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Capítulo 94

En el mundo en el que vivimos existen muchas reglas, algunas para comportarnos, otras que nos dicen qué hacer y qué no hacer en algún lugar y otras son tan denigrantes que están hechas solo para romperse, y aunque no lo parezca esas siempre son las mejores. 

Pero a pesar de miles y millones de reglas que fueron escritas en el mundo, existe una muy importante que fue dictada por la primera persona en haber tenido el corazón roto por el estúpido sentimiento que te puede hacer llorar toda una noche llamado amor; citando la frase, son seis simples palabras que nunca debes olvidar antes de enamorarte: NI CREAS LO QUE TE DIJO.

Al principio me parecía una completa tontería cuando escuché por primera vez eso, Ni creas lo que dijo, "¿por qué no debería creer lo que me dijo? Que completa tontería", pero comprendo que cuando una persona vive la situación, es cuando realmente se ponen en práctica esas palabras.

Tres semanas habían pasado desde la fiesta de Joss Moss, tres semanas habían pasado sin si siquiera mirar a Henry, tres semanas sin dirigirle la palabra a Henry, tres semanas de verano que habían convertido al mejor, en peor.

Al día siguiente de la fiesta era domingo, me desperté como un día cualquiera, hice mi rutina para antes de ir al trabajo, actué como si no hubiera sucedido nada y lo era, Charlotte me mandó un mensaje de texto para preguntarme que ocurría, a lo que le respondí: "Henry y Joss Moss", no tuve que decir más para que entendiera todo, después de eso no dijo más, se lo agradezco demasiado, porque aunque me estuviera doliendo hasta el alma por dentro, no dejaría que una cosa como esas, quiero decir, no dejaría que un chico que hiciera sentir de esa forma.

Ese día decidí caminar en vez de irme por el tubo como usualmente lo haría, y vaya que fue la mejor decisión que pude haber tomado, pues cuando llegué a Junk N' Stuff encontré a Jasper pegando fotos de Henry en la puerta, con un gran signo de prohibido, y con el emblema de "PROHIBIDO EL PASO". Se acercó a mí, me dio un abrazo y me susurró al oído "Henry es un tonto".

No era algo que no fuera falso.

En fin, por la primera semana Henry no puso un pie en la Capi Cueva, cuando llegaba por el elevador se lo bloqueaban, al igual que en los tubos, de hecho una vez soltaron un nido de abejas para que ni siquiera pensara en entrar, no era mi idea, pero al menos yo estaba mejor sin su presencia. Charlotte se había ido a Nueva York, causando que Jasper no se alejara de mi lado en ningún momento, fue como tener un buen hermano todos los días.

La segunda semana, lo dejaron entrar con la condición de que no me dirigiera la palabra, era curioso como todos se habían puesto de mi lado a pesar de ser amigos de Henry de años, se lo pregunté a Charlotte a lo que me respondió "Henry no sabe apreciar", y ahora entiendo porqué lo decía. Aunque sabía que si le hablaban cuando yo no estaba por ahí, lógico.

Puedo decir que fue la semana más incómoda que he vivido desde que tengo memoria, sin embargo, eran días en los que prefería quedarme en mi habitación poniendo como excusa que mis hermanos se habían enfermado, tonto lo sé.

Pero sin importar todas las medidas que tenía para evitar su palabra, todos los días nada lo detuvo en intentar hablarme, salía de arbustos que estaban cerca de mi casa, aparecía detrás de paredes, un día me estaba en mi cocina platicando con mi abuela muy animadamente, otro lo encontré en el tubo que iba a la Capi Cueva.

En la "última intervención", que fue hace dos días, eran días lluviosos de verano, él me esperaba en la cerca que daba al patio de mi casa, obviamente ignoré todas sus frases y palabras, dejándolo ahí a lo que me constaba. A la mañana siguiente desperté temprano pues mis hermanos jugaban gritando como locos un videojuego nuevo, era mi turno de sacar la basura ese día, así que aprovechando que estaba levantada, salí con la bolsa de basura al callejón, donde para mi enorme sorpresa, Henry dormía recargado en la cerca, un poco mojado por la lluvia.

Fue en ese momento en el que me di cuenta que en serio estaba tratando demasiado, entonces regresé a la casa, tomé una sudadera de A.J y bajé al patio para entregársela y que no atrapara un resfriado, porque aunque me costaba admitirlo me dolía verlo así, podía incluso doler más ignorarlo, pero cuando aparecía el perdón en mí, recordaba aquella vez cuando lo vi besarse con Joss.

