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Midoriya Izuku

Midoriya:

Iba camino a U.A como de costumbre, y en mis manos traía mi libreta de héroes repasando los datos que reuní de un nuevo héroe que recién descubrí ayer.

—¡Oye, cuidado!—escuché que me gritaron, iba a detenerme pero ya era tarde para cuando pegué mí rostro en un poste de luz.

—Auch—solté mientras sobaba mí nariz. Eso había dolido.

—¿Te encuentras bien?—levanté mí mirada hacia la voz y mis mejillas ardieron por la vergüenza al ver una chica de ojos _____ y cabello ______ con cara de preocupación mientras me extendía una mano.

—A-ah, sí. Estoy bien. No es nada.—le respondí levantándome solo y bajando la mirada.

—Ten—volví a levantar la mirada para ver a la chica entregándome mí libreta y la tomaba entre mis manos—. Para la próxima ten más cuidado, Midoriya.

—S-sí, segu-. Espera, ¿Cómo sabes mí nombre?—le pregunté confuso.

—¡Oh Dios! ¡Estás sangrando!—me dijo mientras tomaba mí rostro entre sus manos. Me centré en ellas. Estaban vendadas hasta las muñecas, como cuando me lastimaba las manos por mí quirk. Sus dedos eran largos y delgados. Como los de un pianista. Se separó y se quitó algunas vendas de su mano izquierda mientras las colocaba en mí nariz para limpiarla—. En serio que eres descuidado.

—N-no es nada, e-enserio.

—Calla—me ordenó y siguió con lo suyo—. Listo. Ten más cuidado, ¿de acuerdo?

—D-de acuerdo. Pero, ¿cómo sa-

—¡Oh no! ¡Llegaré tarde!—se dio la vuelta y empezó a correr dejándome con la duda—¡Nos vemos, Midoriya!

Fue ahí cuando me di cuenta de su uniforme.

También estudiaba en U.A.

—¡Buenos días Deku!—me saludó Uraraka como solía hacer todas las mañanas.

—Buenos días Uraraka.

—¡Deku! ¿Qué te pasó en la nariz?—se exaltó al ver la rojez de mí nariz a causa del golpe.

—A-ah bueno, me golpeé con un poste camino aquí—le contesté mientras me rascaba la nuca.

—¿Quieres ir a la enfermería?

—No, estoy bien. Ya me curaron, supongo.

—¿Ah sí?, ¿quién?—insistió.

—Bueno, es una larga historia.

—Aizawa-sensei aún no ha llegado.

—Bien—suspiré.

—Oh, entiendo—dijo con una sonrisa luego de que le contara todo con lujo y detalle—Y, ¿era linda?

—¡N-no! ¡D-digo sí! ¡Es decir! ¡Uraraka!—me exalté por la incómoda pregunta.

—¡Es broma!—se defendió riendo—. Deberías darles las gracias al menos. Ya sabes, por ayudarte por tú descuido.

—Sí, en cuando la vea lo haré.

Cuando salí a la cafetería junto con Iida y Uraraka, lo primero que hice fue buscar a la chica de ésta mañana para darles las gracias por ayudarme. Al principio, no noté su presencia. Luego, vi como un grupo de una diez personas se dirigía a una mesa, y entre esas personas estaba ella.

—Ya vuelvo—le avisé a los demás al tiempo que me levantaba camino hacia ella y los veía asentir.

Camino hacia la mesa, la vi separarse del grupo para ir a una máquina expendedora.

Era la ocasión perfecta.

Justo cuando iba a llamarla, un chico alto, cabello marrón y ojos verdes se le acercó con una sonrisa para saludarla, supuse. Ella volteó y le saludó de la misma manera.

Su sonrisa es hermosa.

¡No! ¡Fuera pensamiento cochinos!

Luego, ambos se abrazaron. Decidí irme, no quería estorbar. Además, se ve que es sociable. Tal vez quiere estar con sus amigos en vez de estar con alguien torpe con el que sólo habló por ser despistado.

—¿Lograste encontrarla?—me preguntó Iida, supuse que Uraraka le contó en mí ausencia.

