1.
Capítulo Uno
MENTIRAS
Dicen que en la vida hay varias cosas que debemos evitar, yo quería evitar tener que ser el centro de atención, pero por supuesto, nada me sale bien. ¡Nada me sale bien! Les explicaré brevemente. Pues, debido a un pequeño incidente en mi anterior escuela, tuve que optar por cambiarme de preparatoria.
Y prescisamente eso hago justo ahora, me encuentro de pie en frente de un salón de clases que casualmente hoy está repleto de alumnos. La profesora únicamente espera a que me digne a presentarme.
— Señorita Woo, por favor, preséntese.
Tomé aire con mucha fuerza e hice una reverencia hacia todos.
— Me llamo Woo SooAh, encantada de conocerlos.
Y al no saber que más hacer o decir, simplemente adopté por quedarme ahí plantada como si fuera una pared.
— Muchas gracias, señorita Woo.— habló la mujer después de hacer sonar su garganta.— Puede tomar asiento en cualquier puesto libre.
Obedecí a su petición sin rechistar y avancé hacia el último puesto del salón, ya que era la única mesa desocupada. Me senté en la silla y deposité mi mochila encima del suelo, abrí un poco la cremayera de mi mochila y saqué mi cartuchera y un cuaderno para tomar apuntes de la clase. Abrí este y apoyé mi cabeza encima de mi mano izquierda, mientras tanto hago lo posible por prestarle atención a la profesora, tomo apuntes de vez en cuando y procuro fijar la mayoría de los conocimientos.
Cuando el timbre sonó, señalando que la jornada de clases de la mañana terminaría, recogí todas mis cosas de encima de la mesa y corrí hacia el baño para hacer mis necesidades. Me adentré a un cubículo cualquiera e hice pis, próximamente salí y lavé mis manos. La puerta se abrió, sin embargo no le quise prestar atención.
— Y entonces, el muy idiota me dijo que irá a decirle a mis padres que le fui infiel.— todas las demás se carcajearon como si hubiera dicho algo divertido la castaña.
— Por Dios, Jen. ¡qué semejante ridiculez!— habló esta vez una pelirroja.
— ¿Entonces que le dijiste?— interroga una rubia.
— Pues que a ellos lo que menos les interesa es saber la vida sexual de su hija.
Rieron las cuatro a todo volumen. Yo, por mi parte prefiero alejarme lo más que pueda de los chismes y problemas, así que me dispuse a salir, en cambio por accidente terminé chocando con una de las chicas esas y mojé su uniforme.
— ¡¿Pero cómo se te ocurre, idiota?!— exclamó. La encaré.
— Perdón, no quise...
Me intenté disculpar, sin embargo ella se me acercó con una sonrisa que me descolocó.
— Me parece que la nueva está asegurando que su paso por la escuela sea muy pero que muy agobiante.— habló esta vez la castaña de pelo largo.
— Ya te digo, me parece que se equivocó de día para arruinar mi uniforme.— dijo esta vez, una pelicorta.
— No quiero problemas, chicas. Así que si me disculpan.— di un paso hacia el frente para salir de ahí, pero dos de ellas se me avalanzaron y me sostuvieros ambos brazos.
— Creo que te estás equivocando demasiado.— volvió a hablar la de pelo corto.
La pelicorta se me acercó y sostuvo mi cuello.
— ¡Déjenme en paz!
— Aww, va a llorar.— dijo la castaña.— Con gusto me presento, soy la puta reina de esta escuela, mi nombre es Jennie.— se me acercó, sus ojos gatunos fijos en los míos.— Y somos las dueñas de este sitio, te has equivocado de día para ser graciosita.
— Pero si yo no quiero hacerme la graciosa, no digan tonterías.
Colocó un rostro de fingida sorpresa.
— A partir de hoy, haré de tu vida un maldito infierno.
— Pagarás haberte metido con Pink Punk.— habló la rubia cerca de mi oído derecho.