–No te vayas– susurró desde el suelo –por favor no te vayas, tengo que explicarte–.

Pasé saliva y suspiré –quítate la sudadera mojada y ponte esa, te puedes enfermar–.

–____–.

–Henry– lo interrumpí antes de que pudiera decir algo más –no–.

–Ya pasaron tres semanas– se levantó –no puedes ignorarme por siempre, tienes que escucharme, por favor–.

–Y lo haré–.

–Gracias, porque dormir aquí fue...–.

–Pero no ahora–.

Su expresión cambió a desilusión –oh–.

Asentí –si–.

–Bien– hizo una mueca con la boca –al menos podrías por favor hablarme–.

Encogí mis hombros –no lo sé, creo que eso estoy haciendo–.

–Pero más palabras que solo esto– dio una pausa –no hemos hablado en tres semanas, no me había dado cuenta lo mucho que te extraño escuchar hablar... y a ti–.

He de admitir que también extrañaba a Henry, demasiado, más de lo creía, aunque en estos momentos extrañaba tenerlo más como mejor amigo que como... no, novio no. En este caso estaba segura que él haría algo para animarme, para olvidarme del idiota que me lastimó y mandarlo directo al barranco, pero el problema es que él era el idiota.

De nuevo, la imagen de él besando a Joss Moss.

–No me puedes mentir– habló sacándome de mis pensamientos –sé que tu también lo extrañas–.

Suspiré –no, Henry, no puedo mentirte, pero tu si lo hiciste, y lo hiciste frente a mis ojos–.

–Ni siquiera sabía que estabas ahí–.

Abrí mi boca sorprendida –entonces lo hiciste a propósito, bien hecho Henry, déjame ir adentro por tu medalla al peor infiel que no sabe como cubrir su crimen–.

No quería provocarlo, en serio que no quería hacerlo, pero a veces salían cosas de mi boca sin siquiera pensarlas. 

–¡Déjame explicarte!–.

–¡No!...– sacudí mi cabeza de lado a lado –¡no quiero escucharte! ¡No ahora!–.

–¡Bien!–.

De un momento a otro, la conversación tranquila con Henry se había convertido en una discusión que apuesto a que gracias a eso me esperaba un interrogatorio dentro de la casa, me había enojado; este se quitó la sudadera que usaba de A.J, apretó su mandíbula y resopló fuerte, para después lanzarme la sudadera e irse caminando a paso firme de donde estaba.

–¡Dormí afuera, ____!– me gritó –¡dormí afuera!–.

Rodeé los ojos –¡nadie te pidió que lo hicieras!–.

–¡Entonces no valió la pena! ¡No vales la pena!–.

Abrí mis ojos al momento en el que escuché esas palabras brotaban de la boca de él, haciendo que mi corazón aún lastimado sintiera ese dolor característico de estas últimas semanas. Mordí mi labio inferior conteniendo las ganas de llorar, no lo haría, no frente a él... y nunca realmente para decir verdad.

Henry se dio cuenta de lo que había dicho, tanto así, que su expresión enojada cambió en tan solo segundos a una de preocupado, comenzó a correr a donde yo estaba, pero fui más rápida abriendo la puerta de la cerca y cerrándosela en la cara, escuchando el golpe de Henry contra la madera junto con un "auch".

–¡____! ¡No quise decir eso! ¡Vales mucho la pena! ¡No era eso! ¡Por favor!–.

Sin más que decir, cerré la puerta trasera con seguro por primera vez, me giré hacia esta asegurándome de que Henry no alcanzara para poder escalarla o algo por el estilo, debí quitarle el láser... pero que más daba, me adentré en mi casa, no mirando atrás, con todos los gritos de Henry detrás de mí, pidiéndome perdón por una tontería.

¿Había exagerado? Si, bastante, pero era mejor eso a que pensara que podía aún estar hablando conmigo como si nada.

...

Henry's P.O.V

–____–.

–Soy una tonta, soy una completa tonta–.

–¡No espera!–.

–¡____! ¡Espera! No es lo que crees, no es lo que tu viste–.

Sus ojos comenzabas a cristalizarse –No me vuelvas a hablar, nunca–.

–¡Necesito explicarte!–

–¡Explicarme qué!– gritó –¡¿Cómo eres un mentiroso?! "Ah si ____, quiero que seas la última en mi vida"–.