—Sí, pero al parecer está ocupada... Con alguien—susurré lo último más para mí mismo que para ellos. ¿Por qué estaba así?

—Tranquilo, Midoriya. Aún queda la salida—me apoyó Iida al tiempo que Uraraka asentía con entusiasmo.

—Sí Deku. Tal vez tenga algo muy importante que hacer.

—Exacto, vamos, apresúrate. El almuerzo acabará pronto.

Me senté para terminar mí comida, cuando la vi pasar por nuestra mesa junto con el chico. Ambos sonriendo mientras él le acariciaba la cabeza de forma suave.

Sigo insistiendo, ¿por qué me siento tan decaído?

—¿Irás a buscarla?—me preguntó Iida.

—Sí, ustedes sigan—le respondí mientras arreglaba mi bolso en mí hombro.

—De acuerdo. ¡Suerte Deku!

Asentí y me di la vuelta para caminar dentro del instituto. Fue entonces cuando la vi saliendo de la enfermería. Espera, ¿qué?

¿La enfermería?

—¡H-hey!—me apresuré a llamarla.

Ella volteó asustada, pero al verme su rostro se relajó y se acercó a pasos lentos.

—Hey, ¿todo bien Midoriya?

—A-ah, sí. Quería darte las gracias por lo de ésta mañana. F-fue muy lindo de tú parte ayudarme.—los nervios me estaban comiendo vivo.

—Sí, seguro. Cuando quieras—me dijo mientras comenzaba a caminar.

Y otra vez estaba decaído. Estaba comportándose diferente a ésta mañana y a cuando estaba en la cafetería. Tal vez ya quería irse en vez de quedarse hablando con alguien como yo.

—¿Te quedarás ahí parado?—escuché desde la distancia, para cuando levanté la mirada, ella estaba un poco lejos de mí.

—¿A-ah? ¿Qué? ¡N-no! ¡Ya voy!—me apresuré para llegar a su lado.

Salimos juntos de U.A. Justo cuando le iba preguntar por dónde se iba, ella habló:

—¿Quieres ir a caminar un rato?—me preguntó sin mirarme.

Mí corazón empezó a latir rápidamente.

—S-sí—afirmé mientras la seguía.

Al principio, nadie habló. Hasta que se me ocurrió un buen tema de conversación.

Y no era sobre el clima.

—¿Cómo te llamas?—le interrogué. Después de todo, ella sabía mí nombre y yo no sabía el suyo.

—______ ________—me dijo mientras levantaba sus brazos y luego los bajaba continuamente.

No entendía lo que estaba haciendo, sin embargo, no quise preguntar.

—¿Por qué tienes vendas en tus manos?—volví a iniciar con una pregunta. Fue una duda que me planteé cuando la vi ésta mañana.

—Ah, eso. Creo artefactos o materiales. Ese tipo de cosas. Las vendo para cuidarlas, así como también me previenen de golpes.

—O sea, que eres como una ingeniera—le comenté mirándola a la cara y recordando a Hatsume.

—Algo así—se detuvo para empezar a mover su torso de lado a lado por unos momentos.

Nos detuvimos frente a un pequeño parque.

—Necesito sentarme—habló rápido mientras se dirigía a un banquito cercano del parque al tiempo que yo la seguía.

—¿Te encuentras bien?—se había puesto pálida y su respiración era irregular.

—Sí, no es nada.

Y otra vez estaba decaído. Sentía que no estaba cómoda estando a mí lado. No hablaba mucho ni se veía alegre como pasó en la mañana.

—Oye, ¿por qué estás deprimido?

—¿Qué? ¿Quién, yo? P-para nada—fingí con una sonrisa nerviosa que seguro parecía una mueca.

—No sabes mentir, pelo de arbusto.

Entonces, reparé en su ojo izquierdo. Ahora era de color azul.

—___-___. Tú ojo es azul—le dije nervioso.

—¿Ah?—llevó su mano a su ojo izquierdo y suspiró al tiempo que se colocaba derecha y se acercaba más a mí—. ¿Por qué estás deprimido?