— Suelténla.— ordena la castaña, seguramente, su líder
Me tiraron bruscamente contra la pared y caí al suelo; y cuando creí que se irían, una de ellas pateó mi estómago causando que tosiera debido a la falta de oxígeno repentinamente. La de pelo corto se agachó frente a mí y agarró un mechón de mi cabello y tiró de él haciendo que gima de dolor.
— Que te quede claro quienes somos, bonita. Será la última vez que te trataremos bien.
Soltó mi cabello empujándome y causando que mi cabeza sea golpeada por la pared. Con mi respiración acelerada quedé totalmente impactada, tirada en el suelo y con un terrible dolor de estómago.
Después de varios minutos intentando recomponerme, me levanté del suelo y acomodé mi uniforme. Salí del baño no sin antes revisar el pasillo de lado a lado, subí las escaleras hasta el último piso, donde se encontraba la puerta de la azotea. Sin embargo, no pude entrar, ya que yace cerrada. Choqué mi cabeza contra el metal de esta, y me senté en el suelo. ¡Vaya primer día de mierda!
***
— Ya llegué.
Abrí la puerta de mi casa, lo primero que vi fue un par de botellas adornando el oscuro salón principal. Me adentré en completo silencio a casa, caminé hacia la cocina y abrí el refrigerador, este se encuentra totalmente vacío.
— ¿Dónde está la comida que compré hace varios días?— interrogué hacia nadie en particular, porque seguramente si hay alguien en casa, está dormido.
Me serví un vaso de agua y subí las escaleras hacia mi habitación. Entré a mi pequeña habitación y me lancé encima de la cama sin quitarme los zapatos, ni la mochila; y sin molestarme en prender la luz. Suspiré y le di un sorbo a mi vaso de agua, finalmente lo deposité encima de mi mesita de noche.
A mi mente llegan los recuerdos del día de hoy cuando sentí el dolor en los moretones de mi cuerpo. Cubrí mis ojos con uno de mis brazos y mordí fuertemente mi labio inferior intentando contener las lágrimas.
Tengo la peor suerte de la historia.
Poco tardé en quedarme dormida; es que últimamente no he tenido la oportunidad de descansar como debería, entre los gritos matutinos, las peleas, el trabajo y ahora la escuela, seguramente acabaré perdiendo la poca cordura que me queda.
Abrí los ojos cuando escuché un estruendo, mi mochila se encuentra tirada en el suelo, al igual que el vaso que tenía con agua. Fruncí mi seño inmediatamente. Además, la puerta de mi habitación la cual había cerrado, estaba completamente abierta.
— Creía que estabas robando dinero.— esa es la voz de mi mamá. Puede escucharse algo cercana a mi habitación.
— Eso es lo que estaba haciendo, ¿qué no ves? ¿Eres ciega?— y esa es la asquerosa voz de mi padrastro.
Espera, ¿dijeron las palabras robar y dinero en la misma frase?
— ¿Y conseguiste algo?— volvió a hablar mi madre.
— No. No sé donde lo escondió esta vez.
Me levanté de mi cama y sin pensarlo dos veces cerré la puerta y coloqué el pestillo de ésta, los gritos y arremetidas contra mi puerta no faltaron.
— ¡Eres una malagradecida!— habló el asqueroso de mi padrastro (aborrezco a ese señor).
— ¡No los dejaré que me quiten mi único boleto de salida de este infierno!— grité con mucha rabia; mis manos sostienen la puerta como si con eso bastase para que no entraran.
— Si no fuera por mí, estarían tú y tu madre en la calle. Deberías agradecerme.
— Oh claro, te tengo que agradecer por traerme a este maldito lugar en donde solo me usas para tus putos caprichos.
— No seas malcriada, SooAh. Sé que tienes dinero.— asegura mi madre. Resoplé con molestia— Dánoslo de una buena vez.
Negué con mi cabeza, aunque sé que no pueden verme. Siento el sonido de mis tripas, me remuevo incómoda. La verdad es que desde esta mañana no he comido absolutamente nada, y si les doy el poco dinero que tengo, mañana no podré comer nada. Suspiré intentando reprimir mis emociones negativas.
