Capítulo 38
Tal y como lo había prometido, y así lo estaba haciendo, al ser un sábado en la madrugada indicaba que al día siguiente no había escuela por las razones más obvias y existentes, y aunque no acostumbrara a levantarme temprano un fin de semana como este, varias veces lo hacía debido a que Ray solicitaba entrar a la Capi Cueva incluso en fin de semana temprano.
Sin embargo, este día al despertarme a las 5AM para ir a visitar a mi novio, tomé mi teléfono para apagar la alarma, y al encenderlo vi que tenía por lo menos 100 mensajes de él diciendo que no fuera a donde se supone que ellos estaban custodiando la EnvyGram Wall y que corriera a la Capi Cueva lo más pronto posible ya que había una emergencia.
Pero claro, así como la buena adolescente que era, al igual que por la hora, mis ojos se cerraban a la vez que terminaba de leer los mensajes de Henry, quedando por completo dormida en menos de 2 minutos sin darme cuenta.
...
–¡RAYOS!–.
Abrí mis ojos de par en par al mismo tiempo en el que me sentaba en mi cama, con la adrelina de haberme quedado dormida hace algunas horas, busqué mi teléfono entre las cobijas y cuando lo encontré, lo encendí de inmediato.
9:08AM, cuatro horas de haberme dormido desde que Henry me había escrito para la supuesta emergencia y es que ahora no solamente tenía más mensajes, si no que también eran llamadas perdidas, algo definitivamente había pasado... y diciéndolo como alguien que vive en Swellview y trabaja con los superhéroes, algo siempre pasaba.
Busqué el número de Henry en mis contactos para llamarlo y de cierta forma asegurarme de que si nada estaba bien, por lo menos controlado, pero tal y como lo esperaba fue directo a buzón de voz con el mensaje: "El usuario no se encuentra disponible o se encuentra en otra llamada".
–No, no, no, no, no– me repetía a mí misma –tonta, tonta, cómo rayos pude haberme quedado dormida–.
Me levanté de mi cama lo más rápido que pude, tomé ropa que había en el suelo de mi clóset sin fijarme exactamente lo que era y sin necesidad de ducharme porque lo había hecho una noche antes, me cambié, lavé mis dientes, cepillé mi cabello, tomé mi teléfono y salí lo más rápido que pude de mi habitación.
Ignorando los gritos de Max, mi abuela, abuelo, e Ian que por alguna razón había volado desde Nueva York, corrí de mi casa hasta el callejón detrás de esta donde se encontraba el tubo. Sin analizar la situación, me adentré dentro de este.
La luz debajo de mis pes indicando que cada vez estaba más cerca de la Capi Cueva se hacia presente conforme el tiempo pasaba, hasta que de un momento a otro el tubo transparente bajó por mi cuerpo y sentí el impacto debajo de mis pies que indicaba que había llegado.
–¡SCHWOZ!– grité a la vez que salía corriendo –¡SCHWOZ!–.
–Oh, buenos días, ____–.
–¡¿Tienes llamadas perdidas de Henry o Ray?!–.
Ahí estaba, Schwoz despreocupado en la mañana, con una bata de dormir, una taza en sus manos, usando la máquina de café que hacía figuras de cualquier cosa, incluso podía escanear tu cara si lo querías y hacerlo un dibujo... ¡PERO ESE NO ERA EL PUNTO!
Él asintió –muchas– respondió de forma irrelevante.
–Dime por favor que las contestaste–.
Negó rápidamente –estaba haciendo mi cara en un café, no puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo– guiñó un ojo –hora de beber mi cara–.
Esto tenía que ser una broma. Froté mi cara entre mis manos desesperada, estábamos en una situación de emergencia, nadie contestaba a Henry, nadie sabía exactamente que era lo que pasaba y desde esa vez me maldigo todos mis días por haberme quedado dormida.
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De repente, entre mis maldigos a mi misma y las intenciones de no querer hacer nada más y a la vez querer hacer mucho, mi teléfono comenzó a sonar y después de tanto tiempo, el nombre de Henry volvió a aparecer en la pantalla, me estaba llamando. Rápidamente deslicé el botón para contestar.
