Capítulo 96
CAPÍTULOS FINALES :(
...
Para no hacer el cuento largo, lo que restó del día con la silla de masaje fue más destructivo de lo que esperaba, pues por más que intentamos usar la fácil salida del diálogo que es lo que siempre soluciona las cosas, no pudimos utilizar la silla como quisiéramos. Terminaba un turno, teníamos que salir de la silla, pero por más que necesitaba salir solo quería seguir y seguir y seguir.
La silla se había convertido en una adicción para todos, una fea adicción. Nos había convertido en animales.
Para no matarnos en el intento, la que más pensaba de nosotros en este momento, es decir Charlotte, tomó la idea de hacer un tabla con horarios para poder turnarnos con la silla. Si llegabas tarde perdías tu turno, si te pasabas de la hora eras disparado con el láser.
Cosa que estaba sucediendo ahora, Charlotte quería usar la silla cuando era el turno de Henry, algo que no podía hacer pues iba contra las reglas. "No usar la silla si no es tu turno".
Y ahora nos tenía a Jasper y a mí apuntándole un con láser, con ella haciendo lo mismo a nosotras
–¡Aléjate de la silla!– la amenacé.
Jasper le apuntó para dispararle –porque si intentas sentarte, dirás adiós a tus rizos....!– le disparé a la mano –¡owwww!–.
–Nunca amenaces los rizos de Charlotte– dije molesta –ahora, Char, no es tu turno–.
–¡Tampoco el tuyo! ¡Ni el de Jasper!–.
–¡Observa como me siento!–.
–¡No te vas a sentar en esa silla, Jasper!–.
Entrecerré los ojos –¡inténtalo y observa lo que pasa!–.
–¿Me estás amenazando?–.
–¡Estoy intentando hacerlo!–.
¿Pueden ver como me refiero a que esta cosa nos había convertido en animales? No era su culpa en ser tan adictiva, ni tampoco tan perfecta, esta silla hacía que mis problemas con Henry se esfumaran en el aire aún con él en la habitación, relajaba a un grado que no podía compararse con nada. El único problema es que había una sola silla y cuatro de nosotros.
La pelea amenazante por la silla subió de nivel, tanto así que no escuchamos la puerta del elevador hacer "ding", si no hasta que Henry la atravesó anunciado su llegada.
–Okay, okay, okay, todo mundo fuera, tengo un masaje en camino–.
Pero antes de que pudiera acercarse más a la silla, nuestro instinto hizo posicionarnos frente a esta, apuntando a Henry con el láser.
–¿Qué está pasando?– alzó los brazos en defensa.
–Llegas cinco minutos tarde– le respondí.
–Lo que significa que perdiste tu turno– siguió Jasper.
–Okay... lo entiendo– bajó las manos –pero hay algo que deben saber...¡tengo tres láser!–.
Henry sacó de su bolsillo tres láser y nos comenzó a amenazar con estos. Fue así como la guerra de no saber a quien dispararle había empezado.
–¡Woah, woah, woah!– exclamé aún apuntándole a él.
–¡No, no! ¡Eso no es justo!– Jasper.
–¡Suéltalo ahora!–.
–¡Oh, no! ¡Papá llegó para la cena!...–.
–¡Déjalo ya!–.
–¡Así es! ¡Estoy loco! ¡Lo haré!–.
–¡No lo harías!–.
La Capi Cueva se había llenado de gritos desquiciados y locos sobre quien debería usar la silla. Hasta que Henry habló, haciendo que todos nos calláramos.
–¡¿Saben qué?! ¡Yo fui él que peleó con Slappy Pete! ¡Yo debería usar la silla cuando quiera!–.
–¡Pues yo!– Charlotte se señaló a ella misma –¡yo fui la que descubrió que Slappy Pete se dirigía a Chair Noble!–.
–¡Ah, beh, beh, beh, beh, beh, beh! ¡Ray me dijo que me callara antes de que la llamara de emergencia llegara y lo hice!– ese era Jasper –¡si no lo hubiera hecho no hubieran escuchado la llamada!–.
–¡Pues yo estaba escalando un refrigerador de tres metros!– grité –¡sin mi, Schwoz hubiera fumigado toda la Capi Cueva! y no en el buen sentido–.
–¡Eso no tiene sentido!–.
