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Ꜥꜥֶָ֢🪁ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O6

Era un sábado apacible, el tipo de día en que el sol parecía estar más brillante, pero el aire traía consigo una advertencia silenciosa de que el clima podía cambiar en cualquier momento. Los árboles se mecían suavemente, y desde la ventana del apartamento se podía ver cómo el parque del vecindario, normalmente lleno de familias y niños jugando, estaba algo más vacío de lo usual.

JungKook estaba acomodado en el sillón del salón, concentrado en una serie policiaca. Sus ojos, normalmente tranquilos, seguían atentos cada pista, cada giro inesperado de la trama. A pesar de estar absorto en la pantalla, podía oír las risas de TaeHyung en el fondo. El joven Omega estaba sentado en la alfombra, rodeado de sus peluches favoritos, "Pelusita" y "Tedy", y les hablaba como si fueran amigos de toda la vida. El sonido de su voz y sus risas llenaban la habitación de una calidez especial que JungKook adoraba.

De pronto, TaeHyung, con una expresión decidida y brillante en su rostro, se levantó de su lugar. Se dirigió hacia JungKook con pasos ligeros, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y esperanza.

— Kookie, ¿Podemos ir al parque? — Preguntó, acercándose al mueble donde estaba su Alfa, su voz llena de ilusión.

JungKook desvió la mirada de la pantalla y sonrió al ver esa carita tan angelical, esa que siempre lo derretía. Estaba tentado a decir que sí al instante, pero la memoria de lo que había visto en el reporte del clima lo detuvo por un momento.

— No lo sé, cariño — Respondió suavemente, acariciando la cabeza de TaeHyung con ternura — Dijeron que hay probabilidades de que llueva hoy...

TaeHyung frunció los labios, su expresión pasó de la esperanza a una ligera preocupación. Sabía que, con un simple gesto, podía convencer a JungKook. Así que, sin pensarlo dos veces, sacó su arma secreta: puso su mejor cara de cachorro triste.

— Por favorcito...

Era imposible resistirse a esa carita. JungKook dejó escapar un suspiro resignado, pero no pudo evitar sonreír con ternura.

— Oh no, no la carita de cachorro triste — Dijo, llevándose una mano al rostro en un gesto teatral, como si realmente estuviera siendo vencido por el poder de esa expresión.

— ¡Por fi! — TaeHyung hizo un puchero aún más grande, estirando sus labios de forma exagerada mientras sus ojos se llenaban de una inocencia fingida pero efectiva.

JungKook soltó una risa suave. Sabía que estaba perdido.

— Amor, sabes que esa carita siempre me convence... — Dijo, mirando por la ventana el cielo aún despejado — Parece ser un buen día, está bien, iremos.

La reacción de TaeHyung fue inmediata. Sus ojos se iluminaron como si acabara de recibir la mejor noticia del mundo. Saltó sobre JungKook, envolviéndolo en un abrazo efusivo.

— ¡Yupi! ¡Te amo mucho, Kookie! — Exclamó, y antes de que JungKook pudiera reaccionar, le dio un besito en la mejilla y salió corriendo hacia su habitación, emocionado por la idea de ir al parque.

Subiendo las escaleras de dos en dos, TaeHyung entró a su habitación y comenzó a buscar ropa apropiada para el parque. Quería algo cómodo, pero también quería verse adorable, como siempre le gustaba hacer cuando estaba con JungKook. Finalmente decidió por un suéter celeste claro, un buzo blanco y sus zapatillas favoritas.

Todo iba bien, hasta que intentó ponerse el suéter. En su prisa y emoción, terminó con los brazos donde iba la cabeza y la cabeza atrapada en el tronco del suéter. Intentaba liberarse, pero cuanto más luchaba, más enredado quedaba en la tela. Desesperado, gritó con voz aguda:

— ¡Kook! ¡Ayúdame!

JungKook, quien había estado acomodando su chaqueta en la sala, escuchó el grito alarmado de su Omega y, sin pensarlo dos veces, corrió escaleras arriba, su corazón latiendo con fuerza. Al llegar a la habitación, encontró a TaeHyung atrapado en el suéter, sus brazos estirados en ángulos extraños y su cabeza apenas visible entre la tela.

— Oh, cachorro... — Dijo, conteniendo una risa mientras se acercaba — Eres tan adorable. Déjame ayudarte.

Con movimientos cuidadosos, JungKook deshizo el enredo y, tras unos segundos, TaeHyung quedó libre. Sus mejillas estaban sonrojadas de vergüenza, pero sus ojos brillaban de gratitud. Una vez vestido, TaeHyung salió saltando alegremente de la casa, emocionado por la salida al parque.

El parque estaba tranquilo, pero el aire estaba lleno de esa calma anticipatoria que precede a una tormenta. Las ramas de los árboles se mecían ligeramente, y el sonido del viento entre las hojas creaba una melodía relajante. TaeHyung corría por el césped, saltando de un lado a otro, mientras JungKook lo observaba desde una banca, disfrutando de la vista.

