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Capítulo 4

—¡Buenos días, profesor!— dijo alegre una niña de cinco años entrando al jardín.

—¡Buenos días, Lisa!— le saludo Yugyeom.

Había, en opinión de Yugyeom, tres tipos de niños a la hora de llegar al jardín; estaban los que lloraban y pedían a súplicas a sus padres que lo lleven a casa, otros que llegaban alegres por ver a sus amiguitos y a sus profesores, y por último los que no les importaba donde estaban, ellos solo iban a dónde les decían.

—¡Lissaaa!— corrió Jennie hacia su compañera que recién llegaba, quien la recibió con los brazos abiertos, dándose un abrazo al estar juntas.

Yugyeom sonrió enternecido, y es que realmente le parecían tan tiernos los niños. Claro, había algunos que te hacían pensar si realmente sería buena idea tener hijos alguna vez, y otro que te daban ganas de tener muchos hijitos, pero cada niño era diferente, al fin y al cabo. Algunos podían ser muy tranquilos, otros eran tímidos y algunas eran más revoltosos y gritones.

Miro la entrada del jardín, dónde los padres iban dejando a sus hijos y se despedían de un beso en la mejilla o un abrazo.

—Suerte papá. ¡Salva muchos niños hoy!— miró al proveniente de ese despido. Vio como el padre de JeongIn le dió un abrazo y un beso en la mejilla del niño, sonriéndole y despidiéndose. El mayor tan solo al alejarse un poco, empezó a caminar más rápido hasta llegar a su auto.

Volvió su vista al niño, quien miraba a la dirección por dónde se había ido su padre. El pequeño hizo una muequita rápida, y agachó un poco la mirada, pero no duró mucho porque pronto el mismo sacudió la cabeza y se enderezó, como si estuviera apunto de ir a una batalla, sonriendo orgulloso.

El niño de ojos cafés miró a la dirección de su profesor y lo saludo con una reverencia— ¡Hola profesor! ¡Buenos días!— dijo aparentemente emocionado.

—Hola JeongIn, ¿Todo bien?— el mencionado asintio rápido.

—¡Innie!— llamo Hyunjin corriendo hacia el menor de ellos y tomando su mano— ¡Vamos! Te tengo un regalo— JeongIn lo miró curioso, mientras que Hyunjin solo le sonrió emocionado. Ambos niños salieron corriendo a la sala, el regalo era lo mas importante en ese momento.

Se encogió de hombros y volvió a mirar a los padres, esperando a que todos entren al jardín, recibiendo saludos o abrazos de parte de los niños.

Cuando marcaron las ocho en punto de la mañana, las puertas de la entrada del jardín se cerraron. Ya era hora de empezar la primera clase.

—...ocho, nueve, ¡diez!— dijeron todos los niños al unísono.

—¡Muy bien, niños! Ahora necesito que desarrollen está corta guía, ¿Entendido?— preguntó Yugyeom.

—Si, profesor— dijeron todos nuevamente al unísono.

Jisung fue entregando las guías a cada alumno, los cuales apenas las tenían en sus mesas empezaban a desarrollar los que les había indicado Yugyeom.

Yugyeom solo se puso en una esquinita, atento por si algún alumno necesitaba ayuda.

Este sería el año donde él daría a clases solo a los niños de kinder, el próximo año volvería a darles clases a los de primero a cuarto básico.

Cuando había llegado el día donde debía elegir una carrera, eligió sin duda la carrera que le permitía ser profesor de básica. Por ahora, por falta de profesores en el jardín, tuvo que empezar a darles clases también a los de kinder.

Al principio no tuvo el apoyo de sus padres al decirles que quería estudiar pedagogía en educación básica, porque claro, ellos querían que el estudiara derecho o medicina, pero eso de estudiar las leyes o abrir personas no era algo que anhelara. Así que, al no tener el apoyo de sus padres, tuvo que arreglárselas solo. Empezó a trabajar apenas cumplió los dieciocho, lo cual logró poder pagar sus estudios junto con los ahorros que tenía desde los trece años; oh sí, siempre precavido.

Cuando sus padres vieron que realmente estaba haciendo de todo solo para poder lograr terminar sus estudios, decidieron empezar a apoyarlo en su decisión.

Cuando llevaba tres años en la universidad, se mudo a un apartamento, pero que tenía lo justo y necesario para él.

Actualmente ya tenía veintinueve años recién cumplidos, ya tenía un apartamento más grande, pero tampoco exageradamente, además de una buena relación con sus padres. Después de todo, cada esfuerzo valió la pena.

—¡Profesor, necesito ayuda!— llamó una niña levantando su mano.

—Voy enseguida— dijo Yugyeom, encaminandose a ayudar a su alumna.

Quizás para algunos ser profesor era algo difícil, o que no valía la pena, pero enseñar no era pan comido. Cada profesor tenía su método para enseñar, y era su deber que su método sea beneficioso para sus alumnos, porque si sus alumnos no entendían o no aprendían, ellos tambien fallaban.

Y a pesar de que pudo haber estudiado una mejor carrera, eligió la que más le gustaba, y es lo que intentaba enseñarles siempre a sus estudiantes; debían elegir una carrera que les guste, que estén seguros que en unos años más, la seguirán amando, que estén seguros que no es un capricho del momento.

Cuando la clase acabó, salió con los niños a la entrada, todos formaditos en filas. Poco a poco los padres iban llegando, llevándose a sus hijos a casa.

—¡Papá!— corrió JeongIn hacia Jungkook, quien lo abrazó apenas lo tuvo cerca suyo.

Sin ser consciente realmente, se quedó mirando al padre del niño. Quizás era la forma en como trataba a su hijo, con mucho amor en las pocas horas que tenían juntos, o como intentaba siempre estar para JeongIn. Cualquiera fuera las razones, había algo que lograba captar su atención de sobremanera.

Sacudió su cabeza y volvió a poner atención en los alumnos que quedaban, despidiéndose de cada uno.

Al ya estar el jardín sin alumnos, empezaron a limpiar y tomar sus cosas. Al dar las tres de la tarde por fin pudieron irse a sus casas a descansar o a empezar a preparar trabajo para los próximos días.

Buenos, las clases habían terminado para los niños porque para los profesores aún habían cosas por hacer.

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