–¡HEN!– grité al momento de responder –¿qué pasa? Me quedé dormida lo siento...–.
–No fue tu culpa, no debí pedirte venir en la madrugada en un sábado, no era tu problema–.
Fruncí el ceño confundida –¿okay? ¿Gracias? Supongo–.
–Te amo de todas formas– dijo nervioso –pero ahora tenemos un problema grande ¿estás en la Capi Cueva?–.
–Sí, aquí estoy–.
–Pon el alta voz, Schwoz debe escuchar esto–.
–De acuerdo– hice lo que me pidió, me encaminé hasta el sillón giratorio y me senté frente a Schwoz dejando el teléfono sobre la mesa –listo–.
–Ray accidentalmente destruyó la EnvyGram Wall hace unas horas–.
Abrí mis ojos sorprendida –¿¡qué?!–.
Schwoz río –sí, eso lo venía venir–.
–Sí, bueno, hay varios EnvyGrammers aquí listos para tomarse una foto frente a un mural que no existe–.
Schwoz volvió a reírse –eso también lo veía venir–.
–Y el mismo pájaro se hizo del baño en la boca de Ray, otra vez–.
Como era de esperarse, Schwoz y yo soltamos una carcajada enorme que logró quitar toda la energía negativa de que era una emergencia, tenía que ser el colmo que eso sucedería, aunque conociendo a Ray, era más probable a que pasara a que no pasara, seguía siendo muy gracioso y divertido.
–¡Eso no lo veía venir!– dije entre risas.
Henry río de forma burlona –sí, tampoco Ray... no, pero en serio, no le está yendo bien–.
Del otro lado de la llamada, se escuchaba, dos cosas bastante curiosas, la primera a una persona como si estuviera vomitando y la segunda un láser, prefería no hacer preguntas.
–Como sea– siguió hablando Henry –Ray arruinó algo y necesitamos que lo arregles, Schwoz–.
Di un bufido –al igual que siempre–.
–¡Schwoz, Schwoz! ¡Debes ayudarme, amigo!– Ray ahora tenía el teléfono.
–Sí lo sé–.
–Si se enteran que destruí el EnvyGram Wall...– hizo una pausa –perderé mi trabajo en la Mom Con, así como cualquier razón para vivir ¿me entiendes?–.
Rodeé los ojos por fastidio al igual que Schwoz.
–Relájate, amigo– le contestó este último –no hay necesidad de que atrapes popo con tu boca sobre esto–.
Schwoz, Henry y yo volvimos a reírnos por el comentario, dejando en claro, y aunque y amo estuviera, que esto iba a durar más de lo que debería, así como cuando Henry dijo que era el Ensuciador de Juegos. Insuperable por completo.
–¡Sólo ayúdame!–.
–¿Tienen un plan?– preguntó Henry.
–Schwoz siempre tiene un plan– respondí –¿verdad, verdad Schwoz?–.
Este rodó los ojos y suspiró –Tengo un plan–.
–Genial, te amo ____, click–.
–Yo más, click–.
Sin más que decir, la llamada con Henry terminó, dejé mi teléfono aún sobre la mesa y alcé mi mirada a Schwoz, que todo este tiempo se encontraba comiendo un enorme plato de panqueques con fruta mientras tomaba su café, lo que me llevó a caer en la cuenta de que no había desayunado.
–Es cierto cuando dijiste que tenías un plan ¿verdad?–.
–Siempre tengo un plan, ____, conozco a Ray, la probabilidad de que no arruine algo es muy baja, tuve el plan desde que dijo que iría como seguridad–.
Asentí –bien pensado–.
Y aquí estábamos, salvando el pellejo de Ray como solíamos hacerlo todas las veces. Desde que descubrí el secreto me había dado cuenta hacíamos esto por lo menos una vez a la semana y en especial por alguna razón los sábados, era una rutina.
Ray y Henry tenían algo como Capitán Man y Kid Danger, Ray arruinaba la misión de alguna forma, Schwoz venía con algún plan, Charlotte era el otro cerebro detrás, yo ayudaba a Schwoz o Charlotte, y Jasper era quien decía las cosas sin sentido pero de cierta manera también ayudaba.