—P-pero tú ojo—no quería decirle por qué estaba en ese ánimo.

—Es mi quirk—me dijo, eso me confundió aún más—. Mí quirk es un poco raro. Puedo sentir lo que otra personas sienten, ya sea alegría, tristeza, rabia... Y si uno de esos sentimientos es muy dominante sobre esa persona, se reflejará en mis ojos. Por ejemplo, si alguien está muy feliz, mí ojo será de color amarillo. Por eso te pregunto por qué estás decaído. Puedo sentirlo. Y si ahora mi ojo es azul, quiere decir que estás muy deprimido.

<<Rayos>>

—B-bueno. No sé si pueda decirlo—por supuesto que no podía decirlo. No podía decirle: "Oye, estoy así porque no confío en mí mismo y pienso que estás aburrida a mí lado".

No, de ninguna manera haría eso.

—Entiendo. No es necesario que me digas si no quieres—me dijo con una sonrisa ladina.

Suspiré aliviado.

—En todo caso, yo te diré por qué estoy así—continuó mientras se acomodaba en el banquito y sonriendo me dijo:—Sufro de problemas del corazón.

Silencio. No supe qué decir, no tenía palabras.

Eso explicaba por qué estaba saliendo de la enfermería, por qué estaba decaída y casi no hablaba, por qué estaba haciendo esos ejercicios de la nada, por qué se puso pálida y su respiración falló.

Entonces, me di cuenta de que ella seguramente, sufría más que yo.

Me di cuenta, de que el hecho de no poseer un quirk no era un problema tan grave como el de tener una enfermedad terminal o el tener una incapacidad.

Como no respondía, ella siguió hablando:

—Me diagnosticaron neumopericardio cuando era pequeña. Técnicamente es la presencia de aire en el corazón, que si no se trata rápido, puede volverse peligrosa ya que el aire se expandiría. No me permiten hacer deporte en general, no puedo exaltarme, como por ejemplo subirme a un juego extremo de un parque de diversiones... el por qué estoy así, es porque después de ayudarte ésta mañana, salí corriendo ya que a primera hora tenía un trabajo importante por hacer. Y ese fue mi error, correr. Cuando llegué todo iba bien, hasta que después del almuerzo, comencé a decaer. Mi corazón tomó aire cuando corrí y se exaltó. Me llevaron a la enfermería, pase unas dos horas con Recovery Girl hasta hace rato.

— ¡Lo siento! De no ser porque te quedaste conmigo no hubiese pasado nada de esto... ¡En serio lo siento!—me disculpé al tiempo que me levantaba y me inclinaba. Estaba al borde de las lágrimas, púes recordé los tiempos difíciles que golpeaban mi pecho y por lo que me di cuenta hace unos momentos.

Sentí como colocaba su mano en mi cabeza y comenzaba a acariciar mi cabello con suavidad. Levanté mí cabeza y me sonrojé enormemente por la cercanía de nuestros rostros.

Y sobre todo, porque justo ahora una enorme sonrisa se formó en sus labios.

—No tienes por qué disculparte—me susurró tranquilamente aún con su radiante sonrisa—. Nada de esto es tú culpa, Midoriya.

Ella se levantó, tomó mis manos y las unió con las suyas.

—Gracias por escucharme—soltó. Y pude admirar bien su rostro. Tenía unos hoyuelos hermosos que combinaban perfectamente con su rostro y su sonrisa. Su ojo derecho era de color ______ mientras que su ojo izquierdo seguía azul y ambos brillaban con intensidad y eran rodeados por unas largas y espesas pestañas. Una nariz pequeña y sus labios finos pero a la vez carnosos. Y su cabello ______ que se veía suave, el cual le llegaba un poco por debajo de los hombros.

Por impulso, la abracé de forma protectora.

Ella también lo hizo.

—Te acompaño a casa—susurré.

—N-no hace falta—me dijo separándose poco a poco.

—No. Vámonos junto.—le dijo con determinación.

Por otra lado, ella sonrío.

—De acuerdo.

