único ♡
— He tenido un sueño — Murmuró Jihoon mientras sostenía la mano de SeungKwan, su mejor amigo, un chico de piel clara con mejillas que aparentaban estar abultadas mientras que un leve sonrojo se mantenían en ellas, sus cabellos eran rubios y rizados, realzando su majestuoso perfil.
— ¿Un sueño? — Inquirió confundido.
— Sí — Afirmó — SeungKwan, este chico me está volviendo loco — Expresó con rostro fruncido.
El de mejillas abultadas lo miró extraño. Estaban en medio del salón teniendo una plática a la cuál no le encontraba sentido, él ni siquiera podía recordar sus propios sueños, pero Jihoon le hablaba sobre los suyos sin perder detalle.
— ¿Qué chico?
— No quiere decirme su nombre, él viene a mis sueños, al principio lo creí normal siempre sueño cosas sin sentido, pero no es así, lo veo a él todas las noches, me visita sin falta.
— Jihoon, ¿sigues leyendo esas historias raras tuyas por la noche? — Preguntó un poco asustado.
— Dejé de hacerlo, creí que ese era el problema, pero no es así.
— ¿Estás seguro Jihoon?
— SeungKwan te lo aseguro, él solo aparece y sonríe mientras me observa — El rostro de Jihoon se mantenía completamente fruncido, casi en lágrimas mientras se colgaba del brazo de su amigo — ¿Sabes que es lo peor de todo?
— ¿Aún hay más? — Jihoon asintió — Lo que acabas de decir, hizo que mi piel se pusiera de gallina.
— Su sonrisa es jodidamente linda — Dijo afligido, sintiendo un cosquilleo en su pecho al recordar aquella enorme sonrisa con dos hermosos hoyuelos de decoración.
SeungKwan al escucharlo desvió ligeramente los ojos, sentó a Jihoon en su lugar y después él lo imitó, terminando con la plática que ambos trataban de mantener.
Lee Jihoon era un chico de 24 años, piel reluciente y blanca, ojos felinos el cuál uno de ellos se encontraba adornado por un pequeño y majestuoso lunar en la parte inferior cerca del término del ojo, sus labios suaves y delgados, su estatura adorablemente baja; solía utilizar ropa en tonos pasteles, todo tipo de colores sin evitar alguno, se encontraba en su último año de universidad cursando la carrera de administración, manteniendo calificaciones de excelencia, le encantaba ser responsable, organizado y amable, aunque su carácter era firme cuando la situación lo ameritaba.
Después de las clases visitó el café que se encontraba cerca de la universidad junto a SeungKwan. Ambos chicos eran amigos desde la preparatoria, siempre cercanos y confidentes. Durante ese tiempo otros dos chicos se unieron, Vernon y Soonyoung.
El primero era un chico de intercambio, tenía un parecido a un actor en sus tiempos de juventud y el segundo, era un chico con personalidad divertida, su rostro podía hacer un truco, el truco de desaparecer sus ojos al sonreír.
Después de una charla con su mejor amigo, Jihoon regresó a casa donde sus padres lo esperaban; su madre una mujer bella de piel pálida y pequeños ojos, su padre era muy parecido al bajito, sin embargo el hombre era de un tono de piel un poco más colorida.
Jihoon terminó sus tareas después de unas horas, tomó una ducha y se metió a la cama, atiborrado por tanta información nueva en su cabeza. Cerró sus ojos, tratando de no pensar en el chico con el que soñaba constantemente y lentamente se quedó profundamente dormido.
Jihoon dormía tranquilo, solo podía admirar la inmensa oscuridad que lo rodeaba, hasta que el escenario cambio, era el mismo de todos los días, él sentado y rodeado de flores de todos los tamaños y colores. Un chico se acercaba a pasos lentos y su alma tembló al ver que aquella persona acortaba la distancia. El blanquecino por más que trataba de enfocar su rostro, no podía, era como si una nube borrosa tapara la parte superior del rostro del chico, solo permitiendo visualizar su gran y bella sonrisa.
— Hoy le conté a mi amigo sobre ti, él piensa que me estoy volviendo loco — Mencionó Jihoon con voz apaciguada.
