Capítulo 31
Habíamos regresado a la Capi Cueva después del fallido intento de entrar al Salón de los Magos, Ray estaba demasiado enojado, todo porque Tatiana había jugado dos veces con él , y más que nada, por le simple hecho de que tenía que admitir que se había equivocado, algo que todos sabemos jamás funcionaba con Ray o algo por el estilo.
Así que ahora que habíamos vuelto a la Capi Cueva, nos encontrábamos buscando una solución para poder entrar al Salón de los Magos, y eso era intentar hacer varios trucos de magia que nos lo permitiera.
Estaba sentada en el sillón giratorio con un mazo de cartas tratando de hacer el truco que Mysterio hizo, mientras que Henry a mi lado izquierdo trataba de hacer el truco con los vasos y seguir una pelota, a mi derecha estaba Charlotte metía un pañuelo de metros por su chaqueta para sacarlo, Schwoz a su lado intentado hacer el truco de despegar los aros de metal que siempre estaban juntos, y por último Ray, que se encontraba en la computadora buscando lo que sólo él pudiera entender.
Pero así como a mí no me salía el truco de las cartas, o tan siquiera alguno que se pareciera, a mis demás amigos tampoco les salía su propio truco, tanto así que comenzábamos a entrar en la desesperación y la locura.
–Esto es tonto– dijo Henry soltando los vasos en la mesa –jamás aprenderemos a hacer un truco de magia de la noche a la mañana–.
–El truco de un buen truco de magia es la ilusión, Hen– le respondí.
–Así como la que tu tienes sobre mí–.
Alcé la vista para mirarlo directo a los ojos y le sonreí.
–¿Qué?– preguntó de la misma manera sabiendo lo que causó en mí.
Henry podía ser él chico más romántico del país cuando se lo proponía, tenía todas las palabras que una persona enamorada estaba dispuesta a decirle a su enamorado, él era la clase de novio que jamás se cansaría de decirte todos los días lo linda que eres sin pedírselo, se te quedaría viendo para admirarte nada más porque lo hace sentir bien. Henry era esa clase de novio, y más que nada era mí novio.
Me acerqué un poco a Henry aún sin borrar la sonrisa de mi rostro, y le planté un corto beso en los labios, que para ser sinceros, además de ser la cosa más obvia que uno pudo haber esperado, sus ojos reflejaban sorpresa, no se lo esperaba.
–Te amo–.
–Yo te amo más– contestó.
"Awwwwww".
Y en el intento de seguir en nuestra burbuja de amor, donde solo existíamos él y yo, escuchamos frente a nosotros a Schwoz exclamar con ternura mientras nos miraba y soltaba bastantes lágrimas. A la vez que Charlotte tenía la misma expresión que él, con la excepción de que cuando Schwoz comenzó a soltar sollozos pesados con llanto y varios gritos incluidos, lo miró extrañada, al igual que nosotros.
–¿Estás... estás bien?– le pregunté.
–El amor adolescente es tan lindo, siempre me pone sentimental– Schwoz sonó su nariz –me recuerda a la novia de mi primo Larry cuando eran adolescentes, que tenía cabello saliendo de...–.
–¡AAAHHHH, Nah, nah, nah, nah, nah!– exclamó Henry haciéndolo parar.
–¡Mucha información!– Charlotte.
–¡No quiero involucrarme!– terminé yo.
Tras el pequeño intento de Schwoz de comenzar a contar una historia, Henry y yo volvimos a nuestras posiciones originales para así seguir aprendiendo a por lo menos causar un poco de ilusión al momento de hacer algún truco de magia, los cuales cada para ser sinceros, cada vez más sentía que era un fraude.
Al parecer todos estábamos involucrados y con interés en recuperar la Declaración de Independencia, todos con excepción de Ray, que seguía en la computadora haciendo cosas que solamente él podía entender.
–¡Ray!– Henry lo llamó –sal de la computadora y comienza a aprender un truco de magia–.
–No– contestó él sin despegar su vista de la computadora, al igual que sin un toque de interés.
Lo miré confundida –Ray, tienes que hacer un truco de magia para entrar al Salón de los Magos–.
–Bueno, vamos a aprender millones de trucos de magia en este...– golpeó un botón con fuerza –¡campamento de magia que acabo de encontrar!–.
–¡BIEN HECHO VIEJO!– gritó Henry felicitándolo a la vez que lo señalaba.
