Capítulo 95
–¿Decirme qué?–.
Cuando entré a Junk N' Stuff, me había encontrado con la escena más inoportuna que pude haber imaginado, pues en cuanto crucé la puerta sentí una ola de incomodidad inundarme, pues mis dos aliados estaban ahí junto con Henry hablando y en su plática estaba mi nombre sobre algo que tenían que decirme.
No pasaron más de dos segundos para darme cuenta que estaba más claro que era algo sobre el asunto. Sus caras lo decían todo, Charlotte me mirada con esa sonrisa que tratando de verse inocente, Jasper tenía esa expresión que hace cuando sabía que había abierto la boca de más, y al rubio no me moleste en ni siquiera voltearlo a ver, pero sabía como me miraba.
Me adentré un poco más a la tienda con todavía todas las miradas puestas sobre mí, algo incómodo y desesperante.
–¿Por qué me miran así?– hice una nueva pregunta, pues no habían respondido la anterior y no lo harían –no es como si fuera a matarlos–.
–Realmente me preocupa más que lo mates a él– Jasper señaló a Henry –no puedes estar en la misma habitación que él–.
–Y menos a unos metros– siguió Henry.
–No es algo que me importe– respondí indiferente –no es como si valiera la pena–.
Había remarcado esas palabras haciendo énfasis a lo que Henry me había dicho la última vez que hablé con él, creo que eso dejaba más en claro que seguía molesta, incluso me molestaba más que su tontería. Fue algo que si me había dolido y aún lo sigue haciendo.
–____, perdón, no quise decirte eso, no quería decir eso, en serio perdóname...–.
–Tenemos que ir abajo, no a muchos nos pagan solo por usar un traje– lo interrumpí mientras iba a la cortina para el elevador –¿Char?–.
Mi amiga fue hasta mí y juntas nos desaparecimos a la parte de atrás, dejando a los chicos en la situación incómoda que fue involuntaria que apareciera.
–¿Por qué?–.
–Me dijo que no valía la pena– entramos al elevador.
Arrugó los labios –¿no crees que es demasiado?–.
Solté un bufido –primero se besa con otra chica y después me dice que no valgo la pena, y todavía preguntas si fue demasiado–.
–Buen punto– aceptó –pero ya que sacaste lo del beso, ____ yo creo que es momento que lo escuches, en serio–.
La miré desconcertada –¿a qué te refieres?–.
–No pienso decirte nada porque no quiero que lo escuches de mí y porque debe salir de él...–.
Suspiré –pero...–.
Hizo un ademán –solo escúchalo, va a parecer tonto lo que te diga, pero es verdad–.
–¿Tú ya sabes?– asintió –¿y le creíste?–.
–Oye, conozco a Henry desde antes de que aprendiera cual es el concepto de la vida, sé cuando miente y cuando no...– movió su cabello en forma de diva –...además soy muy inteligente–.
–Créeme eso es algo que no quiero discutir y no tiene porque discutirse–.
–De acuerdo, entonces al menos ¿podrías hablarle como una persona normal para no armar un ambiente incómodo?–.
Pasé mi lengua por mi mejilla –creo que puedo hacer eso... pero solo hablarle, y tampoco muchas palabras–.
–No digo que vuelvan a ser mejores amigos que se hablen todo el tiempo, solo sé madura a la situación y después escuchas su explicación–.
Charlotte me hacía siempre cuestionar de mis acciones ya que ella siempre tenía razón en todo lo que decía. Si me decía que escuchara a Henry es porque debía hacerlo, además porque ella ya sabía algo, algo que debía ser bueno, ya que si fuera malo no se molestaría en lo absoluto en mencionarlo.
Aunque por más que mi yo tratara de escucharlo no podía o no quería. En un algún momento debía de hacerlo porque no era bueno guardar rencor, sin embargo simplemente no me sentía lista, la ira invadía mi mente impidiéndome que lo hiciera y mi corazón dolía siempre que lo recordaba, eso era una señal diciéndome que no estaba lista.
Se escuchó un estruendo debajo de nosotros indicando que el elevador había llegado. Las puertas se abrieron de este para que podamos salir y entrar a la Capi Cueva, cosa que así hicimos.
–Confía en mí– habló mi amiga –sabes que siempre tengo la razón–.