–¡No estabas ahí!–.
Por tercera vez, animales. Era gracioso como todos dábamos excusas ridículas por las cuales debíamos de usar la silla, aunque no tan ridículas si a eso nos dedicábamos cuando se trataba de guardar el secreto, sin embargo la parte no cuerda de mí me decía que aún debíamos intentar el diálogo para poder usar la silla, pero dudaba que eso quedara un poco.
–¡Okay! ¡Todo mundo cállese!–.
Ray pateó nuestra pizarra con el horario que ahora ya no importaba; la pateó tan fuerte que al instante guardamos silencio, e incluso hizo que sobresaltáramos.
–Los he estado escuchando pelear por los últimos 10 segundos y estoy cansado de eso–.
"Bueno, no fui yo", "perdón", "no volverá a pasar", "es la silla" contestamos todos cabizbajos como niños recién regañados.
–Ahora normalmente, les daría una lección prendiendo fuego a la silla y forzándolos a ver como se quema–.
Negué –no, no, no, no–.
–¡No puedes hacer eso!–.
–¡Quémame en su lugar!–.
–Pero estoy a la mitad del primer capítulo de este audio libro así que haré lo que dice– Ray alzó su teléfono dejándonos leer el título de este.
Fruncí el ceño confundida –¿"Cómo ser un Jefe Jefe"?–.
–Así es– guardó su teléfono –¡SCHWOOOOOOOOOZ!–.
No me sorprendía la verdad que Ray estuviera leyendo esa clase de libros, y ni siquiera leyendo si no escuchando porque él odiaba leer, aunque por más que sonara interesante el título de tan fantástica novela, nótese el sarcasmo, podía tener la idea que solo se trataba de cosas absurdas, todo menos como ser un "Jefe Jefe".
Por el otro lado, me impresionaba como Ray había tomado la situación como un adulto responsable por primera vez. Algo que debía reconocerse.
–Okay, viejo, ummm– comenzó a decir Henry –no se si lo escuchaste pero, yo fui él que peleó contra Slappy Pete así que...–.
–Bueno, no fuiste él único– hablé.
–Y yo los llevé ahí–.
–Pero yo fui el que peleó con él mientras Ray se sentaba–.
–¡Yo me callé!–.
–¡No tiene sentido!–.
–¡La silla es sagrada!–.
Ray rodó los ojos, se alejó de donde estábamos peleando y regresó con un soplete, ya saben de esos que sueltan mucho fuego, directo a la silla.
–¡Parece que es hora de quemar una silla!–.
–No, no, lo sentimos– dijo Henry.
–No lo hagas–.
–¡Detente!–.
Bajando el soplete, Ray regresó a la silla de los monitores, donde guardó esa cosa infernal a un costado de él, y volvió a mostrarnos el título ridículo de su libro.
–"Como ser un Jefe Jefe" dice que no debería dejarlos pelear por una silla– nos miramos confundidos –dice que debería dejarlos pelear por una silla–.
Ladeé mi cabeza –¿en serio dice eso?–.
–No tiene sentido– Henry.
–No puede ser tan tonto como para decir eso–.
Jasper dio un paso al frente –voy a pelear contra el mundo por esa silla–.
Entre todos nosotros, al que más le había afectado el precioso poder hipnotizante de la silla, había sido Jasper, pues primero dijo que lo quemaran a él en lugar de la silla, y que ahora que pelearía contra el mundo por ella. Quiero decir, si la silla es genial, pero no para eso, sin embargo a esta altura era lo que más valía la pena.
De un momento a otro, mientras que todos seguíamos extrañados por ciertas actitudes, la puerta secreta se abrió, dejando ver a Schwoz con un trapo en las manos lleno de sustancia pegajosa verde.
–¿Me hablaste, jefe?–.
–Si– afirmó Ray –ve por la serpiente de la muerte–.
Schwoz lo miró mal –¿por qué yo debería de ir por la serpiente de la muerte?–.
–¡Porque yo soy el jefe jefe y yo lo digo lo digo!– se levantó.
–No ¡pero tu eres indestructible! yo soy solo...–.
–¡Haz lo que te digo!
–¡Bahhhhh!–.
–¡¿Quieres que te lo diga más fuerte!? ¡Haz lo que te digo!–.
–¡No, no, no, no, no!–.
