Capítulo 97
¿Parte 2 de My Girl?
...
–¡Hey, déjame en paz!–.
–¡DEJA DE LANZARME COSAS!–.
–¡ESO ES TRAMPA, RAY!–.
–¡Ya deja de ser un niño adulto!–.
Ray y Schwoz comenzaron a lanzarnos cosas, literalmente, toda la comida posible que el Auto-Snacker pudo haberles dado, y sin embargo además de que habían pasado pasado más de 1p minutos lanzándonos cosas, no lo habían logrado completamente.
Debo admitir que si, si recibí algunos golpes, algunos dejarán marca, no como las mordidas de Jasper por la serpiente de la muerte, pero varias manzanas me dieron en los brazos, piernas, rodillas e incluso cuello. Veía moretones en mi futuro.
La rutina de lanzarnos cosas siguió y siguió, parecía que en serio no tendría fin, situación que hubiera seguido así, si no hubiera sido porque Ray lanzó una naranja dándole en la nariz a Jasper haciéndolo caer. Ray y Schwoz chocaron los cinco.
–¡Estás fuera, viejo!– gritó Henry.
Por burlarse de él, y teniendo en claro que el karma si existe, Schwoz le lanzó una manzana a Henry, golpeando directo sus partes íntimas.
–¡JA!– solté una carcajada.
–No es genial, ____– se quejó él chico desde el suelo –no es genial–.
–Si lo es... ¡AUCH!–.
Volviendo con las manzanas, dos de ellas fueron lanzadas al mismo tiempo por Schwoz y Ray, una me dio en la mejilla, y la otra en la frente, obviamente la de la frente hizo que perdiera la noción de lo ocurría, es decir, por completo mi equilibrio, para caer a un costado de Jasper que aún se quejaba por su nariz.
–¿Karma?–.
Asentí –karma–.
La última que había quedado sobre los postes fue Charlotte, que cuando Schwoz le lanzó un plátano, esta lo atrapó en el aire para después lanzárselo a la frente como a mí hace unos momentos.
–¡Ayyyyyyyeeeeeee!–.
–¡JA, JA!– ella se burló.
–Bien hecho, Charlotte– la felicitó Ray.
Me removí entre mi lugar, pues a pesar de haber recibido dos golpes en la cara, el que más dolió fue el de la espalda, ya que bueno fue la recibió todo cuando caí.
Jasper me extendió su mano para tomarla y ayudarme a levantar, y así lo hice. Cuando ya estaba parada caminé a donde Charlotte estaba con Ray, emocionada pues había ganado otra ronda de los juegos más random que había jugado y que al parecer no tenían propósito de terminarse por ninguna razón.
–Entonces ¿gané?– preguntó Char.
–Ganaste esta ronda–.
–¿Pero quién está a la cabeza?– esta vez preguntó Jasper.
–Si– le seguí –hemos estado jugando cosas todo el día, debe de haber ya un ganador–.
Ray sacó un control de su pantalón –esa es una increíble suposición...– apuntó a la pantalla que estaba por ahí –muéstrame quien está a la cabeza–.
La pantalla de estar con el título "Juegos de Ray", pasó a una imagen donde nos mostraba todo los puntajes que habíamos recibido durante las horas que habíamos pasado aquí, y para mi gran sorpresa que no era tan sorpresa, Jasper estaba a la cabeza.
–¡BOOM!– celebró.
–¡¿Qué?!–.
Negué ligeramente –increíble–.
–Esa silla está a punto de tener el trasero de este chico en ella–.
–Como sea– le reclamó Henry.
–No ahora–.
–No digas eso, es asqueroso–.
Como lo había dicho, no era la gran sorpresa. Jasper había sido mordido por la serpiente de la muerte solo por ponerle un sombrero, usó un unitardo que me causará pesadillas las próximas noches, comió donas a la velocidad de la luz, quiero decir, me dolía admitirlo pero la tenía bien merecida.
Después de horas y horas, el juego por fin había terminado.
–Esperen, esperen, esperen, esperen– habló Ray –no cuentes los surcos de tu trasero antes de sentarte–.
Lo miré confundida –¿a qué te refieres?–.
–Si, viejo, mira la puntuación– Henry señaló la pantalla –el juego básicamente se terminó–.
–Si– concordó Charlotte.
–Oh, lo sería...– comenzó a decir mientras se sentaba en la orilla del sillón giratorio –si la última ronda no valiera ¡10,000 puntos!–.
"¡SI!" respondimos Henry, Charlotte y yo al unísono.
–¡No!– exclamó Jasper rendido –pero esos son demasiados puntos–.
