Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo cuatro:

Mi atolondrada pero adorable madre ingresa como todo un vendaval, arrasando con media sala mientras llega hasta mí para entonces apurarse a sacar mis palillos como si alguien estuviera detrás de ella, apurándola con una escopeta.

—Respira —le digo con una sonrisa y la veo tomar aire profundamente—. Me han ordenado mantener una dieta líquida, los palillos no son necesarios —le indico dulcemente.

Ella asiente y vuelve a guardarlos.

—¿Cómo estás? —Le pregunto estirando mi mano para tomar la suya.

—Bien. Tu papá te manda saludos —informa inocentemente; ruedo los ojos, ella ríe y se sienta en la silla con la sonrisa conciliadora que la acompaña estos días.

—¿Cómo te sientes? —Cuestiona apretando mi mano entre las suyas.

—Estoy bien, ma, no te preocupes por mí, aquí me tienen controlado —pronuncio y no puedo evitar que mis ojos se nublen ante su presencia.

Pensar en que aquella pequeña y adorable mujer haya tenido que lidiar con mis convulsiones por sí sola, en una ciudad desconocida, sin saber qué hacer ni cómo ayudarme, me parte el corazón.

Ella acaricia mi rostro y asiente mientras la veo encajar la mandíbula para tragar sus propias lágrimas.

—Ayer fui de compras —me cuenta intentando cambiar de tema—, tomé tu tarjeta como me dijiste y compré huevos y ramen y algo de kimchi; pero sabe raro, prefiero prepararlo yo misma.

—Lo sé, pero no quiero que te sobreesfuerces, sabes que luego te terminan doliendo las manos y las piernas si no tienes a alguien que te ayude —le recuerdo—. Espera a que salga de aquí y haremos un montón de kimchi juntos —le sonrío.

—Y te cocinaré todo lo que se te antoje —promete dando suaves golpecitos en mi mano.

Es entonces cuando nuestro cálido momento se ve interrumpido con la llegada de las familiares del anciano ubicado a mi lado, cuyas voces parecen adueñarse de toda la sala por la batalla que ejercen entre ellas, hasta que una endurece su voz y se dirige a la mayor como dando una orden al pedirle que deje de gritar y se centre en su paciente.

—Papá, papito, ¿cómo estás? —Pregunta la mayor acariciando su cabello.

El anciano sonríe y estira ambas manos hacia ellas.

—Bien, ¿ya podemos irnos? —Pide con esperanza.

—No, papi, aún tienen que terminar de estabilizarte; pero te he traído los dulces que te gustan, mira...

Noto entonces que tanto mi mamá como yo nos hemos quedado prendados con la situación, como si se tratara de la interesante escena de una novela, y decido llamar la atención de mi progenitora para darles algo de privacidad.

—Chan terminó finalmente con Irene —le cuento sin levantar mucho la voz.

—Qué bueno, esa chica nunca me dio buena espina —me dice mientras me alcanza la desabrida infusión que me han dejado como cena.

—La hinchazón ya bajó bastante —oímos y veo como la hija del anciano remueve las mantas para revisar sus piernas.

—Sí, pero debemos cuidar de que su piel no vuelva a cambiar de color —le dice la otra mientras revisa algo en su teléfono—. Espérame aquí, iré a hablar con los médicos —menciona dirigiéndose a la salida de la habitación.

—Jennie —llama la mayor con porte nervioso—, recuerda decirles sobre sus medicinas.

—Lo haré. Ahora mismo llamo al doctor Lee —declara y se marcha.

—¿Y por qué no sales tú con él? —Pregunta mi mamá y yo me siento sumamente perdido.

—¿Con el Doctor Lee? —Pregunto y frunzo el entrecejo al pensar en el hombre de sesenta y algo años que, junto a mi médico, lidera aquella ala del hospital.

—¡No! Con ChanYeol —aclara mi mamá y no puedo evitar soltar una risotada.