–¡Ni siquiera te va a morder! ¡No es venenosa!–.
–¡Pereceré!–.
–¡Okay si es muy venenosa!–.
–¡Si, lo es!–.
–¡Ni siquiera sé porqué dije eso!–.
–¡Ya ve!–.
–¡No voy a ir!–.
–¡Ve, ve, ve, ve, ve, ve!–.
Schwoz comenzó a empujar a Ray con su cabeza hasta la puerta secreta, mientras que él otro se quejaba. Debo de admitir que esta había sido una de las escenas más graciosas que había visto en mucho tiempo desde que trabajo aquí, y más porque Ray era él "Jefe jefe".
–¡OKAY DE ACUERDO IRÉ POR LA SERPIENTE DE LA MUERTE!–.
Como Schwoz había logrado convencer a Ray de ir por una serpiente letal, ni la menor idea, pero por lo que había observado, él podía ser nuestro nuevo jefe jefe.
...
"...and the Home of the... Cave"
Teníamos nuestra mano derecha sobre nuestro pecho, con todas las emociones sobre nosotros, por alguna razón cantando el himno nacional de la Capi Cueva, que para decir verdad si daba un poco de nostalgia.
Ray mandó escribir el himno con Taylor Swift, como Capitán Man obviamente, ella era su cantante favorita, y según él ella era la única que podía decirle que se tranquilizara por medio de una canción, y que su letra siempre le llegaba al corazón.
Cuando terminó, Ray pasó una mano sobre sus ojos fingiendo limpiar una lágrima.
–¿Por qué acabamos de cantar el capihimno nacional de la Capi Cueva?– pregunté.
–Porque esta es la apertura a los "Juegos de Ray"– oh jeez –una serie de retos físicos y mentales, y el ganador de los Juegos de Ray...– dio una pausa –se queda con la silla de masaje–.
–¡Woah!– grité mientras me preparaba sacudiendo todo el cuerpo y entrando a "la zona".
–¡Tengo esto!– dijo hENRY.
–¡Quiero esa silla, quiero esa silla!– Charlotte.
–Estoy nervioso...– Jasper hizo una sentallida –...pero esa silla me recuperará–.
Podía parecer algo tonto, pero no lo era, si esa era la única forma de conseguir por siempre la silla lo haría. Además me encontraba en cierto punto donde había pasado demasiado tiempo con Charlotte y podía pensar un poco más que los otros dos, no a su nivel pero si algo, y con respecto a lo físico... no tenía idea de como iba a pasar eso.
Lo único que tenía en mente era mi silla, quiero decir, la silla.
–Genial ¡Primera ronda!– decía Ray con una mirada nula –ponerle un sombrero a la serpiente de la muerte–.
Abrí mis ojos sorprendida al momento en el que Ray terminó su oración. Giré hacia el sillón giratorio donde Schwoz quitó la manta a una caja de cristal, dejando a la luz una serpiente que reflejaba "muerte" en sus ojos. Un poco confundida volteé a ver a Ray que todavía sonreía como si fuera lo más normal del mundo.
–¿Qué?– preguntó Henry.
–¿Es una broma?– crucé mis brazos.
–Ni lo sueñes– habló Char.
–Woah, woah, woah, woah, viejo eso es una locura–.
Asentí –si, no pienso ponerle un sombrero a eso–.
–Nadie piensa ponerle un sombrero a una serpiente de la muerte–.
Ray puso una mano en su barbilla –bueno... supongo que ustedes no quieren esta silla tanto como dicen–.
–Yo si la quiero, solo pienso que eres un psicópata– le dijo Henry.
Encogí mis hombros –no es que no la quiera es solo que...–.
–¡Listo!–.
El grito de Jasper hicieron que lo volteáramos a ver enseguida, cuando lo hicimos, este tenía mordidas de serpiente en todos los brazos y color de piel había cambiado a uno demasiado pálido que le daba el parecer que moriría en cualquier instante.
Miré la serpiente para darme cuenta que en efecto ya tenía el mini sombrero puesto.
–Esa serpiente...– empezó a decir –no... quería... usar un sombrero–.
–Y creo que tu no estas bien por eso–.
Ray caminó emocionado a donde estaba él chico a punto de morir, y levantó su brazo indicando que era el ganador.
–¡Primera Ronda gana Jasper!–.