— ¿Tú lo crees? — Inquirió el chico que tomaba asiento sobre las flores frente a él. El cuerpo de Jihoon se estremeció al momento, era la primera vez que lo tenía tan cerca y también la primera vez que escuchaba su voz. Sus oídos vibraron al escuchar tal gloriosa voz, una tan sutil y amable que hacía eco en el lugar.
— Eres un sueño — Respondió sin darle mucha importancia, tratando de mantenerse sereno.
— Para mí tú también lo eres, me visitas todas las noches.
Los ojos de Jihoon se abrieron de par en par, sintiendo que su corazón había dado un vuelco, que sus sentidos se paralizaron al escuchar tal confesión, sus labios temblaban ligeramente al tratar de separarse para dejar escapar tantas preguntas. Después de unos minutos de silencio, en dónde Jihoon mantenía sus ojos fijos en el suelo, sus labios finalmente cedieron — Entonces ¿Tú también sueñas conmigo?
El chico frente a él había permanecido en silencio por un tiempo desconocido y después se apresuró a responder — Así es. Que mencionaras lo de tu amigo despertó mi curiosidad ¿A caso, yo también invadí tus sueños?
— Así es, de pronto apareciste una vez y no dejaste de hacerlo y solo me observabas ¿Sabes lo terrible que se siente que te observen? — Preguntó Jihoon con una mirada confundida. De pronto no sabía si había escuchado mal, pero, aquel chico al parecer se estaba riendo— ¿Te ríes de mí? — Cuestionó ofendido.
—Lo siento, claro que no es así, me estoy riendo por esta situación, ¿sabes lo genial qué es poder hablar con una persona que no conoces a través de un sueño? Que yo haya llegado a tus sueños y tú a los míos, eso significa que estás en algún lugar en el mundo real, es sorprendente ¿No lo crees?
Jihoon se lo pensó un momento. Debía de admitir que al principio no era para nada lindo observar a una persona a lo lejos, pero ahora que sabía que no solo era su imaginación o un sueño, debía de admitir que aquel chico tenía razón.
— ¿Puedes ver mi rostro? — Inquirió Jihoon al mirarlo, encontrándose con aquella nube borrosa sobre el rostro del chico, tratando de ver a través de ella.
El bajito observó como aquel chico de cabellos castaños elevaba su mano y apoyaba su mentón sobre ella, después de tomarse unos segundos en silencio, habló con voz sería — No puedo.
Los labios de Jihoon se fruncieron, no sabía cómo reaccionar ante tal locura. Luchando por mantener sus latidos en calma, cerró los ojos y pensó por un tiempo — ¿De dónde eres? ¿Cuál es tu nombre? ¿Por qué puedo verte? ¿también. Visitas otros sueños? — Cuestionó repentinamente en voz alta.
Aquél chico soltó un gran suspiro — Las veces que te he observado me percate de dos cosas — Jihoon inconscientemente se dejó atrapar por esas palabras, acercando su cuerpo un poco más al desconocido que tenía enfrente — La primera, eres tan adorable cuando insultas a las personas — Alabó entre sonrisas.
El rostro de Jihoon se colocó de un color rojo, sentía sus mejillas calientes y solo podía pensar en las veces que lo insultó de muchas formas para obligarlo a irse y que dejara de perturbar sus sueños. Sí aquel chico pudiera ver su rostro, de seguro estaría burlándose de lo patético que era.
— Y la segunda, en distintas ocasiones he intentado decirte mi nombre, pero de inmediato mi sueño se ve Interrumpido, he intentado preguntar de dónde eres, pero también se detiene.
— Eso es tan raro.
— No importa si es raro o no. ¿Por qué estamos aquí?
En ese momento Jihoon despertó, se removió entre las sábanas tratando de abrir por completo sus ojos, parpadeó un par de veces para poder acostumbrarse a la luz y levantó su cuerpo para poder sentarse.
— Él tiene razón, no podemos pronunciar nuestros nombres — Dijo para si mismo, pasando sus manos sobre su rostro.
Era sábado, Jihoon se encontraba sentado en su escritorio terminando las actividades que el maestro le había dejado para continuar en casa. Cuando todo estuvo listo, sacó una croquera y comenzó a realizar algunos trazos sobre ella. Entre trazo y trazo se detenía unos momentos para pensar en la silueta del chico que aparecía en sus sueños. Por la noche, aquel chico de cabellos castaños había despertado su curiosidad. Nunca lo había tenido tan cerca así que no había sido capaz de admirar la majestuosidad en el cuerpo del desconocido. Cuando terminó de trazar, tenía en su croquera el boceto de un chico de cuerpo delgado pero con músculos firmes al igual que su pecho, este chico se encontraba en pijamas así que esta también fue dibujada, su cuello era un poco largo y sus orejas un poco proporcionadas. Jihoon admiró el boceto tratando de averiguar algún error en sus trazos, enfocándose en aquella amable y hermosa sonrisa que se mantenía despejada de aquella borrosa nube.
Por la tarde, el blanquecino se metió a la cama y se quedó dormido, después de una hora se levantó con el ceño fruncido. Jihoon no había soñado con aquel chico de sonrisa bonita, ni siquiera podía recordar si había soñado algo. Soltó una gran suspiro y se dejó caer entre las almohadas, observó el reloj sobre la mesita de noche y frunció los labios al ver la hora; aquél reloj marcaba las seis de la tarde.
Durante el resto del día solo podía pensar en sus sueños, en algún motivo por el cual veía a ese chico, en una solución, porque si no podía ver su rostro ¿cómo lo encontraría? Esa era la pregunta que rondaba por su cabeza hasta que con su mano derecha golpeó su propia frente — Te estás volviendo loco Lee Jihoon ¿Encontrarlo? ¿Por qué quieres encontrar a un desconocido? — Musitó frente al computador, terminando con el dibujo que estaba haciendo en una aplicación digital.
Después de las once de la noche, Jihoon se quedó dormido y nuevamente estaba rodeado de flores, pero su vista fue dirigida hacia el chico que ya se encontraba sentado entre las flores de colores. Llevaba una pijama de botones de color azul pero con líneas verticales de un color blanco.
— Llegas tarde — Le dijo. Aunque sus palabras parecían un reclamo no sonaban como tal.
Jihoon se acercó y se sentó — Tomé una siesta por la tarde, así que no podía dormir.
— Yo fui a jugar con unos amigos, así que estaba muy cansado.
— Ahora entiendo, por eso llegaste antes — los labios de Jihoon se arquearon en una sonrisa.
— Es la primera vez que veo tu sonrisa, es muy linda — El castaño había esperado por un tiempo desconocido entre la oscuridad de sus sueños, fue sorprendente para su corazón en el momento que el lugar se iluminó y Jihoon apareció.
Jihoon no respondió, pero al escuchar ese elogio, su corazón latía irregular pero lo ignoró — Hoy por la tarde noté que no estuviste, tampoco recuerdo lo que soñé — Observó como el chico de cabellos negros elevaba su mano hasta su mentón después de escucharlo.
— Entonces tenemos razón, debes estar dormido y yo también para poder vernos — hizo un sonido de mmm y sonrió — ¿Sueles tomar siestas por las tardes?
— No, pero quería
— ¿Verme?
— ¡Claro que no! Quería percatarme si lo que dijiste era verdad, que yo invadí tus sueños, debes dejar que las personas terminen de hablar — Reclamó con voz elevada, colocándose nervioso, sin comprender porque comenzaba a sentir que el sudor comenzaba a asomarse por su frente.
— Solo bromeaba — Respondía sonriente, abrazando sus piernas para descansar su mentón sobre sus rodillas, después de un tiempo en silencio, pronunció en voz baja — ¿No tienes miedo de mí?
Jihoon negó inmediatamente — ¿Por qué debo tenerte miedo?
— No ves mi rostro y ni siquiera puedes saber mi nombre.
Jihoon dejó escapar una risita irónica — He aceptado que puedo hablar contigo a través de un sueño, no ver tu rostro no me intimida para nada, además tú tampoco puedes verme…
— Puedes decirme Scoups — dijo de pronto, logrando que el cuerpo de Jihoon saltará del susto. Scoups reincorporó su cuerpo sorprendido, lo había meditado por tantas horas e inventó un apodo para seguir experimentando con el sueño que todas las noches compartía con aquel chico de estatura baja — no desperté, quiere decir que está permitido darte un apodo — Su entusiasmo había sorprendido y contagiado a Jihoon.
Después de unos minutos Jihoon le habló — Puedes decirme Woozi.
Scoups asintió contento, la noche transcurrió con ellos sumergidos en un profundo sueño, hablaron de diversos temas, evitando cruzar cualquier información que se acercara a sus nombres, lugares y amigos, temiendo por interrumpir la agradable conversación que ambos mantenían. Sin que se percataran, ambos reían y se comenzaban a tratar como dos grandes amigos.
Por la mañana, ambos despertaron llenos de energía y con una sonrisa esbozada en sus rostros.
Y así fue por varios días, dormían entusiasmados y despertaban de la misma manera.
Por la noche, Jihoon se quedó dormido abrazando su croquera, cuándo se encontró rodeado de flores y sentado frente a Scoups, pudo observar que el objeto también estaba en sus sueños. Ambos chicos se sorprendieron en grande pero poco duró ya que Jihoon cerró de inmediato aquella libreta de dibujos al notar que Scoups se acercaba cada vez más, como si quisiera tomarla.
— ¿Soy yo? — Cuestionó emocionado, movió su cuerpo de un lado a otro siguiendo la croquera que Jihoon alejaba una y otra vez.
Scoups era tan insistente que Jihoon decidió levantarse de un salto y comenzó a correr por todo el lugar, aplastando aquellas flores coloridas a su paso, el chico de cabellos castaños lo imitó y comenzó a perseguirlo divertido.
— Woozi, ¿soy yo? — Cuestionó una vez más.
— ¡No!
— Entonces ¿Sueñas con alguien más? ¿Alguien a quien no le ves el rostro? Eso me hace sentir muy triste, pensé que era especial.
Jihoon forzaba a sus labios obligándolos a detener aquella sonrisa divertida. Corrió con tanta agilidad que Scoups comenzaba a cansarse así que se detuvo y fue atrapado por aquellos brazos firmes, sus pies abandonaron el suelo y la croquera le fue arrebataba con ingenio, al tocar nuevamente el suelo se volvió de inmediato para arrebatársela pero le fue imposible; por más que estiró los brazos aquel chico era más alto y había elevado el cuaderno para buscar aquel retrato que había cautivado sus ojos.
— Debo de admitir que estos dibujos son sorprendentes, si tan solo tuvieran mi hermoso rostro y no esta nube borrosa, serían perfectos.
— Tienes altas expectativas de ti mismo ¿Qué pasaría sí en realidad fueras feo? — Inquirió astuto, consiguiendo atrapar lo que le pertenecía abrazándola para proteger sus dibujos.
— Seguirían siendo perfectos aunque tuvieran un rostro feo.
— Sí que tienes altas expectativas — dio media vuelta para regresar al lugar donde se encontraba sentado antes de comenzar a huir.
— No muchas, pero serían perfectos porque estarían hechos por tus propias manos.
Jihoon se congeló al escucharlo, apretó la croquera contra su pecho sintiendo como el latido de su corazón se intensificaba. Su cuerpo temblaba ligeramente pero trataba de no darle importancia, sus mejillas comenzaban a calentarse y podía jurar que estaban envueltas en un color rojizo.
— ¿Por qué me dibujaste Woozi?
El corazón de Jihoon dio un vuelco en ese preciso momento, pero aún así murmuró— Tienes una sonrisa linda.
Scoups dio un brincó y se aferró a los hombros del blanquecino rodeándolo por detrás, susurrando cerca de la oreja ajena — Nadie me lo había dicho antes, muchas gracias.
Jihoon asintió con la piel completamente erizada, sintiendo un cosquilleo cerca de su cuello y dejo escapar un suspiro de alivio, tratando de calmar a su alocado corazón en el momento que el mayor se apartó.
Esa noche Scoups no dejó de sonreír, sonrió tanto que sus mejillas comenzaban a sentirse entumidas pero no desistió, quería seguir mostrándole aquella sonrisa que el bajito había halagado. Cuándo despertó se levantó de un brincó de la cama y se miró al espejo esbozando una sonrisa, observando aquellos hoyuelos que se formaban. No pudo evitar pensar en Woozi, en que cada día que pasaba comenzaba a desear dormir todo el día para poder platicar amenamente con él.
Jihoon permanecía sentando con SeungKwan y Soonyoung, en unas mesas del instituto que se encontraban bajo una hilera de árboles altos y frondosos. Una ligera brisa golpeaba sus rostros mientras terminaban de pasar apuntes a limpio.