—¡Iuuuu, no! —Exclamo divertido, haciendo notar mi desagrado.— Él es como mi hermano. Además, yo ya tengo a alguien que me gusta —manifiesto decidiendo ser honesto con ella.

—¿Quién? —Pregunta entusiasmada.

—Uno de los Licenciados de aquí, se llama JongIn —le susurro en el oído y veo como sus ojos se iluminan con emoción.

—¿Es lindo?

—Precioso —aseguro y suspiro como el colegial enamorado en el que me he convertido.

—Pídele su número —me insta con mirada traviesa, niego.

—No puedo. No aún. No quiero incomodarlo —digo mostrando mi lado tímido. Ella ríe, niega y está a punto de decir algo más, cuando el protagonista de mis sueños ingresa por la puerta y se dirige directamente hacia mi cama.

—Hola, Kyung —pronuncia con una sonrisa encantadora y yo quiero gritar de emoción.

—Hola —saludo también animado y le hago ojitos a mi mamá para señalarle que él es su futuro yerno.

Ella se levanta y se aleja de mi cama, supongo que para darnos algo de privacidad.

JongIn toma mi brazo entre sus manos y revisa la vía que él mismo colocó para comprobar que todo va bien antes de cerrar la llave y finalmente desconectarme del fino tubo que me unía al volutrón con la medicina.

—Listo, ya puedes comer tranquilo —me dice volviendo a sonreír.

Y entonces, tras guiñarme en secreto, vuelve a dirigirse a la salida sin prestar atención a ningún otro paciente.

—¡Licenciado JongIn!

La joven de antes, la autoritaria familiar del anciano que descansa en la cama a lado de la mía, aparece en la puerta de la habitación, casi chocándose con el amor de mi vida, y lo observa con verdadero gusto.

—No sabía que estabas trabajando aquí —le dice mientras él permanece en silencio, observándola fijamente, hasta que parece despertar del trance en el que estaba sumergido y se inclina a forma de saludo.

—Doctora Kim, ¿cómo está? —Pronuncia con algo de incomodidad.

Así que ella era doctora, eso explicaba el tono de mando usado frente a la hija del paciente.

—Pensé que aún estabas en el Asan, ¿qué pasó? —Cuestiona ella con el ceño fruncido.

Él baja la cabeza con timidez y yo pienso en llamar a mi madre y pedirle que me alcance mis palillos para clavarlos en los ojos de la perfecta doctora.

—Solo decidí cambiarme —responde sin dar más detalles—, usted...

—Por favor, JongIn, te pedí hace mucho que me tutearas, no hay necesidad de que seas tan formal conmigo.

—Lo siento, aún no me acostumbro —dice y casi puedo jurar que se ha sonrojado.

Maldito sea.

—Espero que estés cómodo aquí, si no, sabes que puedes solicitar un puesto en el Centro médico Samsung; estaría más que feliz de recomendarte —declara mirándolo fijamente.

Él asiente y aparta la vista.

—Gracias, Jennie —musita con timidez.

Mi mamá regresa junto a la Licenciada de turno, quien comienza a revisarme al mismo tiempo que veo a JongIn enfocarse en el paciente al que acompaña la perfecta doctora y preguntarle por su estado.

—Es mi tío, tuvimos que traerlo de emergencia, tiene DVT —informa ella con un suspiro, JongIn asiente comprendiendo la jerga médica. Me hago una nota mental para recordar buscar el diagnóstico en mi celular una vez que todos se hayan ido.

—Está en buenas manos aquí, no te preocupes —le asegura antes de sonreír e inclinarse en despedida—. Cuídate.

—Gracias, tú también —pronuncia ella volviendo a centrarse en su tío.

Si lo pienso con la cabeza fría, se trató de un inocente intercambio de palabras, una simple conversación entre antiguos compañeros de trabajo, nada importante.

Pero el monstruo de los celos se encuentra ya dentro de mi sistema, corroyendo cada uno de mis órganos e instándome a agarrar el cinturón de mi bata para ahorcar a la perfecta doctora, cuyos ojos gatunos, cabello negro, nariz pequeña y piel pálida la convertía en una de las mujeres más bellas que había visto, sobre todo por lo increíble que le quedaba aquel traje color rojo, digno de las más sofisticadas pasarelas.