Estábamos en la Capi Cueva tratando de solucionar la situación. Char hacía una réplica exacta del EnvyGram Wall en miniatura, Schwoz preparaba un nuevo dispositivo, yo lo ayudaba a conectar tubos mientras que tenía a Henry en el teléfono y Jasper rondaba por toda la habitación.
–Okay ¿cuál es el plan?– preguntaba mi novio por el teléfono –no puedo hacer que estos influencers sigan enseñándole a Ray como tomar la selfie perfecta–.
Suspiré –bien, de acuerdo con Schwoz, el primer paso es ir detrás de la cortina con el súper succionador y deshacernos de los restos del antiguo mural–.
–Ruido–.
–Una vez que Jasper haga eso, Schwoz va a poner la versión en miniatura del muro en el lugar y usar el Gro-Bro-3000–.
–¿Qué hace el Gro-Bro-3000?–.
–Hace que las cosas crezcan–.
Frente a nosotros, Jasper puso un osito de goma sobre una mesa para tomar muestras, y con Schwoz dirigiendo su artefacto a esta, del Gro-Bro-3000 salió un rayo láser que comenzó a hacer que el pequeño pedazo de dulce empezara a crecer... y crecer... y crecer... y crecer... hasta hacerse un osito de goma gigante.
Jasper abrió la boca, se acercó a la gomita y lo abrazó.
–Dulce, nos vemos aquí, te...–.
–En realidad– lo interrumpí antes de que pudiera terminar –puede que tardemos un poco, Charlotte necesita tiempo para recrear el alce de mantequilla de mariposa del mural–.
De la nada, el grito de una niña al otro lado de la línea telefónica se escuchó por tan fuerte que todos volteamos a ver mi teléfono confundidos, seguido de eso comenzó a escucharse música aún más fuerte y una multitud que gritaba... ¿Hashtag Booshdag?
"¡Hashtag Booshdag, ya viene!" era Piper.
–¿Qué?–.
"¡Hashtag Booshdag!".
–¿Estás diciendo palabras?–.
"Es el EnvyGrammer más famoso del mundo, tiene 200,000 millones de seguidores y viene ahora a tomarse una foto frente al Muro que Ray destruyó".
Eso era un problema.
–Deben apurarse– dijo Henry regresando a la llamada –te amo, click–.
–Te amo más, click–.
Guardé el teléfono en mi pantalón para después caminar hasta el sillón giratorio, donde Charlotte seguía dibujando la réplica del mural, que por lo que pude observar, ya que era miniatura, estaba quedando exactamente igual, solo espero que no se note tanto la diferencia, ella estaba haciendo un gran trabajo.
–Hey, tenemos que irnos–.
–Aún necesito tiempo para terminar esta cosa– respondió ella.
Negué rápidamente –nope, nope, tenemos que irnos ahora–.
–¿Por qué?– preguntó extrañada.
–Porque Hashtag Booshdag está llegando al muro y quiere tomarse una foto frente a este, y el muro no existe–.
Charlotte frunció el ceño –¿quién?–.
Alcé las manos –no me preguntes, ni yo sé, pero suena importante, tenemos que irnos, ya–.
–Bien, bien– decía levantándose del sillón.
–Genial, ¡Schwoz! ¡Jasp...!–.
Una expresión nula apareció en mi cara justo en el segundo en el que vi a Jasper, y es que cosa tan extraña pero la gomita gigante había desaparecido, mi amigo tenía la boca cubierta de azúcar roja y entre sus manos lo que aparentaba ser la oreja del osito que antes existía.
Parpadeé varias veces –Jasper ¿acaso...?–.
–¿Te comiste toda la gomita gigante?– siguió Charlotte.
Jasper asintió –voy a vomitar–.
Relamí mis labios y mordí el inferior de estos. Oh jeez.
–Ten hazlo en el súper succionador– Schwoz le extendió la boca de la aspiradora.
Fue de esa manera como él chico puso su boca en la aspiradora y tal y como lo esperábamos, esta comenzó a succionar todo el vomito rojo que había causado la gomita; de la misma manera como aquel día en el que casi me quedo sin mejor amiga gracias a esa cosa... y a Henry... y Jasper por golpearla.
–¿Mejor?– él asintió tocando su estómago –bien, tenemos que irnos–.
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