— SeungKwan, el profesor Jeon encargó un ensayo para mañana, no lo olvides — Mencionó el blanquecino, su vista fija en aquel lápiz que se movía ágilmente con ayuda de su mano.
— No lo haré Jihoonie, gracias.
— Soonyoung, ¿está lista la diapositiva para la clase del profesor Kim?
— Falta la presentación.
— Mañana debemos entregarla — Anunció Jihoon con voz sería, deteniéndose para mirar fríamente a su amigo.
— Hoy en la noche te la envío.
Jihoon lo miró aún más frío y sus cejas se fruncieron — Antes de las once, después de esa hora estaré dormido.
— ¿Por qué? —Inquirió SeungKwan.
— Porque la gente duerme SeungKwan.
— Eso lo sé, pero realmente te escuchas muy — Balbuceó — entusiasmado por dormir…
— ¿Quién no ama dormir?
— ¿Quiere decir que el molesto chico de tus sueños se ha ido? — Inquirió con la mirada puesta sobre el blanquecino.
Jihoon no respondió, a pesar de que había escuchado perfectamente prefirió fingir que era todo lo contrario. No hablaría sobre Scoups, no lo haría por dos motivos; el primero porque no quería que pensaran que estaba loco y trataran de convencerlo que lo que estaba pasando era tan irreal, segundo, no quería compartir aquellos momentos que mientras dormía profundamente se convertían en algo especial.
— Hay un chico nuevo en el club de fútbol — Expresó Vernon al llegar a la mesa y recostando la parte superior de su cuerpo boca abajo sobre esta — Es muy bueno jugando fútbol, realmente muy bueno.
Los tres chicos lo miraron y sus frentes se fruncieron al ver cómo las líneas de sudor descendía sobre todo su cuerpo, mojando la camiseta que traía puesta.
— Das asco — Declaró SeungKwan con su nariz fruncida.
Vernon estaba apunto de protestar pero escuchó que alguien se acercaba pronunciando su nombre y se reincorporó para buscar con la mirada al chico que lo llamaba.
— Te olvidaste de tus rodilleras — Dijo aquel chico de cabellos castaños.
Jihoon volvió su rostro de inmediato al escuchar aquella voz, aquel tono era un poco parecido al de Scoups, su corazón se detuvo pero su rostro se mantenía tan solemne sin ningún rastro de conmoción, no estaba tan seguro de lo que estaba pensado ya que estando en los sueños las voces hacían eco en todo el lugar, haciendo difícil identificarla correctamente. Solo podía desear que aquél chico sonriera pero no lo hizo, como si aquel chico detestara sonreír. Después de dejar las rodilleras de Vernon se retiró de inmediato.
Jihoon salió de su aturdimiento después de unos minutos — ¿Cuál es su nombre? — Inquirió desesperado.
El entrecejo de Vernon se contrajo sutilmente y se apresuró a responder — SeungCheol, Choi SeungCheol.
Esa noche Jihoon esperó ansioso, desesperado por recibir el trabajo que Soonyoung había quedado por mandar y que estaba tardando tanto. Cuando el computador sonó y mostró en la barra de notificaciones un pequeño dibujo de una cartita, lo abrió de inmediato y lo revisó cuidadosamente, ordenando algunas cosas y sacando otras que no quedaban con el tema de la diapositiva. Cuando terminó colocó los créditos correspondientes y sonrió satisfecho. Observó la hora en el celular y apagó todo para acostarse a dormir. Se cubrió la mitad de su cuerpo con sus sábanas de color lila y cerró los ojos entre sonrisas.
Había decidido olvidar aquel chico que jugaba junto a Vernon. No quería que SeungCheol pensara que era un loco al preguntarle sobre Scoups. Y aunque quisiera contárselo a Scoups no podría, porque sus sueños se verían interrumpidos.
— Hasta el momento hemos probado con decir el nombre de nuestra ciudad de origen, el de nuestro instituto, de nuestro padres, amigos y lo único que sí supimos desde el principio es que somos de Corea, pero cada que intentamos decir algo que nos lleve a un encuentro en persona algo nos lo impide.