Y quien en la vida real tiene más oportunidad de tener algo con JongIn que yo.

—Todo está normal —pronuncia la Licenciada de turno al terminar de examinarme, mamá se limita a suspirar y agradecerle con un rastro de preocupación en el rostro.

—¿Pasa algo? —Cuestiono volviendo a tomar sus manos entre las mías, ella niega y sonríe.

—Sigue hablándome de tu enfermero, ¿le has dicho ya que te gusta? —Pregunta con dulzura, yo niego volviendo a sentirme desanimado, y sé que es estúpido, pero la inseguridad ataca cuando quiere y ahora mismo, que me encuentro aún combatiendo mi apariencia de monstruo y el agravamiento de mi enfermedad, no tengo comparación con los ojos misteriosos y figura deseable de la doctora Kim, quien parece ser una gran sobrina, y una excelente médico según el reconocimiento que le da el doctor Lee cuando le presenta a sus residentes, quienes están encargados del caso del anciano.

—Quiero irme a casa —suelto hacia mi madre con un susurro roto, ella asiente y sujeta mis manos con cariño.

—Pronto —dice y sonríe intentando animarme— pero primero debes conquistar a tu enfermero para que venga con nosotros y te cuide —me guiña y y yo no puedo evitar devolverle la sonrisa.






🐧.🚑.🐻






—Y aquí en la cama 612, está el señor Do KyungSoo con epilepsia secundaria a causa del tumor cerebral que tiene en la parte frontal derecha de su cabeza —expone la residente de tercer año que está a cargo de mi caso hacia los dos médicos que dirigían todo el piso; sus compañeros y los estudiantes que tienen bajo su mando se limitan a intercalar la mirada entre ella, los doctores y yo —. Tras la Punción lumbar se descartó que fuera algo infeccioso y se le mandó a hacer una Endoscopía y una Colonoscopía, además de pedir interconsulta con Neumología y Endocrino para descartar que el tumor parta de algún otro de sus órganos; mas todo salió normal, al igual que su examen de próstata —se aclara la garganta mientras revisa lo más reciente de mi historial—. Neurocirugía pidió una nueva resonancia, la cual está agendada para mañana a primera hora.

—Perfecto —dice el doctor Choi, mi médico, y me mira—. Con esta prueba, el departamento de Neurocirugía podrá discutir su caso y decidir cómo proceder —me indica con una leve sonrisa—. Esperaremos al lunes a ver qué deciden —culmina colocando su mano en mi hombro.

—Gracias —respondo inclinándome levemente hacia ellos, él me asiente y avanza hacia la siguiente habitación de la zona con toda su horda de futuros médicos siguiéndolo con tanto interés que casi bordea la insana adoración.

Llamo a mi mamá y le repito lo que han dicho.

—Resulta que estoy más sano que un roble, excepto por mi cerebro; pero siempre supimos que estaba mal de la cabeza, así que no es ninguna novedad —menciono intentando hacerme el gracioso, pero mamá no parece apreciar mi sentido del humor.

—Tendremos que esperar entonces —menciona con voz temblorosa y sé que apenas cuelgue se pondrá a llorar.

Una vez me dijo que rogaba a dios porque la situación se invirtiera y fuera ella quien tuviera que lidiar con mis males; lo cual me hizo, por el contrario, agradecer a los cielos por ser yo quien soportara todo esto y no ella: odiaría tener que verla quedarse dormida mientras llora de dolor como yo o notar sus delicados brazos cubiertos de moretones y heridas como los míos.

No, no importaba lo que fuera, prefería ser quien sufra cualquier enfermedad o dolencia en nombre de mi madre, ella lo es todo para mí, ¿cómo entonces dejarla padecer con esto sola? Obviamente tenía que mantenerme fuerte y soltar una que otra broma para hacerla sonreír aunque sea por un rato.

