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Kirishima Eijirō

Aclaraciones:

Las letras en cursiva son recuerdos.

...

Abriste tus ojos lentamente a causa de los rayos de sol que se colaban por la ventana de la habitación, enfocando tu vista en las flores que se encontraban al lado izquierdo de la cama.

Paseaste la vista por toda la habitación blanca para orientarte con el olor antiséptico colándose por tus fosas nasales haciéndote fruncir el ceño.

Suspiraste.

Estabas en el hospital.

Te apoyaste en tus manos para incorporarte en la camilla y bostezar al tiempo que tallabas tus ojos con tus manos para desperezarte.

¿Cuántos días llevabas ahí?

No lo sabías, habías perdido la noción del tiempo desde aquello.

De forma rápida, dirigiste la mirada a tú pierna derecha, la cual tenías vendada por todo tú muslo a causa del accidente.

Inconscientemente, recordaste cuando aquel villano atacó el centro donde te encontrabas justo cuando ibas camino a casa después de comprar unas pinturas nuevas, explotándolo todo.

Literalmente.

Todo había pasado muy rápido para cuando te distes cuenta que te encontrabas en el suelo incapaz de mantenerte en pie debido a que tú pierna derecha había sufrido una quemadura grave a causa de las altas temperaturas.

Dolía más de lo que podías imaginar. Sentías la sangre escurrirse por toda tú pierna de forma lenta. Ni siquiera eras capaz de dirigir tú mirada a tú pierna porque seguramente no podrías aguantar la vista.

Apretando la quijada buscate de forma desesperada una escapatoria. Desafortunadamente, no podías escapar al estar rodeada de fuego y muchas personas que, al igual o peor que tú, estaban heridas, sin embargo, trataste de mantener la calma.

Pero era imposible.

Estabas entrando en pánico.

El humo estaba aumentando y entrando en tus fosas nasales impidiéndote respirar de forma correcta provocando que empezaras a toser.

En busca de ayuda, miraste a las personas que se encontraban frente a ti. Seguramente estaban muertas o tal vez inconscientes ya que ninguno se movía, por lo que descartaste la idea de que podías ayudarlos o viceversa.

Exhausta, paseaste la vista por el lugar una vez más de forma más relajada en busca de una salida del caos en el que te encontrabas ahora, para al menos, arrastrarte para salir con vida.

Algo hizo click en ti al ver un pequeño y estrecho callejón.

Desesperada, trataste de arrastrarte hacia el callejón en busca de ayuda, sin prestarle atención al desastre que empezabas a dejar atrás e ignorando de igual manera el dolor potente de tú pierna y la sangre que escurría de la misma dejando una franja carmesí por todo el camino.

Con lágrimas y la respiración entrecortada ibas lo más rápido posible a lo que ahora era como tú salvación.

Apenas lograste entrar, te incorporaste para mirar tú pierna intentado retener el vómito que se presentó a causa de tú muslo totalmente destruido.

Tenía un enorme agujero en él, como si una bola de fuego hubiese intentado atravesarlo.

Tú pantalón color ______ estaba roto y manchado de ese líquido carmesí que cada vez más seguía saliendo de forma desbordante de tú muslo.

Estabas perdiendo mucha sangre.

Y ya estaba cobrando factura.

Estabas perdiendo fuerzas y tú cabeza dolía.

Dolía y quemaba un infierno.

Justo ahora te preguntabas, ¿Dónde estaban los héroes?

La lágrimas no dejaban de desbordar de tus ojos ______ nublándote la vista.

¿Así acabaría todo?

-¡Todo está bien!-lograste escuchar logrando que tú corazón saltara-¿Por qué? ¡Porque yo estoy aquí!

Sólo eso hacía falta para saber que la ayuda había llegado.

De forma rápida, te asomaste por la pared del callejón para buscar ayuda.

Lograste divisar a algunos héroes apagando las llamas y a otros en busca de sobrevivientes.

-¡Ayuda!-vociferaste para captar su atención-¡Por aquí!

Nada. Seguías asomada intentando llamar la atención de los héroes y ninguno era capaz de voltear hacia a ti.

-¡Ayuda! ¡Por aquí!-intentaste una vez más.

Sin resultados.

Cansada, volviste a arrastrarte para salir del callejón e intentarlo una vez más.

-¡Ayuda!-tú voz salió más apagada. Estabas debilitándote-Por favor... Que alguien me ayude.

