Ꜥꜥֶָ֢🪁ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo O2
La habitación estaba bañada en una luz tenue que se filtraba a través de las cortinas, mientras JungKook entraba con pasos suaves, sosteniendo el biberón con leche tibia. Un aroma delicado a vainilla y algodón flotaba en el aire, mezclándose con la calidez del hogar que ambos compartían. TaeHyung, acurrucado bajo las sábanas, tenía una expresión adormilada, pero al ver a JungKook, su rostro cambió por completo. Sus grandes ojos brillaban de anticipación y sus labios se fruncieron ligeramente en una expresión de desconcierto al ver que su compañero se disponía a marcharse tras dejar el biberón en la mesita de noche.
— Aquí tienes, Omega bonito — Murmuró JungKook, depositando el biberón con cuidado. Sin embargo, apenas dio un paso hacia la puerta, un suave quejido lo detuvo en seco.
TaeHyung, con su carita ligeramente enrojecida y el ceño fruncido, hizo un puchero mientras extendía los brazos hacia él, su cuerpo entero emanaba la necesidad de atención. El gesto era más que claro: no quería simplemente la leche; lo que deseaba era la cercanía, el consuelo que sólo JungKook podía darle.
— Omega, ¿quieres que te dé el biberón? — Preguntó con una sonrisa cálida que suavizaba las líneas de su rostro, inclinándose un poco hacia él.
TaeHyung asintió, sus labios separándose apenas para emitir un leve balbuceo, tan tierno que hizo que el corazón de JungKook se derritiera por completo. No podía negarle nada.
— Bien, dame un poco de espacio — Pidió con suavidad mientras se acomodaba en la cama.
TaeHyung, con movimientos torpes y delicados, se deslizó hacia JungKook, que lo recibió con los brazos abiertos, levantándolo con facilidad y colocándolo en su regazo. Con el biberón en una mano, acercó la tetina a los labios entreabiertos del pelirrosita, quien la aceptó de inmediato, chupando con avidez.
Mientras TaeHyung bebía en silencio, la tranquilidad de la escena era interrumpida solo por el suave sonido de succión y la respiración acompasada de ambos. Los dedos de JungKook se deslizaban con cariño por la mejilla de TaeHyung, acariciándola con una ternura infinita, como si quisiera memorizar cada curva, cada textura.
— Omega mimado — Susurró con una risa suave, su mirada rebosando de adoración.
Sabía que TaeHyung, en momentos como este, dependía completamente de él, y lejos de ser una carga, eso lo llenaba de una inexplicable felicidad.
El ojiazul, aún con los ojos medio cerrados, soltó un pequeño sonido de satisfacción, recostando más su cabeza contra el pecho de JungKook, buscando ese calor tan reconfortante que sólo él podía ofrecerle.
Después de que TaeHyung terminó el biberón, JungKook lo dejó a un lado con cuidado, limpiando el rastro de leche que se había quedado en las comisuras de los labios de su pequeño Omega.
—Omega ten cuidado, el fuego te puede lastimar — Le advirtió JungKook mientras observaba cómo TaeHyung, con su eterna curiosidad infantil, se acercaba demasiado a la estufa.
El fuego, danzando bajo la olla, iluminaba tenuemente el rostro de TaeHyung, cuyos ojos brillaban al imaginar las palomitas que se estaban preparando.
— Pero boo quiere palomitas — Respondió el pelirrosa, haciendo un puchero que habría derretido el corazón de cualquiera. JungKook no pudo evitar reír entre dientes, caminando hacia él y, con un toque suave pero firme, lo guió lejos de la cocina.
— Te las haré, dulzura, pero ahora aléjate de ahí porque te puedes lastimar — Insistió mientras lo veía con ternura.
TaeHyung, aunque un poco descontento, aceptó y se subió a la mesada de la cocina, balanceando los pies mientras observaba cada movimiento de JungKook.
— ¿Boo puede ver una película con Koo? — Preguntó de repente, con los ojos llenos de ilusión. JungKook sonrió y asintió.
— Sí, bebé, lo haremos. Ve a la cama y elige una película mientras yo termino de hacer las palomitas — Le indicó, viendo cómo se bajaba de la mesada con pasos algo torpes, pero siempre adorables.
El camino hasta su habitación era corto, pero para TaeHyung, cada paso lo acercaba más al momento de compartir con su amado Alfa. A pesar de que normalmente dormían juntos, la decisión de tener habitaciones separadas había sido de JungKook, que creía que, aunque estaban profundamente conectados, TaeHyung también merecía tener un espacio propio. La convivencia era aún un territorio nuevo para ellos, pero poco a poco iban encontrando un equilibrio. La habitación de TaeHyung era su refugio personal, un mundo lleno de colores pasteles, juguetes ordenados con esmero en un rincón y una cama de dos plazas que siempre parecía demasiado grande para su pequeño cuerpo.