De repente, TaeHyung, en uno de sus arranques de energía, decidió treparse a un árbol. No era un árbol particularmente alto, pero para él era como escalar una montaña. Desde la cima, o al menos desde la rama más alta a la que había logrado llegar, gritó con entusiasmo:

— ¡Mírame, Kook! ¡Estoy en la cima del mundo!

Su risa resonó en el parque, pura y libre, como la de un niño disfrutando de su libertad. Sin embargo, su felicidad fue interrumpida por dos adolescentes que lo miraban desde una esquina del parque, cigarrillos en mano. Sus voces resonaron en el aire, crueles y llenas de burla.

— ¿Qué le pasa? — Dijo uno, entre risas.

— Es tan extraño, un fenómeno — Comentó el otro, apagando su cigarrillo y lanzando el papel hacia TaeHyung.

El Omega, que hasta hacía unos segundos estaba disfrutando de su pequeña aventura, sintió que su corazón se encogía. Las palabras de los chicos le hicieron sentir pequeño y avergonzado. Su nariz empezó a moquear, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Intentó bajar del árbol, pero sus manos temblaban demasiado.

— ¡K-Kook! — Llamó con la voz entrecortada.

JungKook, que había estado comprando crepas en un carrito cercano, escuchó el grito y corrió hacia el árbol, su corazón acelerado. Al ver a los dos adolescentes y a TaeHyung atrapado en la rama, su rostro se endureció.

— ¡Tú! — Gritó uno de los adolescentes — ¡Baja a ese chico loco de ahí, está espantando a todo el mundo!

Pero JungKook no necesitaba más palabras. Rápidamente ayudó a TaeHyung a bajar del árbol, secando sus lágrimas con movimientos suaves y cariñosos.

— Tranquilo, Omega — Susurró — No llores, estoy aquí.

Luego, con furia contenida, volteó hacia los adolescentes.

— ¡Ustedes, par de imbéciles! — Exclamó, su voz llena de enojo — ¡Vengan acá!

Pero antes de que pudiera dar un paso, TaeHyung lo abrazó con fuerza alrededor de la cintura, deteniéndolo.

— ¡No, Kook! — Rogó — ¡No vayas! ¡Te pueden lastimar con fuego!

JungKook respiró hondo, cerrando los ojos por un momento. Sentía el abrazo del menor, temblando ligeramente, y eso fue suficiente para calmar su ira. Los adolescentes, al ver la tensión en el aire, decidieron irse rápidamente. Cuando JungKook volvió a mirar, ya no estaban.

— Perdóname, corazón — Susurró, acariciando el cabello rosa — No debí dejarte solo... ¿Me perdonas?

TaeHyung negó con la cabeza rápidamente, con sus ojos aún húmedos.

— Kookie no tiene que pedir perdón — Dijo, su voz apenas un susurro — Kookie bueno, Boo culpable por ser raro...

— No digas eso, cachorrito — JungKook se agachó hasta quedar a su nivel — No eres raro. Las personas que te dicen eso lo hacen porque son tontas. ¿De acuerdo, mi vida? No llores, vamos, limpia esas lagrimitas.

Con ternura, JungKook limpió las lágrimas que aún caían por las mejillas de TaeHyung y le dio un suave beso en la frente. Con un pequeño gesto, lo abrazó, envolviéndolo en un capullo de seguridad y amor.

— Vamos, las crepas estarán listas en un momento — Dijo, con una sonrisa tranquilizadora.

— ¡Koo! — Exclamó TaeHyung entre risas — ¡Tu nariz tiene Nutella!

JungKook, desconcertado al principio, se llevó una mano a la nariz y al notar la Nutella en la punta de sus dedos, se sonrojó levemente.

— Oh, qué tonto soy... — Murmuró con una sonrisa tímida — ¿Puedes limpiar mi nariz, Omega?

TaeHyung asintió rápidamente, como si estuviera deseando ayudar, y con la delicadeza de un niño pequeño, le limpió la nariz con la servilleta. JungKook le agradeció con una mirada cariñosa, pero antes de que pudieran seguir bromeando, ambos notaron que el ambiente alrededor se había vuelto más tenso. La gente a su alrededor empezaba a caminar más rápido, algunos incluso corrían, como si estuvieran huyendo de algo.

— ¿Por qué todo el mundo corre? — Preguntó JungKook, frunciendo el ceño mientras miraba alrededor con preocupación.

— ¿No lo sabe? — Dijo el vendedor de crepas que estaba guardando sus cosas apresuradamente — Habrá una tormenta en pocos minutos. Mire las nubes.

JungKook levantó la vista hacia el cielo, y efectivamente, las nubes oscuras ya cubrían la mayor parte del horizonte. Un trueno retumbó a lo lejos, como una advertencia de que no quedaba mucho tiempo antes de que la tormenta comenzara.

— Oh, oh... — Murmuró JungKook, volviendo a mirar a TaeHyung — Omega, debemos correr. Gracias por las crepas, señor.

