15. Sentir fuegos artificiales
(CAPÍTULO 15:
Sentir fuegos artificiales.)
—Tenemos que hablar...
Las palabras hicieron que Leire suspirara con fuerza, asintió y camino hacia la cama, sentándose a un lado del empático que le observó serio.
—Leire...—La chica jugueteo con sus dedos.
—No podemos ser amigos...
Recitó las palabras del chico, Leire puso una de sus manos en sus labios.
—Yo también te quiero—sus voces chocaron, siendo sus palabras escuchadas, por el contrario.
Se formó un silencio incómodo a lo que Leire soltó una risa incrédula rompiendo aquel silencio.
—Jasper, ¿De qué hablas?—susurró—. Me dijiste que no querías ser mi amigo—el tono agrio hizo que Jasper se sintiera culpable.
—En el auto, dijiste que me querías. Yo también te quiero—el chico murmuró—, y no, no quiero ser tu amigo.
—Eso ya lo sé, no tenías que volver a repetirlo—La chica se levantó y abrió la puerta de su habitación—. No sé cómo entraste, pero sabes dónde está la salida.
—Leire...—El empático se levantó y la tomó del brazo gentilmente—, escúchame... He pasado toda mi vida con miedo y culpabilidad... Me siento culpable de mi pasado, de lo que hacía, no puedo controlarme correctamente y contigo a veces no lo hago.
—Yo...—El chico la silenció.
—Te dije anoche que eras mi compañera.
El chico murmuró, se permitió tocar su mejilla dejando una suave caricia a lo que la ojiazul cerró los ojos enfocándose en su movimiento.
—Sí—La chica se ruborizo sutilmente al recordar aquello.
—Y no me arrepiento de saber que lo eres...—el texano susurró.
Sus momentos siempre estando solos, se convertían en algo preciado para ambos.
—En el pasado me enamore de alguien, algo malo en realidad—titubeó y suspiró—. Ahora sé que lo que se siente hacerlo realmente, no nos conocemos de mucho tiempo... pero me enamore de ti... de tu personalidad optimista, de la persona que eres... tus ojos, tus manos, de ti.
Lentamente se acercaron, la chica levantó ambas manos y titubeó.
—¿Podrías dejarme tocar tu rostro?—susurró—... He estado escuchando tu voz... como la de un ángel y quisiera cerciorarme de no haber alucinado.
La sonrisa suave hizo a Jasper sentirse tranquilo, con una respuesta afirmativa la chica lentamente acercó sus manos a su rostro.
Pasó una de sus manos en su mejilla y con la otra fue recorriendo su rostro, sintiendo cada facción del chico guardándolas en su memoria. Algunas cicatrices pasaron por debajo de sus dedos lo cual le hizo tragar suavemente, pasó sus dedos en sus ojos, los cuales había cerrado Jasper para centrarse en sus caricias.
Finalmente, sus dedos pasaron por el puente de su nariz hacia sus labios donde los delineó guardándose la textura de ellos.
—Jasper...—con un susurró una ola de calma los rodeó.
Con timidez y sonrojándose, Leire se inclinó para juntar sus labios. Tal vez fue el tiempo detenerse para ambos, un momento en donde ambos sintieron una sensación tranquila.
Sus labios simplemente se conectaron y se unieron como si hubieran sido hechos para estar juntos... el corazón de Leire martilleaba en su pecho, las cosquillas en el estómago le hacían sentir tranquila, se sentía como si fuera a explotar.
Si Leire tenía sentimientos fuertes, Jasper estaba a punto de fallecer... demasiadas emociones lo golpearon, pero extrañamente se sentía en paz.
Era como si sus labios al unirse, hubieran hecho explotar múltiples fuegos artificiales. Fue un breve segundo, al separarse Leire suspiró cerrando los ojos.
—Yo...
Jasper le observó extasiado, sus sentimientos eran multiplicados por mil, al verle avergonzada por aquello sin dudarlo le tomó de la barbilla y con libertad unió sus labios nuevamente. Siendo un beso algo más largo, pero sin pasar a ser algo más íntimo.
Las mariposas en el estómago de ambos era suave, las manos de Jasper se posaron delicadamente en la cintura de la ojiazul, mientras ella pasó una de sus manos a su nuca.
Al separarse Leire sonrió y le siguió el empático.
—También me he enamorado de ti—Con aquello Jasper se sintió feliz.
La guío a la cama y se sentaron cerca, siendo el mayor el que posara una mano en la mejilla de la castaña.
