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Capítulo 38

P.O.V____

–Yo... no... no se de que estás hablando– mi voz sonaba entrecortada nerviosa –ni siquiera sé... no um... ¿quién... quién es Henry? ¿De quién hablas?–.

A.J rodó los ojos y se acercó hasta para tomarme de los hombros, me miró directamente a los ojos e hizo una cara como si tratara de decirme "deja de decir excusas ridículas". Esto estaba mal, esto estaba terriblemente mal ¿cómo pudo ser posible que la persona con menos IQ cerebral supiera eso?

–Deja de mentir ¿okay?– dijo susurrando.

–A.J ¿por qué dices eso? Eso... eso... no, no sé de que me hablas– di una risa nerviosa –no tiene nada de sentido lo que dices–.

–____– alzó una ceja.

–¡No!– grité quitando sus brazos de mis hombros –tenemos que regresar a la cocina, el cactus más venenoso del mundo está ahí, vamos–.

Comencé a empujarlo por la espalda hacia la cocina, mientras ideaba un plan para hacer que olvidara eso. Podría llamar a Schwoz y decirle que trajera el borrador de memoria, aunque le diría a Ray, y borrarle la memoria sería borrar todos sus recuerdos, y dejarlo solo con los conocimientos básicos, sin ningún recuerdo de su vida... no, no es opción.

¡Estoy entrando en pánico! Y no pueden haber más personas que supieran el secreto, Ray va a estar de lo más enojado del mundo, lo conozco y va a creer que le dije o se me escapó ¡maldita sea!

–El trato fue el cactus por el millón de dólares, aquí tienen el millón– un matón puso el dinero sobre la mesa –el cactus–.

Max y A.J se lanzaron miradas cómplices a la vez que asentían. Max sacó el cactus que estaba dejaba de la mesa de la cocina, y lo puso igual sobre esta, uno de los matones sacó su teléfono y llamó al que supongo era R.T, diciéndole que tenían el cactos.

En ese momento, los matones ya estaban distraídos, aún hablando con R.T, A.J me volteó a ver, formulando en sus labios e inaudible la palabra "HENRY", sabía lo que se refería. Solté un suspiro e internamente me maldije a mi misma, luego pensaría sobre el tema de que mi hermano sabía el secreto más grande de mi mejor amigo.

Disimuladamente saqué mi teléfono y pulsé el botón que decía "Man Cave Emergency Alert", aplicación que puso Schwoz en nuestros teléfonos, por si alguna vez nos encontrábamos en este tipo de situaciones. Lo único que me preocupaba era que llegaran a tiempo.

–De acuerdo– dijo el matón al teléfono –en seguida llegamos–.

Terminada su oración, el tipo colgó el teléfono para después dirigirse a nosotros de una manera amenazante.

–Nos llevamos el cactus–.

Se acercó hasta este para poder tomarlo, pero en ese preciso instante, A.J se interpuso entre él y el cactus. "Oh jeez", me dije a mi misma mentalmente, espero que funcione.

–¿No quieren algo para el camino?– preguntó mi hermano "inocente" –tenemos soda brillante y también muy buena salsa–.

El matón lo asesinó con la mirada, pero a la vez creo que analizó su oferta.

–¿Esa buena salsa?– A.J asintió –no es mala idea–.

"No, no", "buena idea", "buena salsa", "si, buena" repetían los demás.

Sabía que A.J tramaba algo, y ese algo era distraer a ese grupo de matones hasta que llegaran Ray o Henry, cosa que estaba funcionado, ya que estos chicos estaban más idiotas que todos mis hermanos combinados.

–¿Soda brillante?–.

"Si, Si, soda brillante", "me gusta eso", "que buen servicio" internamente me estaba riendo.

En fin, después de unos minutos en lo que A.J ofrecía toda nuestra comida, se escuchó como la puerta del patio de atrás se abría de golpe, seguido del ruido de la puerta de cristal romperse, que daba al patio. Ray y Henry.

El sonido hizo que los matones soltaran toda su comida y se pusieran alerta.

–¿En serio tenías que romper la puerta?–.