— Mamá, no tengo dinero. Mi jefe aún no me ha pagado.
Mentí, pues al fin y al cabo si les digo la verdad terminaré sin un kilo en mi bolsillo.
— Ese negrero imbécil.— protesta Ruben, mi padrastro.— Bien, mañana habla con él y exige tu sueldo, necesito invertir en unos negocios.
Con él siempre es la misma mierda; dice que invertirá en negocios, negocios que por supuesto son ilegales y que nunca pero nunca dan frutos, y además, siempre acaba de la misma forma con mi mamá y yo en urgencias o en la comisaría para recogerlo.
— Está bien.— dije finalmente.— Mañana no debo trabajar, pero pasado mañana le diré.
Volví a mentir.
— Y ahora, si no les importa, necesito estudiar.
Otra maldita mentira.
— Bah, como si estudiar resolviera todos los putos problemas.
Y cuando escuché sus pasos alejarse de la puerta –hacia el piso de abajo con total seguridad– pude expulsar el aire que estaba reteniendo y respiré bien, por fin.
No sé como lo haré para conseguir el supuesto sueldo del mes, ya que ya lo tengo en mis manos, pero simplemente quiero ahorrarlo para así poder irme de esta casa. Necesito irme, independizarme, y estar tranquila fuera de aquí. Sé que algún día lo conseguiré.
°°°
Otra vez estoy aquí, sin ningún tipo de ánimos o impulsos para seguir de pie. Camino despacio por los concurridos pasillos para no llamar la atención y mucho menos chocar con alguien y que ese alguien termine dándome una paliza o algo por el estilo. Aunque, para ser franca, nadie parece prestarme atención. La mayoría de alumnos están hablando entre ellos en grupos de dos, tres o cuatro; otros simplemente caminan hacia sus salones de clase posiblemente.
Me dirijo a mi casillero para guardar ahí mi dinero, siento que es el sitio más seguro que podría encontrar por ahora. Así que miré a ambas direcciones para asegurarme de que nadie me vea desbloqueándolo, coloqué el código de mi casillero, y lo abrí. Metí el sobre, dejándolo al final, detrás de los libros y cosas así. Aproveché para tomar los libros que utilizaría hoy, y cuando iba a cerrar la puerta, esta fue empujada con fuerza haciendo que se cerrara. Me volteé para encarar la situación. Son las chicas de ayer, sin embargo, solo habían dos de ellas esta vez.
— Mira a quién nos hemos encontrado por aquí.— habló la castaña de ojos gatunos, por supuesto.— Lisa, creo que la mañana será entretenida.
— Ya lo creo.— sonrió con aires de malicia la de cabello corto.
— Déjenme en paz, por favor. No quiero problemas con nadie.— les dije elevando mis manos en señal de rendición. Iba a dar un paso, pero la del cabello corto me empujó contra los casilleros causando un estruendoso sonido.
— Creo que aún no te aprendes las reglas del juego, bonita.— la castaña acerca su rostro al mío.— esto no se termina hasta que yo lo diga. ¿Queda claro?
Asentí.
— Y por si intentas pedir ayuda, nadie lo hará. Todos nos temen.— dijo Lisa.
— Cierto, Lily, ellos son demasiado maricas para atreverse a entrometerse.— soltó una carcajada.
Y lo más seguro es que estas dos locas tengan toda la razón, ya que nadie voltea siquiera a mirarnos. Y puedo darme cuenta de que todos (tanto chicos como chicas) agachan la mirada cuando van pasando cerca de nosotras.
El sonido del timbre causó que los pasillos se fueran vaciando rápidamente. Todos se apresuran para llegar a su clase a tiempo.
— Escucha, estarás en la cafetería muy puntual a la hora de almuerzo.— ordena la castaña.— Tenemos cosas que hacer. Y como no aparezcas, será peor.
