Dabi
Maratón Soulmate
...
La joven suspiró, ya acostumbrada a la imagen frente a ella. Ajustó el peso de su bolso en su hombro mientras daba una última mirada a su apariencia antes de salir, ignorando olímpicamente las cicatrices y hematomas en su rostro, incluyendo aquel curioso y casi imposible hecho de que estuvieran unidas a su piel sana con pequeñas grapas.
Ese día, había planeado llevar un par de snakcs bien ocultos en su bolso para complacer a la persona quien le esperaba en el hospital con aburrimiento notorio y ganas de salir del lugar. Sin embargo, aún cuando llevaban alrededor de dos días en ello y en espera de que pudiera salir con impaciencia, ___________ se encontró con una escena muy distinta.
—¡_____________! —Había exclamado con notoria emoción—. Oh, no sabes lo que me acaba de pasar.
La mencionada arqueó una de sus cejas en una obvia expresión de confusión, pero fue captada rápidamente por su mejor amiga, quien le invitó a tomar asiento al lado de la camilla.
—Vamos, vamos. Siéntate rápido —pidió con impaciencia.
—Voy, voy —respondió a secas, sentándose finalmente—. Ahora, ¿me dirás por qué tienes cara de haber visto a tu celebridad favorita?
Su amiga se había acomodado en las blancas sábanas de la camilla, sentándose de igual forma. Su ojo derecho estaba oculto bajo una gasa, mientras que en su frente había un par de puntos notorios y un yeso en su brazo. Sin embargo, aquello era opacado por la sonrisa genuina y alegre de su amiga.
—Justo eso sucedió.
—¿Eh?
—Atsushi Dai.
—¿Quién es ese? —preguntó, aún buscando en su memoria un nombre como aquel.
Sin embargo, mientras que ___________ esperó con confusión la respuesta de su amiga, ésta enfatizó la alegría en su rostro a tal punto de hacer pequeños sus ojos y estirar aún más su sonrisa. Entonces contestó:
—Mi Soulmate.
______________ parpadeó, sorprendida. Luego frunció el ceño, confundida. Sin embargo, cuando el rostro alegre de su amiga le deslumbró nuevamente, preguntó:
—¿Tu Soulmate es una celebridad? —Le miró incrédula—. Pero ¿dónde y cuándo?
—Aquí y hoy —respondió señalando con su mirada el alrededor—. Aunque, bueno, no es una celebridad como tal. Pero pronto lo será. —Asintió efusivamente.
—Estoy algo perdida —confesó, ganándose unos gestos raros y descuidados por parte de su amiga.
—¿Recuerdas al chico que me recibió luego del accidente y se encargó de atender mi situación? —preguntó, recibiendo un cabeceo de su amiga—. Bueno, anteriormente no había venido ya que estaba en una entrevista —continuó sonriente y orgullosa—. Pero apenas llegó, vino a verme. Entonces sucedió.
_____________ había escuchado atentamente el relato de su compañera, embelesada en la historia. Luego, había dado algunos detalles: su Soulmate era una grandioso e intelectual médico que se encontraba en sus mejores momentos y que la había reconocido fácilmente cuando llegó al hospital, sin embargo, ella, al encontrarse perdida y adolorida, no había reparado en aquel detalle.
—En persona es mil veces más hermoso —recalcó emocionada—. ¿Se supone que puede ser posible? En mis sueños se veía un poco borroso, pero tenerlo justo al frente es como verlo en full HD.
____________ rio ante la comparación de amiga y continuó escuchando más detalles innecesarios de su Soulmate. Sin embargo, cuando había quedado sin detalles que compartir, su amiga se encargó de hacer que el tema de conversación fuera ella.
—¿Qué hay de ti? —Le había cuestionado—. ¿Algo nuevo?
Nuevamente, ___________ suspiró, pero logró responder.
—Él... Tiene golpes.
—¿Golpes?
—Sí. Además de las cicatrices, ahora tiene un hematoma en la mejilla y un golpe en la frente. —Se señaló la esquina superior derecha de su rostro—. Me preocupa —susurró con pesar.
—Vaya. O tu Soulmate es un delincuente muy buscado, o sus padres lo golpean —sanjó su amiga, confusa—. ¿Te imaginas? Una historia profunda y dramática donde tú, una chica normal y promedio, esté con un delincuente buscado por el mismísimo gobierno —relató con un aire misterioso y exagerado.
—Sería genial —opinó con pequeñas risas—. Algo diferente para salir de la rutina —completó encogiéndose de hombros.
—¿Y si algo te llegase a pasar? —preguntó fingiendo preocupación—. Quizá no estarías en mi boda con Dai.
