Ꜥꜥֶָ֢🪁ֶָ֢۫݊˒𐙚 capítulo final
Hoy era un día especial para TaeHyung y JungKook. El sol brillaba con fuerza, como si el universo entero celebrara su amor, un amor que había resistido la prueba del tiempo y las dificultades. Era su segundo aniversario juntos, un logro que pocos podían imaginar después de todo lo que habían atravesado. Dos años que incluían risas, peleas y reconciliaciones; llantos que se convirtieron en mimos y besos que sanaban las heridas. Eran, sin duda, una pareja excepcional. Se complementaban como dos piezas de un rompecabezas perfecto, cada uno aportando su singularidad a la relación.
JungKook era un Alfa territorial por naturaleza, un rasgo que se manifestaba en su personalidad. La protectividad era su bandera, y a menudo se encontraba lidiando con celos que surgían de su instinto. Sin embargo, su actitud posesiva no era un obstáculo en su relación, sino más bien una forma de demostrar su amor por TaeHyung, su Omega. Con el mundo exterior, JungKook mostraba una mirada desafiante y una postura dominante, pero ante TaeHyung se transformaba. Su rostro, normalmente serio y amenazante, se iluminaba con una dulzura infinita. Se convertía en el ser más cariñoso, tierno y mimoso del planeta, su voz suave como un susurro que envolvía a TaeHyung en un cálido abrazo de seguridad.
Por su parte, TaeHyung era un Omega igualmente posesivo. Cuando algo se convertía en suyo, nadie podía acercarse. Desde su juguete favorito hasta su Alfa, todo tenía un lugar en su corazón que solo él podía reclamar. Era travieso, especialmente cuando se encontraba en su little space, un estado en el que se sentía libre de ser el niño que llevaba dentro. Era sensible, cariñoso e inseguro en ocasiones, pero esas inseguridades se disipaban con la atención y el amor que JungKook le brindaba. Cuando su Alfa le hacía sentir especial y querido, la luz en los ojos de TaeHyung brillaba con fuerza.
Ambos eran un rompecabezas perfectamente armado, la pareja ideal en los ojos de sus amigos y compañeros. Los Omegas de la secundaria de TaeHyung y los Alfas de la universidad de JungKook los veían como un modelo a seguir, la representación de un amor verdadero.
Aquella mañana, TaeHyung despertó de un profundo sueño, sintiendo la suave calidez del cuerpo de JungKook a su lado. Los rayos del sol se filtraban por las cortinas, bañando la habitación con un resplandor dorado que parecía acentuar la belleza de su Alfa.
— Kook... — Murmuró TaeHyung, sintiendo que las mariposas comenzaban a revolotear en su estómago al ver el rostro dormido del rubio.
Poco a poco, el Alfa fue despertando, su expresión de paz transformándose en sorpresa al abrir los ojos y ver a su Omega mirándolo con dulzura.
— Omega bonito... — Respondió, su voz más ronca de lo habitual. Este sonido provocó una sensación de calidez en el pecho de TaeHyung, como si el amor de su Alfa lo envolviera en una suave manta.
— ¡Kook! — Chilló bajo, dando un salto juguetón y subiendo al regazo de su pareja, riendo.
— Bonito, ¿cuántos años tienes? — Preguntó JungKook, mientras sus manos se cerraban alrededor de la cintura de TaeHyung, disfrutando de la cercanía. A veces le resultaba difícil distinguir si TaeHyung estaba en su little space o simplemente siendo su adorable yo, pues el pelirrosa siempre tenía una esencia infantil que irradiaba ternura, independientemente de su estado emocional.
— No estoy en little space, amor — Respondió con una sonrisa traviesa, dándole un beso en la mejilla izquierda — Pero si deseas, puedo entrar en mi espacio...
— Mhm... No. Entra en tu espacio cuando tú desees, no cuando alguien más lo desee.
Las palabras eran firmes pero llenas de cariño, y TaeHyung sonrió, sintiendo que su corazón se expandía de amor.
— Está bien. De todas formas, me haces sentir mimoso y querido, así que no te sorprendas si entro en mi espacio.
El ambiente estaba cargado de una calidez que solo ellos compartían. TaeHyung suspiró.
— ¿Qué sucede, bonito? ¿Te incomodé? — Preguntó JungKook, preocupado, notando el cambio en la expresión de TaeHyung.
— No, Kookie, sigue — La mirada del menor era suplicante, casi como un niño que pide más mimos.
JungKook sonrió y le dio otro beso en la mejilla, buscando una posición más cómoda para continuar con la sesión de mimos que ambos amaban.
— Omega bonito, ven, sobre mi regazo.
TaeHyung se acomodó como se le había indicado, disfrutando del calor que emanaba del cuerpo de JungKook.
— Mi Omega, tan bonito... Eres como un pequeño caramelito, pequeño y dulce — Las palabras de JungKook eran un canto de amor, haciendo que las mariposas en el estómago de TaeHyung danzaran al compás de su alegría.
— Kookie... — Dijo con una voz temblorosa, sintiendo que sus emociones se desbordaban.
— ¿Qué sucede, hermoso? — Respondió, preocupado.
— Perdón, pero tus apodos hacen que entre en mi espacio. Me voy a hacer pequeño... — La confesión de TaeHyung, cargada de inocencia, provocó una sonrisa en el rostro de JungKook.
— No te disculpes, amor, sé libre.
Y así, continuaron en su burbuja de amor, mientras TaeHyung entraba poco a poco en su little space, el mundo exterior desvaneciéndose en la distancia.
— Papi... — Susurró TaeHyung, notando que se había encogido en los brazos de JungKook.
JungKook sintió una oleada de ternura al ver a TaeHyung tan pequeño y vulnerable en su regazo.
— ¿Cuántos años tienes, cielo? — Preguntó, sus ojos brillando de amor.
TaeHyung abrió su mano y, con un gesto torpe, bajó cuatro deditos.
— ¿Un año, corazón? Aww, qué adorable cachorro — JungKook le dio besitos por todo el rostro, llenándolo de cariño, mientras el pelirrosa reía con la voz infantil que a JungKook tanto le encantaba.
— ¿Quieres tu biberón, corazón? — Preguntó, con una risa suave.
— ¡S-si papi! — Exclamó, su voz suave y juguetona.
La mañana avanzaba y el juego continuaba hasta que JungKook, con dulzura, interrumpió el momento.
— Es hora del baño, amor — Dijo el Alfa, su tono indulgente.
— ¡N-no papi! ¡Más jugad! — Exigió el pequeño, haciendo pucheros que hacían que JungKook se derritiera.
— Cielo, debes bañarte para oler rico y no enfermarte. ¿Acaso quieres enfermarte, mhm? — JungKook explicó pacientemente, su tono comprensivo y calmado.
La paciencia era algo que JungKook había aprendido a cultivar con TaeHyung. Normalmente, su naturaleza intimidante hacía que todos hicieran lo que él deseaba al instante, pero con TaeHyung todo era diferente. Desde el principio, había una conexión especial, una chispa que lo hacía tolerar la travesura de su Omega.
— Pero papi, boo jugad con pelusita... — Insistió TaeHyung, su mirada de cachorro haciendo que JungKook casi cediera.
— Después del baño jugarás con pelusita, amor. Además, el señor pato y la señorita pulpo te extrañan... — Dijo, tratando de convencer a su pareja con una leve sonrisa.
El señor pato y la señorita pulpo eran los juguetes de baño favoritos de TaeHyung, y sabían que esas palabras lo convencerían.
— Está bien, papi — Aceptó, resignándose con una pequeña sonrisa en su rostro.
TaeHyung dejó a pelusita cuidadosamente sobre el mueble y extendió los brazos hacia arriba, una señal clara de que JungKook debía cargarlo hasta el baño. El mayor obedeció con gusto, llevando a su pequeño hacia el lugar donde el agua lo esperaba.
Al llegar, JungKook abrió el grifo, dejando caer agua fría mientras se aseguraba de tener todo preparado: toallas, jabones y esponjas. Por otro lado, TaeHyung saludaba a sus juguetes de baño, hablándoles emocionado sobre lo feliz que había estado durante el día.
Cuando la tina estaba casi llena, JungKook cambió el agua fría por caliente, asegurándose de que fuera justo como a TaeHyung le gustaba. Todo estaba listo para una jornada de diversión y limpieza.
Tras un rato en el agua, el pequeño Omega se sintió más fresco y liviano, mientras JungKook lo enjuagaba con cuidado.
— Ya, terminado, cielo. Ahora a secarte — Dijo, levantando a TaeHyung y envolviéndolo en una toalla suave.
— ¡Papi! ¡Esta bueno! — Exclamó TaeHyung, disfrutando del calor que le proporcionaba la toalla.
JungKook sonrió, viendo cómo su pequeño disfrutaba de los pequeños placeres de la vida. Mientras secaban el cabello de TaeHyung, lo miró a los ojos y sintió que todo su amor se reflejaba en la mirada del Omega.
— Te amo, TaeHyung — Dijo JungKook, sus ojos brillando.
— Yo también, Kookie — Respondió, abrazando a su Alfa con fuerza, sintiendo que todo el mundo se desvanecía y solo existía su amor.
TaeHyung se despertó de su ligera siesta, sintiendo la calidez del sol que se filtraba a través de las cortinas. Había dormido aproximadamente una hora, pero en su mente, el tiempo había pasado como un suspiro. Se estiró con pereza, disfrutando de la suavidad de las sábanas, y al abrir los ojos, se dio cuenta de que la habitación estaba extrañamente silenciosa.
— ¿JungKook? ¿Dónde estás? — Preguntó, levantándose de la cama. Su voz resonó en la atmósfera tranquila, y al no recibir respuesta, una ligera inquietud se apoderó de él.
Con curiosidad, decidió investigar. Comenzó por el baño, donde el sonido del agua no se escuchaba, un indicativo de que JungKook no estaba allí. Luego, recorrió la habitación del mayor, buscando alguna pista que lo guiara hacia él, pero tampoco tuvo suerte. Era raro que su Alfa no estuviera cerca; sentía su ausencia como una sombra que lo seguía. Sin pensarlo dos veces, se dirigió a la cocina, donde finalmente encontró a JungKook, quien estaba concentrado en la tarea de preparar un platillo especial.
— ¿JungKook? — Llamó de nuevo, acercándose con una sonrisa que iluminaba su rostro.
— ¡Oh! Omega, me asustaste — Exclamó, girando con una mezcla de sorpresa y alivio. Su expresión se suavizó al verlo — Y por cierto, sabes que no me gusta cuando me dices JungKook.
— Es para molestarte, Kookie. ¿Qué haces? — Preguntó, acercándose a donde estaba el mayor, embriagado por el delicioso aroma que llenaba la cocina.
— No puedes ver. Ni oler. Sé que lo reconocerás... tápate la nariz — Dijo JungKook, tratando de ocultar lo que estaba cocinando, como si eso pudiera mantener la sorpresa.
— Veo que es una sorpresa. De acuerdo, me iré — Respondió TaeHyung, haciendo un puchero juguetón.
— Revisa en el armario. Te dejé una sorpresa — Anunció JungKook con una sonrisa cómplice.
El corazón de TaeHyung dio un salto de emoción. Corrió hacia su habitación, sintiendo que una chispa de alegría iluminaba su interior. Al abrir el armario, encontró una bolsa de regalo cuidadosamente colocada. Con manos temblorosas, sacó la bolsa y leyó la nota que había dentro.
"Ponte más lindo de lo que ya eres, lindo Omega. Este es un pequeño detalle, no una sorpresa. J.JK"
Sus ojos brillaron al abrir la bolsa y encontrar la camisa que había querido durante dos meses. La imagen de aquel día en el centro comercial regresó a su mente. Recordaba cómo había caminado de la mano con JungKook, buscando algo que comprar. La alegría y la complicidad entre ellos habían llenado el aire.
••••
Entraron a una tienda, y de repente, sus ojos se posaron en la prenda que lo había dejado anonadado. Era hermosa, hecha de algodón egipcio, con un color rojo vibrante que resaltaba su piel y sus ojos. La sonrisa encantadora de su Alfa lo había llevado a desearla aún más.
— ¿Quieres eso, Omega? — Preguntó JungKook, notando la fascinación en el rostro de TaeHyung.
— Mh... No, no me gustó mucho. Vamos a otra tienda — Respondió, tratando de ocultar su verdadera emoción, pero su corazón latía con fuerza.
••••
Mientras regresaba al presente, se colocó la camisa, sintiéndose emocionado. Sin embargo, al sentir algo extraño en su espalda, se la quitó. Fue entonces cuando notó otra nota.
"También observa en el primer cajón de tu tocador, tonto. Apuesto a que no te diste cuenta de que la nota estaba ahí. Te amo. J.JK"
Sonriendo, fue a revisar el cajón. Allí encontró un perfume que había mencionado antes. Recordó la conversación con JungKook sobre los aromas.
••••
— Me gustan los aromas un poco dulces, pero tampoco empalagosos. Como los de esta línea, amaderados, pero dulces — Había dicho.
— Eres un pequeño degustador de aromas, bonito — Le había respondido JungKook, su voz llena de cariño.
••••
En la parte trasera de la caja encontró otra nota.
"Ahora sí, sigue el hilo rojo que parte desde aquí. J.JK"
Emocionado, se aplicó el perfume, sintiendo cómo su corazón se llenaba de amor y ternura. Luego, tomó el hilo rojo que estaba pegado a la nota y comenzó a seguirlo. El hilo lo condujo a través de la habitación, y su emoción creció con cada paso que daba.
Finalmente, llegó al balcón, donde lo esperaba su Alfa. JungKook tenía el hilo rojo atado al meñique de su mano izquierda, como si el destino mismo hubiera tejido ese lazo entre ellos.
••••
— ¡Alfa! ¿Crees en las leyendas japonesas? — Preguntó TaeHyung, su voz llena de curiosidad y entusiasmo.
— No mucho... ¿Por qué? — Respondió JungKook, con una sonrisa intrigada.
— Oh, te iba a decir algo, pero seguramente no escuchaste de esto. Olvídalo — Dijo TaeHyung, sintiéndose ligeramente decepcionado por su propia vacilación.
— No Tae. Dime — Insistió JungKook, su mirada intensa fijada en él.
Y entonces, con el corazón latiendo en su pecho.
— Pues, las personas que están destinadas a estar juntas, según la leyenda japonesa, tienen un hilo rojo atado al meñique de la mano izquierda, el cual va directo al corazón. Te iba a decir que tú eres mi hilo rojo — Terminó, sintiendo cómo el rubor se apoderaba de sus mejillas.
••••
— Aww, ven acá, bonito — Dijo JungKook, abriendo los brazos con ternura.
— ¡Tienes el hilo rojo! — Chilló emocionado, sintiendo que su corazón latía mil veces por segundo, como si la emoción pudiera hacerle volar.
— Y nuestro platillo especial — Dijo el Alfa, haciendo un gesto hacia la mesa que había preparado, mostrando los dos platos servidos con esmero.
— Japchae — Exclamó TaeHyung, su sonrisa iluminando su rostro mientras admiraba el esfuerzo de JungKook — Fideos de batata salteados con carne, espinacas, champiñones y zanahorias, todo sazonado con aceite de sésamo y un toque de salsa de soja.
Los hoyuelos de JungKook y las arrugas en los ojos de TaeHyung se mostraban perfectamente, como si sus corazones estuvieran en perfecta sintonía. Ambos se sentían completos, compartiendo no solo la comida, sino también la esencia de su amor.
— Sé que esto es un poco... cliché, todas las parejas lo hacen, pero quería hacer algo especial y estar seguro de que te guste — Confesó JungKook, un poco nervioso.
— Alfa bobo, con tal de que tú lo hayas hecho, es especial para mí. Cada cosa que haces, cuando me cuidas, cada apodo bonito, cada mimo, cada pequeño detalle, significa mucho para mí porque sé que lo haces con amor. Alfa, yo soy un poco... muy inseguro. Pero nunca dudaré de que me amas. Por supuesto que a veces tengo episodios de miedo al abandono, pero fuera de eso, tengo muy en claro que me amas. Y yo te amo — TaeHyung hablaba con el corazón abierto, sus palabras fluyendo como un río de emociones.
JungKook se quedó sin palabras. Era raro que TaeHyung se abriera tanto, pero esta vez había expuesto su alma. La vulnerabilidad en sus ojos hizo que su propio corazón se llenara de ternura.
— Te amo Omega, con todo mi ser — Dijo JungKook, inclinándose para darle un dulce beso en la nariz.
— Yo también te amo — Respondió TaeHyung, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de JungKook, ocultando su rostro en su pecho, sintiéndose seguro y amado.
Más tarde, JungKook cargó a TaeHyung hasta su habitación. El Omega estaba cansado, sintiendo cómo sus párpados se volvían pesados mientras se acercaba al dulce abrazo del sueño.
— Koo, antes de que me duerma o caiga completamente en mi espacio, quería decirte que creo que estamos listos para compartir la habitación. Siempre dormimos juntos, pero de igual manera. Claro, si tú quieres — Murmuró, sus palabras saliendo entre susurros.
— Por supuesto que quiero eso, Omega bonito. Ahora debes descansar, mañana me mudaré de habitación — Respondió JungKook, acariciando su cabello con delicadeza.
Le dio un beso en la frente y lo arropó con ternura, como si estuviera envolviendo su amor en una manta suave.
— Koo, boo dormir con Kook... — Pidió, sus palabras fluyendo suavemente mientras ya empezaba a caer en su espacio.
— De acuerdo, amor. Dame un espacio — Respondió JungKook, sonriendo al ver cómo su Omega caía en un profundo sueño.
Y así, en medio de susurros y sonrisas, se quedaron dormidos, sabiendo que su relación apenas comenzaba a hacerse más fuerte y significativa.
TaeHyung confiaba en el árbol en el cual se tomó esa foto con JungKook en su primera cita, un símbolo de sus recuerdos compartidos. JungKook, por su parte, confiaba igualmente en su relación, sabiendo que el amor entre ellos crecía cada día.
Ambos sabían desde ese entonces qué decía el cartel que habían visto juntos, pero ninguno de los dos conocía que el otro también lo sabía. Era un pequeño secreto que quizás revelarán más adelante. Nadie lo sabe. Pero lo que sí estaba claro era que tanto el Alfa Jeon JungKook como el Omega Kim TaeHyung estaban destinados a estar juntos, como dos mitades de un todo, un amor que trasciende el tiempo y el espacio.
Ꜥꜥֶָ֢🪁ֶָ֢۫݊˒𐙚 F I N
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