Retrocedió un par de pasos, Lisa me soltó y se colocó detrás de ella.
— Adiós.— usó un tono aniñado y agitó su mano para despedirse. Lisa simplemente se limitó a caminar.
Expulsé el aire que no sabía que estaba reteniendo y caminé a pasos rápidos hacia mi salón de clases. Por suerte, el profesor no estaba aún ahí. Me dirigí a mi puesto y tomé asiento tranquilamente. Abrí mi cuaderno de apuntes para repasar lo de la clase anterior ya que anoche no lo hice, en eso, una voz femenina me habló amigablemente.
Levanté mi cabeza, se trata de una chica con coletitas sentada justo en frente de mí.
— Eres SooAh. ¿Cierto?— me preguntó mostrando una sonrisa agradable, sobresalen unos dientes pequeñitos que la hacen parecer una conejita.
— Soy yo.— asentí con desconfianza.
— ¡Genial! Soy Nayeon. Me transfirieron hace una semana.— habló tan naturalmente, no parecía tener malas intenciones.— Vivía en otra ciudad, pero bueno, hasta ahora no tengo amigas, solo hablo con algunas personas del salón. Pero eres nueva también, así que pensé que podíamos ser amigas.
Parpadeé lentamente analizando su rostro. Tiene la cara fina y las mejillas abultadas. Su cabello es castaño no tan largo.
— Entiendo.— fue todo lo que dije.
— ¡Genial! Ya tengo una amiga.— sonrió de manera animada. Hice una mueca, no con desagrado, pero sí con confusión.— ¿Almorzamos juntas? Generalmente almuerzo sola en el comedor.
Primero se me acerca de la nada, diciendo que quiere ser mi amiga, auqnue se presentó de manera entusiasta no acaba de convencerme. Sobretodo porque casualmente hoy que las Pink locas o como sea que se llamen me citaron ahí y me amenazaron con consecuencias si no iba. ¿Y si esta chica es solo una manera de asegurar que vaya al comedor?
— Uy, ¿no dices nada?
— Bueno, si no tengo otra cosa que hacer, puedo acompañarte en el comedor.— fingí amabilidad. Sea como sea, tengo la opción de excusarme. ¿No?
Ella lanzó un gritito muy agudo y dio unas palmaditas.— ¡Estupendo!
—& Buenos días, estudiantes.— saludó el profesor entrando por la puerta y tomando posición al frente.— Tuve un pequeño percance, les pido disculpas.
— Hablamos luego.— susurró Nayeon y se giró hacia el frente –ya que está sentada justamente al frente de mi persona–.
Lancé un suspiro y decidí no darle vueltas al asunto, simplemente presté atención a las indicaciones de el profesor e ignoré mis malos presentimientos. Cuando se tiene mi estilo de vida lo más normal es desconfiar de los demás, ya que al fin y al cabo, nadie nunca se ha molestado en ayudarme. Exceptuando esa persona en mi pasado la cual me ilusionó y terminó abandonándome junto a una madre borracha y drogadicta.
Tres horas después, concluía el horario de las clases de la mañana, y dando inicio al horario preferido de todos por aquí, el del almuerzo. Recogí mis pertenencias con parsimonia.
— Te espero.— avisa Nayeon justo de pie al lado de la mesa en la cual me siento. Le di un corto asentimiento y la vi sonreír con suavidad.
Cuando terminé, ambas caminamos hacia el comedor sin ninguna clase de prisa realmente. Ella iba platicándome sobre su familia y cosas así. Que su mamá es abogada y su padre médico, su hermano mayor estudia Ingeniería en la universidad, que tiene dos perritos y una gatita. Por lo contado, noto que su vida es color de rosa total.
— ¿Y qué hay de ti?— me preguntó animadamente. Arqueé ambas cejas sin saber como tomarme esa pregunta.
— ¿De mí?
— Ay, pues claro, tontita. ¿Hay otra persona entre nosotras incluida en la conversación y no la he visto?
Negué, ella sonrió y negó con su cabeza.
