chapter one
season 01, episode 01
❛ you owe me one, aiden ❜
JOSETTE GREEN no era simplemente una Kook, era la reina de los Kooks. En Outer Banks, su nombre era sinónimo de perfección, elegancia y poder. Cada gesto, cada palabra, cada mirada suya parecía dictar el orden natural de las cosas. La gente la trataba como si fuera de la realeza, y no porque les agradara, sino porque sabían que enfrentarse a ella era declararse la guerra. Nadie osaba contradecirla o levantarle la voz.
Todo en su vida parecía sacado de un cuento de hadas: una familia adinerada que le daba todo lo que deseaba, un círculo de amigos tan leales que habrían movido cielo y tierra por ella, y una posición privilegiada que le aseguraba respeto... o al menos miedo. Josette tenía la vida que todos anhelaban, o al menos eso aparentaba.
Sin embargo, para los Pogues, ella no era más que una mezcla de diosa intocable y villana despiadada. A sus ojos, Josette Green era el epítome de todo lo que odiaban de los Kooks: arrogante, superficial y manipuladora. Pero lo que más detestaban era el modo en que parecía disfrutar de su posición, como si el mundo entero estuviera diseñado para servirle.
Esa noche, mientras todo Outer Banks dormía, Josette estaba lejos de la perfección que proyectaba. Las altas horas de la madrugada la encontraron tumbada en su enorme cama de sábanas de satén blanco, incapaz de conciliar el sueño. Sus pensamientos giraban sin cesar, impidiéndole encontrar la calma. Con un suspiro frustrado, se levantó y se dirigió a la cocina en busca de algo que la ayudara a relajarse.
El eco de sus pasos resonaba en las escaleras de mármol blanco mientras descendía al primer piso. La casa estaba sumida en un silencio absoluto, tan solo roto por el crujido leve del mármol bajo sus pies. Al llegar a la cocina, abrió uno de los armarios y sacó una copa de cristal, sirviéndose un poco de vino blanco. Dio un sorbo, saboreando el frescor de la bebida, y disfrutó de un momento de tranquilidad en medio de la soledad nocturna.
Pero esa calma no duró mucho. A lo lejos, comenzaron a escucharse voces y risas contenidas que rompieron la quietud. Josette frunció el ceño, reconociendo de inmediato quiénes eran. Bufó, molesta.
AIDEN GREEN, su hermano mellizo, estaba haciendo exactamente lo que ella había predicho. Con sus padres fuera, en un viaje de negocios a Australia, Aiden había convertido la casa familiar en su territorio, invitando a sus amigos Pogues a entrar como si aquel lugar no estuviera lleno de normas y lujos que ellos jamás entenderían.
El grupo entró a hurtadillas, aunque con poco éxito en mantener el silencio. Aiden lideraba el camino, riendo por lo bajo mientras intentaba calmar las risas de sus amigos.
—Bajad la voz, despertaréis a mi hermana. —susurró entre risas, mirando a sus amigos.
—Aiden Green. —la voz cortante de Josette interrumpió el momento, haciendo que todos se quedaran inmóviles, como niños atrapados haciendo travesuras.
Aiden se giró, encontrando a su hermana mayor apoyada en la barra de la cocina, con una copa de vino en la mano y una expresión que mezclaba irritación y superioridad.
—¿Se puede saber qué estás haciendo? —preguntó, con el ceño fruncido.
Antes de que Aiden pudiera responder, JJ Maybank, claramente borracho, decidió intervenir con una sonrisa descarada.
—Hola, Josie. —dijo, arrastrando las palabras en un tono seductor que no hacía más que empeorar la situación.
Josette lo ignoró por completo, como si ni siquiera existiera, y centró su atención en su hermano.
—Te he hecho una pregunta, Aiden. —Su tono era frío, autoritario.
—Hermanita, ¿por qué no nos olvidamos de esto y finges que no nos has visto? —intentó negociar Aiden, sonriendo con inocencia.
Josette arqueó una ceja, claramente no impresionada.
—¿Y si mejor llamo a papá y mamá y les digo a quiénes has dejado entrar en su casa? —replicó, con una sonrisa que no tenía nada de amable.
