas ni meterse en problemas. Remus es paz en la tormenta, es tardes de lluvia junto a la chimenea, es lectura profunda, es música de Queens y David Bowie, es chocolate caliente y olor a pergamino. Pero tiene un carácter complicado, jamás sabrás lo que siente o que está intentando decir, porque Remus es así, crea sus barreras, esconde sus sentimientos, pero jamás baja la mirada, se mantiene firme, no deja que lo intimiden, y no por algo de inseguridad, sino porque nadie puede intimidarlo. Remus puede ser calma y serenidad, pero también es enojo resguardado y emociones intentas. No pueden hacerlo enojar, no deben, porque lo pagaran. Recuerda la primera vez que lo vio realmente enojado; nunca supo porque fue, solo sabe que Remus llegó esa noche a su dormitorio, no les dijo nada, solo cerró las cortinas de su cama y se acostó, fingiendo dormir. En cambio, había tomado el mapa merodeador asegurándose de que no haya ningún tipo de problemas para lo que iba a hacer. Horas después, le robo la capa de invisibilidad a James y se encaminó a las cocinas. ¿Sabían que los elfos se encargaban de limpiar la ropa de cada uno de los estudiantes? Solo basto para que Remus diera una orden. Al día siguiente todo Slytherin fue con sus uniformes de color rojo brillante. Si, nunca haría enojar a Remus Lupin.
2. No intentes entenderlo.
Si bien todos sabían que el oji-miel podía ser muy amable y pasivo, pero ¿entenderlo? Jamás. Los sentidos de Remus estaban activos en cualquier momento (algo bueno de ser licántropo). Sabía cuando alguien se acercaba, cuando querían acercarse, sabia lo que hablaban de él, el como lo miraban, todo. Lamentablemente, para el castaño era demasiado "fácil" sobrellevar ese tipo de cosas. No hablaba de sus sentimientos con nadie, y aunque eso era poco sano (tal vez hasta enfermizo) no había forma de que lo hicieran cambiar de opinión, él era así. Tenía malas costumbres que, con el tiempo, sus amigos fueron aprendiendo a base de los años. Sirius lo sabía, sabía que Remus no había tenido todo en bandeja como él, pero tampoco había sido maltratado como él. O sea...debía haber un por qué de la personalidad de Remus; de su serenidad, su dulzura, su amabilidad. Pero también tenía que haber una razón de su seriedad, su mirada fulminante y la razón del por qué se cerraba y no hablaba con nadie cuando estaba triste. Más de una vez, a Sirius le tocó ver como el oji-miel se aguantaba las lágrimas, se mordía el labio y endurecía la mirada. No había que entenderlo, había que quererlo, incluso si Remus pensaba que no se merecía que alguien como él fuera querido. Innumerables veces, Lupin sufría por sus pesadillas, la mitad de ellas eran demasiado predecibles, otras en cambio, eran difíciles de averiguar. Más de una vez, el chico se llamo a si mismo monstruo (no en voz alta, a menos que el pelinegro le hubiera dado un zape en la cabeza) y no es como que James o Peter, o incluso Sirius hayan intentado hacer algo, lo hicieron y lo seguían haciendo. Lo halagaban sobre su inteligencia, su belleza y su comprensión, pero, para una persona rota, no hay remedio que no sea el amor que todo ser humano necesita. Nadie entiende a Remus Lupin.
***
1993
Remus estaba terminando de acomodar sus cosas en su escritorio de su oficina, antes de irse a acostar. Tenía algunos trabajos que debía revisar y, a pesar de que era viernes por la noche, no tenía mucho que hacer, y necesitaba despejar de su mente de lo que había pasado hace unos días atrás. No sabía si de verdad había perdonado a Sirius o no, pero lo que si sabía es que lo había extrañado, y mucho.
Después de una hora o tal vez dos, Sirius llego a su oficina en su forma animaga, para luego transformarse en humano y sentándose a un lado, arrastrando su silla para sentarse junto a él.
―¿Qué vas a hacer? ―Le preguntó Sirius, estaba hecho un ovillo en la silla con una manta encima, estaba apunto de quedarse dormido.
Lupin dejó de revisar papeles por un segundo. Miró a Sirius.
―¿Sobre qué?
―Tu problema.
―Tengo muchos problemas.
―Luna llena.
―Bueno... ―Separó una pila de papeles de la otra y corrigió algo con su pluma. ―Bebo la poción y me encierro en la Casa de los Gritos.
Su voz era carente de emoción, como siempre, últimamente.
―¿Nada más? ―Sirius entrecerró los ojos.
―Nada más.
―Bien... ―Cerró los ojos completamente y se acomodó para quedar aún más acurrucado contra la silla (que parecía sofá en todo caso). Sintió algo raro, abrió los ojos, Remus lo estaba viendo. fijamente. ―¿Qué?
―Ve a acostarte.
―¿En donde?
―En mi cama.
―¿Seguro?
―Ajá.
Sin embargo Sirius no se movió, no era por llevarle la contraria a Remus, sólo que se sintió...fuera de lugar. La oficina y el cuarto de Remus eran pequeños, tristes y sólo tenían lo necesario. Sirius no llegaba siempre, solo a veces, cuando se sentía solo. El castaño no tenía la intención de echarlo y siempre le decía que se quedara. Pero simplemente no se sentía correcto, si alguien se enteraba de que estaba ahí, Remus la tendría aún más difícil de lo que ya lo tenía, no era justo.
―¿Eso es un no? ―Sirius no contesto, Remus blanqueó los ojos con hastío. ―Bien, solo déjame terminar aquí. Necesito terminar esto y mandarle el reporte de rendimiento a Dumbledore.
―¿Para qué? ―Sirius hacía mucho eso de preguntarle a Remus de todo, todo el tiempo.