— Habla sobre ti.
Suspiré y recordé cosas que prefiero olvidar en realidad. Y finalmente, las palabras salieron despacio de mi boca.
— Nací en Jeju, pero mis padres se mudaron a Seúl cuando aún era muy pequeña.— tragué saliva con dificultad. Giramos por un pasillo, estaba muy concurrido.— Mi padre es arquitecto, y mi mamá se dedica al marketing.— Nayeon entreabrió sus labios en forma de O.
— ¡Vaya! Tu mamá hace marketing y tu papá diseña edificios. Por Diods, siento envidia sana.
Elevé cortamente la comisura de mis labios.
— ¿Y tienes hermanos?
Y caí de nuevo en la realidad cuando escuché esa pregunt salir de sus cuerdas vocales, y las mías simplemente no funcionaban.
— ¿Estás bien? ¿Dije algo indebido? Me disculpo si así fue.— negué con la cabeza.
¿A quién intento engañar? Ya eso no existe. Solo son sombras inexistentes.
— No, tranquila. Estoy bien.
— Ufff, me habías asustado en serio.
Llegamos al comedor, Nayeon buscaba con la mirada un puesto vacío en el cual nos pudiéramos sentar. Cuando lo encontró, caminamos hacia el lugar. aquí en el comedor generalmente, lo ususal es traer tu propio almuerzo de casa y comerlo, o sentarte a degustar lo que venden en la cafetería de la escuela. Todo estaba muy concurrido.
— ¿No traes nada?— preguntó Nayeon, se encuentra sentada frente a mí.
La verdad, es que no traigo absolutamente nada, y tampoco tengo el dinero conmigo para comprar algo en la cafetería. Así que simplemente negué con mi cabeza.
— Lo olvidé en casa.— mentí.
— Entiendo.— sacó una enorme fuente de aluminio, de esas que se usan para almacenar comida.—& Por suerte yo siempre traigo mucha comida. Mamá es una exagerada para cocinar.— rió.— Ten, come.
Depositó en la mesa la fuente y comenzó a desarmarla en varios pozuelitos de aluminio, algunos traían verduras, otros carne, arroz. Y mi boca se hacía agua inmediatamente, sobretodo por la falta de alimento en mi sistema.
— Estoy bien, tranquila.
— No me sentiré bien comiendo mientras tú solo miras.— negó.— Venga come.— metió un trozo de brócoli en mi boca. Mastiqué despacio.
— Eftá fien, fomeré.
— Ey, no hables con la boca llena de comida.— se carcajeó divertida por la situación.
Comimos, reímos, charlamos. La verdad que no esperaba que ella fuera tan divertida y fácil de tratar. Pero dicen que la tranquilidad dura poco, ¿no? Pues sea cierto o no, creo firmemente en que en el reparto de felicidad, no alcancé. Las Pink Punk esas acaban de entrar al comedor.
La líder trae una bandeja en sus manos; las cuatro ríen al parecer por algo divertido que les dijo la rubia. El bullicio que había hasta hace unos cinco segundos atrás, fue silenciado con la entrada de las autoproclamadas “ reinas”. Se detuvieron a mirar, parece que buscando a alguien, aparté mi vista rápidamente y miré a Nayeon, su mirada estaba enfocada en su celular mientras me estaba hablando sobre algo que ni siquiera le estaba prestando atención.
— Y esa es mi humilde opinión. Aunque francamente me gustaba mucho más EXO. ¿Tienes bias? La verdad que mi preferido es Kai.— subió su mirada y la enfocó en mí.— ¿Te sucede algo? Parece que viste a un fantasma.
— Mi amada SooAh.
Ay no.
Nayeon observó al grupo de chicas que estaban tomando asiento en la mesa junto con nosotras. La pelirroja y la rubia se sentaron una al lado de la otra en los asientos laterales (traían una sonrisa cargada de cinismo), Lisa se sentó justo a mi lado y finalmente, Jennie, a mi lado. Pude notar en la mirada de Nayeon el “¿Se puede saber por qué las perras están sentadas con nosotras?” y le hice un gesto pidiéndole paciencia, luego le explicaré.