El color abandonó el rostro de Aiden. Si sus padres se enteraban, estaba condenado. Tragó en seco antes de responder:
—¿Qué quieres?
Josette sonrió triunfante. Le encantaba ese momento, el instante en que todos se rendían ante ella.
—Por ahora, nada. Pero me debes una, Aiden. Y sabes que yo nunca hago nada gratis.
Aiden asintió rápidamente, como un cachorro regañado.
—Sí, sí. Haré lo que sea.
Josette terminó su copa y dejó el cristal en la barra. Escuchó pasos detrás de ella y no tuvo que girarse para saber quién era. Sonrió con picardía, disfrutando de la reacción que sabía que estaba a punto de provocar.
Cuando Rafe Cameron apareció en la cocina, todos los Pogues lo miraron con incredulidad. Estaba claramente recién despierto, con el cabello desordenado y vistiendo únicamente ropa interior.
—¿Qué cojones? —murmuró JJ, la incredulidad plasmada en su rostro.
—¿Vienes o qué? —preguntó Rafe, su voz rasposa y somnolienta.
Josette se levantó del taburete, acercándose a él con una sonrisa provocadora. Rafe, como si estuviera acostumbrado a la escena, rodeó la cintura de la rubia con su brazo.
—Buenas noches, Pogues. —la voz de Josette fue un suave desafío antes de girarse y salir de la cocina junto a Rafe.
El grupo se quedó en silencio, mirando a JJ, que observaba la escena con los puños apretados y una expresión que mezclaba rabia y celos.
Kiara rompió el silencio, poniendo una mano en el hombro de JJ.
—Tu amor por ella terminará matándote.
JJ no apartó la mirada de la puerta por donde había salido Josette.
—Vale la pena el riesgo.
❪ ... ❫
Outer Banks, el Paraíso en la Tierra. Aquí, o tienes dos trabajos o dos casas. Dos tribus, una isla.
Esto es Figure Eight, la zona rica. Hogar de los Kooks. Adivinad dónde no vivimos.
Y este es el lado sur o el arrabal. Hogar de la clase obrera que pone copas, limpia yates y alquila barcos. El hábitat natural de... Redoble de tambor. Los Pogues: nosotros.
"Pogue" es gusarapa, cebo. Lo más bajo de la cadena alimenticia. Lo malo de ser un Pogue es que pasan de nosotros. Lo bueno es que, como pasan de nosotros, podemos hacer lo que queramos cuando queramos.
Este es JJ, mi mejor amigo desde tercero. Lleva aquí toda la vida. Viene de una estirpe de borrachos que pescan, trapichean y viven del mar. El mejor surfista que hay, pero no se lo digáis. Un poco cleptómano y futuro evasor fiscal.
Este es Aiden, el único Kook que merece la pena. Aunque viene de una familia de lujo, no tiene ni una pizca de esnobismo. Siempre tranquilo, hasta que alguien se mete con sus amigos. Es el maestro de los planes locos y las salidas improvisadas, con una sonrisa que dice "confía en mí"... aunque probablemente deberías dudar.
Y esta es Kiara, o Kie. Salva tortugas, escucha a Marley, se tatúa delfines y sale con nosotros. No sé muy bien por qué. Es una niña rica. Tiene un pie en cada mundo. Su familia es dueña del Naufragio, un bar mítico. Se forran con los turistas. No sé qué pensarán sus padres de nosotros. Supongo que nos gusta a todos.
Este es Pope, el cerebro de la operación. Ganador de una beca de excelencia y el tío más listo que conozco. Un poco rarito. Su padre, Heyward, es una leyenda. Te consigue lo que quieras. Creo que Heyward no sabía qué pensar de su hijo, pero no importaba. Era un Pogue, como los demás.
Bueno, pues esos son mis colegas.
Y este soy yo, John Booker Routledge. Y aquí es donde vivo. En una antigua cabaña pequeña. El château, como decía mi padre. Este es papá. Desapareció hace nueve meses buscando un naufragio. ¿Quién desaparece en el mar hoy en día? Lo echo de menos. Esa es mamá. Se fue cuando yo tenía tres años. Lo último que sé de ella es que estaba en Colorado. Creo. Ese es el tío T. Como papá desapareció, es mi tutor legal. Ahora mismo está en Misisipi de albañil. Así que estoy yo solo, con mis colegas.
