018
Si nos hablan de octubre, a la mayoría se nos viene de inmediato una palabra a la mente: "Halloween". Y bueno, era una de las celebraciones más llamativas del mes junto a navidad para los niños, sobre todo para los que recién empezaban a salir por las calles a pedir dulces, porque ya había algunos que evitaban salir a pedir dulces ya que era "algo para niños", aunque muchos de los que decían esto tuvieran solo ocho o nueve años, pero de eso no te das cuenta hasta dentro de un par de años.
Luego que pasaban los años, a muchos nuestra ilusión inocente se iba yendo, pero podía regresar cuando intentamos que alguien mucho menor a nosotros tenga esa misma inocente ilusión. Ver los ojos brillantes e ilusionados de un niño solo por algo tan mínimo podía ser un hermoso y tierno regalo, claro, cada uno tenia distintos puntos de vista.
Para Taehyung hace mucho que Halloween y navidad habían dejado de ser un día que esperara con emoción, convirtiéndose en un día más. Pero al llegar su hijo a su vida, sabía que debía empezar a iniciar esas inocentes ilusiones en el menor para que disfrutara de esos días por el tiempo que fuera, y claro, debía poner de su parte para hacer eso posible.
La ciudad ya estaba decorada por los adornos terroríficos característicos de aquel día de octubre, las casas que tenían patio delantero estaban adornados por espantapájaros, calaveras, calabazas, entre otras cosas. Y claro, algunos apenas empezaron el día pusieron en sus ventanas principales "No hay dulces" o "no hay nadie en casa", aunque era obvia la verdad en mayoría de los casos.
De cualquier forma, muchos estaban listos en sus casas con las bolsas de dulces que les entregarían a los niños que fueran.
Por otro lado, los niños en su mayoría ya tenían listos sus disfraces, y los padres solo se ponían la ropa que quisieran o algo improvisado, como un sombrero de bruja o una mascara simple; Como Taehyung en este caso que, por petición de su mejor amigo, y además de su propio hijo, se tuvo que poner un sombrero de mago. Era eso o un disfraz de conejo, y la verdad no quería ponerse eso.
— ¡Papá, ¿ya estás listo?! —Gritó Soobin mientras esperaba sentando en el sillón junto a su tío Hoseok.
Al terminar la llamada con uno de los residentes, salió de su habitación y asintió finalmente.— Sí, ya podemos irnos.
— ¡Hey, espera ahí! —Hoseok tomó el sombrero de mago y lo puso en la cabeza de su amigo, acomodándolo para que no se caiga.— Ahora sí estás listo. —Taehyung solo hizo una mueca y tomó la mano izquierda de su hijo, el cual iba vestido de Iron Man e iba sujetando su calabaza donde dejaría los dulces finalmente.
— Sigo preguntándome por qué debemos disfrazarnos nosotros también.
— Oh, vamos. Que seamos adultos no significa que no podamos disfrazarnos también. —Dijo el que iba con una capa negra y en su cabeza llevaba unos cuernos rojos.
— Como tu digas. —Dijo finalmente sonriendo rendido y divertido.
Salieron del apartamento para subir al auto e irse a la casa de YuGyeom, ya que sería mucho más fácil pedir dulces al ser una casa y no un edificio, además de que habría más espacio al caminar por una acera.
Al llegar a la casa del mejor amigo de Soobin, llamaron a la puerta y entraron cuando los recibieron los Im. Los menores empezaron a jugar y los adultos y colegas de trabajo empezaron a hablar de temas diversos, aunque sobre todo de como fue la semana para cada uno en cuanto al trabajo, siendo como suele ser cansado.
La noche poco a poco fue llegando, y cuando las farolas de la calle prendieron sus luces fue como el llamado para empezar a salir y pedir dulces; Los niños salieron de sus casas acompañados de un adulto, o en sí, de alguien mayor a ellos.
Sin darse cuenta, dos personas tenían las miradas posadas en Taehyung y Hoseok.
Jungkook había acompañado a Hyunwook que saldría a pedir dulces con su sobrina de seis años, Wendy. El segundo mencionado vivía por la zona donde también vivían los Im, aunque ni ellos mismo lo supieran.
Hyunwook por desgracia para él, iba disfrazado de blanca nieves solo por perder un juego con Jungkook, siendo esa la penitencia. Y con vergüenza salieron a pedir dulces, y pudieron ver a los lejos saliendo de una de las tantas casas de la zona a los cirujanos. Mientras que el pelirubio sonrió mostrando su Eye Smile, el peligris solo se pudo avergonzar en su sitio mientras tomaba la mano de su sobrina.
La pequeña sabía que uno de los cirujanos le gustaba a su tío, así que sonrío burlona; ya quería que los otros se dieran cuenta de ellos.
— ¡Soobin, mira, los profesores! —Pudieron escuchar desde donde estaban como uno de sus alumnos se daba cuenta de sus presencias.
Taehyung junto a Hoseok voltearon y miraron a los profesores. Hoseok curioso miró al peligris, quien solo desvió la mirada sonrojado en clara muestra de vergüenza. Por otro lado, Taehyung hizo un movimiento de cabeza en forma de saludo, siendo correspondido por el pelirubio.
Los niños halaron las manos de sus padres para ir donde sus profesores, y los mayores no pudieron hacer nada más que caminar junto a ellos finalmente.
Mientras se acercaban a los profesores, el pelinegro trago nervioso al recordar la cita, y es que cuando se ya se iban del parque de diversiones, en el auto hubo un momento donde solo se quedaron mirando para al final sonreírse nerviosos.
