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El garaje de Jaemin tenía el caos perfecto para un ensayo de banda. Un lugar que olía a madera vieja, sudor y a un leve toque metálico de cuerdas y baquetas gastadas. Las paredes estaban decoradas con posters de bandas icónicas, aunque algunas estaban medio despegadas por la humedad. Un amplificador Marshall viejo, con una esquina rota cubierta por cinta adhesiva, descansaba en un rincón, mientras que un bajo polvoriento se apoyaba contra la pared.

Jisung se encontraba sentado en el sofá destartalado, con su Stratocaster negra con algunos raspones en los bordes, herida de guerra de los ensayos anteriores, sobre el regazo, ajustando los clavijeros con precisión. Pasó un par de veces su púa sobre las cuerdas, escuchando atentamente el sonido y afinando cada nota hasta que le pareció lo suficientemente decente.

Renjun, por otro lado, estaba encorvado sobre su bajo, una Fender Jazz Bass en color rojo con rayones de batallas pasadas. Tocaba una línea de bajo suave, moviendo los dedos con destreza sobre las cuerdas gruesas, probando diferentes tonos con un ligero fruncimiento de ceño.

—Jaemin, ¿dónde está tu ampli de voz? —preguntó Renjun, frotándose las manos por el frío.

—Allá, detrás de la nevera —respondió sin siquiera mirar.

Renjun arqueó una ceja.

—¿Por qué demonios tienes una nevera en el garaje?

—Es para la cerveza.

—Eres menor de edad.

—Y tú demasiado amargado para una vida tan corta.

Jaemin golpeó la batería, haciendo un ritmo básico sobre el redoblante y los toms. La batería era una Ludwig vieja que había heredado de su primo y, aunque estaba un poco deteriorada, él la trataba con el respeto que merecía.

En el centro, Donghyuck probaba el micrófono, golpeándolo suavemente un par de veces antes de cantar algunas notas sueltas.

—Bueno, el sonido no está tan mal... para ser un garaje condenado —comentó, con su típica sonrisa confiada.

—No es el garaje, es tu voz —soltó Renjun sin levantar la mirada de su bajo.

—¡Oye! —Donghyuck le lanzó una baqueta a la cabeza, pero Renjun la esquivó con la precisión de alguien que ya estaba acostumbrado a este tipo de ataques.

Jisung rodó los ojos y siguió ajustando los pedales de su guitarra, presionando el switch de distorsión y probando un riff improvisado. El sonido distorsionado resonó en el pequeño espacio, vibrando en el suelo.

—Por cierto, Jisung... —Donghyuck se apoyó en el micrófono con aire curioso. —¿Cómo te fue con la señora Yoon? Escuché que estabas en problemas otra vez.

Jisung dejó de tocar por un segundo, chasqueó la lengua y se encogió de hombros.

—Nada importante.

—¿Nada importante? —Renjun sonrió, sin dejar de tocar. —No es lo que escuché. Dicen que el presidente del colegio te tiene entre ceja y ceja. Eres como su objetivo.

La mandíbula de Jisung se tensó por un breve instante. —Ese tipo es un imbécil. No tiene otra cosa que hacer que joderme la vida.

Donghyuck soltó una carcajada y se cruzó de brazos. —No sé, suena más como una obsesión mutua.

—No es obsesión, es odio puro —espetó Jisung, presionando más fuerte las cuerdas de la guitarra.

—Seguro que sí... —Jaemin golpeó suavemente un platillo con la baqueta.

Jisung bufó, subiendo el volumen de su amplificador. —¡No, en serio! Zhong Chenle es un controlador, un sabelotodo y, además, un... un...

—¿Un qué? —Donghyuck inclinó la cabeza hacia él, claramente disfrutando de su frustración.

—¡Un engreído de mierda! —soltó Jisung finalmente.

Un breve silencio se instaló en el garaje. Luego, Jaemin golpeó su batería con una secuencia rápida, como si fuera una señal de inicio.

—Bueno, con esa energía, creo que estamos listos para ensayar —dijo Renjun, divertido.

—Cállense y toquen —gruñó Jisung, acomodando su guitarra sobre el hombro.

Jaemin hizo girar sus baquetas entre los dedos antes de contar:

—Uno, dos, tres...

La banda explotó en un sonido caótico pero energético. La guitarra de Jisung rugió con fuerza mientras sus dedos se deslizaban ágilmente por el mástil. Huang marcaba un ritmo sólido con el bajo, haciendo que el suelo vibrara. Jaemin golpeaba la batería con potencia, marcando cada compás con precisión, y Donghyuck dejó escapar un grito antes de comenzar a cantar.

Pero mientras tocaba, Park no podía evitar que su mente divagara. A pesar de la música, de la banda, del sudor en su frente y de la vibración del suelo bajo sus pies, su mente aún estaba atrapada en la imagen de Chenle. En sus malditos gestos arrogantes, en su mirada de superioridad, en la manera en que lograba sacarlo de sus casillas con solo existir.

Y eso lo molestaba aún más.

Así que golpeó las cuerdas con más fuerza, intentando ahogar cualquier pensamiento no deseado en el estruendoso sonido de su guitarra.

El rugido de la guitarra, el bajo pulsante y la batería resonaban en el pequeño garaje, mezclándose con la voz potente de Donghyuck. Todo estaba en su sitio. Cada uno de ellos estaba completamente inmerso en la música, concentrados en sus propios instrumentos, asegurándose de que cada nota, cada golpe y cada vibración fueran lo más perfectos posible.

Excepto Jisung.

Sus dedos se movían mecánicamente sobre el mástil de su guitarra, presionando las cuerdas con una precisión automática. Su cuerpo seguía el ritmo, pero su mente estaba en otra parte.

Más específicamente, con alguien más.

Chenle.

Apretó la mandíbula cuando su rostro apareció en su mente, con esa sonrisa petulante (algo bonita), y esa mirada condescendiente que tanto lo sacaba de quicio. La forma en que siempre tenía algo que decir, siempre tenía una respuesta, siempre tenía la última palabra.

Y lo peor de todo: el hijo de puta disfrutaba verlo perder el control.

Jisung, ven a mi...

Jisung sacudió la cabeza bruscamente, tratando de deshacerse de esa escena que no había sucedido en la realidad, pero que su cerebro insistía en repetirle como si lo hiciera.

¡Por qué demonios estaba pensando en eso!

Intentó concentrarse en la guitarra, en los trastes bajo sus dedos, en el sonido distorsionado que vibraba en el aire. Pero no importaba cuánto lo intentara, cada vez que su mente se vaciaba, algo la llenaba de nuevo.

"El presidente del colegio te tiene entre ceja y ceja".

"Seguro que sí... suena más como una obsesión mutua".

Las palabras de Donghyuck resonaban en su cabeza como una burla.

No era obsesión.

Era odio.

¿Verdad?

—¡Yaaaaaaay, qué bien suenan! ¡Esos son mis chicos!

La banda se sobresaltó cuando la puerta del garaje se abrió de golpe y la mamá de Jaemin entró con una enorme sonrisa en el rostro, sosteniendo una bandeja con vasos de leche y un plato de galletas recién horneadas.

—Mamá... —Jaemin dejó caer las baquetas sobre la tarola con un quejido.

—¡No, no! Sigan tocando, solo pasé a traerles un refrigerio. Esos estómagos adolescentes necesitan energía y nunca se llenan con nada.

Jisung dejó escapar un suspiro y se colgó la guitarra en la espalda.

—Gracias, señora Na.

—Eres un amor, Jisungie —dijo la señora Na, dándole una palmadita en la cabeza como si aún tuviera cinco años.

Jisung frunció el ceño mientras sus amigos reían.

—Mamá, ya hemos hablado de esto... —Jaemin murmuró, avergonzado.

—Oh, lo sé, cariño, pero me encanta cuidar de ustedes. —La mujer dejó la bandeja sobre una mesa y sonrió. —Y además, con lo mucho que te quejas de que no comen bien, deberías estar más agradecido.

Jaemin solo resopló.

Los chicos rodearon la bandeja en cuestión de segundos. Donghyuck agarró dos galletas de una sola vez y las mordió al mismo tiempo.

—Dios, esto es mejor que cualquier cosa que haya probado en mi vida —murmuró con la boca llena. Renjun asintió mientras bebía del vaso, y Jaemin, a pesar de toda su vergüenza, también se unió al festín. Jisung, sin embargo, se quedó quieto por un momento. Sus dedos tamborileaban contra su muslo, y su mente seguía enredada en pensamientos molestos.

—¿No vas a comer, Jisung? —preguntó la señora Na con dulzura.

Jisung parpadeó un par de veces, dándose cuenta de que había estado completamente ausente.

—Ah... sí, claro. —respondió, tomando una galleta y dándole un mordisco distraído.

Sabía bien. Perfectamente horneada, crujiente por fuera y suave por dentro. Pero él no estaba disfrutando el momento.

—Bueno, los dejo, chicos. Sigan practicando, pero no hagan demasiado ruido, ¿de acuerdo? —La señarora Na se acercó a su hijo con delicadeza. —Un un rato estará la cena, si deseas invita a tus amigos.

Le dio un leve golpecito en la mejilla con cariño antes de salir del garaje y cerrar la puerta tras ella.

—Tu mamá es increíble —comentó Renjun.

—Lo sé... —Jaemin suspiró con dramatismo. —Es un milagro que siga teniendo dignidad con ella alrededor.

—Por favor, a todos nos gustaría tener una mamá así —dijo Donghyuck, encogiéndose de hombros.

Jisung solo masticó su galleta en silencio.

Su cabeza aún estaba en otro lado.

Chenle, Chenle, Chenle.

—Jisung —la voz de Donghyuck lo sacó de su trance.

—¿Qué?

—Te hablé como tres veces y no respondiste. ¿Qué pasa?

Jisung sintió todas las miradas en él y sintió ganas de salir corriendo.

—Nada —dijo rápidamente, terminando la leche de un solo trago y limpiándose la boca con la manga. —Volvamos a tocar.

Donghyuck lo observó con una ceja levantada, pero no insistió.

—Como digas.

Jisung tomó su guitarra de nuevo y se acomodó el strap sobre el hombro.

Esta vez, cuando empezaron a tocar, decidió que haría lo imposible por borrar de su cabeza a ese maldito chico.

sirvió de algo estar en planes con un músico, algo me tuvo que dejar 👍

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