Tus fuerzas se iban desgastando cada vez más.

No podías perder las esperanzas.

No podía terminar así.

»Yo puedo«

Tenías que ser fuerte.

»Aún no he hecho lo que siempre quise hacer«

Estabas intentando darte ánimos.

»No puedo ser una víctima más.«

Fue entonces cuando escuchaste unos pasos detrás de ti. Eran pasos apresurados.

Viste una figura pasar corriendo a tú lado.

Tomando una gran bocanada de aire, intentaste llamar una vez más.

-¡Aquí!

Lograste divisar a la figura detenerse y voltear hacia donde vino la voz.

Era un chico.

Podías entender que no era un héroe. No tenía un traje.

Al divisarte, corrió hacia ti.

Al fin.

-¿Estás bien?-te preguntó apenas llegar a tú lado y colocarse de cuclillas frente a ti.

Con las pocas fuerzas que te quedaban, tomaste sus brazos.

-Una ambulancia. Llama una ambulancia-le dijiste en un susurro con tus orbes _____ cristalizados.

Lo viste sacar su celular y teclear para después llevarlo a su oreja. Lo oíste dar unas indicaciones y guardar el aparato en su bolsillo.

Dirigió su mirada hacia a ti. Tenía una expresión de preocupación y desesperación en su rostro.

-¿Estás herida?-habló finalmente.

Asentiste.

-M-mi pierna. No puedo caminar-le explicaste con voz entrecortada.

-Tranquila, la ayuda viene en camino. Yo te cuidaré-intentó calmarte.

Vio la posición en la que se encontraban y decidió acomodarte.

Te tomó por lo brazos suavemente sin levantar todo tú cuerpo y apoyó tú torso en la pared.

Vio tú pierna y una mueca apareció en su rostro.

-Tenemos que detener la hemorragia-sentenció mirándote con preocupación-De lo contrario perderás más sangre.

Tan sólo escuchar eso te puso la piel de gallina.

-¿P-pero con qué?

-Utilizaremos mí chaqueta-te informó al tiempo que se quitaba su chaqueta marrón.

Te acomodaste para estar preparada por lo que iba a venir.

-¿Lista?-te preguntó con la chaqueta enrollada en sus manos.

Asentiste.

Mordiste el interior de tu mejilla fuertemente sintiendo el sabor metálico de la sangre salir de la herida al ver que el chico tomaba tú pierna y la elevaba poco a poco.

Colocó tu tobillo en su hombro y de forma hábil pero a la vez cuidadosa comenzó a envolver la tela alrededor de la herida.

Argh!-te quejaste cuando empezó a apretar la tela sobre la quemadura.

-Falta poco. Tú puedes-te ánimo viendo un momento tu rostro y con un brillo en sus ojos.

Tú respiración estaba acelerada e intentabas retener los gritos de dolor quedando apagados en tu garganta.

-¡Maldición!-soltaste cuando el chico anudó fuertemente las mangas de la chaqueta para dar por terminado el trabajo.

-Terminamos-te informó con una sonrisa de alivio mostrando todos sus curiosos dientes afilados.

Suspiraste aliviada.

Al menos tu pierna no sangraría más.

Entonces, escuchaste las sirenas de las ambulancias desde lejos.

Ambos se miraron al mismo tiempo al escuchar las sirenas.

-Ya vuelvo. Iré a avisar dónde estamos. Probablemente no sepan dónde estamos exactamente-te miró mientras se paraba.

Afirmaste dando un asentimiento.

Él salió corriendo mientras tú retomabas la respiración y limpiabas tú rostro lleno de sudor y sangre.

Seguramente también te habías golpeado la cabeza al caer.

Dirigiste la mirada al oír varios pasos hacia tu dirección.

Sonreíste cuando el chico que te había ayudado llegaba con varias personas siguiéndolo.

-No podemos pasar los autos por aquí-habló uno de ellos-Iremos a preparar las cosas. Tú encargate de llevarla.

Dicho eso se dio la vuelta con los demás dirigiéndose donde supones están las ambulancias.

-Vamos. Ya pronto estarás bien.-te informó al tiempo que se acercaba a tu lado.

Te separaste levemente de la pared para darle el acceso a tú espalda y así levantarte al tiempo que también te tomaba por debajo de tus piernas y así elevarte finalmente.

Te aseguraste de su cuello para mantenerte más segura y él luego de que terminaras comenzó su caminata cuidadosa pero ágil para no mover tanto tú pierna.