Todo el trayecto a su casa fue silencio, pero un silencio cómodo. Ese en el que no se necesitaban palabras. Sólo íbamos tomados de la mano. Ella, a mitad de camino, se acercó, me tomó la mano y la entrelazó con la suya. Al menos no tenía que preocuparme de que le diera asco el sudor que emanaba mi mano debido a los nervios ya que su mano estaba vendada.

—Es aquí—habló en un susurro. Se volteó, soltó mí mano, y sentí un vacío en mí pecho. Ella, por otro lado, sonrió ampliamente, y antes de irse, me dijo:

—Gracias, por lo de hoy.

Mis mejillas se tiñeron de rojos y ella soltó una risa que se vio interrumpida cuando alguien la llamó.

Un chico, el mismo que estaba con ella en la cafetería, se encontraba dentro de la casa, asomándose por la puerta. Ella volteó, le sonrío, volvió hacia mí y agregó:

—Es mi hermano. Nos vemos, Midoriya. Gracias otra vez.

—A-ah. Sí, nos vemos ______.

Ambos entraron y yo decidí irme de una vez antes de que se hiciera más tarde.

5 meses después:

Muchas cosas pasaron entre ______ y yo éstos últimos meses.

Ambos nos volvimos muy cercanos, y aunque me cueste admitirlo, me gusta ______.

Pasábamos el almuerzo juntos. A veces, ella conmigo y mis amigos, y a veces, yo con ella y sus muchos amigos. Como supuse aquella vez en la cafetería, ______ es muy sociable y tiene muchos conocidos en U.A. A veces, también íbamos juntos a la azotea y pasábamos tiempo juntos. Siempre íbamos juntos a casa, en algunos casos solía quedarme en su casa. Sus padres y su hermano son muy amables conmigo, así como también iba a la mía. Mí madre adora a ______.

También la acompañaba a todas sus terapias siempre que podía. Hasta solía hacer los ejercicios que hacía para mejorar sus problemas y hacerla reír cada vez que lo hacía mal y el doctor me regañaba.

Todo por ver su sonrisa.

Y sobre todo, siempre juntos.

Pero definitivamente, ______ es lo mejor que me ha pasado.

Cada día que pasa, me pregunto cómo alguien como ella, puede estar con alguien como yo. Es decir, ______ a pesar de los problemas que pasa, siempre está sonriendo. Ella es fuerte, gentil y sincera. Y siempre ayuda a otros.

Hace tiempo, una amiga de ella me contó que al sentir los sentimientos de otros, suele hablar con ellos y los ayuda, escuchándolos y brindándoles el mejor apoyo que podía dar, cosa que explica los tantos conocidos que tiene.

Algunos hasta la llaman psicóloga.

Por eso, y por muchas razones más, ______ es la dueña de mis pensamientos.

Y por eso, el día de hoy le diré todo lo que siento.

Como siempre, ambos caminábamos a casa. El día de hoy, tenía pensado caminar e ir al parque que queda cerca de aquí, como el día que nos conocimos. Y tenía un lugar apartado para nosotros dos nada más.

¡No! ¡Fuera hormonas de adolescente!

Siempre solía pasar eso. Desde que me di cuenta de que siento más que amistad hacia ______, no puedo evitar pensar en qué tan suaves son sus labios, o su cabello, o su piel.

Oh dios, si ______ supiera lo que pienso sobre ella, pensaría que soy un pervertido.

—¿Cabello de arbusto?

—¿A-ah? ¿Sí, ______-chan?—salí de mis pensamientos indebidos dirigiendo mi mirada hacia ella.

—¿Sucede algo?—me preguntó con el ceño fruncido

—¿Qué? P-para nada, ¿por qué preguntas?—dije inquieto.

—Estás nervioso. Puedo sentirlo. ¿Hay algo que no sepa?—insistió.

—Es sólo que recordé que tengo que entregar algo importante a Aizawa-sensei y no he adelantado nada—mentí rápidamente.

—Bueno... Si ese es caso, entonces te dejo solo para que no tengas ningún inconveniente.

—N-no, tranquila. Es algo que puedo hacer rápido. Además, no es para mañana.