Sin perder más tiempo, JungKook tomó la mano de TaeHyung y ambos empezaron a correr hacia la salida del parque. El viento comenzaba a levantarse, las hojas caían en remolinos a su alrededor, y la humedad en el aire ya era palpable. TaeHyung trataba de seguir el ritmo, pero sus piernas, más pequeñas que las de JungKook, empezaban a cansarse rápidamente.

— Kookie, espera... — Jadeó — Mis piernas se cansan...

JungKook se detuvo de inmediato, con la respiración ligeramente agitada, y sin pensarlo dos veces, se inclinó hacia abajo y lo cargó en sus brazos, sosteniéndolo con facilidad como si fuera lo más natural del mundo.

— Lo siento, cachorro — Dijo JungKook con una sonrisa mientras comenzaba a correr de nuevo, esta vez con TaeHyung seguro en sus brazos.

TaeHyung, aunque cansado, no pudo evitar sonreír ante la fuerza y la seguridad de JungKook. Se acurrucó contra su pecho, sintiendo el latido fuerte y constante de su corazón mientras corrían bajo el cielo cada vez más oscuro. Justo cuando llegaron a la puerta de su casa, el primer rayo iluminó el cielo, y la lluvia empezó a caer en grandes gotas pesadas.

Ambos entraron corriendo a la casa, empapados, y cerraron la puerta justo a tiempo para escuchar el rugido del trueno que siguió al rayo. TaeHyung se estremeció al escuchar el sonido, sus pequeños temores despertándose al instante.

— ¡Ay! — Gritó, saltando ligeramente y aferrándose al brazo de JungKook.

JungKook lo miró preocupado, notando el temblor en su cuerpo.

— ¿Qué sucede, cachorrito? — Preguntó, inclinándose para estar más cerca de él, su voz suave y protectora.

TaeHyung, con los labios ligeramente temblorosos, lo miró con ojos grandes y asustados.

— Kookie... Boo tiene miedito... — Dijo en un susurro tembloroso, apenas levantando la vista mientras abrazaba su propio cuerpo.

JungKook sintió su corazón encogerse al ver lo vulnerable que estaba su pequeño Omega. Se acercó y lo rodeó con sus brazos, envolviéndolo en un abrazo cálido y reconfortante.

— Ven aquí, amor... — Le susurró con ternura — Kook te protege. No tienes nada de qué preocuparte.

TaeHyung se acurrucó en su pecho, cerrando los ojos mientras intentaba calmarse. El suave aroma de JungKook lo envolvía, y poco a poco, sus temores parecieron desvanecerse, aunque el sonido de la tormenta seguía rugiendo en el exterior.

Después de cambiarse de ropa, ambos se acomodaron en la sala, buscando algo que los distrajera del caos que ocurría afuera. JungKook, siempre atento a los gustos de TaeHyung, tomó el control remoto y se lo ofreció con una sonrisa.

— Escoge la película, bebé.

TaeHyung, sin dudarlo, seleccionó "Intensamente". Sus ojos brillaron con emoción, pero JungKook levantó una ceja, recordando cuántas veces habían visto esa película y cómo siempre terminaba igual: con TaeHyung llorando.

— ¿Estás seguro, boo? — Preguntó con una sonrisa suave — Siempre lloras con Intensamente...

— ¡Síp! ¡Boo quiere ver Intensamente! — Respondió con entusiasmo, pero justo en ese momento, un trueno aún más fuerte resonó en el cielo. TaeHyung se estremeció de nuevo, su corazón parecía encogerse de miedo, haciéndose más pequeño ante cada sonido de la tormenta.

Se abrazó a sí mismo, tratando de calmarse, pero el miedo seguía ahí, palpable en el aire.

— Tranquilo, cachorrito — Le susurró JungKook, pasando una mano por su espalda — Estarás bien, veamos la película.

TaeHyung asintió lentamente, aunque su voz temblaba ligeramente cuando murmuró:

— E-está bien, Kook...

La película comenzó, pero la tormenta no daba tregua. Los relámpagos iluminaban la sala brevemente, seguidos de los estruendosos truenos que hacían vibrar las ventanas. El pelirrosa, aunque intentaba mantenerse tranquilo, no pudo evitar un pequeño grito cuando un trueno especialmente fuerte resonó.

— ¡Papi! — Exclamó sin darse cuenta, y al instante se sonrojó. Era raro que lo llamara así. En su mente, se reprendió rápidamente y corrigió — Kookie...

JungKook lo miró sorprendido al principio, pero su sorpresa se transformó en una suave sonrisa, su corazón latiendo más rápido al escuchar esa palabra de los labios de TaeHyung.

— No me incomoda que me digas papi, corazón — Dijo con voz suave, acariciando el cabello de TaeHyung — No te avergüences.

TaeHyung se sonrojó aún más, pero sonrió tímidamente mientras se acurrucaba más cerca de JungKook.

— Okay... — Murmuró en voz baja.

Ambos se acomodaron más en el sofá, mientras la película seguía y la tormenta rugía afuera. Pero en ese pequeño espacio, entre los brazos protectores de JungKook y la suave calidez de TaeHyung, todo parecía estar bien.


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