–Y lo eres...–

Soltó una risa cínica –no así Henry, no así- relamí mis labios -no me vuelvas a hablar ¿de acuerdo?–.

Suspiré –y no fui detrás de ella, quise darle su espacio, aunque quería ir detrás de ella, pero sabía que si lo hacía me iba a golpear o incluso matar–.

–¿Tienen la cabeza de lagarto o no?–.

Estaba en Junk N' Stuff, atendiendo a lo que era un cliente que venía en busca de una cabeza de lagarto que había visto hace unos meses, solo que entre tanta relación con un lagarto a mi vida amorosa, por alguna razón terminé contándole mis penas sobre ____. Pude parar de hablar, pero no era mi culpa que él se viera interesado en mi trágica historia... al menos eso creo que hacía. 

–Y la cosa es que no me deja explicárselo– tomé la cabeza de lagarto –ya pasaron tres semanas, tres, y desde que la conozco no había pasado tanto tiempo sin estar lejos de ella, porque bueno, antes de esto también éramos mejores amigos–. 

–Niño podrías darme la cabeza...–.

Alcé los brazos en el aire –dormí afuera de su casa para poder hablarle, en la lluvia, me pude haber enfermado–.

–Solo quiero la cabezaaa...–.

–Pero todo lo vale por ella ¿sabe? Es la chica más linda que he conocido en mi vida– bajé la mirada –y por tratar de salvarla lo arruiné, es que ella es lo más increíble, lo mejor que me ha pasado desde que me convertí en Kiiiiiiuuuummmmm... un empleado... de la tienda–.

Estar pensando en ____ mientras contaba la historia a un completo desconocido, me había hecho casi revelar mi secreto más preciado como pudieron darse cuenta, pero es que era verdad todo lo que decía sobre ella que me costaba demasiado concentrarme en lo que salía de mi boca, solo tenía "____" escrito en mi cerebro en estos momentos, y desde las últimas tres semanas. 

–Es la chica más linda, ni Joss Moss se puede comparar con ella, es tan...–. 

De un momento a otro, él cliente me arrebató la cabeza de las manos –escucha niño...–.

–Henry–.

–Henry, las mujeres son complicadas– de eso no cabe duda –si quieres tanto a esta chica, porque es lo que veo, no uses tus palabras, usa tus acciones–.

–¿Cómo? No quiere estar ni un segundo en la misma habitación que yo o cerca de mí–.

Y eso era verdad, el día después de la fiesta no me dejaron ni siquiera entrar a la tienda, habían puesto letreros con mi cara para prohibirme el paso, y una abeja casi me pica cuando intenté bajar por los tubos, además de que estos se bloqueaban, fueron medidas drásticas. 

–Habla con ella–.

–Es imposible– respondí –la puedo querer demasiado, pero es imposible hablar con ella, no escucha–. 

Sacó billetes para pagar –mi esposa es igual a tu chica, no escucha, y es demasiado orgullosa–.

Lo miré confundido –____, no es nada de... bueno, solo un poco–. 

–No creí llegar al primer aniversario con ella, pero ahora estoy aquí comprándole un regalo para los cinco años, nada es imposible–. 

Después de haber dicho esas palabras, el hombre tomó la cabeza de lagarto para irse de la tienda, dejándome con todas las buenas expectativas para poder intentar hablar con ella ahora, aunque por un lado tenía razón, cosa que no me había dado cuenta pero ____ en serio que era una persona orgullosa, y eso hacía que me gustara cada vez más. 

Estaba guardando el dinero dentro de la caja registradora, escuché como se abrieron las cortinas que daban para la parte de atrás indicando que alguien había entrado. 

–Oh miren– exclamó Jasper –el mentiroso–.

Suspiré resignado –Jasper, eres mi mejor amigo, se supone que debes estar de mi lado–.

–¡No!– gritó –¡estoy de lado de los fieles! ¡De las personas que le son fiel a una persona y no mienten sobre lo que sienten!–.

–¡Pero yo no le fui infiel!–.

–Sus ojos de ella vieron otra cosa–.

–Sus ojos vieron como ¡intentaba salvarla!–.

–"Sis ijis vierin..."– me volteó a ver confundido –espera ¿qué?–.

Volví a suspirar, caminé lentamente saliendo del mostrador para después recargarme sobre este sentándome ligeramente. 