—No quiero herirte Leire...—el empático susurró—, en cualquier momento me puedo descontrolar... puedo hacerte daño.
—No lo harás—La castaña tomó su mano y entrelazo sus dedos.
El texano sonrió sutilmente.
—Por tu seguridad... no podemos seguir besándonos
—Lo siento.
—No es algo malo contigo, me gusta, pero en cualquier momento puedo tocarte con suficiente fuerza y hacerte daño—Aquello tranquilizo a Leire a lo que asintió.
—¿Puedes contarme más sobre ustedes?
—Por supuesto—Acomodándose en la pequeña cama se situaron cerca y Jasper se remango la camiseta tomando una de las manos de la ojiazul, guiándola por su brazo la chica sintió varias formas lunares que se hundían en su piel, era como dientes—. Son mordidas...
—Cicatrices de batallas—habló la castaña dejando caricias en su brazo—. Mi padre dice que todos tenemos cicatrices de guerra, siendo diferentes para todos.
—Exacto—El chico sonrió—, yo no tuve la misma vida que mis hermanos adoptivos... El entrenamiento que me dio el ejército confederado de nada me sirvió contra los neófitos—susurró con burla—, son vampiros en los primeros meses de su nueva vida—habló al notar la mirada confundida de la invidente—, aún con entrenamiento no servible, jamás perdí una batalla.
—¿Estuviste en la guerra?—murmuró la castaña—. ¿Cómo en la guerra civil?
Con una repuesta afirmativa confirmo aquello.
—Vivía en Houston, Texas, cuando era mortal—contó recordando su vida pasada—. Tuve casi diecisiete años cuando me uní al ejército confederado en 1861, mentí a los reclutadores acerca de mi edad—Aquello hizo fruncir el ceño a la ojiazul que se encontraba atenta a sus palabras—, les dije que había cumplido los veinte y se lo tragaron, pues era lo bastante alto como para que se lo creyeran.
》Mi carrera militar fue efímera, pero muy prometedora. Caía bien a la gente y siempre escuchaban lo que tenía que decir—Sonrió suavemente—. Mi padre dijo que yo tenía carisma, por supuesto, ahora sé que tenía algo más—Con suavidad manipuló los sentimientos de la chica haciéndola sentir tranquila a extasiada en segundos—. Aquello sin dudarlo me ascendió rápidamente por encima de hombres de mayor edad y experiencia, además por otra parte, el ejército confederado era nuevo y se organizaba como podría, lo cual daba mayores oportunidades. En la primera batalla de Galveston, fui el mayor más joven de Texas, y eso sin que se supiera mi verdadera edad.
Estaba al frente de la evacuación de las mujeres y los niños de la ciudad cuando los morteros de los barcos de la Unidad llegaron al puerto.
Necesitaba de un día para acondicionarlos antes de enviarlos con la primera columna de civiles que conducen a Houston.
Recuerdo perfectamente esa noche—La ojiazul estrechó la mano del chico apoyándolo a seguir contándole—. Estuvimos anochecido cuando alcanzamos la ciudad. Me demoré lo suficiente para asegurarme de que todo el grupo quedaba a salvo, en cuanto concluí mi cometa y galopé de vuelta a Galveston; No había tiempo para descansar.
Me encontré con tres mujeres a pie a kilómetro y medio de la ciudad—Aquello hizo que el corazón de la mortal se detuviera por un segundo—. Di por hecho que se encuentra de rezagadas y eché pie a tierra para ofrecerles mi ayuda, pero me quedé petrificado cuando contemplé sus rostros a la tenue luz de la luna, recuerdo lo mucho que me maravilló la extrema palidez de su piel, ya que incluso la muchacha de pelo negro y de facciones marcadamente mexicanas tenía un rostro de porcelana bajo la luz lunar—Soltó seriamente—. Todas ellas parecían lo bastante jóvenes para ser consideradas chicas, sabía que no eran miembros extraviados de mi grupo, pues no olvidaría a esas tres beldades si las había visto antes.
Después de haber conversado entre ellas, la líder de las tres me habló.
—¿Cómo te llamas, soldado?
—Mayor Jasper Whitlock, señorita—respondí, incapaz de ser grosero con una dama.
—Espero que sobrevivas, Jasper, tengo un buen regalo en lo que a ti se refiere.
Esa noche... inicie en mi nueva vida. 《
—¿Ella te convirtió?—El texano afirmó a lo que Leire suspiró con fuerza—. ¿Y tu familia? ¿Tu gente?