Justo ahora tus pensamientos estaban centrados en cómo agradecerle al chico.

De todos los héroes que estaban ahí que no habían reparado en tú presencia, él fue el único que lo hizo.

Sin él, seguramente ya estuvieses desmayada en el piso desbordando litros de sangre.

Levantaste la mirada para grabar las facciones del que ahora considerabas héroe.

Piel blanca, un curioso cabello pelirrojo puntiagudo y sus ojos del mismo color que tan solo hace unos momentos te miraban con preocupación.

Podías calcularle entre unos 17 años de edad.

2 años menor que tú si acertabas.

Ibas a preguntarle su nombre pero él te interrumpió:

-Ya llegamos.

Miraste al frente y lograste ver dos ambulancias. Una de ellas estaba con algunas personas heridas y la otra seguía vacía.

Dirigiste la mirada al chico y él te sonrió ampliamente mientras caminaba hacia el auto.

Te depósito en la camilla con cuidado.

Ibas a intentar preguntarle su nombre pero los para médicos lo alejaron para atenderte.

-Chico, tienes que irte. Ya hiciste mucho. Puedes estar en peligro-habló una señora empujándolo levemente para alejarlo de tú ubicación.

-¿No puedo acompañarla?

-Me temo que no. Debes irte. Gracias por la ayuda, muchacho.

¿Habías escuchado bien? ¿Quería acompañarte? ¿A ti? ¿Una desconocida a la que sólo ayudó?

Sentiste la camilla moverse para meterte en la ambulancia y ver al chico mirando a tu dirección sin irse aún.

Estabas exhausta, así que con las pocas fuerzas que te quedaban susurraste lo que no pudiste decir:

"Gracias"

Fue lo último que recordaste antes de que las puertas traseras del auto se cerraran y te permitieras descansar finalmente.

Tus pensamientos se vieron interrumpidos cuando una enferma entró a tú habitación.

-Oh, veo que despertaste-habló con voz suave.

-¿Qué día es hoy?-hablaste con voz queda.

-06 de Abril.

Abriste tus ojos como platos.

¿Cuatro días inconsciente?

-¿Estás mejor?-te preguntó mientras se acercaba.

-Supongo. Aún me duele el cuerpo.

-Es normal. Después de todo, tenías muchos hematomas.

Asentiste mirando otra vez tu muslo.

-¿Podré caminar otra vez?-te atreviste a preguntar.

Un silencio incómodo se instaló en la habitación.

No te daba buena espina.

Escuchaste a la enfermera suspirar antes de volver a hablar:

-No lo sé. Depende de ti. Tuviste un fuerte accidente. Una quemadura muy profunda y perdiste mucha sangre-habló con voz seria-Sin embargo, tendrás que ir a terapias para tomar mínimo una movilidad aceptable para caminar.

No abriste la boca.

No podías.

No habían palabras.

-No te estoy diciendo que no podrás caminar.-volvió a hablar al notar tú silencio-Yendo a terapias y poniendo de tu parte, podrás caminar. Seguramente necesitarás muletas. No obstante, te felicito. Soportaste mucho, niña.

Asentiste.

-¡Ah! Por poco se me olvida. Tienes visitas.

Frunciste el ceño.

¿Visitas?

Vivías sola en un departamento y toda tú familia estaba en __________.

A menos que el gato que rescataste del basurero hace una semana haya venido, veías muy difícil el hecho de que alguien hubiese venido a verte.

-¿Quién?

-Es un chico. Dice que es tú primo. ¿Lo es?

-Tengo muchos primos.-mentiste-¿Podría decirme cómo es?

-Pelirrojo y tiene dientes raros-mencionó confusa.

Trataste de recordar a alguien con esas características en tus recuerdos.

Tú corazón saltó de felicidad al darte cuenta que no era más nadie que el chico que te ayudó.

-Dile que pase-te apresuraste a decirle.

La viste asentir para darse la vuelta y salir de la habitación.

Arreglaste tú cabello con tus manos y miraste las flores en la mesita del lado izquierdo.

¿Habría sido él?

Escuchaste la puerta abrirse y lo viste entrar y cerrar la puerta cabizbajo, estabas nerviosa.

Tomó una silla y la colocó al lado de tú camilla aún sin levantar la mirada y se sentó. Tomaste aire.

No sabías que hacer en éste tipo de circunstancias.

