Capítulo 4
Sábado
Narrador Omnisciente
Música de rock a todo el volumen posible, luces prendiendo y apagando, latas de bebidas energizantes por todo el suelo al igual que en la mesa que había dentro, vasos de café compartiendo el lugar con las latas, sobres de pastillas de cafeína, envolturas de dulces, todo lo necesario para que una persona no durmiera por más de tres días, con Ray y Henry acostados en las sillas que estaban dentro de la camioneta de vigilancia, durmiendo.
–¡Estoy despierto! ¡estoy despierto!–.
Henry se removió en su asiento soltando las latas que tenía en la mano, apagó la música al igual que las luces, y lanzó un vaso vació de café, que le dio a Ray en la cara, logrando que este se despertara.
–¿Qué? ¿Hmm?–.
Henry bostezó –creo que nos volvimos a quedar dormidos, viejo–.
–Wow– contestó Ray –todo ese enojo en serio nos dejó muertos–.
–Si–.
–Hey, revisa si el paquete sigue ahí–.
–Oh si–.
Él chico buscó entre la mesa los binoculares que tenían para poder ver a lo lejos la casa de Henry, pero en lugar de tomar los binoculares, agarró dos latas vacías de bebida energizante. Al darse cuenta de eso, y que no podía ver nada a través de ellos, soltó las latas para desuses tomar los binoculares.
–El paquete...– empezó a decir –... ¡sigue ahí!–.
–¡Si! ¡Si!– celebró Ray –somos muy buenos en esto–.
Algo un tanto difícil de creer.
En su media celebración, ya que todavía seguían un poco adormilados, una persona abrió la puerta trasera de la camioneta, dando paso a toda la luz del medio día, deslumbrando los ojos de ambos.
–¡Ohhhhhhh!– se quejó Ray.
–¡Cierra la puerta, viejo!– gritó Henry.
Un chico desconocido entró a la camioneta con un sujetapapeles en la mano, y una caja pequeña debajo de su brazo.
–Tengo una entrega para: dos chicos increíbles en una camioneta– habló él tipo.
–Esos somos nosotros–.
–Whazzzzzzup...–.
Ray tomó el sujetapapeles –estás en la camioneta correcta, mi amigo–.
–¿Quieres quedarte un rato?– preguntó Henry.
–No– respondió él otro.
–Okay–.
–Aquí tienes– Ray le entregó el sujetapapeles.
–Cierra esa puerta cuando salgas–.
Él chico salió de la camioneta, haciendo caso a las órdenes de Henry cerró la puerta detrás de él, causando ese sombrío ambiente que tenían antes de que llegara.
–Me agrada ese chico– soltó Ray.
–Se veía cool– siguió Henry –¿qué hay en el paquete?–.
Ray sostuvo la tapa de la caja, y no siendo para nada cauteloso o sin siquiera preocuparse por el contenido de esta, la quitó de golpe.
Todo ocurrió en menos de dos segundos, un destello de luz se escuchó al momento en el que quitó la tapa, sonido que venía con el contenido. Glitter estalló por toda la camioneta de vigilancia, cubriendo todo lo que estaba a su paso, incluyendo a Ray y Henry, que gozaban del resplandeciente material, sarcasmo.
–¿Era nuestra bomba de glitter?– preguntó Henry con mirada nula.
–¿La que fue robada ayer?– respondió Ray de la misma manera.
Henry asintió –si–.
–Sip–.
–Entonces ¿él era...?–.
–¿Él ladrón de paquetes?– completó Ray –si–.
–Si– Henry arrugó la nariz –¡estoy enojado!–.
–¡Yo también estoy enojado!–.
–¡Ya no me cae bien ese tipo!–.
–¡Si! ¡Ese tipo no era nada cool!– Ray se miró frustrado –¡aaahhhh!–
Cayeron en su propia trampa.
...
P.O.V____
Hoy era el día, después de varios meses sin ver sus rostros, después de meses tras haberme querido llevar de regreso con ellos, meses de querer llevarme con ella porque se sentía culpable de haberme dejado en Swellview, hoy era sábado, hoy, vería a mis padres.
Salí de mi casa lo más pronto que pude en la mañana para evitar las miradas y palabras de mi abuela diciéndome que debía estar temprano ahí a la espera de su llegada, no obstante eso no la detuvo en estarme mandando todo el día mensajes de texto con el mismo marco en diferentes palabras:
"____, tienes que estar aquí temprano".
"Tienes que estar en casa cuando lleguen tus padres".
"Pide permiso para salir antes".
"Es una tienda de basura, es obvio que puedes salirte antes".
"Debes estar aquí antes de las 8PM".
Por obvias razones los ignoré sin que ella se diera cuenta, fingiendo que no había leído ningún mensaje durante todo el día, quiero decir, mi plan era decirle que no los había recibido, algo cruel, pero es que no quería estar.
En fin, eran las 5:30PM, me encontraba en Junk N' Stuff sentada en la silla del mostrador, ya que Jasper seguía dentro de la caja en el pórtico de Henry, y me tocaba cubrirlo, revisando mi teléfono pues no había nada más interesante que hacer; no entraban clientes, Charlotte y Schwoz estaban abajo, nada de Capitán Man o Kid Danger, aburrimiento puro.
Pasaba por unos videos nuevos de Double G anunciando su nuevo álbum, cuando caí en la cuenta de que no había ninguna señal de Ray y Henry desde ayer que se fueron con Jasper en la caja.
Rápidamente me salí la aplicación en donde estaba navegando, y fui a la de mensajes, ignorando los de mi abuela, obviamente. Abrí el chat de Henry, escribí un pequeño texto preguntándole si todo estaba bien para al final simplemente mandarlo. Tan simple como suena.
Miraba la pantalla esperando por alguna razón alguna respuesta rápida de su parte, aún sabiendo que no lo haría, cuando de la nada, sentí un agudo dolor en mi ante brazo derecho que me hizo gritar de lo fuerte que estuvo.
–¡SI NO ES VERDE ES PELLIZCO!–.
–¡OUCH!– grité mientras me bajaba de la silla y giraba para ver de quien se trataba –¿Qué rayos, Schwoz?–.
–Es "Día del Aguacate"– respondió tranquilo –si no usas verde recibes pellizcos–.
Lo miré confundida –¿qué no eso es Día de San Patricio?–.
–¿Qué?–.
Rodeé los ojos –olvídalo ¿has escuchado algo de Ray y Henry?–.
–No, no desde ayer–.
Hice una mueca con mi boca y regresé la mirada a mi teléfono. Se me había echo un poco extraño que no se reportaran ya que siempre lo hacían aunque sea con una mínima palabra, y es que por más que fuera verídico el hecho de que se habían quedado dormidos por segunda vez, ya era lo suficientemente tarde como para que dieran señal de vida.
En mi intento de atraer la contestación de Henry con la mirada, ya que, bueno, lo único que hacía en este momento era quedarme viendo su chat esperando la notificación esperando a que llegara, Charlotte apareció por la puerta que prevenía de la parte de atrás, con su teléfono en mano y la mirada perdida en este.
–¿Ray y Henry?– asintió –¿no hay señal de ellos?– negó –¡rayos!–.
Al menos ahora no era la única preocupada. Volví la vista a mi teléfono, en el preciso momento el que se escuchó otro gritó de dolor, solo que ahora venía de mi amiga.
–¡¿Qué te pasa, Schwoz?!– se quejó ella.
–Si no es verde pellizco– contestó Schwoz con una sonrisa cínica –es Día del Aguacate–.
–¿Qué?–.
–Día del Aguacate– siguió hablando como si fuera lo más normal del mundo –si no usas verde, te pellizcan–.
Charlotte rodó los ojos –eso es Día de San Patricio–.
Chasqueé los dedos señalándola –¿verdad?–.
–¿Qué rayos es... Dí...a d...e Sa...n Pa...tri...ci...o?–
La forma en la que Schwoz hablaba pausado, tratando de pronunciar las palabras como si fuera un niño pequeño, debido a que solo decía las cosas en su acento y según él "eran difíciles de pronunciar" siempre me hacía el día.