–Lo que escuchaste, besé a Joss Moss no porque quise, porque tenía que hacerlo para salvar a ____, y a todos ustedes–.

Jasper puso las manos sobre mi boca analizando la situación. 

–Una disculpa ¿qué?–.

–Es lo que he trato de decirles todo este tiempo, pero ninguno de ustedes quiere escucharme–. 

Arrugó la nariz –a lo que no haré porque estoy de lado de la fidelidad...– mordió su mejilla y movió los ojos de un lado a otro pensando en lo que haba dicho –... pero ahora me interesa saber tu explicación–. 

Crucé mis brazos y me acomodé un poco en mi propio lugar. 

–Hablé con Joss durante la fiesta, en la barra de jugos, chica astuta me dijo que sabía que éramos infiltrados–.

–¿Cómo lo sabía?– preguntó sorprendido.

–No lo sé Jasper, tal vez porque usábamos esmoquín en una fiesta hawaiana– contesté sarcástico. 

Asintió firme –tienes un punto a tu favor, continúa–. 

–Y cuando estábamos yéndonos después de que atrapamos a su padre, me dijo que uno de los planes de él era atrapar a Ray, pero no como Capitán Man, como Ray, sabía el secreto, así como el mío, y que ustedes trabajaban para Capitán Man– suspiré –le dije que no se saldría con la suya, a lo me dijo que si daba un paso más atacarían a todas sus familias pues ya las tenían en la mira, en especial a la de ____ y ella, pero que como se le había hecho lindo, y no la culpo, dijo podía olvidar todo eso si solo le daba un beso–.

–¿Y solo por eso decidiste besarla?–.

–¿Qué otra opción tenía?–.

–Muchas– contestó una voz detrás de mí haciendo que sobresaltara –tenías muchas otras opciones–.

Me giré hacia la persona que había hablado detrás de mí, aunque realmente no había necesidad, sabía quien era. 

–¿Ah si? ¿Cómo cuáles, Charlotte? Porque yo recuerde la mafia estaba a punto de matarnos a todos si no hacía eso, además ella sabía que yo tenía algo con ____, lo hizo a propósito–.

–Pero no tenías razón para besarla, pudiste haber hecho otra cosa, dile, dile, dile–.

Jasper golpeó a Charlotte en el brazo insistiendo que me dijera algo, recibiendo una mirada asesina de su parte. Mi amiga caminó lentamente por la tienda de un lado a otro, cosa que hacía cuando necesitaba pensar en las cosas, con esa mirada que asustaba y que te hacía hacer las cosas de inmediato, la mirada. 

Ella se detuvo en seco, arrugó sus labios, y me miró con la mirada un poco baja pero con los ojos entrecerrados. 

 –Me cuesta admitirlo Jasper– comenzó a decir –pero Henry tiene razón–. 

–¡JA!– señalé a mi amigo triunfante

–¡¿Qué?!–. 

 –Charlotte lo dice, si Charlotte lo dice, tengo razón–. 

–¡¿Hablas en serio?!–.

–Muy en serio– asintió –si no hubiera sido por Henry él único vivo sería Ray, ni siquiera nuestras familias estuvieran aquí, pudo haber tenido más opciones, pero cualquier movimiento hubiera sido un adiós–.

Jasper abrió la boca indignado –no puedo creerlo–.

–Pues créelo, viejo, porque acabo de ganar ¡yo gané!–. 

Eso hubiera sido el inicio de una pelea con argumentos tontos, si no hubiera sido por Charlotte, otra vez, que golpeó un gong de la tienda, haciendo que dejáramos de hablar de inmediato y cubriéramos nuestros oídos. 

–Genial, dejaron de matarse– dejó el palo del gong sobre la mesa –ahora ve y dile todo eso a ____, antes de que intente matarte mientras duermes–.

Un hecho bastante legítimo, y algo que haría en el instante en el que ella atraviesa esa puerta aún no quiera escucharme. 

–¿Cómo está por cierto?– pregunté.

–Mejor, mejor que los primeros días– contestó Jasper.

–Estuvo mal, Hen– siguió Charlotte.

–Y no saben cuanto me siento mal por eso, me dolió lastimarla–. 

Chas puso una mano sobre mi hombro –tienes que hablarle–. 

–Exacto– habló Jasper –debes de decirle todo a ____ antes de que sea demasiado tarde–. 

–¿Decirme qué?–.


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