-Nombre-hablaste luego de unos segundos de silencio.

-¿Ah?-finalmente levantó la mirada.

-Tú nombre. Nunca lo supe.

-Kirishima Eijirō-te respondió con más confianza.

-______ _______. Encantada-le sonreíste.

Él hizo lo mismo.

-¿Fuiste tú?-le preguntaste mirando las flores de la mesa.

-A-ah. Bueno, sí-te contestó rascándose la nuca desviando la mirada.

-Son lindas-dirigiste la mano para tomar una.

-Me alegro que te gusten. La verdad es que no sabía cuáles escoger.

-No. Están bien-le sonreiste otra vez.

-¿Qué tal tú pierna?

Suspiraste.

-Bien, supongo. No podré caminar a menos que haga terapias o algo así. Mí pierna tendrá que acostumbrarse... Tendré que usar muletas. Y también tendré una "hermosa" cicatriz.-hablaste bajo.

-Yo... Lo siento.-susurro.

-No. No es tú culpa-te colocaste derecha.-Al contrario, debo darte las gracias.

Te miró confundido.

-Sin ti, probablemente estuviese más grave. O incluso muerta.-continuaste sonriendo-Gracias, Kirishima Eijirō.

Al fin pudiste decirle aquello que necesitabas soltar.

-No tienes por qué agradecerme. No es de hombres no ayudar a una dama.

Reiste.

-Quizás tienes razón-hablaste divertida-Pero aún así, hiciste mucho sólo por una extraña.

-No importa. Además, eres fuerte. Supiste mantenerte. Eso es admirable-te dijo con una sonrisa.

Silencio.

-En todo caso... ¿Cómo puedo agradecerte?

Te volvió a mirar mientras un rubor se apoderó de sus mejillas y sonrió otra vez mostrándote sus curiosos diente.

-No tienes que darme nada a cambio. Con que estés bien es suficiente.

Tú corazón empezó a latir de forma desbocada ante aquello.

Sonreiste de igual manera y tomaste su mano.

-Prometo buscar la forma de agradecerte. Quizá haga una pintura inspirada en ti y así darte crédito.

-¿Pintura? ¿Sobre mí?

-Sep. Soy pintora.

Habías ido a Japón para una exhibición que se hacen ahí cada año, así que decidiste ir para aprovechar la oportunidad.

-¡Eso es genial!-te felicitó sonriendo y reforzando su agarre.

-Quizá-respondiste divertida.

-______.-te llamó luego de un tiempo de silencio-Yo... Me preguntaba si ya sabes... Podemos seguir viéndonos luego de que te recuperes.

Tú corazón saltó de felicidad y sentiste tus mejillas arder.

-Por supuesto-le apretaste la mano-Podemos salir cuando tú quieras.

Te miró con un brillo y sonriendo ampliamente mientras asentía entusiasmado.

-Podemos encontramos en U.A. Estudio ahí.

Ampliaste los ojos. Sabías de esa lugar. Los mejores héroes salieron de ahí.

-Wow. U.A. Eso es increíble.

-Sí.-habló con orgullo-Podemos encontrarnos en otros lugares, pero no puedo salir de ahí por motivos de seguridad. Espero no sea un problema.

-No. Para nada. Pero, si no puedes salir de ahí, ¿Qué hacías cuando me ayudaste?

-Nos dieron la oportunidad de salir ese día. Estaba pasando por ahí y escuché el estruendo, así que decidí ir por mi cuenta. Y bueno, te encontré y aquí me tienes.

-Entiendo.

Ibas a continuar, pero la misma mujer que te habló hace unos instantes irrumpió en la habitación.

-Se acabó el tiempo de visitas. Tienes que irte chico.

De forma rápida ambos separaron sus manos.

-A-ah, sí-lo viste levantarse de la silla y arreglarse la ropa-.Te visitare cuando pueda, _____.

Asentiste sonriendo y moviendo levemente tu mano en forma de despedida.

Salió de la habitación dándole gracias a la enfermera y dándote una ultima mirada antes de salir por la puerta.

Suspiraste con una leve sonrisa adornando tu rostro.

Al menos, sabías que desde ese día, comenzaría una nueva etapa de tu vida.

Junto a ese amable y lindo pelirrojo que, relativamente hablando, te salvo de lo que en aquellos momentos era un infierno para ti.

- ¿Con que primos, eh?

Mierda.

Fin.

¡Hola!

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¡Nos leemos pronto!

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