Miré la computadora un tanto curiosa por lo que Ray había encontrado, y en efecto así lo era, la pantalla mostraba la imagen anunciando un campamento de magia y muchas cosas más, el cual no era para nada una mala idea, si es que queríamos alguna vez en nuestras vidas aprender magia, sin embargo, no había tiempo que podíamos perder, y menos ahora.
–¡Sí!– sonrió Ray –comienza mañana y cuesta... 18,000 dólares–.
–¿Qué?– preguntó Henry incrédulo –no voy a pagar 18,000 dólares por aprender un truco de magia–.
–Bueno no sólo es magia, el sitio web dice que haremos amigos, haremos arquería... ¡Oh! Hay un baile al final con el campamento de chicas al otro lado del lago–.
–No iremos al campamento de magia, viejo–.
Ray se levantó enojado de la silla –¿¡Pues entonces cómo se supone que entraremos al Salón de los Magos?! No puedo hacer trucos de cartas, no puedo hacer desaparecer a Schwoz, créeme ya lo intenté–.
Schwoz dio un grito ahogado indignado –¿qué?–.
–No puedo hacer que los objetos leviten mágicamente con mi mente–.
Ray hizo un movimiento extraño con sus manos mientras apuntaba a varias herramientas que Schwoz tenía en una repisa, las cuales se alzaron en el aire por arte de magia. Abrí mi boca al momento de presenciar lo que mis ojos observaban ¡MAGIA!
–¡AH!– gritó Ray –¡no puedo ser! ¡Soy mágico!–.
–¡¿Qué está pasando?!– grité sorprendida.
–¡Eres mágico! ¡Esto lo cambia todo!– siguió Henry.
–¡No puede ser!– Charlotte.
–¡Hazlo otra vez!–.
–¡Veré si puedo hacer desaparecer a Schwoz!–.
Y así como hace unos segundos, Ray señaló a Schwoz con una de sus manos, mientras con la otra hacía ademanes como si estuviera controlando las cosas con la mente, y es que después de lo que pasó cuando en realidad nos dimos de cuenta de que si podía hacer magia, asustó al tipo que arreglaba todo, logrando que este saltara, diera varios gritos y se escondiera detrás del sillón giratorio.
"¡AAAAAAAAHHHHHHHHHHH!" gritábamos todos al mismo tiempo.
Pero de un momento a otro, las herramientas que Ray estaba levantando en el aire, volaron a toda velocidad hasta él, una lo golpeó en la cabeza y lo hizo caer fuerte contra el suelo.
"¡Wooooooow!", "¡Bien!", "¡Buen truco!", "¡Comedia física!", "¡Payasadas, me encanta!" aplaudíamos los presentes ante el grandioso truco de Ray.
–¡Yo no hice eso!– gritó él mientras se levantaba del suelo enojado.
Encogí mis hombros –entonces ¿quién lo hizo?–.
"Yo te daré una pista".
Habló la voz ajena de un hombre a la de cualquiera de los cinco. Causando que gritáramos ante eso; habíamos gritado mucho por sorpresa hoy.
–¡AHHHH!– Henry tomó mis hombros poniéndose detrás de mí para protegerse.
–¿En serio?– le pregunté.
"Es guapo, invisible y no está usando pantalones" volvió a hablar la voz.
–Ewwwww–.
–Pruébalo– retó Schwoz.
Miré a mi alrededor tratando de encontrar a la persona que estuviera hablando, sin embargo, lo único que estaba presente que podía decir palabras éramos Henry, Charlotte, Ray, Schwoz y yo, a menos que él último mencionado haya inventado otra computadora parlante inteligente... no era posible.
Ray movió sus brazos en el aire –¿Brad Invisible? ¿Eres tú?–.
"Claro que lo es" respondió.
Aquella respuesta hizo que mis amigos soltaran varios gruñidos llenos de fastidio, así que logró que Henry soltara mis brazos y rascara su nuca. Los observé confundida de un lado a otro, para ser sinceros, no comprendía nada, aunque de cierta forma el nombre me era algo familiar.
–No puedes aparecerte en la Capi Cueva así de la nada, Brad– dijo Ray.
"Sí, si puedo".
–¿Quién es Brad?–.
"¡AH!".
Los cuatro que nos encontrábamos sentados en el sillón giratorio, nos volteamos sobresaltados hacia la computadora por la reciente aparición de Piper, que habló y llegó de la nada, el cual nos asustó... por segunda vez... era un día difícil, lleno de ilusiones y todo este ambiente de la magia, causaba algo.
–¿Piper?– preguntó Henry –¿qué estás haciendo aquí?–.
–Solo preparé una taza de café– contestó despreocupada –me ayuda a pasar la jornada laboral–.
–TÚ. NO. TRABAJAS. AQU...– empezó a decir Ray.
–¿Quién es Brad?– pero Piper lo interrumpió.
–Brad Invisible– respondió mi novio –un tipo random que se volvió invisible por culpa de Ray–.
¡Claro! Brad Invisible, Charlotte y Henry me contaron sobre él un día en la escuela, al inicio del año pasado. Un tipo bastante loco que llega a la Capi Cueva de vez en cuando, en realidad cuando se le place, hace de las suyas siempre por lo que pude entender; nadie sabe realmente como se ve ya que bueno... es invisible... por culpa de Ray.
Henry pasó su brazo por mis hombros atrayéndome hacia él.
Ladeé mi cabeza –esperen ¿qué no estuvo aquí hace algunas temporadas?–.
–Sí– Charlotte rascó su frente –era verano–.
Chasqueé los dedos señalándola, indicación de que le estaba dando la razón.
–¡No fue mi culpa que se hiciera invisible!–.
"¡Demasiada culpa!" soltó Brad.
–¡Cállate Brad!–.
Char suspiró –se aparece cada vez que quiere, la última vez que estuvo aquí trató de enterrar vivos a Ray y Henry–.
Brad soltó una carcajada "¡oh sí! ¡eso fue gracioso!".
De la nada, mi novio se quedó mirando a la cuarta pared de la Capi Cueva, dejó la mirada perdida por lo menos 30 segundos, lo que me hacía pensar que estaba recordando aquel momento en el que Brad los enterró vivos.
Recuerdo haber estado ahí cuando sucedió eso, quiero decir, no ahí en dentro de la tumba con ellos dos, si no cuando tuvimos que ir a recatar a Ray y Henry del cementerio, junto con Piper y Jasper, solo que en ese entonces no sabía que ellos dos eran Capitán Man y Kid Danger... wow, parece que fue hace siglos.
–Sí, no fue gracioso Brad– habló Henry –pude haber muerto–.
–¡Te odio demasiado!– gritó Ray.
–Bueno ¿qué haces aquí?– preguntó Schwoz.
"Estoy aquí para ofrecerle un trato a Ray y Henry".
–Me rehuso– contestó él hombre-niño-inmaduro con su voz vengativa.
–Sólo... relájate– le dijo Henry tratando de calmarlo –¿qué clase de trato, Brad?–.
"Ustedes necesitan hacer un truco de magia para entrar al Salón de los Magos ¿no es así?".
"Sí", "eso es cierto" dijeron Ray y Henry al unísono, evitando darle la razón a Brad.
"Bueno...".
Los pequeños vasos rojos con los que Henry estaba intentando hacer el truco de magia se alzaron en los aires, como si estuvieran levitando por arte de magia. Ahora entendía el punto de este tipo.
"Ohhhhh, magia" soltó Brad con sarcasmo.
Dejó los vasos sobre la mesa. Volteé a ver a mis amigos esperando a que todos comprendieran lo que pasaba, y al parecer así lo hicieron, ya que tenían la misma expresión que yo, esperando a que alguien dijera que podían hacerlo.
Mordí mi labio superior y suspiré –no es una mala idea–.
–Es un gran truco, viejo–.
Ray rodó los ojos –de acuerdo, Brad, vendrás con nosotros al Palacio Mágico–.
"¡No tan rápido!" gritó desde la silla de la computadora "si les ayudo, quiero volver a hacerme visible de nuevo".
–¿Cómo se supone que haga eso, Brad?– cuestionó Ray.
"¡Tú no! Tú pequeño tipo científico, en cuya ducha he estado durmiendo".
–¿¡QUÉ?!– Schwoz cubrió todo su cuerpo asustado.
"Él puede hacer prácticamente todo, entonces descubrí que tal vez pueda hacerme invisible de nuevo".
Por un segundo había agradecido aquel día en el que Jasper perdió una apuesta contra mí en sobre quien tendría que ir a tomar una ducha en el baño de Schwoz el día en el que solo la Capi Cueva tenía agua a comparación de todo Swellview.
–Creo que puedo hacerlo– dijo Schwoz con su cara de pensar a la vez que se levantaba del sillón –solamente necesito algo con qué practicar, 15 gatos deberían ser suficientes–.
Solté un bufido –¿de dónde vas a conseguir 15 gatos?–.
–Yo puedo conseguirte 15 gatos– habló Piper –hay una abuela triste en nuestra calle que tiene como 50–.
–¡Genial!–.
–Hora de fingir que me gustan las personas mayores–.
Sin más que decir, Piper dio el último sorbo a la taza de café, dejó esta sobre la mesa del sillón giratorio, para después irse directo al elevador y empezar con su tarea. Mostré una pequeña sonrisa en mi rostro, insisto, no era tan malo tener a Piper en el equipo si ayudaba de esta forma, además era bueno tener otra chica en el equipo además de mi mejor amiga, a veces era demasiado con estos chicos.
–Okay, la amo–.
"Entonces ¿tenemos un trato?".
Los cuatro volteamos a ver a Ray el cual era quien tenía la última palabra sobre esto. Este movió su cabeza de un lado a otro, cerró los ojos, volvió a abrirlos y puso una de sus manos sobre el puente de su nariz.
–Trato– aceptó.
"¡Sí!" celebró Brad "ustedes visibles acaban de hacer una decisión sabia".
–Sí, sí, sí, como sea, vamos Kid, ____, tengo una idea genial para que los tres podamos usar como disfraces para infiltrarnos–.
Henry y yo nos levantamos del sillón giratorio para ir detrás de Ray, sin embargo, cuando estaba dispuesta a ir a donde sea que tuviera los disfraces, Henry tomó mi mano y comenzó a arrastrarme hasta la puerta de detrás de los monitores. Sabía donde terminaría esto.
–Y ya los estoy amando, viejo, pero... pero tengo que mostrarle a... a... ____... algo detrás de esta puerta–.
–¿Ah si?– preguntó Ray.
–¿Ah si?– repetí.
Char cruzó los brazos y entrecerró los ojos –¿mostrarle tus labios con sus labios?–.
–No...– titubeó mi novio mientras abría la puerta –... tengo que mostrarle... mis... mis... mis nuevos... nuevos calcetines... que brillan en la obscuridad y ¡oh por Dios! Aquí hay mucha luz, no molesten son muy exclusivos solo los pueden ver una persona a la vez, adiós–.
Anyray, tratando de ignorar las miradas confundidas de mis amigos por lo que Henry acababa de decir, la puerta se cerró en mi cara, acto seguido, sentí como seguí caminando de la mano de mi novio a lo que a mi parecer era sin rumbo, no obstante, después de haber caminado unos cuantos metros, nos detuvimos cerca de una puerta que decía "Raw Sewage".
–Okay, tengo muchas preguntas...–.
Pero antes de que pudiera decir algo más, los labios de Henry aparecieron sobre los míos tomándome por sorpresa. Sus manos me abrazaron por la cintura acercándome más a él, haciendo que un pequeño escalofrío apareciera por mi nuca, mientras que mis manos subían hasta su cuello, tratando de profundizar más el beso repentino que recibí.
–Tienes 10 segundos para la primera pregunta– dijo Henry separándose de mí.
Rodeé los ojos divertida –¿calcetines que brillan en la obscuridad? ¿en serio?–.
Sonrió –no se me ocurría nada–.
–Estamos en medio de una crisis...–.
–Y se acabó tu tiempo–.
Volvió a juntar nuestros labios en un beso sin dejarme terminar por segunda vez.
Este beso al ser diferente al primero, subía un poco de intensidad cada segundo por el que pasaba, Henry cada vez acercaba más mi cintura hacia él, mientras que el estaba casi inclinado.
–Como en los viejos tiempos ¿no es así?– me separé.
Henry soltó una pequeña risa –amaba cada vez que hacíamos esto a escondidas–.
–Buena decisión ahora tomaste–.
–Lo sé, soy el mejor–.
Y por tercera vez, ahora fui yo quien acercó a Henry hasta mis labios, hundiéndonos en un profundo y tierno beso, que así como el anterior, fue aumentando a la vez que pasaba el momento, indicando que podíamos pasar aquí horas y horas, y tenía razón.
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