—Ya no estuve con ellos jamás—murmuró, al verle decaída cambio de tema—. Para convertir a alguien tienes que morderlo, dejar que la ponzoña que tengamos entre su sangre. Es un proceso de transición doloroso, en cada persona puede ser diferente, aproximadamente dura tres días. No todos sobreviven.
Le explicó a lo que Leire mordió su labio inferior.
—¿Qué hiciste después? ¿Seguiste con ella?
—María estaba creando un ejército de neófitos, eran muy comunes en el Sur; constantemente batallaban por control del territorio. María las ganó todas, ella era inteligente, cautelosa, y me tenía a mí... yo era su mano derecha.
—¿Entonces...? ¿Cómo conociste a los Cullen?
—Quisiera seguir hablando contigo, pero ya es tarde Leire—Le acarició la mejilla con suavidad—, tienes que dormir.
—Al igual que tú... cierto, no duermen ¿verdad?—la chica murmuró bostezando y cubriendo su boca con una mano.
—No... al parecer lo sabes—El chico sonrió.
—Carlisle me lo dijo...—La chica se sonrojó—, ¿Te puedes quedar?
—Por supuesto, señorita—Con el apodo de ella hizo sonreír a la ojiazul.
La castaña se recostó sintiendo un brazo en la cintura y como la cubrían con la manta.
—Duerme Leire... mañana hablaremos.
—Hasta mañana... sargento.
Aquel apodo hizo sonreír al mayor que le acarició el cabello hasta notar su respiración tranquila.
—Los Cullen están cerca...
—¿Crees que sean buenos? O como los anteriores...
—Debes seguir por el camino...
—¡NO! NO LES HAGAS CASO A ELLOS.
—No, no le hagas caso, hazme caso a mi.
—ESCÚCHAME, ESCÚCHAME, ¡ESCUCHAME!
Las voces en su mente hicieron que tomará su cabeza con fuerza, se sentía angustiado y no sabía qué hacer, paso una de sus manos por su rostro y sintió el frío de su frente.
Nuevamente las voces le habían hecho perder el control, observó sus muñecas rasgadas y como cicatrizaban con rapidez.
—¿Quién eres?—la voz de cierta chica le hizo girar, frente a él apareció la pequeña chica—, ¿Qué haces aquí?
—Yo...—el chico susurró sintiéndose aturdido por todas las voces... tal vez aquella chica era alguien de su imaginación.
—Tú...—La vampira delgada se acercó a él rápidamente, Alice tocó su mejilla con suavidad antes de ver como el vampiro se alejaba bruscamente—... no te haré daño, jamás lo haría.
Aquello había sido una sorpresa para el chico que le observó dudoso.
—Te esperado mucho tiempo —La pelinegra se acercó hasta tomarle de la mano—, yo te cuidaré...
Con aquello dicho lo abrazó con fuerza permitiéndose perder en aquel momento junto a aquella chica, que raramente le conocía.
—¿Cómo te llamas?—se atrevió a preguntar sintiéndose tímido frente a alguien como ella.
Sus prendas estaban gastadas y a punto de romperse, en cambio a las prendas costosas que la chica llevaba. Además, sabía que su aspecto tenía de días de no asearse.
—Alice, Alice Cullen... soy tu compañera—La sonrisa suave de la chica hizo que sintiera el nudo en su estómago deshacerse—, conmigo no tendrás que escuchar ninguna voz...
Eso era cierto, realmente no había escuchado nada después de verla. Suspiró con fuerza y se permitió abrazarla nuevamente, lágrimas rodaron por sus mejillas lo cual extraño a la chica.
Tenía un calor corporal, pero no era lo suficiente alto como para pasar con una persona, era como ella... pero sin serlo completamente.
—Iremos a casa... tu nuevo hogar.
El chico asintió tomándole la mano, entrelazo sus manos y con confianza lo guío a su hogar siendo recibidos por Carlisle.
—Bienvenido a tu hogar, aquí podrás estar tranquilo...
➥Nota de la autora📦📝
O1. Morí y reviví cuando escribí el beso 🙂↔️💗 Es muy dulce ¿Les gustó? ¿Las empalagó? 😮💨
O2. ¿Alice? ¿Todo bien? 😨
O3. ¿Les damos estrellita a este cap? ⭐️ espero que si, se los agradecería 🥰
JASPERHALE, 2024
© my eyes look at you fanfic
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