―Para que los alumnos no repitan el año injustamente.
―Pasa solo a Harry...Oh, y a la niña lista.
―¿Hermione? ―Pregunto Remus, confuso.
―No, la otra, la pálida.
―Rory.
―Si, esa. ―Sirius sonrió triunfante.
Sirius acerco su cuello hasta el hombro de Remus, para poder ver los papeles, pero este se apartó de golpeo, como si el tacto de Sirius le quemara.
―¿Todo bien? ―Preguntó Black extrañado, Lupin abrió la boca y la cerró, no dijo nada y continuó haciendo su trabajo, tachó una línea completa con tinta roja. Sirius frunció el entrecejo. ―Pero esto esta bien, eso hacen los Hinkypunks.
―El ensayo era sobre los Boggarts.
―Ah. ―Sirius soltó una risita tonta y Remus lo miro alzando una ceja, con rostro divertido. ―¿Por qué escribió algo sobre los Hinkypunks? ―Y volvió a reír. El oji-miel sonrió con suavidad.
Remus continuó tachando cosas y escribiendo todo en su reporte, Sirius subió los pies al sofá y abrazó sus rodillas, después de un rato dejó de ver las correcciones rápidas del pálido y empezó a mirarlo a él.
La edad no le había cambiado tanto el físico. La pobreza y todas sus preocupaciones le dieron un porte más distinto a cuando tenía 17 años. Seguía teniendo lo suyo, un atractivo que haría suspirar a cualquier. Black se preguntó cuántas colegialas estúpidas se enamoraron de su profesor de DCAO. No las culpaba, él hubiera sido una de ellas.
―Deja de hacer eso. ―La voz de Remus también era atractiva por cierto, igual de ronca, igual de firme, igual de sexy.
―¿Que hice?
―No me mires.
―¿Es un pecado mirar? ―Cuestiono el pelinegro.
―Sí, ya vete a dónde estabas.
―Me quedo.
―Sirius... ―Hablo en tono de advertencia.
―¿O qué harás?
―No estoy de humor, hoy no. ―Hizo otra corrección con tinta roja y Sirius chasqueó la lengua, acomodó su brazo en el respaldo de la silla y sus ojos penetraron en el alma de Lupin.
―¿Qué haces? ―Pregunto Remus nuevamente, agotado.
―Esperó a que termines.
―Puedes hacerlo en la cama.
―La cama está vacía.
―¿Vacía? ―Sirius no respondió y Remus rodó los ojos. ―Sirius, por favor, deja de mirarme.
No lo hizo.
―Sirius...
―¿Cuál es el problema de que te mire?
―Estás muy cerca, ese es el problema.
―¿Desde cuándo eso es un problema? ―Sirius se enderezó para mirar los ojos ámbar de Remus, pero este desvío su cara. ―Quiero que me mires cuando te hablo.
Remus, de manera repentina, se levanto de su silla y paso una mano por su cuello, sintiéndose estresado. Black lo tomo del brazo con brusquedad y lo volteo, haciendo que quedaran de frente.
―Eres una mierda. ―Escupió Lupin.
―Esta mierda te encanta.
El castaño no supo como negar eso, ni tampoco que decir. Solo atino a empujarlo bruscamente. Con Sirius tan cerca de él sentía que se ahogaba.
Estaban alejados, pero no evitaron mirarse desde la distancia. Era tan difícil no buscarse, menos después de años de amistad y relación, historia.
Sirius se acerco al hombre lobo, quedando a una distancia corta. El movimiento fue tan de repente que Remus casi se hecha para atrás. Ambos respiraban agitadamente. No dijeron ni hicieron nada hasta que Sirius...
¿Lo beso? ¿Lo estaba besando?
El castaño frunció el ceño ante el tacto tan desconocido y familiar a la vez. Después de familiarizarse con el cuerpo de Sirius, puso ambas manos en la nuca del contrario y sintió como este lo dejaba contra la pared, tomándolo de la cintura. ¿Hace cuanto no se besaban? Años, muchos años y, mierda, Remus había extrañado tanto eso. Una mano del pelinegro se coló debajo de la camiseta del oji-miel y este se sintió como un adolescente de nuevo.
Era doloroso pensar que dos niños enamorados se convirtieron en desconocidos tratando de luchar contra ellos mismos.
Remus sintió que estaba perdiendo el control, apretó ambas manos en la nuca de Sirius, dándole a entender que no quería que se alejara. El pelinegro se forzó a si mismo a no soltar ningún sonido cuando el licántropo empezó a jalar su cabello con suavidad. Su cuerpo jamás se había sentido tan necesitado. Todo se fue a la mierda cuando Remus le mordió el labio inferior y el pelinegro soltó una especie de gemido bajo.
Los ojos color miel de Lupin se encontraron con los orbes escarlata de Sirius. Se desvanecieron en lo que sentían, y ahora, ninguno sabía que decir.
―Me diste un beso... ―Murmuró Remus. Eso había sonado tan estúpido, pero no sabía que decir. Sirius tenía un gran poder sobre él que hasta el robaba el aliento.
―Lo se, perdóname, no pude evitarlo. ―Se disculpó el pelinegro, sintiéndose un poco culpable ante la reacción del contrario. ―¿Que te pareció?
―Fue algo apresurado... ―Susurro.
―Ya se. ―Bajo un poco la mirada. ―Pero no me arrepiento.
Remus no fue capaz de apartar sus ojos de la mirada del pelinegro. Se sentía hipnotizado.
―Ni yo. ―Junto su frente con la del contrario, cerrando los ojos.
MATT'S NOTE:
ALFIIIIIN
CASI LLORO CSM
enfin, ame esto
amén
DEAH KDSOJFSLADÑLEJLFD
nos vemos, besitoss
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