— Pasaba por aquí y me preguntaba si habías comido algo.— dijo la de ojos gatunos.— Entonces, quise hacer una buena acción, y traerte comida.
Señaló a la bandeja y casi me da un ataque al corazón cuando vi que en la comida habían unas cosas negras. Abrí mis ojos asustada. ¡Estas locas le echaron algo a la comida!
— Cómelo, es un detalle gentil de parte de Jennie.— asegura la rubia, le lanzó una mirada cómplice a la pelirroja.
— O te lo comes tú, o te lo tiro por encima. Tú escoje.
Observé a Nayeon, no hay que ser muy inteligente para saber que quiere hablar. y de hecho, la dejé que cometiera ese grave error.
— Es que acabamos de almorzar.
La tímida voz de Nayeon hizo que se ganara la mirada de las cuatro top models con complejo de buller. Lisa se acomodó mejor en la mesa y le sonrió falsamente.
— Oh, lástima. Es una pena.— dijo la pelicorta.
— ¿Estás llena?— pregunta la pelirroja con falsa decepción.
— Sin problemas.— dice Jennie y se colocó de pie. Tomó la bandeja de comida en sus manos.— Debo tirar esto entonces, ya que SooAh lo recazó.
Y lo siguiente que hizo fue vaciar la bandeja sobre mi cabeza, la comida cayó por mi cuerpo manchando mi uniforme. Nayeon abrió sus ojos y cubrió con sus manos sus labios, bastante sorprendida. Las pinks simplemente se carcajearon como si fuera lo más divertido del mundo.
— Eso te pasa por rechazar la bondad de Jen.— afirma la rubia, aún no conozco su nombre.
— Vámonos, chicas. Aquí no queda mucho que hacer.
Se retiraron lentamente del comedor, los alumnos que se encontraban en completo silencio anteriormente, comenzaron a levantarse de sus asientos a la velocidad de la luz para salir de ahí.
— Pero SooAh.— reaccionóNayeon.— Ven, te ayudaré a limpiarte.— intentó tomar mi brazo, pero lo aparté con brusquedad, ella jadeo con sorpresa.
— Déjame, estoy bien.— me levanté de mi silla, tomé mi mochila y salí corriendo de ahí.
Lo siento por Nayeon, pero si seguimos siendo amigas, al final ella terminará siendo objeto de burla de esas cuatro locas, y realmente ella no lo merece para nada. Por lo que he notado, es una buena persona. corrí hacia la azotea de la escuela, grité con frustración, tiré al suelo mi mochila y me senté junto a ella. Junté mis rodilleas y apoyé mi mentón sobre ellas.
Frente a mis ojos, alguien estiró un pañuelo. Observé el objeto, luego una pálida mano, deslizando mi cabeza poco a poco hacia arriba noté la chaqueta del uniforme escolar, y finalmente mi mirada chocó con unos ojos negros totalmente frívolos. Un chico pálido de cabello rubio se encontraba de pie frente a mí.
— Toma el pañuelo de una vez.
Por su tono de voz, diría que está harto de todo y de todos.
Tímidamente agarré el pañuelo para limpiarme.
— Gracias.
Comencé quitando un poco de suciedad de mi corto cabello.
— No me debes agradecer.— sacudió su cabello y resopló con fastidio. Me dio la espalda y comenzó a caminar lentamente.
— ¡Oye! Tu pañuelo...
— Quedátelo, pareces necesitarlo más.
Entonces, de manera relajada, vi como abrió la puerta de metal de la azotea y simplemente se fue.
¡Que chico tan raro! Terminé de limpiarme con el pañuelo lo más que pude, y aprovechando que hay una pila de agua en una esquina, lavé mi chaqueta y mi cabello. Sin embargo, sigo diciendo que en este jodido mundo, no hay nadie más miserable que yo.
De eso, estoy segura.
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