Aunque debo admitir que nunca había escuchado nada como Día del Aguacate, en ningún lado o algo por el estilo, ni siquiera en San Diego o en alguna parte del mundo, sinceramente pensaba que era algo tonto celebrar a una fruta, pero al parecer era algo enorme para la gente... huh.
Henryway, la puerta de Junk N' Stuff se abrió de golpe, lo que ocasionó que yo abriera mis ojos sorprendida cuando vi lo que pasaba por esta, y unas enormes ganas de estallar a risas aparecieran en mi interior.
–¡Nunca van a creer lo que nos pasó!– exclamó Ray.
–Un unicornio te vomitó encima– le respondí burlona, recibiendo una mala mirada de su parte.
Alcé los brazos en señal de "lo siento". Jeez, ya no tiene sentido del humor.
Charlotte los miró sin ninguna expresión, y como era de esperarse, comenzó a abrir la boca para soltar su inteligente y sabia respuesta.
–Se volvieron a quedar dormidos, luego él ladrón de paquetes les entregó la bomba de glitter en la camioneta de vigilancia y la abrieron sin darse cuenta de lo que era y ahora, como dijo ____, parece que un unicornio les vomitó encima–.
Por más extraño que sonara, las caras de Ray y Henry indicaban que las palabras de Charlotte no decían nada más que la verdad. Henry pasó su lengua por su mejilla interna, mientras que Ray solo se quedaba ahí como tonto.
–No...– decía Ray tratando de no darle la razón.
–Tal vez...– soltó Henry de la misma forma.
–También vimos un perro–.
–¿Por qué siempre tienes que ser tan inteligente?–.
Detrás de ellos pude notar como Schwoz se posicionaba cuidadosa y sigilosamente detrás de ellos dos, con todavía la sonrisa cínica en su rostro, dispuesto a hacer sin ninguna duda lo que nos había hecho a Charlotte y a mí hace tan solo unos momentos.
–¡Si no es verde pellizco!– pellizcó a Ray.
–¡Ouch!– Ray cambió su expresión de enojo a una sonrisa de un momento a otro y asintió ligeramente –¿es... es Día del Aguacate?–.
Schwoz asintió –¡si!–.
–Vaya, se me olvida cada año–.
–Okay ¿qué es Día del Aguacate?– preguntó Henry desconcertado.
–¡Si no es verde pellizco!– esta vez Ray pellizcó a Henry.
–¡Ow!– se quejó él –¡¿qué te pasa, Ray?!–.
–Es Día del Aguacate, no estás usando verde, te pellizcan–.
–Pero ese es Día de San Patricio– dijo Henry.
Levanté los brazos en el aire –¡gracias!–.
–¡DEJEN DE INVENTAR FESTIVIDADES!– gritó Ray, volviendo a su enojo –tenemos que atrapar a ese ladrón de paquetes de una vez por todas–.
–Tienes razón, tienes razón...–.
Dos días, dos largos días habían pasado desde que recibieron esa llamada en la Capi Cueva, dos días, y en esos dos días, lo único que habían hecho bien era dormir, por muy terrible que sonara era la realidad de lo que ocurría.
–Paso uno, no quedarse dormidos– dije mientras salía del mostrados y caminaba a donde ellos.
En ese momento, al segundo en el que terminé mi oración, Ray estornudó tan fuerte a propósito, llenando a Charlotte de brillos.
–¡EWWWWW!–.
–Me gusta como piensas, ____– me sonrió Henry.
–Es perfecto– concordó Ray –ahora, después de eso, si queremos atrapar al ladrón de paquetes, debemos pensar como un ladrón de paquetes–.
–Comenzamos nosotros a robar los paquetes– soltó Henry.
Negué –oigan...–.
–Me encanta– fui ignorada –le podemos gasolina a la camioneta...–.
–Oigan...–.
–Calentamos un poco de leche– ignorada de nuevo –y ¡vámonos!–.