El huracán Agatha había dejado su marca en Kildare. Árboles arrancados de raíz, tejados caídos, caminos intransitables. Era el típico día en el que los Pogues se arremangaban para limpiar los destrozos y los Kooks... simplemente seguían con sus vidas como si nada. Josie Green era la viva representación de eso último.
Sentada tranquilamente en la cocina, desayunaba tostadas con aguacate mientras hablaba por mensajes con Sarah Cameron, su mejor amiga, planificando un almuerzo en el Naufragio. Su mundo era un oasis de calma en medio del caos.
Desde la sala, escuchaba a su hermano Aiden hablar por teléfono. Aunque no podía oír la conversación completa, las risitas y el tono eran inconfundibles: estaba hablando con Kiara Carrera. Josette rodó los ojos automáticamente. El simple nombre de Kiara le provocaba un molesto escalofrío. Había sido su amiga, incluso su confidente, hasta que todo se complicó de forma irreversible.
—Me voy. —dijo Aiden al pasar junto a ella, sin levantar la vista del teléfono.
—Acuérdate de que papá y mamá llegan esta noche. Al menos aparece en el desayuno, si no quieres problemas. —le recordó Josie mientras le daba un sorbo a su café.
—Sí, sí, ya lo sé. Adiós, hermanita. Suerte atormentando a toda la isla. —con una sonrisa burlona, le dejó un sonoro beso en la mejilla, el único gesto afectivo que Josette toleraba de alguien. En el fondo, su hermano era su debilidad, aunque jamás lo admitiría.
Josie terminó su desayuno y se dirigió hacia su coche, lista para otra tarde en Tannyhill. Al llegar, la escena era un desastre: ramas esparcidas, el césped hecho trizas y el jardín de los Cameron, que solía parecer una postal perfecta, ahora parecía un campo de batalla. El huracán no había tenido piedad.
Apenas se bajó del coche, sintió un brazo pesado rodear sus hombros. Rodó los ojos antes de siquiera girarse.
—Buenos días, reina. —saludó Rafe Cameron con una sonrisa cargada de cinismo. Detrás de él, Topper y Kelce lo seguían como perros fieles.
—¿Qué quieres, Rafe? —preguntó Josie, quitándose su brazo de encima con fastidio evidente.
—¿Qué pasa? ¿No puedo venir a saludar a la chica más guapa de Kildare? —bromeó, disfrutando de cada segundo de la irritación que provocaba.
—Rafe, que nos hayamos acostado no significa que no me sigas pareciendo insoportable. —respondió ella, con una sonrisa sarcástica que encendió aún más la burla en los ojos del Cameron.
—Vaya, alguien se levantó de mal humor hoy. —rió él, divertido.
—Vete a la mierda. —replicó Josie sin perder tiempo, avanzando hacia la casa mientras escuchaba las carcajadas de los tres Kooks resonar a su espalda.
Dentro de Tannyhill, el ambiente era más tranquilo. Saludó a Wheezie con un gesto rápido antes de subir directamente a la habitación de Sarah, quien estaba tirada en la cama, deslizando aburrida el dedo por la pantalla de su móvil.
—Hola, Josie. ¿Cómo estás? —saludó Sarah con su habitual sonrisa, levantándose para darle un abrazo.
—Cansada y con hambre. ¿Podemos irnos ya?
—Déjame ponerme algo encima y listo. —respondió Sarah, sacando un top verde del armario que se puso rápidamente sobre su bikini rojo.
Poco después, ambas salieron de la casa y se dirigieron al Naufragio para disfrutar de un almuerzo sin preocupaciones. Durante la comida, entre risas y anécdotas de la semana, el teléfono de Josie vibró con un mensaje de Aiden.
—Fiesta en la playa. ¿Te apuntas? —leyó Josie en voz alta, levantando la mirada hacia Sarah. —¿Qué dices?