–No tengo porqué dudar de eso–.
–Genial, hazlo entonces–.
Rodeé los ojos –no quiero–.
–No puedes estar así todo el tiempo–.
–Lo sé–.
–Entonces hazlo–.
–No estoy lista–.
–¿Por qué no?–.
–¡Porque se besó con otra!–.
Mi grito había causado que la atención de Ray y Schwoz se posara sobre mí, me voltearon a ver sorprendidos y un tanto impactados, bueno que puedo decir, sí había gritado eso algo muy fuerte, pero no era algo que no supieran ya, no obstante Ray se levantó de su asiento y comenzó a caminar hasta mí.
–¿Qué les he dicho de gritar enojados en mi Capi Cueva?–.
–Que solo tu puedes hacerlo– respondí.
–¡Exacto! Ahora te vas a controlar o ahora serás tu la que tendrá la entrada prohibida a este lugar–.
–Como sea– sacudí mi cabeza de lado a lado –¿qué hay que hacer hoy?–.
–Schwoz está mezclando cosas en su juego de química– Ray dio una risa burlona –cree que puede crear una nueva especie de alien–.
Este se quitó los lentes de ciencia –no creo, lo haré y cuando lo haga ni siquiera te acordarás de este momento porque tienes la memoria de un chimpancé–.
Esas palabras fueron suficientes para que Charlotte y yo nos riéramos del comentario de Schwoz. Los chimpancés tenían muy mala memoria, Ray era básicamente una persona que olvidaba las cosas al instante, cosa que pudimos comprobar doble la vez que explotamos la Capi Cueva.
Además de que no era muy listo, no entendió el chiste y se quedó ahí como un tonto viéndonos reír.
–Buena esa– me seguí riendo.
–Y lo fue– completó Schwoz mientras se volvía a poner sus lentes –ahora ____ necesito tu ayuda–.
–Claro–.
–Ve a la puerta detrás del engrane, verás un refrigerador común, tengo muestras de alienígena de hace algunos años... trae el frasco de pepinillos–.
Lo miré confundida –¿para qué quieres pepinillos?–.
–Tengo hambre– contestó –y los del Auto-Snacker me dan gases y no quiero que...–.
Alcé los brazos en el aire dándole a entender que no había necesidad que dijera más.
–Iré por los pepinillos–.
Me alejé del juego de química de Schwoz como lo llamaba Ray, para subir las escaleras y entrar por la puerta de engrane en busca de lo que era un frasco de pepinillos. Por un momento creí que me pediría ir por las muestras o alguna clase que tarea que implicara vida o muerte como suele hacerlo, pero agradezco al universo que solo hayan sido pepinillos.
No es que no me guste lo que me pueden poner a hacer, pero por la experiencia en el pasado no era una muy idea, quiero decir, una de esas veces todo Swellview creyó que salía con Kid Danger y mi madre se volvió loca y estuvo a punto de regresarme a San Diego, aunque eso ahora no suena como una mala idea.
Henryway... que diga, Anyray, el concepto que Schwoz tenía con refrigerador común era muy diferente al que yo tenía en mente, pues lo que yo creía encontrarme uno normal, fue uno de tres metros con tres puertas. No quiero ni mencionar todo lo que tuve que hacer para llegar hasta la última, pues para mi buena suerte ahí estaban los dichosos pepinillos.
Después de 20 minutos de haber realizado maravillas, literalmente, al fin tenía ese frasco color verde en mis manos. Así que sin más rodeos corrí de regreso a la puerta de engrane, salí por esta, donde me encontré la Capi Cueva vacía, sin ningún ruido, pero a Charlotte y Jasper acostados en el sillón giratorio, mientras que Schwoz estaba en el suelo con una almohada de brillos en su cabeza.
–¿Qué está ocurriendo?– pregunté mientras bajaba las escaleras.
–Nada– respondió Charlotte tranquila.
Los miré confundida –¿nada?–.
–Absolutamente nada– contestó Jasper.
–¿Dónde están Ray y Henry?–.
–Fueron a Chair Noble a detener a Slappy Pete– Charlotte se levantó un poco del sillón –no vendrán hasta dentro unos minutos incluso horas–.
