Capítulo dos:
—¡KyungSoo!
—¡ChanYeol! —Exclamo emocionado al ver a mi mejor amigo, quien ingresa a la habitación con una sonrisa enorme y brillante que me alegra el día, topándose con todo por lo torpe que es a veces debido a su altura, la cual es increíblemente proporcional al tamaño de su corazón.
Con aquella piel vainilla, cabello gris desordenado, ojos grandes y labios definidos, mi amigo es uno de los hombres más apuestos que he conocido, así que no me sorprende ver a un par de las enfermeras más jóvenes reunirse en la puerta de la habitación para observarlo más de cerca. Él, obviamente, no nota nada y se limita a correr hacia mi.
Dejo que me abrace mientras intento que no se enrede con el cable al que estoy conectado, al menos no mucho: llegó justo a la mitad de mi tratamiento de hoy, y le sacudo el cabello como acostumbro, sintiéndome genuinamente feliz de verlo.
—¿Cómo estás, amigo? ¿Aún respiras?
Nunca entendí como un gigante apuesto, fortachón, con apariencia típica de actor súper famoso podía ser tan tonto, su alma es tan pura que siento que debo cuidarlo del mundo. Es el hermano que nunca tuve.
—Lamentablemente sí —respondo con burla antes de acomodarme en la cama para poder hablarle de frente mientras él se sienta en el pequeño sofá y vuelve a sonreírme.
—¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes hoy? —pregunta atolondrado y me encojo de hombros.
¿Qué decirle? Me siento igual que ayer e inclusive igual que antes de la emergencia.
—Bien —respondo automáticamente—. ¿Y tú? ¿Cómo va el trabajo? ¿Tu familia?
—¿Por qué no avisaste que estabas mal? —Me reclama con seriedad y siento un hincón en el pecho.— Pude haberte ayudado...
—No sabía cómo decirlo...
—Solo se suelta y ya —reniega peleando con su mochila mientras intenta acomodar su enorme cuerpo en la pequeña silla a lado de mi cama y no puedo evitar reír.
Lo he extrañado.
—A ver, cómo va —escucho y quedo paralizado al reparar en JongIn acercándose a nosotros con gesto serio para revisar la medicina.
ChanYeol se pone de pie y se aparta.
Oigo al ángel hermoso gruñir y acercar una ampolla al cable para movilizar el líquido que parece haberse detenido.
—No está pasando la Fenitoína —menciona mientras juega con la medicina y yo no sé a dónde mirar.
Su rostro permanece estoico, concentrado en su trabajo, pero sus manos parecen crispadas.
—¿Duele? —Cuestiona en un susurro que me hace estremecer.
Niego y aclaro mi garganta.
—No.
—La vía está perfecta, pero no sé por qué no pasa.
Quita la botella de suero de su pedestal y la mueve de sitio, hace gala de su altura colocándola en el lugar más alto de la estructura que separa las camas, y tiemblo cuando noto su uniforme levantándose y dejándome ver un poco de la piel canela de su vientre, tan firme y dura como pensé que era.
Se me hace agua la boca.
—Ya está —menciona y se marcha, aún serio.
Cierro los ojos un momento, memorizando la imagen que acabo de obtener y luego miro a Chan en busca de su reacción a mi ridiculez, pero lo encuentro concentrado en su teléfono, completamente ajeno a lo que acaba de pasar. Suspiro con alivio.
Decirle a mi mejor amigo que tengo un enamoramiento de colegial con uno de los enfermeros no es algo que quiera hacer delante de todos los otros pacientes.
—Irene te manda saludos —me comenta distraído.
Ruedo los ojos, oírlo hablar de su novia me aburre.
Su relación es tóxica, ambos lo saben y él ya tiene planes de terminar con ella porque sabe que no le conviene, pero sigue demorando todo porque ella está pasando por un mal momento y él es demasiado bueno como para lastimarla.
Toda un alma pura que merece ser cuidada y consentida.
Como yo. Por JongIn.
Una sonrisa se expande en mis labios y siento mis mejillas calentarse recordando el tono de su piel.
—¿Y qué tal? ¿Cuánto tiempo te quedarás por aquí? —Pregunta mi amigo regresando su atención a mi, volviendo a acomodarse en la pequeña silla.
—Depende de lo que encuentren en los exámenes de estos días, aun faltan varios; pero con suerte podré ir a casa la próxima semana y volver luego para lo demás.