—Me vendría bien desconectar un poco. Hace siglos que no salimos juntas. —admitió Sarah, con una sonrisa cómplice.
Pagaron la cuenta y regresaron a Tannyhill para prepararse. Sarah escogió un vestido azul cielo con flores granates, mientras Josie optó por un pareo naranja y un top bandeau blanco que resaltaban su bronceado perfecto.
—¿Lista para la acción? —preguntó Josie mientras salían de la casa, ambas luciendo como si fueran dueñas del mundo.
La playa estaba iluminada por fogatas y risas, pero en Kildare nunca había verdadera calma. Las fiestas en Outer Banks siempre prometían drama... y Josette Green estaba acostumbrada a estar justo en el centro de él.
❪ ... ❫
No puedes entender Outer Banks sin sus grupos. Hay varias capas.
Estamos nosotros, la chusma obrera del arrabal. Luego están los Kooks, los niños ricos. La mayoría van a internados pijos y viven de sus papis. Somos enemigos naturales. Y luego están los turilerdos. No se enteran de nada. Vienen de vacaciones familiares. Cebo para tiburones.
—¡Sarah! Ten cuidado, ¿vale? —gritó Topper a su novia, con un tono preocupado, al verla trepar por una estructura metálica roja que parecía ser un antiguo faro.
Desde abajo, Josie la observaba con los brazos cruzados, negando con la cabeza mientras ajustaba sus gafas de sol. Su porte impecable contrastaba con la despreocupación temeraria de Sarah. Cualquiera que las viera juntas dudaría que fueran amigas, tan opuestas como el día y la noche.
—¿Qué hacen ellas aquí? —preguntó Kiara a John B, con un evidente asco en la voz y la mirada fija en Josie y Sarah.
Sarah Cameron: princesita Kook, mejor amiga de Kiara en tercero y peor enemiga en cuarto. Trabajo para su padre, así que la conozco.
—¿Qué haces?
Ese es Topper, el capullo de su novio. Cree que los Pogues nacimos para cortar césped.
Y esa es Josette Green, la reina de los Kooks. Nos odia, y nosotros la odiamos, pero, seamos sinceros, hasta yo daría lo que fuera por una noche con ella. Es rica, inteligente y siempre consigue lo que quiere, sin importar a quién pise. Tiene algo extraño con Rafe Cameron. Nadie sabe si son aliados, amantes o enemigos. Para los Kooks, es una diosa. Para nosotros, es un problema con piernas largas y sonrisa de villana.
La fiesta había transcurrido sin demasiados incidentes, algo sorprendente considerando que tanto los Kooks como los Pogues compartían la misma playa. Sin embargo, la tensión siempre flotaba en el aire, como una chispa esperando encenderse. La noche había caído y la luna brillaba alta en el cielo, iluminando tenuemente la arena donde los pocos que quedaban seguían bebiendo y charlando alrededor de las fogatas.
Josette estaba sentada en un tronco cerca de una de las hogueras, una cerveza en la mano, mientras charlaba con algunos Kooks. A su lado, Sarah y Topper parecían ensimismados en su propia conversación. Josette aún no lograba entender del todo esa relación; para ella, Topper era más una molestia que alguien digno de su amiga.
De repente, las risas y la música fueron interrumpidas cuando JJ apareció cerca de ellos, tambaleándose ligeramente, con un vaso rojo en la mano y una expresión claramente traviesa.
—¡Oye, Sarah! Sarah, ¿quieres una deliciosa bebida de Milwaukee? —preguntó, alzando el vaso en un gesto teatral. Josette frunció el ceño, preguntándose qué demonios había en ese vaso.
—No, gracias. —Sarah le respondió con una sonrisa tensa.
—¿Poco elegante para ti? —replicó JJ, su tono cargado de sarcasmo.
Sarah suspiró —Nos vamos.
—Mira, me la bebo yo. —interrumpió Topper la conversación— Gracias, tío.
—Gracias, pero no te he preguntado. —JJ le contestó con una sonrisa burlona, provocándole— Igual si me lo pides por favor...
—¿Por favor? —Topper soltó una carcajada seca.