Ahora, mi padre... él podía meterse su preocupación y su propia enfermedad por donde el sol no alumbra. Eso es lo que ganas cuando abandonas a tu esposa e hijo por tu secretaria, te niegas a pagar la pensión alimenticia, y te haces el idiota años después queriendo retomar tu lugar cuando la susodicha te abandona también por alguien con más dinero.

Apenas corto la llamada, me coloco los auriculares y dejo que la música adormezca mis sentidos.

No me queda más que esperar.






🐧.🚑.🐻






Me había girado hacia un lado, acomodado sobre la parte izquierda de mi cuerpo para intentar encontrar una posición que me permitiera dormir sin dolor, cuando siento una mano posarse en mi cadera y acariciarla con parsimonia.

Volteo sorprendido con el acto y me encuentro a JongIn sonriéndome tan amable y dulce como siempre.

—¿Cómo va tu dolor? —Me pregunta sin apartar su mano de mí, comenzando a intensificar su toque que se encuentra ya bajando hacia mi muslo.

—Puedo soportarlo —digo con un leve gemido al sentir la aguda punzada viajar hacia mi ojo.

—Se ha estado quejando mucho —oigo interferir al señor del rincón.

—Creo que necesita alguien que lo ayude a menguar esa molestia —responde JongIn y de pronto su sonrisa se vuelve más perversa que de costumbre.

Su mano traviesa sube hacia mi cintura por debajo de mi polo de pijama y recorre mi pecho sin ningún miramiento. Jadeo e intento ponerme de espaldas para poder verlo mejor, pero él me lo impide y ahora son ambas manos las que se apoderan de mi cadera, apretando mis nalgas a sus anchas.

—Si te dijeran que tener sexo alivia el dolor, ¿lo tendrías conmigo?

Pregunta innecesaria. Obviamente lo tendría, con o sin dolor, tendría todo con él.

Y sin embargo no puedo responderle, el movimiento de su cuerpo inclinándose sobre el mío me distrae, sobre todo cuando lo siento sujetarme por la nuca y acercar su rostro para dejar un húmedo y duro beso en mi cuello.

Me levanto con un jadeo, dispuesto a tomarlo del cabello y besarle aquellos labios carnosos hasta dejarlo sin aliento, pero entonces noto que me encuentro solo.

La habitación se encuentra oscura, silenciosa y no hay señal de JongIn por ningún lado.

¡¿Ha sido un maldito sueño?!

Pero si se sintió tan real. Tan malditamente real.

Lloriqueo contra mi almohada y paso la mano por mi cuello, sintiendo aquella zona fría y ligeramente húmeda; sin embargo, aparte de ello, y la tienda de campaña en mis pantalones de pijama, no hay una sola prueba que me ayude a corroborar que no fue solo mi imaginación jugando conmigo.

Aún podía sentir el calor de sus manos sobre mi cadera, y la forma de sus labios perfectos sobre mi piel. ¿Como podía un sueño sentirse tan real?

Tras solucionar el problema en mis pantalones, me levanto de la cama aún refunfuñando y me dirijo al baño para lavarme las manos. Al regresar, noto que el protagonista de mis sueños se encuentra profundamente dormido en el pasadizo, sobre una de las camillas de transporte de la zona, con uno de sus brazos doblado bajo su cabeza y el otro descansando sobre su pecho.

Su rostro luce tan sereno que muero por acercarme y ser yo quien le deje un beso mientras duerme; pero no me atrevo a hacerlo, no con el resto de enfermeras y técnicas de turno durmiendo al rededor en duras colchonetas sobre el piso o sobre improvisadas camas hechas al unir un par de sillas juntas.

Retorno a mi cama y me acomodo boca arriba, mirando al techo mientras me sigo preguntando si aquello fue realmente solo un sueño, o si se trataba de una alteración de la realidad demostrando los verdaderos sentimientos de JongIn.

Lo más probable es que fuera una alucinación hecha por mi tumor, pero me niego a pensar en eso esta noche.









Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro