Mucho tiempo después...- Extra 1
Porque tenía planeado este epílogo al principio, y no quería dejarlo al aire...
(...)
―Y así termina, bueno, no realmente―.
―¿Por qué lo dices?―.
―Después de que regresáramos de Dystopia, yo fui a la universidad, tenía que hacerlo―.
―Al igual que tío Jasper, tía Charlotte y tía Piper―.
―Exacto―.
―¿Y qué pasó con papá? ¿Fue contigo?―.
Sonreí ligeramente ante el comentario de mi hijo, sabiendo que no podía mentirle si no le decía verdad; una verdad que parecía que podía doler, pero en realidad, terminó siendo la mejor de todas.
Habían pasado 13 años desde nuestro tiempo en Dystopia, de los cuales 8 años los habíamos empezado a compartir con los dos niños más adorables que una vez una mujer loca llegó a decirme que existían.
Esa mujer loca, la misma persona que ellos llamaban tía ahora.
Lucas y Heather, con dos años de diferencia.
Lucas Raymond Hart, un niño básicamente copia de Henry pero con menos años; tenía parecido en todo, desde los brillantes ojos cafés, hasta el rubio de su cabello y su forma de ser. Era bastante escalofriante la verdad, aunque eso no quitaba que lo adoráramos. Sin contar que Ray lloró por semanas cuando le dijimos que se llamaría como él.
Después, dos años después, llegó Heather Charlotte Hart. Otra copia de Henry pero con ciertos dotes míos, en la forma de ser, como se comporta y en cómo pensaba. Es muy inteligente, y ahí es cuando dudo si tuvo algo que ver haberle puesto Charlotte como su segundo nombre.
Además, de que esa niña era la niña de los ojos de Henry; demasiado adorable, tierno y hermoso, si puedo opinar.
Acaricié con cuidado la mejilla de mi hijo, a lo que él me respondió cerrando los ojos y dejándose querer, tal cual como su padre.
―No, Lucas, no fue conmigo. Luego de varios años él regresó a Swellview para ayudar a Ray con el Capi Nido, junto con...―.
―¡Chapa, Bose, Mika y Miles!―.
―Debiste heredar parte de la inteligencia de Charlotte porque ni tu padre ni yo éramos así de listos, Heather―.
Mi hija me miró con una expresión obvia —Por algo me llamo Charlotte, mamá—.
Arqueé mis cejas —Y parte de la modestia también—.
En ese momento, antes de que cualquiera pudiera decir más, la puerta de la casa se abrió de par en par, dejando ver al mismo compañero creador de estas hermosas criaturas, alzando los brazos y gritando:
—¡He llegado familia!... ¡Y no pienso volver a acompañar a Ray en una aventura por Nueva York!—.
—¡Papá!—.
—¡Papi!—.
—¡Muchos abrazos para papá!—.
Como era la costumbre de casi todos los días, Lucas y Heather corrieron a los brazos de Henry, mientras que él levantaba a ambos en sus brazos, los llenaba de besos y los abrazaba como si no hubiera un mañana.
Mi felicidad estaba plena al ver esa escena, que siempre que ocurría algo parecido, no podía evitar no sonreír, se trataba de mi familia feliz, y era tan lindo que básicamente era todo lo que quería en esta vida.
—Y un beso para la mejor mamá del mundo—.
—Quiero suponer que te refieres a mí—.
—¿Acaso hay otra mejor mamá del mundo?—.
Henry se detuvo a mi lado con los niños en brazos y me depositó un largo beso en los labios.
—¡Ewwwwwww!—.
—¡No!—.
—¡No frente a los hijos!—.
Los dos nos separamos entre risas al escuchar las quejas de nuestros hijos y se dirigió a ambos.
―Lucas, cuando encuentres a alguien y te enamores de tu mejor amiga, vas a entender que...— hizo una pausa y frunció el ceño al ver la ropa de su hijo —¿por qué Lucas está vestido de Kid Danger?―.
―Oh, sí, eso. Encontraron esto en el ático y creyó que era un dulce normal―.
Le lancé a Henry el tubo de transformación, el cuál él tomó en sus manos sin ningún problema. Como lo esperaba, pronto una sonrisa apareció en sus labios, y ese brillo volvió más a sus ojos, lo que me dio a entender, que muchos buenos flashbacks estaban pasando por su cabeza en ese momento.
―¡Eras un superhéroe, papá!― gritó Heather ―¡Kid Danger!―.
―Mamá nos contó parte de la historia y su historia― dijo Lucas ―, y usaré esto para Halloween―.
Henry soltó un suspiro, me miró a mí con una felicidad tremenda y segundos después pasó la mirada a nuestros hijos, quienes lo veían tan ilusionados y tan asombrados, pues se acababan de enterar que Henry fue una vez uno de los mejores superhéroes de la historia.
―Bueno, me alegro que mamá les haya contado nuestra historia— habló mi chico —, ¿pero acaso les contó mí historia de cómo me hice Kid Danger?―.
―Oh— subí y bajé mis cejas —, dejé la mejor parte para que tú lo hicieras―.
―¡Cuéntala!―.
―¡Vamos, papá, cuéntala!―.
Henry y yo nos dirigimos una mirada de complicidad durante varios segundos, seguido de una sonrisa enorme, para que después él los hiciera sentarse en el suelo de la sala, a la vez que él se sentaba en uno de los sillones.
―Bueno queridos hijos míos― comenzó ―: eso sólo pasó...―.
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