—Sarah, es para ti. —JJ continuó ignorándolo, tratando de pasarle el vaso nuevamente a Sarah.
—No la quiere, puto imbécil. —espetó Topper antes de lanzar el contenido del vaso sobre JJ.
Josette, al darse cuenta de lo que iba a suceder, dejó su cerveza y se acercó un poco más. Si había algo que disfrutaba, era un buen espectáculo. Y estaba claro que este iba a ser memorable.
JJ reaccionó al instante, empujando a Topper con fuerza, quien respondió de la misma manera. El ambiente se tensó aún más cuando John B y Pope intervinieron, tratando de separarlos.
—Ya vale. —dijo John B, colocando un brazo entre ambos.
—Qué cachondo. —Topper murmuró antes de añadir, en voz alta y con desprecio: —¡Pogues de mierda!
Ese comentario fue suficiente para que John B perdiera el control. Sin pensarlo dos veces, le lanzó un puñetazo que derribó a Topper.
—¡John B! Tenemos que pasar desapercibidos. —le advirtió Pope, captando la atención de Josette, quien alzó una ceja intrigada. ¿Desde cuándo los Pogues intentaban no llamar la atención?
—¡Cariño! —Sarah intentó detener a Topper cuando este se levantó y golpeó a John B con fuerza, haciéndolo caer al agua.
—¡Chicos! ¡Chicos! ¡Calmaos! —gritó Aiden desesperado, pero nadie lo escuchaba.
—John B, no me hagas ahogarte como se ahogó tu padre.
El enfrentamiento escaló rápidamente. John B consiguió derribar a Topper de nuevo, esta vez hundiéndolo en el agua, lo que provocó una pequeña sonrisa en el rostro de Josette. Pero Topper no tardó en recuperarse, y esta vez tomó la delantera, agarrando a John B por el cuello y hundiéndolo bajo el agua sin intenciones de detenerse.
Sarah gritaba con desesperación mientras los demás miraban sin saber qué hacer. Fue entonces cuando JJ apareció, esta vez con una pistola en la mano, apuntando directamente a la cabeza de Topper.
El caos estalló. La multitud empezó a dispersarse, aterrada por la presencia del arma, mientras los hermanos Green se acercaban rápidamente a la escena.
—Sí, ya sabes lo que es. Tú verás, colega. —dijo JJ, su voz cargada de una calma peligrosa.
—Tranquilo. —intentó calmarlo Pope.
—¡Para, JJ! Baja el arma.
—¿Qué dices, princesa? —respondió JJ con su habitual descaro.
—No pasa nada. ¿Vale? Venga, tío. —replicó Topper completamente aterrado.
—¡Kie, controla al psicópata de tu amigo! —le gritó Sarah, lo cual hizo que Josette rodara los ojos. Era bastante hipócrita quejarse ahora, considerando que hacía apenas segundos Topper estaba ahogando a alguien sin remordimientos.
Finalmente, Topper soltó a John B y pasó junto a Josette, todavía alterado.
—A ver si maduras de una puta vez, Topper. —le espetó Josette con desprecio.
—¿Qué madure yo? ¡Ese loco acaba de apuntarme con una puta pistola!
—Después de que tú intentaras ahogar a su amigo. —replicó con frialdad— Debería haberte dejado un agujero en la cabeza, a ver si así espabilas.
—¡Escuchad todos! ¡Largaos de nuestra parte de la isla! —JJ, ignorando todo, disparó al cielo, dispersando a los pocos que quedaban.
—¿Estás loco? ¡Imbécil! ¿Por qué has hecho eso? —le gritó Pope, visiblemente alterado.
—Le he salvado.
—¡Idiota, lo vas a joder todo! —exclamó Aiden mientras sujetaba a su mejor amigo por el brazo.
Josette, mientras tanto, se acercó a John B, quien seguía tosiendo y luchando por respirar tras ingerir tanta agua. Sin una palabra, lo arrastró fuera del agua, asegurándose de que no fuera arrastrado por la corriente. Luego, sin mirar atrás, caminó hacia su coche, dejando a los Pogues lidiar con las consecuencias de ese desastre.
Otro día caótico en Outer Banks.
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