Ray y Henry chocaron los cinco, para después encaminarse a la salida de Junk N' Stuff, con su nuevo y terrible plan, que estaba segura solo les funcionaría para meterse en problemas.
Usualmente Henry me escucharía en estos casos, pues a veces era la única a la que hacía caso por obvias razones, sin embargo su decisión de no hacerlo esta vez se debía a que estaba cautivado por la estupidez de Ray, cosa que no sucedía muy a menudo.
–¡Oigan!– grité desesperada.
–¡Espera!–.
–¿Qué pasa, viejo?– le preguntó Henry a Ray.
Ignorándome.
–Tengo una mejor idea– habló Ray.
–Te escucho–.
Puse mis dedos en el puente de mi nariz y cerré los ojos preparándome para la terrible respuesta que daría este.
–Bajamos a la Capi Cueva– empezó a decir –tomamos la maceta de oro de Schwoz–.
–Espera ¿qué?–.
–La maceta de oro de Schwoz– contestó –la dejamos afuera de la tienda como carnada...–.
–¿Schwoz tiene una maceta de oro?– interrumpió Henry.
Schwoz soltó un bufido –una maceta de oro, no soy un duende ¿por que tendría una maceta de oro?–.
Como lo esperaba, esa había sido una de las miles terribles ideas que se le habían ocurrido a Ray en mi transcurso de tiempo en la Capi Cueva ¿Una maceta de oro? Quien rayos tiene una maceta de oro, aunque Schwoz parecía una persona portadora de ella, no creo que sea algo lo suficientemente legítimo.
–La tiene– sonrió Ray orgulloso.
–¡No puedes tener mi maceta de oro!–.
Sin más que decir, Schwoz salió corriendo con dirección a la parte trasera de la tienda, dejándome con más dudas de las que ya tenía, cuestionándome sobre todo lo que creía saber de ellos.
–La tendremos– dijo Ray en un susurro.
Desesperada al no ser escuchada por los chicos, di un paso al frente firme, y me paré en medio de ambos.
–Oigan, pueden por favor escucharme...–.
–Okay, entonces tomamos la maceta de oro de Schwoz, tal vez ponerle algunos cables eléctricos...–.
Pero fue por completo en vano.
–Calentamos leche, esperamos a que el ladrón de paquetes aparezca...–.
Henry movió sus manos de una manera extraña –hacer un poco de meditación, entrar en la zona–.
–Okay, okay–.
Para no hacer cuento largo, los dos de un momento a otro comenzaron a hablar sobre música de ballenas, al mismo tiempo que hacían ruidos como si fueran estas, haciendo que entrara en un poco de quicio, pues a pesar de estar desesperada porque no escuchaban, la forma en la que se comportaban era demasiado inmadura.
Cuando creí ya no poder más, estando a punto de explotar, solté un suspiro resignada, mordí la punta de mi lengua para no caer en la locura para al final...
–¡OIGAN!– gritar, logrando que por fin se callaran –¡les he estado gritando casi cinco minutos!... ¡escúchenme!–.
Todos los presentes incluida Charlotte, me miraban sorprendidos por la forma en la que actué, y es que normalmente yo era la tranquila cuando se trataba de estas cosas y Char la que perdía la cordura.
–Charlotte tuvo una idea ayer en la tarde–.
–¡Oh si!– exclamó mi amiga –gracias por recordarme–.
Alcé las cejas y arrugué mis labios –de nada–.
–Subí un anuncio ayer en línea que decía que ahora Junk N' Stuff compraba cosas–.
–¿Y?– cuestionó Henry.
–El anuncio decía que compraríamos cosas, pagaríamos por ellas y no preguntaríamos de donde salieron–.
Después de que Ray y Henry se fueran con Jasper de vuelta a su súper vigilancia, nótese el sarcasmo, Charlotte tuvo una de sus brillantes ideas que fue poner el anuncio en línea, algo simple, pero que ayudaría en caso de que los otros dos se quedaran dormidos... por tercera vez consecutiva.
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