—No te apures, déjalos que te revisen bien —me dice frunciendo ligeramente el ceño, preocupado—. Déjalos que vean lo podrido que estás por dentro —se burla y yo tomo mi almohada para lanzársela a la cara.
JongIn aparece nuevamente en la habitación con los ojos fijos en mi dirección y el entrecejo arrugado, pero no logro descifrar si el agujero que está taladrando con su mirada es hacia la vía y la medicina que sigue sin pasar o directamente hacia mí. ¿Qué hice ahora?
—¿Cómo está tu mamá? —Pregunta mi amigo llamando mi atención y no puedo evitar suspirar.
—Preocupada. Asustada. Dolida. Tú elige.
—Me imagino. Pero todo va a estar bien, ya lo verás —me intenta animar y yo solo me limito a sonreír, tampoco quiero preocuparlo más de la cuenta.
—¡Llegó la cena! —Oímos y entonces el chico alegre de la cocina hace acto de presencia, sonriéndonos tan ampliamente como siempre.
—Que bueno, ya tenía hambre —menciona el paciente del rincón, un señor a quien están a punto de hacerle una biopsia a la masa que tiene al lado del riñón.
—Ah, me ha invocado entonces —dice el muchacho dándole un guiño coqueto—. Hoy he traído lo mejor del chef, más vale que lo coman calentito —nos advierte dejando los respectivos platos en las mesas de cada una de las camas.
—Sirven muy poco aquí —se queja el mismo señor—, ¿no puedes traerme alguito más? —pregunta con aire conspirador.
El muchacho vuelve a guiñarle y se inclina como si fuera a susurrarle al oído.
—Veré qué puedo hacer —dice jugando.
Todos sabemos que en realidad no puede hacer mucho; son estrictos en el hospital con las dietas que nos prescriben, pero me encanta que le siga la corriente. Él me agrada bastante.
—Aquí tienes, precioso —dice dejando mi plato sobre la mesa que me corresponde. Río y me inclino levemente hacia él.
—Gracias —digo observando lo que me han servido—, ¿cómo va tu día?
—Agotador, ya quisiera estar vacacionando como tú —suspira jugando, y yo volteo hacia ChanYeol para explicarle la broma interna que tengo con el rubio de piel clara, ojos marrones, labios finos y nariz pequeña que me alegra cada vez que viene a dejar la comida; pero en cambio noto lo embobado que está mi amigo, observando al muchacho como si se encontrara en presencia de un ángel.
Sonrío encantado y tomo la mano del chico para evitar que se marche cuando lo siento comenzar a moverse hacia el carrito de comidas.
—Nunca me has dicho tu nombre —le digo con tono acusador—.Yo soy KyungSoo.
—BaekHyun —responde rápidamente, volviendo a sonreír.
—BaekHyun, quiero presentarte a mi amigo, ChanYeol —digo decidiendo hacer de celestino—, es un gran fotógrafo. Chan, ¿no te parece que BaekHyun podría ser modelo?
El rubio bufa y ríe abiertamente.
—¿Tú también quieres más comida? ¿Es eso? —Pregunta burlón, niego.
—Lo digo en serio —aseguro.
—Kyung tiene razón, eres bellísimo —suelta mi amigo haciendo sonrojar al rubio, quien por primera vez parece fijarse en el aspecto de mi amigo.
—Te traeré algo de fruta —me dice en un susurro antes de darse la vuelta definitivamente y marcharse de la habitación.
—Con esa vista yo también pido que me internen —declara mi amigo siguiendo al rubio con la mirada hasta que se pierde por el pasadizo.
—Ahora ya tienes una razón para venir a visitarme —lo molesto moviendo mis cejas.
—Tengo que terminar con Irene ya mismo —lo oigo refunfuñar con toda la determinación del mundo.
Río y busco mis palillos entre mis pertenencias para comenzar a comer, pero la vía me impide usarlos con facilidad, sobre todo porque está ubicada en mi muñeca.
ChanYeol lo nota y prácticamente me los arranca de la mano para comenzar a alimentarme.
—Intentaré venir más seguido —me dice con un suspiro.
—Para ver a BaekHyun, sí, por favor —lo molesto—, me parece que se verían bien juntos.
—¡Para ayudarte, pedazo de zoquete! —Gruñe dándome un puñete juguetón en el hombro.
—Veamos, ¿cómo va? —oímos y veo a JongIn aparecer nuevamente junto a mi cama para revisar la vía; sin embargo, ChanYeol dándome de comer en la boca con mis palillos se interpone en su camino hacia la medicina y eso parece incomodarlo.