–Sabes que me gusta hacer una entrada–.

–Si bueno, ahora tendrás que pagar la puerta de cristal, y una maceta–.

–Para eso está la municipalidad, cubre los seguros–.

–Y por eso mismo nos cortan el presupuesto en la Capi Cueva–.

Tome el puente de mi nariz a la vez que cerraba los ojos y me cruzaba de brazos, no me sorprende, no me sorprendía en lo absoluto, Ray diciendo tonterías, Henry regañándolo, diciendo cosas y haciendo cosas sin sentido en terribles momentos.

Uno de los matones se acercó a la mesa para tomar el cactus, pero esta vez Max se interpuso en su camino. Restándole importancia, tomó a mi hermano de un brazo y lo lanzó a un lado, para después agarrar el cactus, pero no contaba con la situación de que Capitán Man y Kid Danger estarían detrás de él.

–Hola amiguito– saludó Ray –¿a dónde llevas ese cact... ¡ahhh!–.

Le dio un golpe en el estómago, logrando escapar de la cocina con sus compañeros detrás de él, junto con Henry.

–Estoy bie-en ah me dejó sin aire–.

A.J y yo corrimos a donde Max estaba quejándose en el suelo sobre qué moriría y que le dolía, mientras que Ray ya se había levantado y había desaparecido de nuestra vista.

–¡Voy a morir!– gritaba Max.

–No vas a morir– dije sin preocupación –no tienes nada, solo te dolió–.

–Me duele demasiado– se quejó –¡el cactus! Se llevaron el cactus–.

A.J lo tomó del brazo –Capitán Man y Kid Danger llegaron, no creo que escapen demasiado fácil–.

Max se levantó del suelo.

Sus palabras me hicieron recordar que tenía una platica pendiente con él sobre el asunto de... eso, y en qué sabía el maldito secreto.

–No se pueden llevar el cactus, ellos son superhéroes y...–.

–Se llevaron el cactus– Henry apareció en la cocina, sin aire, jadeando... ah mierda.

–¿Qué?– preguntamos los tres al unísono.

Henry se agachó para tomar aire –fue... fue imposible... eran muchos y muy fuertes y... a... a Ra... digo Capitán Man... lo... lo espinaron–.

El maldito colmo, dicho y hecho, Ray salió por la puerta de la cocina con la cara llena de espinas y una expresión de enojo.

–Me espinaron– soltó este –soy indestructible, y tengo espinas en mi cara–.

Cabe mencionar que aún estábamos sin luz en toda la casa, pero podía ver la silueta de Henry, que al igual que yo estábamos riéndonos por lo bajo de Ray.

–Vámonos Kid– salió de ahí.

–¡Me debes una ventana!– grité.

–¡Cómo sea!–.

No pude evitarlo, en cuanto Ray se fue, me solté en risas junto con Henry y A.J, mientras que Max aún se quejaba del dolor.

–Quitar eso dolerá– seguía riendo –gracias Kid Danger–.

–Fue un gusto ayudarlo ciudadanos–.

Volteé a ver a A.J que me miró con intención de decirme tenemos que hablar, haciéndome el momento incómodo con Henry ahí. Otro problema aún más grande.

–Gracias Kid Danger– dijo Max.

–De nada chico– respondió –me tengo que ir– me sonrió –adiós–.

–Adiós–.

Henry se fue, dejándome en la incomodidad con mi hermano.

–Iré a levantar el switch de las luces–.

–Yo voy a ir a mi cuarto– Max caminó hasta la puerta –ni una palabra de esto a nadie–.

Fruncí el ceño –por cierto ¿dónde están los demás?–.

–Cenando supongo– me contestó –adiós, siento que voy a morir–.

–No exageres Max–.

–Estoy muriendo, ____, buenas noches–.

La verdad se me había hecho muy extraño que nadie aparte de ellos estén aquí, si todos estaban en la convención todo el día, pero qué más da, realmente ahora solo quería dormir, aunque sabía que tenía una platica pendiente con A.J.

–____– hablando del Rey de Roma –en serio tenemos que hablar–.

–Si– mordí mi labio inferior –si lo tenemos–.

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