—Sería una lástima —continuó siguiéndole las ocurrencias a su amiga.
Esa mañana, luego de aquella conversación y darle el par de snacks que había ocultado para a su amiga y que ella no se quejara, ____________ se despidió finalmente, prometiendo visitarla al día siguiente a la misma hora. Para cuando salió, fue directo a su trabajo: una pequeña cafetería ambientada con características antiguas, pero que aún así era blanco de múltiples visitas.
—¡____________! —exclamó su jefe—. Llegaste justo a tiempo.
Ella devolvió el saludo y notó que variadas personas que no conocía y tampoco formaban parte del personal del lugar, arreglaban las mesas e inclusive cambiaban el lugar de algunos adornos.
—¿En qué puedo ser de ayuda? —preguntó respetuosamente.
—Oh, en realidad te necesito para mañana. ¿Sabes el concierto que se realizará en el parque, no es así? —Le cuestionó, garabateando algo en una carpeta.
—Así es —respondió, dudosa y sin saber a qué quería llegar.
—Pues, pagué suficiente dinero para hacer una pequeña publicidad del local, así que es muy problable, que a más tarde a las siete u ocho, muchas personas estén aquí —explicó ahora viéndola con seriedad—. Necesitaremos todo el apoyo posible.
Ella asintió y aseguró dar su ayuda para ese día. Luego de algunos cambios, inició el trabajo de ese día, sin embargo, estaba nerviosa e insegura ya que al día siguiente, la hora de salida era muy tarde. Si bien podía tomar un taxi, estaba segura de que a esa hora, muy pocos estarían deambulando en busca de clientes.
______________ suspiró; simplemente esperando la llegada del siguiente día.
...
—¡Buen trabajo!
Todos, luego de aquellas palabras, se retiraron exhaustos. Y ella misma se incluía. Después de todo, su jefe había tenido razón en una cosa: fue un día ajetreado. Sin embargo, aún con un dolor en su espalda y el cansancio que hacía pesado su cuerpo, ______________ caminó por las calles frías de la ciudad en espera de un taxi.
No obstante, ninguno llegó. Y a __________ se le aceleró el corazón y un escalofrío le recorrió el cuerpo al pensar que tendría que irse a su hogar caminando, siendo observada por la noche y la inseguridad asechando las calles de la ciudad. Pero apesar de esperar un poco más y que la noche se volviera más fría, ningún auto hizo acto de presencia, por lo que sosteniendo su bolso y jugueteando con el collar en su cuello, avanzó.
Una parte de ella se tranquilizó al ver variadas personas caminando por los mismas direcciones que ella, pero no aullentaba la inseguridad y los nervios en su cuerpo. Y es que apesar de sostener el collar en su mano derecha mientras caminaba con rapidez, algo le tomó por sorpresa.
Literalmente.
—No te muevas.
_________________ reprimió un grito en la palma del contrario, quien se había tomado el atrevimiento de atraparla cuando pasaba por el callejón. Sin embargo, ella apretaba con fuerza el collar mientras respiraba de forma errada, a tal punto que sus pulmones no recibían el aire suficiente para calmarla. La fría mano en su boca se hundía y presionaba con fuerza su rostro, ahogando todos sus gritos. Ella forcejeaba con insistencia; retorciéndose como un pez fuera del agua. No obstante, la amenaza que recorrió con lentitud en su oído, le heló el cuerpo entero.
—Si sigues moviéndote, yo mismo me encargaré de cortarte el cuello —farfulló con un tono de voz áspero y delicado, haciendo énfasis en su advertencia paseando peligrosamente el filo de la navaja en su cuello.
_____________ se paralizó, incapaz de hacer algo. Sin embargo, sintió a su atacante tomar sus hombros y sacar su bolso en un claro acto de robo. Su mano aún presionaba con fuerza su rostro, no obstante, cuando pensó que ya había hecho de las suyas robando su bolso, sintió el calor de su cuerpo apegarse al suyo con peligro, pero a ______________ le invadió el pánico y repulsión cuando su boca se posicionó muy cerca de su oreja. Sin embargo, él murmuró de una manera muy seria y peligrosa algo que volvió alarmar a la chica.
—¿Qué escondes aquí? —Había preguntado, tomando con su otra mano la de ella, aquella que ocultaba en temblores el colllar.
Ella apretó con mayor fuerza el mismo, dejando aún más en evidencia su temblor. Pero ____________ no iba a permitir que le arrebataron aquel collar de plata. Mientras escuchaba otra y clara amenaza de su atacante, con delicadeza y precaución, ella colocó su pie un poco tras ella, justo donde imaginaba la figura del hombre. Por lo que luego de que él insistiera tomando su mano y zarandeandola en busca de revelar lo que ocultaba, trató de impactar su pie en el punto débil del hombre.