Jihoon asintió y sus labios se fruncieron, había investigado en internet, en libros y con sus padres, tratando de buscar alguna situación parecida, pero no encontró nada. Nada que explicara aquellos sueños que al principio eran tan raros pero ahora eran tan normales y necesarios. Porque el tiempo transcurrió y estaba tan acostumbrado a encontrar a aquel chico de bonita sonrisa en su sueños, tantos días compartiendo las noches junto a él, que algo en su corazón comenzaba a cambiar.
Su sonrisa era hermosa, pero ahora le parecía lo más majestuoso en el mundo, su voz varonil hacia que su corazón diese un vuelco y cada que lo veía colocar su mano en su mentón lo hacía sonreír.
Y Scoups compartía lo mismo.
Los sueños no solo se hicieron esperar hasta la noche, de vez en cuando comenzaban a fijar un horario para dormir por las tardes y poder verse lo más pronto posible.
La primera vez que se vieron con ropa que no era para dormir, SeungCheol vestía unos pantalones de mezclilla ajustados, revelando sus firmes piernas, una camisa color negra ligeramente metida debajo de la cintura de los pantalones y Jihoon llevaba unos shorts cortos y blancos, un suéter delgado y color rosa cubría coquetamente la camiseta sin mangas color blanca.
Sus rutinas habían cambiado por completo, Scoups le platicó que nunca en la vida se había apurado con tanta desesperación en terminar su tarea, que nunca imagino estar dormido antes de la media noche y que cancelaría de vez en cuando retas de fútbol con sus amigos para poder verse por las tardes.
Y Jihoon había dejado las horas de estudio extras para poder dormir mayor tiempo.
Esos días se transformaron en meses y hasta el momento no habían encontrado el motivo por el cuál se conocieron, pero no importaba, ya no importaba buscar una forma para remediarlo, ya no querían hacerlo, fuese la que fuese la magia de los sueños, le agradecían por haberlos juntado.
El Dios del sueño había sido tan amable en cruzar sus caminos. En dejarlos tocarse las manos accidentalmente cuando Jihoon aparecía con su croquera y comenzaba a dibujar para mostrarle a Scoups, en dejar que sus miradas se cruzaran a pesar de que no podían verse a los ojos, de permitirles jugar sobre esas flores mientras sus sonrisas se esbozaban en grande con luz radiante, de permitir que hablaran de temas absurdos pero tan serios para ellos y por permitir que sonrieran con el simple hecho de esperar impaciente la hora de la siesta o de dormir.
— Yo hice un dibujo para ti — Dijo SeungCheol, sacando una hoja del bolsillo de su pijama. Jihoon observó como el chico la desdoblaba y sonreía satisfecho al tomar la hoja con un toque delicado. Se levantó y se acercó para sentarse justo al lado del blanquecino y entregarle el dibujo. Jihoon lo observó un momento y sus ojos parpadearon por la conmoción, sus labios se apretaron y quería soltarse a reír cuando miró el dibujo del chico.
— No sé dibujar, pero realmente lo hice con todo mi cariño, pensando en ti — Murmuró entre pucheros con voz infantil — ¿Te gusta?
El corazón de Jihoon había sufrido un colapso, su rostro se había congelado y la hoja en sus manos tembló — ¿Pen-san-do … en… mí? — Inquirió aturdido. Observando aquél dibujo que solo era una bolita redonda que representaba la cabeza del bajito, con dos puntitos como ojos y una rayita como boca y con un cuerpo de palitos.
— Sí, pensando en ti — Respondió con seguridad. Su corazón latía ferozmente y sus nervios estaban al acecho pero no dudaría ni un segundo de sus propias palabras y tampoco seguiría postergando sus sentimientos — No puedo dejar de pensar en ti. Necesito dormir para verte y realmente me gustaría estar así por horas, por días, por años para no dejar de ver tu hermosa sonrisa.
El rostro de Jihoon se volvió hacia Scoups, sus ojos temblaron al tener al mayor tan cerca de su rostro y su corazón se detuvo cuando las comisuras de sus labios se elevaron — Woozi, me gustas.
Jihoon no respondió, no podía hacerlo, sus labios parecían haberse sellados, Scoups notó esto así que no dudó más y estrelló sus labios en aquellos delgados y rosados que le pertenecían a Jihoon. Lo besó sin remordimiento alguno, sabía que él blanquecino no tenía ningún compromiso, no existían otras personas.