Al llegar, encendió la televisión con el control remoto, ya sabiendo exactamente qué quería ver. Los minutos pasaron con rapidez, y justo cuando estaba eligiendo la película, JungKook apareció con un bol lleno de palomitas humeantes.
— ¿Ya pusiste la película, bebé? — Preguntó mientras dejaba el bol sobre la cama y se acomodaba junto a TaeHyung, quien asintió con entusiasmo, sus ojos brillando al ver la pantalla.
— ¡Tae quiere ver Mi Villano Favorito 2! — Exclamó, casi rebotando en su lugar por la emoción.
JungKook soltó una carcajada, adorando cada una de las pequeñas excentricidades de su Omega, quien siempre tenía una energía única, un entusiasmo que iluminaba cada rincón de la casa.
— Bien, pon la película entonces — Contestó, ajustándose en la cama, rodeando con un brazo los hombros de TaeHyung.
A medida que la película avanzaba, TaeHyung, quien inicialmente estaba absorto en la pantalla, comenzó a sentirse cada vez más relajado. Sus ojitos comenzaron a cerrarse lentamente, y sin que JungKook se diera cuenta, el pequeño Omega se fue quedando dormido, apoyando su cabeza en el hombro del Alfa.
— ¿Boo? ¿Estás dormido? — Preguntó en un susurro, girando ligeramente la cabeza para mirar a su compañero.
Sonrió al ver los ojitos cerrados de TaeHyung, sus pestañas descansando suavemente contra sus mejillas.
— Mi precioso Omega... te amo mucho — Susurró con ternura, inclinándose para darle un suave beso en los labios, apenas un roce, como si temiera despertarlo. Lentamente, lo acomodó sobre la cama, tapándolo con una manta que siempre tenía a mano para esas siestas improvisadas.
Cuando estaba a punto de salir de la habitación, un suave quejido lo hizo detenerse.
— ¿Dulzura? ¿Estabas despierto? — Preguntó en voz baja, acercándose de nuevo.
— Boo quiere a Kookie — Murmuró TaeHyung, su voz cargada de un sueño pesado pero lleno de necesidad.
— Está bien, bebé, déjame llevar esto a la cocina y regreso en un momento — Respondió JungKook, acariciando su cabello.
Sin embargo, las palabras no parecieron calmar al pequeño, quien, con los ojos llenos de lágrimas a punto de brotar, preguntó en un tono casi suplicante:
— ¿Koo no quiere a Boo? — Preguntó, haciendo un puchero que rompió el corazón de JungKook.
— Prometo que regresaré, solo dame... Treinta segundos — Dijo con una sonrisa tranquilizadora antes de salir apresuradamente hacia la cocina.
TaeHyung, sin embargo, comenzó a contar en voz alta, sus palabras cargadas de una mezcla de ansiedad y esperanza.
— Uno... Dos... Tres... — Su voz temblaba levemente mientras su pequeño lobito interior, siempre ansioso por la cercanía de su Alfa, comenzaba a susurrarle pensamientos oscuros.
"Omega tonto, JungKook no regresará" dijo la voz en su mente, haciendo que las lágrimas comenzaran a formarse en sus ojos.
— No... no... — Murmuró TaeHyung, sacudiendo la cabeza mientras seguía contando — Veintisiete... Veintiocho... Veintinueve...
Justo antes de llegar a treinta, JungKook irrumpió en la habitación.
— Te dije que estaría aquí, Omega. No pienses cosas feas — Dijo con suavidad, sentándose junto a TaeHyung, quien lo abrazó de inmediato, aferrándose a él como si temiera que desapareciera.
Ambos se acomodaron en la cama, con TaeHyung encima de JungKook, abrazándolo como si fuera su ancla en el mundo. JungKook, a su vez, lo acariciaba suavemente, sintiendo cómo el cuerpo de su pequeño Omega se relajaba poco a poco.
— Mi chiquito... duerme, ya es hora de tu siesta — Susurró, sintiendo cómo los ojos de TaeHyung se cerraban lentamente, arrullado por el calor y la seguridad que su Alfa le brindaba.
La sensación de estar envuelto en ese amor incondicional lo llevó rápidamente a un estado de sueño, mientras JungKook continuaba acariciándolo, sintiendo que su corazón rebosaba de amor y felicidad.
Se sentía bonito, querido y protegido. En esos momentos, cuando todo parecía perfecto, TaeHyung entendía que estaba viviendo una vida que había soñado. Una vida llena de amor, risas y la inquebrantable conexión que compartían.
Era un mundo solo para ellos dos, un universo que habían creado con los pedacitos de sus corazones y el calor de sus almas, y estaba decidido a aferrarse a ello para siempre.
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