No funcionó.
—Eres muy lista —susurró, pero aún el peligro formaba parte de su tono.
_____________ soltó el collar y pidió perdón a su madre fallecida, quien le había obsequiado aquel accesorio en el último cumpleaños donde estuvo presente. Por lo que esperó que fuese arrancado de su cuello con fuerza, pero no pasó. Al contrario, sólo hubo silencio. Un silencio lleno de suspenso y dudas, donde ____________ sólo sintió el agarre en su boca aflojarse y el cuerpo de su atacante alejarse. Sin embargo, ella no contó con que fuese volteada a tal punto que tuvo que equilibrarse con esfuerzo. Pero en definitiva, lo que vio la descolocó aún más.
Frente a ella, estaba un joven. Un joven lleno de cicatrices que ella misma había visto en su propio rostro; los mismo golpes en sus mejillas y en la frente. Un par de ojos de una curiosa y llamativa tonalidad azul le miraban de forma seria, pero ella seguramente no disimuló su asombro.
Luego, muchas cosas conectaron. ¿La reconoció por el collar?
El joven la analizó en muy poco tiempo, pero inmediatamente soltó el bolso y lo lanzó con fuerza, aprovechando aquella acción y el asombro de la chica para escapar con rapidez y astucia, dejando a una joven incrédula y nerviosa.
...
________________ nuevamente se encontraba caminando con cautela por segunda vez en la ciudad iluminada por los faroles en la calles. Ese día, no estaba asustada. Si bien estaba llena de dudas y de una voluntad inesperada, se dedicaba a mirar con atención toda la calle. Hasta llegar al callejón.
Lo observó con recelo. Era estrecho y oscuro, mientras que la luz de los faroles apenas alcazaba la profundidad de éste, delineando los objetos en su interior de forma tenebrosa. Sin embargo, antes de que se adentrara una voz familiar la detuvo.
—¿Me buscas?
_______________ volteó y se encontró frente a frente ante la persona que le había intentado atacar el día anterior y que pudo identificar como su Soulmate. Seguramente ante su rostro confundido por su presencia, él agregó:
—Supuse que volverías.
Ella parpadeó, pero no se atrevió a mostrarse más expresiva que aquello. Luego, de forma escueta preguntó:
—¿Cómo te llamas?
—Llámame Dabi —respondió—. ¿Qué hay de ti? —Devolvió la pregunta, igual de indiferente.
—Intentaste robarme.
—Dame las gracias porque logré reconocer el collar. Y no pienses que me disculparé por lo que intenté hacer —aclaró con simpleza.
—Serás...
—Se hace tarde. Tu casa no está tan lejos —interrumpió.
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes? —preguntó incrédula.
—Te seguí anoche. Sólo alguien despistado no se hubiese dado cuenta —agregó con indiferencia.
—¿Me estás llamando despistada?
—Tus palabras, no las mías.
______________ calló. Pero en el transcurso de una caminata vacía ella se sentía incómoda y dudosa de una situación casi irreal e ilógica. La persona que intentó robar sus pertenencias e inclusive la amenazó con quitarle la vida, estaba caminando a su lado por su estado. Sin embargo, en su caminata, ella finalmente respondió:
—Me llamo _____________.
—Muy bien —contestó con tono serio e indiferente—. Hemos llegado.
_____________ volteó y observó el edificio donde vivía. Se sorprendió de lo rápido que habían llegado y el poco tiempo que pareció tomar. Entonces ella dijo:
—¿Estás libre éste sábado? —preguntó esquivando su mirada azulada.
—Que sepas que hablas con un delicuente. Salir de forma seguida y a lugares públicos no está en mis planes —aclaró.
—Dime algo que ya no sepa. —Bufó—. Donde sea cómodo para ti, estará bien.
—¿Un bar, quizá? —Una sonrisa ladina y casi imperceptible se asomó en sus labios ante el rostro espantado de la chica—. ¿Cuándo sales de tu trabajo a ésta hora? —cuestionó.
—Algunas veces. Fines de semana, nada más —respondió.
—En ese caso... Acompañarte a tu casa será suficiente por ahora —murmuró, dando vuelta sobre sus talones antes de agregar—: Espero que ser un delincuente no sea un problema para ti.
________________ lo observó voltear levemente su rostro y dejar expuesta en su mirada un brillo de picardía. Ella reprimió una sonrisa ante la confianza del chico, sabiendo cómo podía descolocarlo justo como él había hecho con ella. Entonces, de forma sincera y relajada, respondió:
—Eso no me impedirá quererte.
Fin.
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