—¿Seguro?—me preguntó aún sin confiar.

—En serio. Vamos, podemos comprar galletas camino al parque—le dije lo último para convencerla, sabía lo mucho que le gustan las galletas.

Aunque ella come las que son si azúcar.

—Sí lo pones así—aceptó con una sonrisa.

Bingo, asunto arreglado.

Bien hecho, Midoriya.

—_____. Yo también quiero una.

—Pero, ya tú tienes las tuyas.

—Pero yo quiero probar las tuyas.

—Pero las de azúcar son más deliciosas.

—Pero quiero saber cómo son las tuyas.

—¡Argh! Bien—se rindió mientras me daba una de sus galletas y yo sonreía.

Ambos estábamos en una mesa de picnic apartada del parque, comiendo galletas pero, aún no consigo el momento perfecto para decirle lo que quiero. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando la vi levantarse de la mesa y caminar a paso lento hacia un árbol.

—¿Qué haces _____?

Ella no respondió, sólo se sentó en suelo, y cerró sus ojos.

—Ven aquí—me llamó, me levanté, me dirigí hacia ella y tomé asiento a su lado.

—¿A qué viene esto?

Tampoco respondió.

—¿________?—pregunté preocupado.

Me miró con una mirada vaga pero con un brillo en los ojos, unió su mano izquierda vendada con la mía y recostó su cabeza en mí hombro al tiempo que soltaba un suspiro.

—Te quiero, Izuku.

Mí corazón empezó a latir de forma desbocada, eso no era normal.

—Yo también te quiero, _____.

Vi como sonrío con un rubor en sus mejillas y yo hacía lo mismo. De alguna forma u otra, _____ me transmitía una felicidad y tranquilidad desconocida.

Pasamos minutos así, que para mí, se hicieron largos pero relajantes. Podía sentir su respiración relajada y su suave aroma.

No tenía tiempo que perder.

Justo cuando iba a hablar, ella se me adelantó:

—Izuku, vamos, arriba—me dijo mientras se levantaba y me tendía su mano.

La escena del día de cuando nos conocimos se repitió en mi cabeza, la diferencia era que ésta vez sí tomé su mano y me levanté.

La distancia entre ambos era muy corta cuando me levanté, nuestras respiraciones pesadas pero tranquilas se estaban mezclando. Ella me sonrío, levantó sus manos vendadas y acarició mis mejillas, que seguramente estaban demasiados rojas.

Miró mis labios, yo hice lo mismo con los suyos. Poco a poco, la poca distancia que había entre ambos fue reduciéndose, hasta llegar al punto de que al fin, nuestros labios se unieron.

Tal cual dos piezas de rompecabezas.

Sentía que mí corazón iba a salir por mí pecho, ella dejó de acariciar mis mejillas para pasar a enroscar sus manos en mí cuello y jugar con mí cabello y yo coloqué mis manos en su mejillas. Ambos movíamos nuestros labios a un ritmo lento pero acompasado.

Era demasiado bueno como para ser verdad, nada fue como lo planeé y aún así resultó.

Ambos nos vimos interrumpidos por la falta de oxígeno en nuestros pulmones y despacio nos fuimos separando.

Y Dios, la imagen que vi casi me deja ciego.

_____ estaba con un leve rubor en las mejillas, sus ojos estaban medio abiertos pero con un brillo que ya conocía y los labios entre abiertos.

Escondió su cabeza en el hueco entre mí hombro y cuello, y un escalofrío recorrió mí cuerpo cuando sentí su respiración. Me abrazó fuertemente y yo hice lo mismo enrollando mis brazos en su cintura y colocaba mí barbilla en su hombro.

Seguramente pasamos minutos así.

Sin decir nada, sólo con esa acción decíamos todo lo que habíamos callado por tanto tiempo.

Fin.

¡Buenas!

Si les gustó, no olviden dejar su hermosa ⭐ y comentar para motivarme a continuar y complacerlas.

¿Les gustaría una segunda parte de éste One-Shot?

¡Nos leemos pronto!

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