Pero cuando lo soltó, él se cayó al suelo.
–¡Ay no!–.
–¡Gaghhh!–.
Suspiré –tu puedes, ____, tu puedes, tu puedes–.
–Tu mente en el juego, tu mente en el juego– repetía Henry.
–Solo encuentra tu poder, Charlotte–.
...
El siguiente reto comenzó siendo bastante "complicado". Ray nos hizo subirnos al sillón giratorio y sentarnos en la orilla de este, con la mirada dando hacia dentro, lo único que teníamos que hacer era quedarnos ahí sentados mientras que el sillón giraba. Cosa que sería sencilla, no iba ni siquiera rápido.
–El último en el sillón gana esta ronda– anunció Ray.
–¡Todo bien!– gritó Henry.
Solté un bufido –dudo mucho que alguien caiga–.
–Ni siquiera estoy mareada– siguió Char.
–Avísame cuando esto se ponga difícil–.
Ray miró a Schwoz –hazlo difícil–.
Schwoz acató a las órdenes de Ray. Movió una palanca hacia arriba que era la que controlaba la velocidad del sillón, haciendo que este comenzara a girar más, más, más, y más rápido. Algo que causó que fuera más difícil agarrarse de solo la orilla.
"WOAH...", "¡AAAAAAHHHHHHH!", "¡APÁGALO!", "YA NO QUIERO, YA NO QUIERO" gritábamos.
La primera en caer fue Charlotte, él segundo fue Jasper por burlarse de ella cuando se cayó, así que solo quedábamos dos. Henry y yo.
–¡ESTAMOS SOLO LOS DOS!– Henry gritó –¡ESCÚCHAME ANTES DE QUE MUERA!–.
–¡NO VAS A MORIR NO SEAS EXAGERADO!– le contesté.
–¡SIGUES HABLÁNDOME!–.
–¡SE LE LLAMA SER MADURA, GENIO!– sentí como el aire pasó por mi garganta casi ahogándome –¡YA ESTABA ESTABLECIDO!–.
–¡BUENO SI ERES TAN MADURA TRATA DE ESCUCHARME!–.
Rodeé los ojos –¡LO HARÉ CUANDO YO QUIERA Y TODAVÍA NO QUIERO!–.
–¡ERES UNA INMADURA!–.
–¡NO LO SOY!– di un grito ahogado.
–¡SI LO ERES!–.
–¡PERO AL MENOS NO SOY UNA MENTIROSA COMO TU!–.
–¡SI, ____! ¡SOY UN MENTIROSO!– soltó una de sus manos del sillón –¡PERO AL MENOS YO SOY VALIENTE! ¡TUVE LAS AGALLAS DE DECIRTE CUANTO ME GUSTABAS DESPUÉS DE DOS AÑOS!...¡PORQUE TU ERES TAN TERCA Y TAN CIEGA QUE NO TE DABAS CUENTA!–.
–¡AHORA SI!–.
¿En qué momento metió ese asunto? No lo sé, pero había sido de nuevo la gota que derramó el vaso, solo que esta vez, en lugar de hacerme sentir mal, en serio me había enojado. Quiero decir, no es nada que no fuera cierto, pero no era el lugar, ni el momento, ni dentro de la discusión para meterlo.
Como pude, por toda la velocidad, pisé la mano de Henry con la que aún se sostenía, haciendo que saliera volando cayendo cerca del Auto-Snacker. Para mi buena suerte era la última que quedaba, aunque para mi no tan buena, cuando me estiré para pisarlo hizo que perdiera el equilibrio y también me cayera del sillón.
Salí volando directo al mismo lugar donde estaban los otros tres, caí justo a un lado de Henry, que no se como, terminó poniendo su brazo alrededor de mi cuello. Al darme cuenta de eso, me levanté enseguida.
–____–.
–¡No!– me giré hacia él –no estoy molesta por eso, porque si es la verdad, no entiendo porque tenías que meter ese asunto en todo esto–.
–Estaba distrayéndote para que te cayeras–.
Di una risa falsa –gran plan Henry, mira quien terminó haciéndolo ¡yo gané!–.
–¡Porque hiciste trampa!–.
–¡Ray nunca dijo nada de eso!– sacudí mi cabeza de lado a lado –además ¿en serio metiste eso en medio de un concurso por lo que más queremos ahorita?–.
–¡Te tenía sola! ¿qué esperabas?– pasó una mano por su cara –pero ya me di cuenta que no quieres escucharme–.
Cerré los ojos y suspiré –¿qué parte de "todavía no quiero" no entendiste?–.
Me miró extrañado –espera ¿si lo harás?–.
Mordí mi labio inferior, no quería contestar a eso, no quería hacerle pensar que tenía demasiado fácil para hablar conmigo. Así que para dejarlo con la duda, decidí cambiar de tema, antes de que se alargara.
–No es el momento– solté mi labio –tenemos que terminar los Juegos de Ray–.
–Okay...– accedió Henry no muy convencido –¿dónde están todos?–.
Miré a mi alrededor, donde como dijo él, no había ningún rastro de los demás, ni Ray o Schwoz. Creí que se habían ido por lo que había pasado, hasta no muy lejos de donde estaba, se escuchó el crujir de alguien masticando.
Desconcertada volteé a donde ese ruido venía, para encontrarme con Ray, Schwoz, Jasper y Charlotte, comiendo palomitas, sentados en las escaleras de la puerta del engrane, mirándonos como si fuéramos una telenovela en vivo.
–Oh, no se preocupen por nosotros– Jasper se metió un bocado de palomitas.
–Pueden continuar– siguió Charlotte –solo finjan que no estamos–.
Negué con la cabeza a la vez que mostraba una ligera sonrisa en mi rostro, no era el momento, pero si que era divertido verlos de esa manera.
...
Para el tercer reto, la complejidad del reto había disminuido, algo por el estilo. Teníamos que lanzar una bolsa pesada por la Capi Cueva, y él que la lanzara más lejos ganaba.
Henry, Charlotte y yo estábamos sentados en el sillón giratorio pues ya había sido nuestro turno, y entre los tres él que lanzó más lejos fue Henry, después Charlotte, y brazos de spaghetti, me refiero a mí, no logró tan lejos. Definitivamente después de esto volvería a hacer algo de ejercicio.
Ahora era el turno de Jasper, que usaba un unitardo escalofriante. Al momento de lanzar la bolsa pesada, derribó a Schwoz haciéndolo caer directo al suelo, pasando todas nuestras distancias.
–¡Ganador!–.
Hice un Palm face con mi mano.
–¡El punto va a Jasper!– gritó Ray.
–Ah, mi unitardo me da fuerza– hizo una pose extraña.
Lo miré asqueada –tu unitardo me da escalofríos–.
Sin contestarme, Jasper siguió haciendo poses extrañas, sintiendo todo el poder de su unitardo.
...
La Capi Cueva se había transformado en un reality show, juego de palabras, de esos que aparecían en la televisión, donde si adivinabas una palabra o frase entera ganabas un millón de dólares, solo que aquí, en vez de ganar un millón de dólares, ganabas puntos para la silla de masaje.
Sin embargo, si parecía un concurso de palabras. La música de fondo era como música de casino, Ray usaba un traje junto con un mini micrófono que podía llevar a todos lados, Schwoz vestía un traje rosa y su trabajo era señalar las letras que fuéramos adivinando, mientras que por nuestra parte, tres podiums estaban frente a nosotros, y había una enorme "pared" con ya cinco letras adivinadas.
–Tu turno, Jasper– Ray señaló a Jasper.
Jasper juntó sus manos pensando –¿hay un 3?–.
–Es una... es una frase Jasper, solo palabras no números– corrigió Ray.
–Oh, si, si, si, si, si, si, si, si, si, si, me gustaría resolver el rompecabezas–.
–Ya no es tu turno–.
–Aún me gustaría resolverlo–.
–Pasamos a ti, Henry–.
Miré de reojo a Henry que estaba a lado de mí, tenía las manos sobre el podium, y movía su pierna de arriba a abajo, indicando que estaba nervioso, lo hacía cuando estaba nervioso.
–¿Hay una "S"?– preguntó.
Algunos de los espacios que faltaban en la frase, se tornaron de color azul parad pues aparecer cuatro "S", y cuando estas iban apareciendo, Schwoz se movía al compás de la música poniendo sus manos en cada palabra.
–¡Hay una "S"!– exclamó Rea señalando a la pizarra.