–¿Tienes un problema con eso?–.
–¡Mi problema con eso es que las rondas anteriores no valieron nada!– bastante justo –¡me mordió una serpiente de la muerte! ¡usé ropa muy ajustada para lanzar una bolsa pesada!–.
Levanté un dedo –creí que te gustaba eso–.
–¡Me encanta pero aún me hace enojar!–.
En cierto punto, Jasper tenía razón, había pasado por todo lo anterior como para que de la nada la última ronda se convirtiera en la más grande todas. Sin embargo, pensando como concursante y no como su amiga, eso daba más probabilidad a que a un pudiera ganar la silla de masaje y quedármela para mí... sola.
–Solo, dinos de la última ronda– dijo Henry.
–Si, si, si, si, si–.
–De acuerdo, para ganar la ronda final...– Ray hizo una pausa y arqueó las cejas –deberán usar sus cerebros–.
"¡NO!" gritamos los dos chicos y yo al unísono, mientras que Charlotte gritaba "¡SI!".
Sacudí mi cabeza desesperada –Ray, Charlotte me ha obligado a usar mi cerebro más de lo que una persona promedio puede, no hagas esto...–.
Y era verdad, en los últimos años desde que llegué a Swellview, juntarme con Charlotte, además de darme felicidad, me había hecho hacerme una persona responsable, y gracias a eso debía de usar mi cerebro más de lo que tengo planeado usarlo en mi vida.
Tomar muchas clases avanzadas, estudiar duro para muchos exámenes, todo lo que implicara la escuela, aunque gracias a eso voy a poder entrar a una buena escuela en la universidad, pero de todas formas mi cerebro se sentáis sobre explotado. No era una persona súper lista, tampoco llegando al nivel de Henry o Jasper, no obstante era la "perdición".
Me pude haber seguido quejando más tiempo de más cosas, si no hubiera sido por Charlotte que me...
–Si, si, si, si, como sea– interrumpió –¿qué tenemos que hacer?–.
–Tendrás que ser más listo que un monstruo–.
Henry dio un bufido –los monstruos no son reales–.
–Estoy hablando de tu hermana–.
Los cuatro dimos un grito ahogado al momento de escuchar la oración de Ray.
–¿Piper?– preguntó Henry incrédulo.
–Así es– contestó Ray –la primera persona en conseguir que la hermana de Henry le de su teléfono, tomarse una selfie y mandármela desde su número... gana la silla de masaje–.
Sin más que decir, Ray hizo una seña con la mano indicando que nos fuéramos ya, y nosotros sin dudarlo corrimos directo a los tubos para así poder ir a casa de Henry y hacer lo que nunca creí, ser más astuto que Piper.
...
Me consideraba una persona afortunada, no puedo mentir sabía que si existía una persona en todo Swellview en la Piper más confiaba y no odiaba tanto como a todos los demás, incluyendo a su propia familia, era a mí. Pues sin saber realmente lo que ocurría, me pidió infinidad de veces que saliera con su hermano, algo que yo considero que era una buena señal en cuestión de que le caía bien.
Tampoco puedo decir que me adora porque a pesar de todo estoy segura que me odió alguna vez en su vida como todos los que le atraviesan, pero también estaba segura que la balanza de caer bien a odiar se inclinaba más a "caer bien".
Sin embargo, estaba dispuesta a hacerlo todo por esa silla, sin exagerar, si Piper pedía que me pusiera en ridículo por conseguir su teléfono, lo haría, porque en serio quería esa silla.
Cuando salimos por los tubos, sentí como una gran ola de adrenalina inundó todo mi cuerpo. Recuerdo haber golpeado cabezas para poder salir más rápido, así como jalones de cabello por parte de alguno de los otros tres. La competencia se había convertido en algo de vida o muerte, y era uno de esos momentos donde las amistades ya no importaban.
Corrí lo más rápido que pude hacia la casa de Henry, literalmente detrás de él, con todas las miradas de las personas sobre nosotros, chocando con algunas, haciendo que los teléfonos se cayeran e incluso algunos helados, era verano, pero nada de eso impidió que llegara casi al mismo que tiempo que Henry.
Además Charlotte y Jasper ya no estaban a nuestro lado desde hace varios minutos... huh, que extraño.
Había llegado al pórtico de la casa con mi respiración agitada, la garganta seca y el calor del dándome una fuerte punzada en la frente, combinado la extrema temperatura de Swellview en esta época. No lo culpo, en todo el país siempre hacía este nivel de calor en esta época del año.
–¡Ah! ____– dijo Henry mientras se recargaba en el marco de la puerta de su casa impidiéndome la entrada –¿te dije lo linda que te ves hoy? ¿no? bueno te lo digo–.