—Sigue sin avanzar —le comento inocente, queriendo decirle que no he hecho nada malo, ¡no es mi culpa que mi medicina viva cristalizándose y malogrando sus equipos!
—¿Qué? —Cuestiona Chan, más concentrado en robarse mi comida que en lo que está pasando.
—Termina de comer, ya luego lo reviso —dice JongIn entre dientes y se retira.
Chan me mira confundido, me encojo de hombros y lo insto a seguir con la cena.
Media hora después, BaekHyun regresa a la habitación con dos tapers de plástico que contienen pedazos cortados de fruta, los cuales deja, una sobre la mesa del paciente del rincón, quien se había estado quejando, y otra sobre la mía. Recoge los platos sucios con una extraña timidez que no le había visto antes y se marcha en silencio.
—Es demasiado lindo para mi salud —dice Chan con las manos en su pecho. Río y me concentro en el depósito de fruta, notando entonces el papel pegado en la base exterior del taper y los números que parece tener escritos.
—Creo que alguien tiene un admirador —digo tomando el pequeño pedazo de hoja y dándoselo a mi amigo, quien no tarda en tomarle diez mil fotos para no perderlo antes de guardarlo en su pantalón.
—Terminaré con Irene y luego le escribiré —me dice asintiendo con firmeza.
—No tardes mucho, BaekHyun no parece ser alguien paciente.
—Lo prometo.
🐧.🚑.🐻
JongIn vuelve a estar molesto conmigo.
Le ha tocado cubrir el turno nocturno en nuestra zona y yo estoy extasiado de tenerlo cuidándonos, pero él no se ve en absoluto feliz; no conmigo al menos.
Se mueve con ligereza de una cama a otra colocando las medicinas de cada uno de mis vecinos y les habla con calidez, pero se ha negado a mirarme desde que llegó.
Le pongo play al reproductor de mi celular y dejo que la música inunde mis sentidos.
Solo un pedacito de tu corazón.
Solo un pedacito de tu corazón es todo lo que quiero.
Me siento parte de un videoclip, con la voz de Ariana Grande envolviéndome mientras veo a JongIn avanzar entre las camas.
No te he dicho nunca cómo me siento realmente,
Porque no puedo encontrar las palabras que expresen lo que quiero decir.
Nada nunca es fácil, es lo que ellos dicen.
Y sé que no soy el único, pero seguiré siendo un tonto, porque estoy atontado por ti.
JongIn pasa de largo sin decirme nada y lo veo acercarse a la puerta, donde conversa con Wendy y Joy, dos de las técnicas con las que suele trabajar, quienes logran sacarle una sonrisa y hacerle olvidar lo que sea que lo tiene tan molesto.
Sé que no soy el único,
Pero al menos soy uno de ellos,
He oído que un poquito de amor es mejor que nada.
Siento las lágrimas inundar mis ojos y en ese momento más que nunca deseo sentir los brazos de alguien al rededor de mi cuerpo, confortándome, asegurándome que puedo realmente sobrellevar todo esto. Pienso en los brazos temblorosos de mi madre, y en los fuertes y protectores de ChanYeol; pero al final no puedo negar que mi corazón vive anhelando saber cómo se sentiría estar rodeado de los largos y capaces brazos de JongIn.
Solo un pedacito de tu corazón.
Solo un pedacito de tu corazón es todo lo que quiero.
Y sueño con nuestros días juntos, lo imagino llegando a casa después de un turno agotador, dejándose caer a mi lado en el sofá donde comienzo a masajear sus extremidades para aliviar su cansancio, dejando suaves besos por su rostro, demostrándole lo mucho que me alegra tenerlo conmigo mientras él me sujeta con firmeza al besarme largo y profundo, para entonces dirigirnos a nuestra habitación y demostrarnos el deseo que invade nuestros cuerpos como la pareja estable y cariñosa que podríamos ser, pero toda aquella ilusión no es más que una fantasía resumida en una maldita canción.
Solo un pedacito de tu corazón.
Solo un pedacito de tu corazón es todo lo que pido.
Esta noche, no puedo evitar ocultarme entre las mantas, despojarme de mi máscara de tranquilidad y simplemente dejar a mi corazón expresar todos sus miedos y angustias, convirtiéndome en un despojo tembloroso y desconsolado hasta que llegue el amanecer y pueda volver a colocarme el antifaz que me permite no enloquecer.
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