Los ojos del blanquecino se ensancharon, casi obligando a salir a sus glóbulos oculares; Scoups lo estaba besando, y él no lo rechazó, sus labios se separaron tenuemente, permitiéndole un mejor acceso al mayor, sintiendo aquel toque suave y esponjoso de los labios ajenos. Su corazón vibraba con más intensidad cada que el beso se intensificaba, sus respiraciones eran compartidas y en el momento que Scoups llevó una mano hasta su cuello para sostenerlo firmemente, sintió como sus labios estaban atrapados en un beso tan feroz, el ritmo se había transformado y ahora era tan rápido e intenso, sus respiraciones comenzaban a enloquecer, sus corazones se estremecieron y no se detuvieron a pesar de sentir que sus labios comenzaban a sentirse entumidos.
Scoups se separó lentamente, un delgado hilo aún los unía y se rompió cuando sus cuerpos se reincorporaron. No podían verse a los ojos pero sus miradas estaban clavadas sobre los labios del contrario.
Scoups tenía labios gruesos y rosados, pero ahora eran un poco más gruesos y de un rojo vibrante, en cambio Jihoon era de labios delgados, sin embargo ahora eran gruesos y tan rosados que podía verse un brillo en ellos.
— Woozi… me gustas — Susurró mientras tomaba su mentón con un toque suave.
— Tú también me gustas — respondió entre una sonrisa — y tú dibujo me encanta — Sus labios fueron atrapados nuevamente, el beso ahora era lento y tierno, entre sonrisas por parte de ambos, soltando pequeñas risas cuando sus narices se tocaban.
En el momento que se separaron para tomar aire, los ojos de Jihoon se abrieron abruptamente — ¿SeungCheol?
— Ese soy yo ¿Cómo sabes mi nombr… — su pregunta se quedó atrapada entre sus labios, sus ojos también se abrieron abruptamente.
Se quedaron sorprendidos por un tiempo desconocido, un tiempo en donde sus corazones parecieron detenerse y volver a trabajar con mayor intensidad cuando ambos elevaron una mano para acariciar la mejilla del contrario.
SeungCheol sonrió encantando, enamorado de aquellos ojitos felinos y destellantes, acarició con amor y cariño aquel lunar, dibujando pequeños círculos alrededor de aquel puntito negro que era tan cautivador, acarició todo su rostro con las yemas de sus dedos y su corazón dio un vuelco al escuchar la voz de Woozi.
— Eres precioso SeungCheol — le dijo con una sonrisa esbozada en su rostro, sus mejillas estaban tan rojas que se sentían calientes, capaces de cocinar algo sobre ellas. Al igual que SeungCheol acarició el rostro ajeno, sus toques suaves y sus dedos se detuvieron en aquellas largas y arqueadas pestañas que eran tan agraciadas.
— Jihoon, eres Lee Jihoon, el amigo de Vernon — Sus manos tomaron el rostro del blanquecino y depositó cortos besos sobre aquellos bellos labios — Te tuve tan cerca todo este tiempo, siempre que te veía mi corazón era tan extraño, ahora comprendo.
— ¿Tú me veías? ¿sabes mi nombre? — Inquirió Jihoon. Nunca lo notó, nunca notó aquella mirada sobre él, así como esperaba que SeungCheol tampoco hubiese notado sus ojos clavados sobre él. Tenía una idea de quién le había dicho su nombre a SeungCheol, pero Vernon no le había comentado nada.
— Le pregunté a tu amigo, pero le pedí que no te dijera nada, yo no quería que mis sueños se vieran perturbados, tenía miedo de no poder soñarte de nuevo — Sus manos seguían sobre el rostro de Jihoon, sus ojos lo miraron fijamente y parecían sonreír.
— Yo también tenía miedo de preguntar, tampoco quería dejar de soñarte.
Sus brazos rodearon el cuerpo ajeno, Jihoon apoyo su rostro sobre el pecho del mayor, escuchando el desenfrenado corazón de SeungCheol; se dejaron atrapar por una inmensa burbuja de amor, sorpresa y felicidad, que no habían notado algo tan importante.
Aquella nube borrosa se había eliminado en el momento que confesaron sus sentimientos.
Por la mañana, Jihoon se levantó con un corazón tan agitado que sentía que salía de su pecho. Tomó su croquera y con tanta felicidad en cada rincón de su cuerpo, eliminó aquella espantosa nube sobre el rostro de SeungCheol y con una gran sonrisa comenzó a ilustrar nuevamente.