— Buen disfraz, eh. —Dijo con una sonrisa curiosa Jungkook mirando el sombrero de mago sobre la cabeza de Taehyung.
Taehyung por su lado soltó una sonrisa cansada, negando con la cabeza.— Según Hoseok, no hay edad para disfrazarse así que me obligó a usar esta cosa. —Apuntó al sombrero suspirando.
— Pues te ves muy bien. —Halagó. El pelinegro negó aun sin quitar su sonrisa.
Caminaron por la acera, deteniéndose frente a cada casa luego de que ciertos grupos de niños se vayan a por otra casa luego de recibir sus dulces.
— ¡Dulce o truco! —Dijeron al unísono los tres niños, alzando sus bolsas en forma de calabaza cuando la pareja de abuelitos abrió la puerta. La pareja mayor sonrió con ternura al ver a los pequeños. El señor le entregó la bolsa con dulces a su esposa, y la mujer sacó un puñado de dulces y fue dejando los dulces a cada uno en sus bolsas.
— ¡Gracias! —Dijeron con unas sonrisas, encaminándose a la próxima casa seguidos por sus padres.
Así fue por casi dos horas; las bolsas de los menores estaban llenas con dulces. La noche había llegado por completo, el cielo estaba coloreado por un azul oscuro junto a las estrellas.
Los Im al ver a su hijo cansado y bostezando decidieron irse ya, los demás estuvieron de acuerdo, siguiendo la misma decisión después de unos minutos más.
— ¿Y esos qué se traen? —Preguntó Taehyung ganándose a un lado de Jungkook, sin soltar la mano de su hijo. Jungkook levantó la mirada y apreció la imagen frente a él; Hyunwook rascando su cuello mientras que con uno de sus brazos cargaba a su sobrina, preguntándole nervioso a Hoseok si quería pasarse un rato a su casa a tomar algo, siendo aceptado por el pelirrojo. Y sin pensar en sus mejores amigos, se adentraron a la casa.
— No tengo nada seguro, pero lo que si es seguro para mi es que me quedé sin transporte. —Jungkook hizo una mueca.
Soobin tiró de la manga del abrigo de su padre, quien le miró expectante, entendiendo el mensaje.— Puedes irte con nosotros si quieres. —Jungkook le miró y le agradeció con un "gracias".
Taehyung alzó a su hijo en brazos, el menor ocultó su cara en la cobertura del cuello de su padre, cerrando sus ojos al ganarle el sueño. Se encaminaron al auto y al abrir la puerta trasera del auto dejó a su hijo en su silla correspondiente, abrochándole el cinturón y colocándole un cojín de cuello.
Cerró la puerta al estar listo y caminó hasta la puerta del conductor. Jungkook se adentró en el auto y se sentó en el asiento del copiloto, acomodándose en este. Cuando Taehyung se sentó al volante, arrancó el auto.
— ¿Siempre acompañas a Hyunwook y su sobrina a pedir dulces? —Preguntó curioso mirando al frente, manejando.
— Oh, no. De hecho, es la primera vez desde que dejé de pedir dulces que volví a salir en Halloween. —Sonrió nostálgico.— ¿Y usted, señor mago? —Burlón miró a Taehyung, recibiendo una mueca por parte de este, lo cual le hizo soltar una risa leve.
— Desde que Soobin cumplió cuatro años y hasta que se le ocurra que salir a pedir dulces es "cosa de niños".
— ¿O sea que hasta los...?
— Probablemente a los nueve años. —Jungkook negó divertido.
El viaje que era hasta la casa de Jungkook fue animado por una estable conversación con risas y miradas coquetas entre ellos, ya siendo algo sin que se den cuenta de sus propias acciones. A esta altura ya sabían de sus propios sentimientos, las acciones a veces podían llegar a ser más fuertes que las palabras.
— Y hemos llegado. —Jungkook asintió mirando al departamento. Taehyung estacionó el auto y miró rápido a su hijo, pero el menor iba completamente dormido.
— Nuevamente, gracias.
El pelinegro negó.— Cuando quieras.
Se miraron sin decirse nada, solo fijándose en los movimientos del otro. Sin darse cuenta bien de sus acciones, se fueron acercando con cautela, pasando su vista por los labios y luego mirada del contrario, esperando quizás un alejamiento o algo por el estilo, pero ambos estaban dispuestos.
Cuando las narices de ambos se empezaron a rozar se miraron por ultima vez antes de cerrar sus ojos y terminar con la distancia que los separaba.
Un beso lento y sin apuro, disfrutando a su tiempo del suave toque que les proporcionaba estos al estar juntos. Jungkook posó su mano suavemente en la mejilla del pelinegro, quien por inercia levantó su mano y acarició levemente con su dedo pulgar la mano contraria, esperando que no se separe.
Por el bostezo del menor, se separaron abruptamente; Jungkook mirando a otro lado, y Taehyung mirando si su hijo se había despertado y visto lo que acababa de pasar, aunque el menor solo se reacomodado en su asiento y aún seguía dormido.
— C-creo que ya debo irme.
Taehyung asintió.— Uh, s-sí. Buenas noches.
— Nos vemos el lunes, b-buenas noches. —Y con el corazón palpitándole a mil, salió del vehículo para entrar al edificio.
Por su parte el pelinegro solo se recostó un poco en su asiento intentando procesar lo sucedido, además de sentir sus mejillas calientes junto a su corazón que palpitaba rápido. Trago duro y prendió nuevamente el auto, dirigiéndose a su apartamento para terminar de procesar todo.
Y bueno, ¿Quién dijo que un Halloween no podía ir tomado de la mano con el romance? Terminando por cerrar la noche con broche de oro.
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