Cerré mis ojos con fuerza –no ahora Hart, necesito entrar a hablar con tu hermana–.
–Solo estoy diciendo un hecho verídico–.
–Olvidas que sigo enojada contigo– asintió –no uses esas palabras porque ya no funcionará, ya no–.
–¿Cuándo piensas escucharme?–.
–Cuando te quites de la puerta porque Charlotte y Jasper pueden ya estar adentro hablando con tu hermana, y ganando la silla de masaje– se movió de la puerta –wow ¿tan desprendo estás? En serio no quieres esa silla–.
–Espera ¿qué?–.
Abrí la puerta de la casa de Henry adentrándome en la casa, cerrando esta detrás de mí, pero se abrió de inmediato cuando él rubio la atravesó. No, aún no lo escucharía, mentí, pero sabía que si decía que lo haría eso lo distraería y abriría su paso dejándome pasar. Podía contarlo como maldad pero no lo era, solo era una forma de manipulación diferente.
Al dar un paso dentro de la casa, mi mirada se dirigió directo al padre de Henry y a Piper en la cocina, con ella arriba de un pedestal, con una mini falda, y su pierna... ¡oh por Dios!
Su pierna era como una pierna de cena de Navidad, enorme. Las venas le salían por algunos extremos, todos sus músculos se veían en extremo trabajados, la rodilla salida, por alguna razón tenía líneas verticales negras dibujadas y lo curioso era que la otra pierna estaba completamente normal.
–____, Henry ¡genial!– gritó Jake volteándonos a ver –¿qué opinan de las líneas que pinté en la pierna de Piper?–.
Abrí mi boca para poder formular alguna palabra, sin embargo tenía la idea de que si mencionaba algo sobre eso significaría adiós silla. Entonces lo único que hice fue ignorar la pregunta e ir directo a donde estaba Piper.
–Hey, Piper– saludé nerviosa –¿cómo estás?–.
–¿Cómo se supone que esté?– respondió indiferente –soy un fenómeno–.
Dudosa bajé la mirada a su pierna y sentí un poco de escalofríos recorrer mi columna vertebral.
–Yo... yo veo tu... tu pierna completamente normal... no hay nada... nada malo– traté de sonreír convincente.
–No eres buena mintiendo–.
–Lo soy, lo soy, todo está normal– chasqueé los dedos –hablando de piernas ¿me prestas tu teléfono?–.
–¿Por qué quieres mi teléfono?–.
Alcé mis cejas –¡código de chicas!–.
–No–.
–¡No la escuches Piper!– gritó Henry detrás de mí, hizo a su papá a un lado –de hecho creo que hubo una confusión esta mañana, creo que tienes mi teléfono, debemos cambiarlos–.
Piper lo miró mal –no es posible, llevo viendo mi teléfono todo el día–.
–Uh, no, no, no, no, no, ese es mi teléfono en serio ¿puedes devolvérmelo?–.
Negué rápidamente –¡no le creas!–.
Henry se quizo acercar un poco a Piper para tomar su teléfono, pero en el intento Piper fue más lista pues alzó su pierna amenazándolo con patearlo.
–¡Woah! Tranquila... relájate– Jake trató de tranquilizarla.
La hermana de Henry bajó la pierna más tranquila con su teléfono sosteniendo fuerte su teléfono, y conociéndola debía de haber una razón más que seria para que lo dejara ir... ni siquiera eso, debíamos de atarle las manos para que lo soltara, ese aparato era su vida entera, y sinceramente ahora cualquier intento de arrebatárselo podía dejarnos sin aire.
Antes de que pudiera decir algo más, un gran estruendo se escuchó en la puerta, como si alguien hubiera chocado, seguido de un "¡Ah! ¡hijo de...!", fue Jasper chocando con la puerta.
–¿¡Qué fue eso?!– preguntó Piper tratando de ver a la puerta.
–Uh... nada, nada, solo dame tu teléfono te amo– contestó Henry.
Piper miró al chico confundida, obviamente no creyendo ni una palabra que él le dijo y mucho menos la parte del "te amo". Pensándolo bien nunca lo había escuchado decir eso, a ninguna persona, ni siquiera a sus padres, mucho menos a Piper, interesante.
Como hace unos momentos se escuchó otro fuerte golpe en la puerta por parte de Jasper aún queriendo entrar, cosa que no podía hacer pues la puerta se encontraba cerrada con seguro.
–¡Alguien abra esta puerta!– gritaba mi amigo del otro lado.
–¡Jasper! ¡Deja de golpear la casa de mi esposa!–.
Eso no sonó muy bien. Agité mi cabeza saliendo de lo gracioso que era ver a Jasper afuera de la casa, para después voltearme a Piper y seguir pidiendo su teléfono.
–Okay, ummm, puedo hacer lo que quieras si me das tu teléfono solo unos segundos– hablé tratando de convencerla –no pienso hacerle nada y hago lo que pidas–.
Me dio una mirada confundida –¿por qué quieren tanto mi teléfono?–.
–Porque es el mejor...– respondió Henry –porque tú eres la mejor, solo mírate ahí siendo la mejor–.
En ese momento, interrumpiendo en nuestro convencimiento, la puerta de la cocina se abrió de par en par, dejando ver a Charlotte, también con la respiración agitada, caminando decidida por toda la cocina con dirección a dónde estábamos.
–Heyyyy, Piper, hola Sr. Hart– saludó.
–¡No! mires su pierna– advirtió él.
–¿Por que no miraría su...? ¡Ay no puede ser!– exclamó Charlotte viendo la pierna de Piper –esa... esa es una... una pierna normal–.
–¡Es asquerosa!–.
–Si que lo es ¿me prestas tu teléfono?–.
–¿Por qué?–.
Charlotte tragó en seco –para escribirle un... a un chico–.
–No–.
–¿Código de Chicas?–.
Crucé mis brazos y suspiré –ya lo intenté–.
–Exacto– contestó Piper –ya saben que el código de chicas no involucra teléfonos–.
–Dámelo a mí entonces– habló Henry –yo también quiero escribirle a un chico–.
Abrí un poco mi boca y giré mi cabeza lentamente hacia Henry sorprendida, no por lo que dijo, si no porque era increíble como no pudo pensar en nada más que eso. Sus palabras hicieron que la cocina se llenara de un silencio extraño, ya que todos mirábamos al chico rubio de la misma manera, incluyendo su papá, y para ser sincera estaba a nada de soltar una carcajada. Me hizo la tarde.
El silencio se rompió cuando se escuchó de nuevo otro golpe por toda la casa, de nuevo Jasper, solo que esta vez había chocado con la puerta de la cocina.
–¡Oh! ¡Hija de...!– gritó desde el patio sobando su nariz –¡Piper! ¿me prestas tu teléfono?–.
–¿Por qué todo mundo quiere mi teléfono?– preguntó mientras caminaba a la sala.
–Porque...– empecé a decir –porque... haré lo que tu quieras si me lo prestas–.
Sonrió cínicamente –¿lo que quiera?– asentí desesperada –de acuerdo... besa a mi hermano–.
"¡¿Qué?!", "Si ¿qué?" respondimos Henry y yo al mismo tiempo.
–Ya lo escuchaste, mi teléfono, un beso a Henry–.
–Uh... Piper, no se si lo sabías pero, umm ____ y yo no estamos en los mejores términos para darnos algún...–.
No dejé que terminara. No sé ni porqué lo hice, bueno si, la silla, por el teléfono de Piper, pero estaba loca pues su papá estaba frente a nosotros, no estábamos en términos de hacer eso, fue como ese día en el satélite, todo pasó demasiado rápido.
Los recuerdos son vagos, como una enrome masa de neblina sobre mis ojos impidiéndome ver lo que realmente pasó, solo recuerdo ponerme de puntillas, tomar su cabeza mientras estaba hablando, y acercarlo hasta mis labios logrando un beso de tres segundos, sin dejarlo terminar de hablar. No vi su expresión, y no pude lo que hicieron los demás en ese momento.
Cuando solté su cabeza, bajé la mirada en seguida y suspiré profundo recapacitando lo que hice, el ambiente se tornó no incómodo, si no lleno de confusión por mi parte por no saber lo que había hecho y mucho más por Henry. Mi corazón estaba latiendo demasiado fuerte que juraba en cualquier momento se saldría de mi pecho, y la ansiedad no ayudaba mucho ahora.
Ya que hasta donde él sabía seguía molesta con él, cosa que hacía, pero en serio quiero esa silla.
Tragué un poco de saliva, para después alzar la cabeza y poner una expresión que indicaba que nada había pasado, como si todo estuviera normal.
Pero tal y como lo esperaba, la cara de todos decía todo lo que sus palabras no podían expresar. Charlotte tenía la boca medio abierta con una expresión nula, Jasper miraba desde la ventana de la cocina pegado a esta igual que Charlotte, Piper y Jake tenían sonrisas de oreja a oreja, aunque la de Piper era una maliciosa, y Henry solo mantenía la boca semi abierta mirándome.
Arrugué mis labios –entonces ¿Piper?– rompí el hielo –¿el teléfono?–.
–Novatos– soltó ella.
La miré confundida –¿qué?–.
–¿En serio creíste que te daría mi teléfono?–.
–No puede ser–.
–Caíste directo a mi trampa, ____–.
Palabras que nunca creí decir, tal vez en algún momento pero no tan pronto, en serio estaba odiando a Piper demasiado en estos momentos.
Mordí mi lengua enojada, e hice una mueva con mi boca para negar ligeramente. Muchas cosas se desenvolvieron de eso, ahora no estaba segura de lo que estaba pasando conmigo, estaba molesta porque mi mente me decía que siguiera así con Henry, pero por el otro lado, todo lo que sentía por él aparecía.
–Pero no termino de entender ¿por qué todos quieren mi teléfono?–.
–Um, porque, porque– respondió Henry no concentrado –porque está emitiendo una onda radioactiva okay estoy mintiendo, mi jefe está teniendo este concurso, y quien gane consigue una perfecta silla de masaje–.
–¿Una silla de masaje?– preguntó incrédula.
–Si, y la primera persona en mandarle una selfie de tu teléfono consigue la silla–.
Piper lo miró pensativa –me pregunto si las vibraciones de una silla de masaje pueden sacudir los músculos de esta pierna y esparcirlos en ambas piernas–.
Moví mi cabeza a un lado, analizando las palabras que Piper acababa de decir, no era una mala idea, de hecho era excelente, sin embargo le quitaba el punto a nuestro concurso de todo el día que nos había hecho pasar por muchas cosas.
–La única manera de averiguarlo es si me prestas tu teléfono– dijo Henry.
–Esa no es la única manera– contestó Piper.
–Okay–.
...
Volvemos al inicio, otra persona usando nuestra silla de masaje, mientras que nosotros nos quedábamos en un sillón completamente normal, sin 63 zonas de frotación, sin calentar nuestros traseros, solo un sillón simple, sin nada de chiste, que podías encontrar en cualquier tienda departamental.
Piper estaba en la silla de masaje, Ray y Schwoz la trajeron hasta casa de Henry, solo porque ella y Ray llegaron a un acuerdo que no se molestaron en compartir.
–¿Por qué lo hiciste?– preguntó Henry susurrando.
Alcé mis hombros –fui muy tonta para confiar en Piper, quería ganar–.
–¿Eso significa que me perdonaste?–.
–No–.
–Entonces ¿eso significa que ya me escucharás?–.
No dije nada. Para decir verdad, como había mencionado, fue un beso que me confundió respecto a lo que ocurría en mí ahora, todo parecía muy simple pero no lo era, no podía darle una respuesta concreta cuando ni siquiera yo sabía cuál era.
–No lo sé–.
Fue lo único que pude responder; después de esa mini plática con Henry, que ahora no me dejaría dormir como esperaba, nos dispusimos a esperar a que el turno de Piper terminara para poder usar la silla nosotros, y es que los 30 a 40 minutos se habían hecho horas, la locura por usarla volvía.
–¡Miren! ¡Mis piernas volvieron a ser increíbles!– exclamó Piper.
"Muy bien", "fascinante", "bien por ti", "fui mordido por una serpiente de la muerte hoy" hablamos los cuatro sin emoción.
–Piper– la llamó Jake desesperado –¿cuándo puedo tener un turno?–.
–Después de mí– contestó Henry levantándose del sofá.
–Claro que no, voy yo– le reproché.
–No es cierto, sigo yo– siguió Charlotte –¿código de chicas?–.
–Mi cara necesita una silla de masaje después de golpearme muchas veces con tu puerta–.
–¿Así que todos ustedes quieren turnos?–.
"¡SI!"
Piper sonrió con malicia –okay, tal vez podamos tener una pequeña competencia por ella–.
Los cuatro nos volteamos a ver, junto con él papá de Henry, no respondimos los primeros segundos ya que todos estábamos analizando la nueva e idéntica situación que comenzó hace algunas horas.
–¡Estoy dentro!– gritó Jasper mientras se levantaba del sillón.
–¡Voy a destruirlos a todos!– copié su acción.
–¡Esa silla será mía!– Charlotte.
–¡Prepárense! ¡Voy por todos ustedes!– terminó Henry.
Y fue como una segunda competencia por la perfecta silla de masaje se desató... por segunda vez en el día, dejando más en claro, que si queríamos ir por algo lucharíamos por ello, sin importar todos los obstáculos que se nos pusieran en el camino, sin importar que tan loco fuera eso, sin importar cual sea la historia detrás...
Creo que estoy lista para escuchar a Henry.
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