Después de estar arreglado para el instituto, su cuerpo temblaba, amenazando con tropezar en cualquier momento, la croquera estaba sobre su pecho, siendo abrazada con tanto anhelo. Su respiración pesada y nerviosa lo obligaban a tomar grandes bocanadas de aire para poder sentirse relajado.
Por otro lado SeungCheol ya lo esperaba en la entrada del instituto, sus manos temblorosas sostenían aquél dibujo que le había mostrado a Jihoon durante sus sueños. Cuando lo vio acercarse con una temblorosa sonrisa, sus labios se elevaron comprensivos. Respiró hondo y exhaló. Sin esperar más, corrió con todas sus fuerzas para poder alcanzar a aquella pequeña y delgada figura blanquecina.
SeungCheol estaba emocionado, lo había encontrado, había encontrado a aquella persona que soñaba todas las noches sin falta, con la que compartió tantos momentos y platicas tan entretenidas. Se paró frente a Jihoon, sus ojos brillantes al igual que su sonrisa. Parecía un niño ilusionado, contento y vuelto loco al recibir un regalo de sus padres.
SeungCheol había recibido un regalo de sus sueños.
Jihoon lo observó y aquella sonrisa que tanto amaba hizo que los nervios se desvanecieran, pero ni bien se iban cuando volvieron a alojarse al sentir los labios de SeungCheol sobre los suyos. Se habían besado mientras dormían, pero besarse en persona no tenía comparación alguna, los labios de SeungCheol podían sentirse aún más esponjosos y a pesar de que el beso era tan feroz, sus toques siempre eran tan delicados, como si temiera a lastimarlo.
— Eres precioso — Susurró SeungCheol sobre los labios ajenos — Mi precioso.
Jihoon se ruborizó al instante y SeungCheol rio al verlo, aquella nube no lo dejaba apreciar aquellos detalles que lo hubiesen vuelto loco, ahora estaba tan cuerdo pero perdería su cordura en un par de apreciaciones más.
— Está listo — Murmuró Jihoon, abriendo la croquera para mostrar el dibujo terminado.
— ¿Crees que soy feo? — Preguntó SeungCheol.
— Tienes altas expectativas sobre ti mismo.
SeungCheol frunció las cejas impresionado, con un salto le entregó el dibujo que había hecho a Jihoon — Te dibujé tal y como eres, muy precioso.
Jihoon quería reírse en ese momento, aquel dibujo no era nada más que un bolita y unos palitos, pero no lo hizo, su compostura fue tan solemne porque SeungCheol lo había hecho para él — Realmente me encanta.
SeungCheol abrazaba la croquera con una mano, mientras que la otra era extendida y sus dedos se movieron ágiles para tomar las delicadas manos del blanquecino. Juntos caminaron unidos, sus sonrisas no se desvanecieron y sus corazones no se tranquilizaron.
— Ahora es mi novio — pronunció SeungCheol frente a los tres chicos que eran amigos del blanquecino.
Aquellos tres chicos se observaron entre ellos y no sabían que decir, estaban tan sorprendidos que sus mentes estaban en blanco. Los tres parados en el pasillo observando como la pareja se alejaba tan acaramelados.
— Ni siquiera me pediste ser tu novio — Protestó Jihoon.
— No es necesario hacerlo, sabes que eres mío.
— ¿soy un juguete?
— No sería mala idea, así podría llevarte y meterte a la cama y poder…
— SeungCheol ¡Cállate!
— Poder abrazarte ¿Qué estabas pensando Lee Jihoon?
Las personas tienen sueños tan constantes, algunos los recuerdan y otros no lo hacen. Cada uno tiene un significado y un motivo.
SeungCheol y Jihoon desconocían el motivo por el cuál se encontraron, pero aquél sueño fuera o no fuera casualidad, ahora los había unido. A diferencia de aquellas parejas que son unidas a través de un hilo rojo, SeungCheol y Jihoon se unieron a través de un sueño.
Jamás imaginaron que aquellas palabras de enamorados eran tan reales.
Aquellas que decían: eres mi sueño hecho realidad.
Jihoon y SeungCheol eran la prueba viviente de ello.
Un sueño misterioso los llevo a la felicidad.
🄵🄸🄽♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro