Todoroki Shōto
Maratón Soulmate
...
Todoroki ajusta las dos bolsas que sostiene en cada mano, equilibrando de alguna manera su peso. Algunos autos pasan a su lado y varias voces hacen ruidoso y común el ambiente a su alrededor mientras camina a su hogar. No obstante, para él no pasa desapercibido el anuncio de un pequeño local que exhibe un imperdible descuento en tres sobas, del sabor que deseara. Aquella propuesta le suena tentadora, por lo que desvía su destino al lugar.
Al entrar, sólo hay pocas personas en él y una pequeña fila para pagar en el mostrador, donde también se encuentra la razón por la cual está en el lugar, así que se coloca de último en fila, esperando pacientemente. Cuenta únicamente cinco personas frente a él, por lo que la espera no es mucha y, antes de que se diera cuenta, ya no hay nadie en el local y está haciendo su pedido.
—Tres sobas instantáneas, por favor —pide a la joven tras el mostrador.
Ella asiente sonriente antes de ir a su búsqueda, por lo que él aprovecha para especificar cuáles son las que desea. Así que al tener a la joven frente a su persona, espera pacientemente mientras ella registra la compra y guarda las sobas en una bolsa. No obstante, algo sucede. Algo que provoca que Todoroki arrugue el ceño y observe confundido la situación frente a él.
En ese momento se da cuenta de dos cosas: la primera, es que las sobas instantáneas que él quiere cuestan el doble por ser de otro sabor, aún con descuento. La segunda, es que mientras la joven guarda su compra, es consciente de cómo paulatinamente, su color de cabello está cambiando.
Y está cambiando a los mismos colores de su cabello.
—¿Necesita algo más?
Todoroki nuevamente nota un cambio en la chica, y es que ahora, su ojo derecho es de color gris, mientras que el izquierdo es de un color azul muy llamativo. Los mismos colores de sus ojos.
—Wow, juro que tu cabello era bicolor —señala ella lo obvio, frunciendo el ceño.
—¿Qué? —atina a decir, reaccionando por inercia a sacar una lata de frijoles, observando su reflejo en la tapa de la misma—. ¿Pero qué...?
Levemente alarmado, Todoroki mira a la chica, quien ahora en su totalidad tiene el cabello en dos colores: blanco y rojo. Su moño alto y descuidadamente enrollado le da un aspecto distintivo, pero luego es consciente de que lleva mucho tiempo mirándola, y sólo expresa lo obvio.
—Tu cabello.
—¿Mi cabello?
La joven, confundida por la situación, saca su teléfono de su bolsillo, hasta observar con asombro el notorio cambio en su rostro. Ambos se miran y notan sus colores tanto de cabello y de ojos estar en la persona ajena, como si fuese un intercambio. Aún así, los dos saben la razón detrás de aquel acontecimiento, pero antes de que alguno mencione algo, la campana que avisa la llegada de alguien al pequeño mercado suena.
Ambos voltean alarmados, notando a una señora de edad avanzada dirigirse a la caja donde ellos dos aún estaban aturdidos, pero el andar lento de la anciana apacigua y vuelve el ambiente algo tenso.
—Oh, señorita ____________. ¿Cómo está? —pregunta amablemente la señora, sonriendo y enfatizando las arrugas en su rostro.
—Señora Misaki. Estoy bien. ¿Qué me dice de usted? —le devuelve la pregunta, mirando de soslayo al joven frente a ella, quien sólo observa a la señora a su lado.
—De maravilla. Hoy ha sido un día espectacular, ¿pero sabes qué lo haría aún mejor? —cuestiona, y Todoroki percibe algo de picardía o insinuación en su tono.
—¿Unos cuantos dulces de vainilla? —completa __________, sonriendo enternecida en el proceso.
—¡Qué comes que adivinas!
Todoroki observa confundido cómo la chica atiende y habla con la mayor entre ellos como si nada hubiese pasado. Mientras lo hace, el joven se exaspera un poco al notar la lentitud de las acciones de la mayor, quien paga una pequeña bolsa llena de caramelos, hasta que la tiene entre sus arrugadas manos, sonriendo y acentuando los pliegues en su rostro.
—Noto algo diferente en ti, mi querida ___________.
Ambos jóvenes se descolocan ante aquella mención de lo obvio, o quizás no tanto, ya que la señora sonríe una vez más, ajena a la situación.
—¿Es así? —responde ella, con la voz temblorosa.
—¡Igual te ves hermosa! —aclara—. Hasta luego, __________. Igualmente para usted, joven.
Todoroki asiente respetuosamente, observando a la señora retirarse con la misma lentitud con la que llegó, no obstante, cuando nuevamente están solos, siente su corazón levemente exaltado y sus palmas sudorosas. A su vez, observa cómo la joven termina por cerrar su bolsa con tres sobas, mientras le informa, escueta, la cantidad de la cuenta.
Él no sabe cómo reaccionar ante la situación, de hecho, sólo atina a pagar y tomar la bolsa, ignorando el roce entre sus manos y el ardor tras su paso, junto con su corazón acelerado. Aún así, cuando ambos quedan en silencio, Todoroki está decidido a mencionar algo, cualquier cosa. Pero no sabe el qué.
—Mi turno termina a las cinco —informa ella, esquivando su mirada—. Soy __________ __________, por cierto.
—Todoroki Shōto. —Agacha un poco su cabeza, presentándose—. ¿Nos vemos en...? —Su insinuación queda en el aire al no recibir continuación. No obstante, sí recibe un pedazo papel con su número escrito.
...
—Lamento lo de tu cabello.
__________ le mira extrañada desde el otro lado del banco, arqueando una ceja y tomando lentamente por la pajilla el jugo en su vaso. Su mirada pasea libremente por su rostro, pero la confusión sigue adornando su expresión.
—¿Sabes que no es tu culpa, verdad? —pregunta, sonriendo con diversión.
—Me dijiste que los colores no desaparecieron del todo cuando llegaste a tu casa y que... Tu mamá pensó que te habías teñido el cabello —explica, como si fuese suficiente razón para disculparse.
—Pero no es tu culpa —ríe ella—. Igual cuando me vi mejor en el espejo pensé que quizá debería teñírmelo de rojo. ¿Tú qué opinas?
Todoroki analiza los colores que ahora están en su cabello, centrándose en el color rojo del lado izquierdo. Aún así, por su mente no pasa desapercibido el hecho de que, luego de verse ya por primera vez, nuevamente sus colores de cabello y ojos volvían a estar del lado ajeno.
—Se ve bien.
Ella le sonríe levemente antes de pasear su vista por el parque. Todoroki se encuentra incómodo, pero no puede dejar de pensar en busca de un tema de conversación ya que quien está a su lado, no es más que su alma gemela. La persona destinada a estar con él. De soslayo, analiza y memoriza su perfil, paseando su mirada por lo mechones blancos y rojos que caen sobre su rostro.
—Mi hermana también pensó que había teñido mi cabello cuando volví a casa —relata—. Aunque cuando le expliqué la situación... Se puso feliz. Ella es un poco rara cuando se emociona.
—¿Es así? —cuestiona, con la diversión asomándose en su tono—. Mi mamá también se emocionó —agrega.
Ambos guardan silencio, y Todoroki nota a ___________ jugar con sus dedos mientras que un silencio los envuelve. La incomodidad es casi palpable a su alrededor, pero él no puede tomar cartas en el asunto. O quizá sí. Pero él no es de mucha palabra y ya no hay algún dato que quiera contar.
No obstante, la voz alegre de su hermana llega a su mente cuando le comenta antes de su salida que si las cosas no iban como quería o pensaba, no debía alarmarse o forzar la situación. Después de todo, a su lado estaba su alma gemela. Y para que todo avanzara, debían conocerse, confiar y dedicarse a memorizar datos del otro, por más pequeños que fueran.
Sólo era cuestión de tiempo.
...
—Aunque realmente extrañaré ese trabajo. En especial a la señora Misaki —comenta, caminando a paso lento—. Definitivamente la visitaré siempre que pueda.
—Puedo acompañarte, si quieres —agrega, ajustando el agarre de su mano.
—Estoy segura que le gustará tu visita. —Sonríe, acariciando su mano.
Ambos caminan tranquilamente, con el atardecer iluminando su alrededor, brindando un cálido y cómodo ambiente. Desde hace meses desde que se conocieron de una manera curiosa, ambos finalmente pueden llamarse formalmente como una pareja. Por lo que Todoroki disfruta la calidez en su mano y la tranquilidad en su pecho, recordando uno que otro acontecimiento vivido para llegar a ese punto.
—¿Te cuento algo? La señora Misaki conoció a su alma gemela en un aeropuerto, en el mismo avión donde se dirigía a estudiar a América. ¿Y sabes cuál fue la forma en la que se unieron? —pregunta, mirándole atentamente, pero Todoroki niega.
—La señora Misaki antes de conocer a su esposo veía todo en blanco y negro, pero cuando se sentaron uno junto al otro en el avión y se presentaron, ambos empezaron a ver todo de colores, como si todo estuviese cobrando... Vida.
—Esa es... Una curiosa historia.
—No obstante, la señora Misaki perdió a su esposo en un accidente. Desde entonces volvió a ver todo en blanco y negro. Entonces, ella me dijo: ‹‹Así fue como entendí finalmente el significado de los colores y de la vida. Cuando estás solo y no tienes a tu mitad a tu lado, nada parece tener sentido; nada parece tener color. Pero cuando llega, todo cobra un sentido inexplicable, y en lo único que piensas es estar con esa persona todo el tiempo››.
Todoroki analiza y se imagina la situación como una grandiosa historia en su cabeza, digna de una novela. Su mente visualiza a una joven Misaki feliz y notablemente agradecida con la vida junto a hombre igual de feliz que ella, formando una familia y una relación increíble. Su mirada pasa a su lado, donde está _________ sonriendo levemente con una mirada apacible y, tan sólo verla sonriendo le brinda una inexplicable sensación de sosiego.
—En ese caso... ¿Podríamos tener una historia así de especial?
Todoroki detiene su caminar y ajusta nuevamente sus manos entrelazadas. ___________ le mira con asombro y un leve sonrojo espolvoreado en sus mejillas, mientras boquea sin ser capaz de expresar algo coherente. Al final, ella ríe avergonzada, pero no borra la genuina sonrisa en su rostro.
—Sólo que sin el triste final —pide.
—Sin el triste final —repite, sonriendo ladinamente.
Todoroki toma el atrevimiento de acunar su mano en su mejilla, acercando peligrosamente su rostro al suyo, acortando la distancia y mezclando sus respiraciones. Aún no se habían besado, pero él está seguro de que es el momento adecuado, porque además de sentir su corazón golpear fuertemente su pecho, nota la ansiedad y brillo en los ojos de ________, quien, como última acción, acaba con los pocos centímetros entre sus labios, sellándolos en un beso.
Ambos se funden en la acción, deslizando de forma inexperta sus labios en los ajenos, disfrutando de la grata sensación de aquella acción tan íntima, pero que anhelaban desde hace mucho tiempo. Hay montones de pensamientos en su mente que cambian con cada movimiento de sus bocas que se mantienen unidas creando una danza acompasada, pero Todoroki sólo puede pensar en una cosa.
Finalmente se siente pleno y feliz de llenar una parte tan importante en su vida.
Fin.
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