–Okay, me gustaría resolver el rompecabezas– dijo Henry seguro.
Ray se recargo en su podium –adelante–.
–La frase es "Blessing in Disguise"–.
Cuando Henry terminó de decir la frase, una alarma sonó por toda la Capi Cueva, haciéndonos saber que su respuesta era incorrecta.
–¡Oh, lo siento!– Ray volvió a su posición original.
–¡¿Qué?!–.
–Estás mal–.
Henry alzó los brazos –¿a qué te refieres con que está mal? ¿Qué más podría ser?–.
Fruncí el ceño confundida –no quiero ser una aguafiestas, Ray, pero está claro que tu frase dice eso–.
–Lo lamento, ____, pero no es así, deja de defender a tu novio.
Chasqueé la lengua –Ray...–.
–¡No es la frase!–.
Sinceramente no sabía de que forma Ray decía que no era "blessing in disguise", tenia las letras, el número, todo indicaba que era eso, sin embargo conociendo al querido Capitán Man, esa frase podía decir cualquier cosa. Es por eso que lo dije, no por defender a Henry, no... al menos eso creo.
–Me gustaría resolver el rompecabezas– soltó Charlotte alzando la mano.
–Adelante, Charlotte–.
–Ray piensa que la frase es "Blessing in... da' skies"–.
–¡Correcto!–.
–¡Si!–.
La pizarra de las letras se completó con la frase que había dicho Charlotte, quiero decir tenía razón porque pensó como Ray, aunque era algo tonto porque debimos pensar como él para descifrarlo.
Fruncí el ceño –ni siquiera es una frase–.
–Concuerdo con ____– dijo Henry –ni siquiera, viejo ni siquiera es una frase–.
–Claro que lo es– respondió Ray.
–¿Y por qué hay un signo de exclamación al final?– preguntó Jasper.
–Porque así es como dices la frase en inglés, una expresión– contestó sin importancia –como "look at those clouds! They're blessing in da'skies!"–.
Puse los dedos en el puesto de mi nariz –eso no está bien–.
–¡Eres muy tonto! ¡Muy tonto!–.
–¡Nadie habla en inglés!–.
–¡Exacto!–.
En fin, Charlotte ganó este reto.
...
–El primero en terminar sus donas colgantes gana esta ronda–.
Henry dio un bufido –¿qué tan difícil puede ser eso?–.
–Ya lo verán–.
Fácil y sencillo, Ray y Schwoz armaron una especie de base en la Capi Cueva con donas colgando de este a la altura de nuestra boca, con nosotros debajo, las manos atadas a nuestra espalda. Y como un juego de día de campo, debíamos de comer tres donas tamaño familia en el menor tiempo, obviamente él que ganara se quedaba con el punto.
–Yyyyyy ¡vuélvanse locos con las donas!–.
Rápidamente me levanté un poco de mi lugar para alcanzar las donas, podía parecer fácil pero más que nada era la velocidad con la que comías para poder ganar, y la habilidad de atrapar cosas con la boca. Algo fácil, si no tenías a Schwoz cantando una extraña canción en su idioma.
No habían pasado más de 10 segundos, cuando pude terminarme solo mitad de una ronda, sin embargo, me sobresalté un poco y solté la otra mitad, cuando escuché hablar a Jasper.
–¡Terminé!–.
Giré mi cabeza hacia él, tal y como lo había dicho ya no tenía donas colgando de sus hilos. Alrededor de su boca había azúcar junto con su respiración agitada.
–Jasper gana otra vez– dijo Ray con un tono de sorpresa.
–¿Hablas en serio?– le pregunté de la misma forma.
–En serio quiero esa silla– habló Jasper con dificultad.
Ray subió y bajó las cejas –¿oh si? ¿ en serio quieres esa silla?–.
–Creo que eso ha quedado establecido– contestó.
–¿La quieres como para...– Ray se agachó a nuestra altura –... morir por ella?–.
Nos quedamos en silencio unos segundos mientras analizábamos la propuesta de Ray, que claramente no era una opción.
–Uh... no– respondió Jasper.
–Si, yo tampoco– seguí.
–La quiero pero no mucho– Charlotte
–No moriría por ella– Henry giró su cabeza a mí –por ti si–.
–No es el momento– dije sin voltear a verlo.
–Okay–.
Después de lo que pasó con Henry, Ray comenzó a reírse cínicamente como aquella vez en la habitación de Henry cuando estaba obsesionado con su katana. Vuelvo a confirmar, tiene problemas.
–¿Están dispuestos a pararse en un mismo lugar por mucho tiempo por ella?–.
De nuevo, nos volvimos a quedar silencio, sin embargo la oferta de Ray era más accesible.
–Por su puesto–.
–Eso es más accesible–.
–Claro que si–.
–Digo, es mejor que morir–.
...
Como la propuesta de Ray implicaba pararnos en un solo lugar por mucho tiempo, él y Schwoz pusieron cuatro pedazos de tronco un poco delgados y altos para hacerlos de poste, pero tampoco difícil para sostenernos, en realidad, no entendía donde estaba el reto en esto.
–¿Aún creen que esto es mejor que morir?– preguntó Ray.
Asentí despreocupada –si–.
–Sin dudarlo– respondió Charlotte.
–Este poste se siente bien debajo de mis pies–.
–De acuerdo, entonces mientras esperamos a que tres de ustedes se caigan– dijo Ray mientras se sentaba en el sillón giratorio –escuchemos un poco más de "Cómo ser un Jefe Jefe"–.
Ray levantó su teléfono, subió el volumen a su máximo poder, y le dio play a su audiolibro que estaba completamente entusiasmada de escuchar, sarcasmo.
"Capítulo 2: Porqué nunca deberías dejar que los empleados usen el baño" habló la voz del libro.
Miré a Ray con cara nula, a la vez que rodaba los ojos, sin embargo, su expresión parecía interesada por lo que escuchaba, más porque asentía constantemente indicando que estaba de acuerdo.
–Inteligente– dijo seguro –muy inteligente–.
Los minutos pasaron, incluso creo que más de media hora o más y ninguno de nosotros se había caído del poste, comenzaba a hacerse aburrido, pero realmente no existía nada que nos hiciera caer. No ráfagas de viento, no personas molestas, nada más la voz estresante del tonto audiolibro de Ray que le daba ideas ridículas que no dudaba pondría en práctica.
"Capítulo 27: Cómo tomar las ideas de otras personas y reclamarlas como propias".
A eso me refería.
Ray soltó un gruñido –esto está tomando demasiado tiempo– puso pausa al libro y dejó su teléfono en la mesa –¿cómo podemos acelerar esto?–.
–Podemos lanzarles cosas– respondió Schwoz.
–¿Qué?– pregunté exaltada.
–No– mencionó Henry.
–Es una terrible idea– hizo una mueca.
–Gracias– Jasper le agradeció.
–Pero...– se levantó de la silla –tu mala idea me dio una idea genial...– asintió –¿por qué no les lanzamos cosas?–.
Alcé mis brazos en el aire, mientras hacia una expresión de "¿es en serio?". Volteé a ver a Charlotte y ambas negamos a lo que Ray había dicho, una completa tontería por ambos lados, lanzarnos cosas además de tomar la idea de Schwoz y reclamarla como propia.
Lo que el estúpido libro le dijo que hacer.
–Justo acabo de decir...– comenzó a decir Schwoz.
–¡Mi idea! Lo haremos– pero Ray lo interrumpió.
–Viejo, no puedes simplemente lanzarnos cosas– dijo Henry.
–Si, eso no es justo– concordó Jasper.
Él caminó directo al Auto-Snacker, donde puso su mano sobre la pantalla para pedir lo que sinceramente no confiaba en lo absoluto.
–Un bowl de los mejores alimentos para lanzar, por favor– pidió a la máquina.
"Un bowl de alimentos para lanzar".
–¡Nooooo!– se quejó mi amiga.
Como se esperaba, el Auto-Snacker les dio a ambos una razón para hacernos caer, un bowl lleno de plátanos, hamburguesas, manzanas, pan, tomates, naranjas, todo lo que podía hacernos caer en instante.
–¡Terminemos con esto!–.
Ray comenzó a lanzarnos todo lo que tomaba del tazón, seguido de Schwoz, y cuando lo hacían, lo que soltaban eran risas burlándose de nosotros.
–¿¡Qué?!–.
–¡No, no, no, no!–.
–¡Voy a perder!–.
–¡No ahí! ¡NO AHÍ!–.
–¡RAY!–.
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