–¡Únete!– exclamó mi amigo lanzándome una almohada que tenía debajo suyo.
Parecía broma, pero no lo era, los tres se encontraban haciendo absolutamente nada, literalmente, de vez en cuando suspiraban pero en sus rostros había una enorme sonrisa de satisfacción que era muy contagiosa.
Estuve mirándolos durante varios segundos, admirando la paz que tenían en ellos, fue ahí cuando decidí tomar la que Jasper me lanzó y me acosté a un costado de Schwoz poniendo mis manos detrás de mi cabeza. Solté un suspiro pesado, para después sentir la paz que anhelaba.
–Sip, esto es genial– dije dando un respiro profundo.
"Te lo dije", "exacto", "no estás en lo incorrecto" respondieron al unísono.
Cerré mis ojos y me dispuse a disfrutar ese momento que no había tenido desde semanas atrás, incluso fue la primera vez que no pensé en el asunto con Henry, no me percaté de la mucha falta que me hacía tener algo por el estilo. Aunque claro se supone que deberíamos estar trabajando, pero fueron 30 largos minutos en los que solo se escuchaba el silencio y paz.
–¿Saben qué amo?–.
Hasta que Jasper rompió eso.
–¿Qué?– le contesté.
–Dinos– Schwoz.
–Habla– Charlotte.
–Hacer nada– dijo él.
Cerré los ojos y suspiré –oh si–.
–Claro que si–.
–Hacer nada es genial– terminó Schwoz.
El silencio volvió por unos instantes a la Capi Cueva, de nuevo esa paz y tranquilidad.
–¿Saben qué es mejor que hacer nada?– pero Charlotte lo rompió.
–¿Qué?– volví a preguntar.
–Habla– Jasper.
–Dinos– Schwoz.
Charlotte suspiró –nada–.
–Eso es cierto–.
–Facts–.
–Es la verdad–.
Me sorprendía la armonía con la que respondíamos a cada pregunta que alguno de nosotros hacía, no podía creer que ese tipo de paz podía entrar en nuestro sistema, cosa que al parecer era muy posible.
Por tercera vez, la Capi Cueva se quedó en absoluto silencio, solo el sonido de nuestras respiraciones soltando suspiros pesados de vez en cuando y alguno que otro movimiento indicando que nos acomodábamos en nuestro lugar.
Sin embargo creo que el significado de "no todo dura para siempre" lo pusimos a prueba cuando nuestra felicidad se terminó, pues el sonido de alerta que provenía de las puertas del ascensor se escuchó por todos lados, dando a entender que estaban a punto de abrirse.
–¡Capitán Man y Kid Danger regresaron!– gritó Schwoz.
–¡AAAHHH!– exclamó Jasper.
–¡Rápido! ¡Finjan que están trabajando!–.
"¡AAAHHHH!"
Más rápido que la propia luz, los cuatro nos incorporamos y corrimos a distintas partes de la Capi Cueva para fingir que hacíamos algo y no ser tan obvios que nuestra misión de no hacer nada. Schwoz corrió a unos cajones donde sacó una madera y una sierra. Charlotte, Jasper y yo, fuimos directo a los monitores a fingir que discutíamos algo que había en las pantallas de estos.
De la nada, uno de los tubos bajó, junto con Henry es su traje de Kid Danger, y una fea marca de mini mano en la mejilla.
–¡Oh hey!–.
–¡Miren quien regresó!
Arqueé mis cejas –yay–.
–No los vimos con todo este trabajo real que hemos hecho– habló Schwoz.
–Entonces ¿cómo les fue en la misión?– preguntó Charlotte ignorando a Schwoz, yendo a donde estaba Henry.
–Si ¿captaron a Slappy Pete?– siguió Jasper.
–Si lo atrapamos pero me golpeó muy fuerte ¿dejó marca?–.
Hice una mueca con mi boca cuando ya pude ver la mini mano marcada en el rostro de Henry. Slappy Pete era un... ¿hombre? Muy pequeño, con manos diminutas, que siempre daba bofetadas que dejaban marca en sus víctimas, y al parecer Henry había sido una de ellas.
"Mehh...", "algo así", "demasiado rojo", "muy marcado".
–Monstruo de manos diminutas...– se quejó él chico rubio.
Fruncí el ceño confundida –aunque no sabía que Slappy Pee tenía seis dedos–.
–Nah, tenía un mini, pequeño hot dog en la mano cuando me golpeó– contestó Henry –... manos pequeña, monstruo devorador de mini hot dogs...–.
Al momento de terminar su oración, Henry volteó a verme con los ojos abiertos sorprendidos, y la boca medio abierta tratando de sacar algo de esta, lo que parecía tratar de articular algo. Volteó a ver a Jasper, luego a mí, de nuevo a Jasper, sin quitar esa expresión de emoción.
–¡Me estás hablando!– dio un paso al frente.
–No te emociones– di un paso hacia atrás.
–Pero...–.
–Estoy siendo madura– completé.
–Pero me estás hablando–.
–No es la gran cosa–.
–Es un paso más–.
–Que no te emociones–.
–No lo estoy haciendo–.
No fue mucho para decir que si, la expresión de Henry cambió en ese instante, pero a pesar de eso no había desaparecido una leve sonrisa de su rostro, algo que involuntariamente me hizo sonreír a mí, pero antes de que pudiera seguir a más otra vez la imagen de Joss Moss con sus labios sobre los de él apareció. Incluso creía que mi madurez se desvanecería por eso.
En fin, inhalé una gran cantidad de aire y junté mis manos para después balancearme en mi propio lugar, cambiar un poco el tema y lo olvidara de una vez.
–Okay– empecé a decir –¿dónde está Ray?–.
–Oh, va a estar aquí en unos segundos, con una pequeña sorpresa– respondió Henry mientras caminaba hacia atrás haciendo un baile gracioso.
Alcé una ceja y volteé a ver a Charlotte que tenía la misma mirada de intriga que yo. Jasper y Schwoz solo saltaban emocionados.
–¡¿Son mochilas?!– preguntó Jasper gritando –¡por favor dime que son mochilas!–.
Henry lo miró extrañado –¿qué? No, viejo ¿qué tienes con las mochilas?–.
–Menciona un mejor invento, esperaré–.
–Uh... la rueda–.
–Menciona dos, esperaré–.
–El baño– dije sin emoción.
–Menciona tres, espera...–.
–¡¿Qué es la sorpresa!?– intervino Char.
Le dediqué una mirada en agradecimiento, pues al paso en el que íbamos, Jasper podía seguir y seguí pidiendo más inventos "mejores" que las mochilas, aunque claro debo de admitir que no es un ma invento, pero había cosas más innovadoras que eso.
–Digamos que es algo en lo que te puedes sentar– contestó Henry remarcando el "puedes".
Relamí mis labios –¿es una silla?–.
–Si, es una silla–.
–Yo también iba a decir que es una silla–.
–Okay es una silla– Henry se sacudió su cabeza –una pista muy obvia, rayos Slappy me golpeó duro–.
Bien merecido mejor dicho.
Las puertas del elevador se abrieron, de estas salió Ray con su traje de Capitán Man, y una enorme cosa debajo de una manta la que obviamente era la silla.
–¿Quién quiere ver que tengo debajo de esta manta?–.
–Una silla–.
–Es la silla–.
–Silla–.
–¡¿Es una mochila?!–.
Ray metió la silla al lugar –quien haya dicho mochila está en lo incorrecto–.
–Ya les dije que es una silla– habló Henry.
–Bueno, quien haya dicho mochila es un idiota porque...¡es una silla!–.
Di un grito ahogado ante la maravilla que estaba frente a mis ojos. Era hermosa, se veía tan cómoda, y sus colores dorados la hacían verse más elegante de lo que ya era, era simplemente perfecta. Necesitaba sentarme en esa silla en ese momento.
–Es una Royal Relaxer Silla de Masaje– dijo Jasper.
Henry se sentó en la silla, Ray se le extendió un control para encenderla, y al momento en el que presionó un botón, esta comenzó a brillar por todos lados, soltando luces led, y un extraño sonido que relajaba demasiado.
–Ahora sujeten sus cerebros porque estoy a punto de volar sus mentes–.
Él chico volvió a presionar el control que tenía en las manos, haciendo que una música de rock saliera por las bocinas que tenía, y de un momento a otro, Henry se deslizaba por toda la Capi Cueva en la silla de masaje. Algo de lo más satisfactorio que haya visto... no Henry, no, no, si no la silla, moverse con tanta fluidez.
–¿Cómo consiguieron esto?– preguntó Char cuando la silla se detuvo.
–Uh, bueno– habló Henry –cuando por fin atrapamos a Slappy Pete, estaba golpeando a varias personas en esa tienda Ucraniana elegante de sillas de masaje–.
–Chair Noble–.
–Esa misma, y él dueño estaba tan feliz que lo detuvimos y él estaba como "pueden tener la silla que quieran de la tienda", y dijimos "queremos esa"–.
–Y él estaba como "ah, cualquiera menos esa"– dijo Ray en acento ucraniano.
–Y nosotros estábamos como "cállate viejo, dijiste la que sea", y él estaba como...–.
–"Oh, no ¿por qué dije cualquiera?"–.
–Y nos la llevamos–.
–Lo hicimos, si eso hicimos–.
Entre ambos comenzó lo que era siempre la platica de gritos y bullicios diciendo tonterías. Sin embargo, había algo que me había concertado en toda su historia, pues en ningún momento dijeron como la bajaron a la Capi Cueva, si la respuesta es obvia, pero era algo que simplemente no encajaba.
–¡Esperen, esperen, esperen!– gritó Charlotte haciendo que dejaran de hablar –¿caminaste dentro de Junk N' Stuff vestido como Capitán Man?–.
Ray soltó un bufido –no... oh, si lo hice, oops– eso era –ahora si me disculpan tengo que ir a borrar memorias–.
Demasiado bueno para ser verdad, que Ray haya hecho algo sin arruinarlo, no era algo completamente arruinado, pero ahora por eso tendríamos gente zombie sin recuerdos en el callejón.
–Schwoz ¿un poco de ayuda?–.
–¿Puedo borrar la memoria esta vez?–.
–Ummm... tal vez cuando seas más grande–.
Schwoz bajó la mirada decepcionado –ow ¿puedo ayudar a deshacernos del cuerpo?–.
–Claro que si campeón– Ray removió la cabeza de este.
A veces me sorprendía como era que, después de varios borrados de memoria, la gente no se empezara a preocupar por las personas zombies que caminaban por todo Swellview. No les tomaban importancia, y ahora que lo menciono no había visto a ninguna de esas personas últimamente, huh.
Como sea, Ray y Schwoz se fueron por el elevador, con el borra memorias en mano, dejándonos a los cuatro restantes. Henry aún en la silla disfrutando de la vida, y Charlotte, Jasper y yo alrededor.
–Busqué esta cosa en línea– decía Charlotte con su teléfono –cuesta $30,000 dólares–.
–Oh, no, no, ese es el modelo base– corrigió Jasper –esta es una actualizada–.
–Yep, calienta tu trasero–.
Ladeé mi cabeza –¿qué?–.
–¿Tu trasero?–.
–Y tiene 63 zonas de frotamiento individuales– siguió hablando Henry.
–Otra vez ¿qué?–.
–Demasiadas zonas– dijo Jasper susurrando.
–Da igual, tenemos que turnarnos– habló mi amiga –porque no me quedaré viéndote como disfrutas la silla de masaje así nada más–.
–Y estoy de acuerdo con eso– la señalé.
–Solo 5 minutos más– pidió él sin siquiera abrir los ojos de lo relajado.
–Bien–.
Tal y como Henry lo había pedido, estuvo solo cinco minutos más en la silla de masaje, sin embargo cuando terminó su tiempo no se movió, se quedó ahí sentado aun con los ojos cerrados.
Debo admitir que lo envidiaba, en serio lo hacía, y en mi opinión no debía quedarse ahí tanto tiempo o se le olvidaría como caminar, no, no es preocupación por él, solo que quería subirme a la silla, ellos dos dijeron que era una sorpresa para todos. Solo uno lo está usando.
En la desesperación, que no era solo la mía, ya que mis dos amigos también comenzaban a exasperarse pues caminaban de lado a otro, pero no terminó así cuando Jasper tomó a Henry de su bota para tratar de arrastrarlo de la silla. Lo jalaba de la pierna, pero por más que lo intentaba él rubio tonto no se movía.
–¡Quítate! ¡Es mi turno!– gritaba este –¡ahh!–.
Y en un intento de jalarlo fuerte, Jasper se cayó al suelo quitándole la bota.
–Ooh, eso se siente bien– dijo Henry –¿podrías quitar mi otra bota?–.
–¡____! ¡Dile que se quité!–.
Volteé a ver a Jasper con los brazos cruzados y una mirada de "¿en serio?".
–¡Siempre te hace caso a ti!–.
–Y tiene razón– habló Henry entre dientes calmado por la silla –pero esto se siente tan bien que ni su voz puede sacarme de aquí–.
Encogí mis hombros –lo intenté–.
–¡Ñaaaaaa!– se quejó mi amigo –¡Charlotte! ¡Dile que se quite! ¡También merecemos un turno!–.
–No, no, no, es su turno, es el que fue golpeado hoy...–.
–Huh...–.
Por la forma en la que Char había hablado, sabía que tenía algo en mente, algún plan para que se moviera de la silla, porque, bueno, no dejaría que se moviera así nada más. Fue entonces cuando, detrás de la silla, Charlotte dio un grito ahogado. Negué ligeramente con la cabeza, mostrando una sonrisa, ese era el plan.
–Oh por Dios...– los dos chicos la voltearon a ver –eso... eso es increíble–.
"¿Qué es increíble?", "¿qué?" preguntaron al mismo tiempo.
En el hecho de seguirle el juego, caminé para pararme a un lado de ella y de igual manera soltar un grito ahogado fingiendo estar sorprendida.
–No puede ser– exclamé.
–Es que no puede ser que eso esté ahí–.
Moví mis manos en el aire –no es posible, no puede ser–.
Como era de esperarse, Henry y Jasper corrieron a donde estábamos las dos, momento justo para ir a la silla, que Charlotte se sentara y presionar en el control los momentos justos para la completa relajación, de acuerdo a la recomendación, claro.
–Es mi turno– me miró mal –cuando termines–.
–Seré justa–.
La cara de Charlotte se veía relajada. Tenía los ojos cerrados que parecía que se estaba quedando dormida, aunque lo hiciera estaba bien, pero por el lado de Henry y Jasper, seguían detrás de la silla buscando una cosa falsa, preguntando en donde estaba.
–Es que no lo encuentro– decía Jasper.
–Mete tu cabeza ahí– ordenó Henry.
–¿Dónde ahí?–.
–Si ahí–.
Reí divertida –que tontos–.
–Sigan buscando– habló Char –toma de 30 a 40 minutos en aparecer–.
–Y luego otros 30 a 40 más– completé.
Los dos chicos al darse cuenta lo que ocurría, se levantaron del suelo y fueron hasta donde estaba parada. Fulminando a Charlotte con la mirada, igual viéndoselos más idiotas que hace unos momentos.
–Oh, okay, okay, eso es gracioso buen truco– dijo Henry –¡muévete!–.
–No– contestó firme.
Henry alzó las cejas –de acuerdo, voy a contar hasta tres y si no estás fuera voy a...–.
–Tú vas a ¿qué?– la voz de mi amiga comenzaba a ser retadora.
–Uno...–.
–Dos, tres–.
–¡Okay! ¡Eso es suficiente!–.
Henry se lanzó sobre Charlotte tomándola de los brazos intentado quitarla, logrando que Jasper y yo nos sobresaltamos por la escena, pues mientras Henry intentaba sacarla, ella se removía en la silla resistiéndose. Los veía con una mirada asustada con mis brazos cruzados.
–¡Muévete! ¡Muévete!–.
–¡Hey, no! ¡me toca quedarme!–.
–¡Jasper! ¡Ayúdame!–.
–¡En eso estoy!–.
Haciendo caso a sus palabras, Jasper agarró el otro brazo de la chica tirándola para quitarla.
–¡____!–.
Rápidamente salí de mi mini trance divertido, y empecé a a empujar sus manos lejos de ella.
–¡Suéltala!– grité.
–¡AHHHHH!–.
–¡Es mi silla!–.
–¡Muévete! ¡MUÉVETE!–.
–¡Nooooo!–.
–¡ES MI TURNO!–.
–¡MI SILLA!–.
–¡AAAAAAAAHHHHHHHH!–.
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