Capítulo 3
Hoseok despertó en su habitación, el día parecía soleado.
Se enderezó en su cama sintiendo un gran dolor de cabeza, los recuerdos de la noche anterior invadieron su mente sin permitirle pensar que quizá tuvo un mal sueño. Por supuesto que toda su familia seguía en casa, estaba seguro que ellos tratarían de explicarle la situación para que entendiera pero no estaba de buen humor para recibir esta información.
Soltó un gran suspiro de solo pensar en que estas cosas estuvieron sucediendo todo el tiempo, las cosas raras que pasaban en casa o en las reuniones no eran más que la brujería en que la que su familia estaba metida. Los malos sueños que tuvo solo eran señales de que su destino era el mismo, las largas que sus padres le daban cada que tenia miedo era porque ellos sabían de lo que se trataba.
Y, oh, el amigo de Jiwoo que tanto quería porque jugaban bastante bien era una cosa de esas. Ni siquiera recuerda que su rostro fuera así de horroroso, pero tampoco podía lograr recordarlo con exactitud porque todo le resultaba tan borroso.
Se puso de pie para ir a buscar en su cajonera algunos de los dibujos que hizo cuando era niño, en los primeros que hizo siempre presumía que tenía un amigo imaginario que le gustaba mucho y sus padres en lugar de ignorarlo lo animaban a que siguiera teniendo a ese amigo. Como lo sabía halló un par de garabatos donde el más colorido era él mismo.
Pero el otro era siempre de tonalidades negras, una mancha alta a su lado lo tomaba de la mano.
En total enumeró casi más de veinte dibujos, pintó demasiados sobre este amigo. Con sus padres, dibujos de superheroes, con perritos o solo neutros. En todos ellos estaba esa mancha negra, siempre siendo dibujado a su lado.
"¿Como es posible?" Pensó.
-Siempre eh estado contigo, ¿no escuchas a tu madre? Que grosero eres -una voz interrumpió el silencio.
Hoseok brincó en su lugar, cuando miró hacia su escritorio se encontró con aquella entidad sentada de brazos cruzados. A diferencia de anoche esta vez solo vestía una camiseta blanca sin los botones superiores abrochados, sostenía una de las fotografías de su pizarra. Él fumaba un cigarrillo que inundó la habitación de un olor a banana, girando en su silla para divertirse.
Realmente nunca habría esperado que esto ocurriera, que una persona o lo que fuera que es ese hombre haya estado esperando a su lado tantos años porque su alma estaba vendida a la suya. Nada de lo que estaba pasando era una situación que fuera común.
Se dio el tiempo de analizar al hombre, si fuera una persona normal quizá no estaría más allá de los veinte y pasaría como un chico universitario. Su brazo derecho tenía un tatuaje de una estrella, su cuello luce una lujosa cadena con una cruz, lleva aretes y unas cuantas perforaciones. Su ropa no parecía ser barata, los bordes de su camisa estaban bordados con hilo brillante. Y el rostro de Jungkook no tenía ningún rasguño o estaba lastimado al igual que los otros.
Era increíble como encajaba con su familia, de cierta manera estaba apegado a su clase.
El demonio atrajo uno de sus dibujos para observarlo con gracia, como si fueran mejores amigos teniendo un día normal en casa. Él lo miró mientras chasqueaba los dedos, permitiendo que el papel flotara hacia el humano.
-Aún me acuerdo de este día, jugamos a ser piratas y tu lloraste porque tu hermana ganó el juego -dijo -no pude ayudarte mucho, necesitaba alimentarme de tu desgracia un rato.
Jungkook se levantó de su sitio para acercarse al humano con una mirada sombría, su presencia hacia que el ambiente fuera más frío y Hoseok se abrazó a sí mismo por la helada sensación. Su cuerpo no respondió a sus pensamientos de intentar correr lejos de casa otra vez, anoche Jungkook no tuvo problemas de moverse de un lugar a otro así que era obvio que lo encontraría de todas maneras.
-¿Porqué hasta ahora puedo verte? -preguntó, al menos merecía un par de respuestas.
-Nuestro acuerdo es que solo los dieciocho son la edad más certera para convencerse de que la avaricia es más que lo racional y que no durarían en aceptar lo que fuera por seguir siendo un mar de lujos -el demonio explicó -Pero tú nunca te has dejado capturar por estos deseos, así que nuestro vínculo es diferente.
Estuvo a punto de preguntarle cuando la puerta fue tocada, una ventisca a su lado le hizo saber que el demonio se había ido. Lo cual era gracioso porque todos aquí saben más sobre esto que él, no creería que seguirían fingiendo ser ajenos a la situación. Además sus padres puede que hayan visto en algún momento a Jungkook en su forma parecida a la humana, ¿o tampoco podían verlo? ¿Era una regla?
Su hermana se adentro en la habitación con una bandeja de comida, la llevó a su mesa de noche y con toda naturalidad se quedó recogiendo algunas cosas desordenadas. Ella parecía muy serena en su comportamiento que si no fuera por haberla visto anoche pensaría que es la misma dulce mujer que conoce. El contraste de su rostro con el que vio era muy grande, los ojos vacíos ahora brillaban de alegría y su sonrisa era tan hermosa.
-Te traje el almuerzo, mamá dice que quiere hablar un poco contigo-mencionó mientras le ordenaba su ropa.
-No quiero hablar con ella, ¿no vas a decirme nada sobre lo de anoche? -cuestionó en un esfuerzo de seriedad- ¿Tu también te sorprendiste con el tuyo?
Una mano se posó sobre su hombro y se topó con el amigo de Jiwoo. Se encogió en su lugar. Su rostro no era como el de Jungkook, este si estaba lastimado de la mejilla y su forma de vestir era algo holgazán. Cosa que a Jiwoo le gustaba en los chicos, ¿podían elegir como ellos iban a vestir? ¿Como un juego de vestir?
-No lo asustes, apenas está aprendiendo -su hermana le habló a esa cosa.
El ente se paseó por la habitación con una mirada más tranquila, sin perder de vista al menor.
-Él es Seokhoon, ustedes se conocen pero tuve que cortar la conexión porque mamá insistió que no debías saber nada -ella sonrió -Aunque él nunca se ha llevado bien con Jungkook.
La forma en la que Jiwoo habla como si esto fuera lo habitual le daba náuseas, porque claro que ella ya estaba acostumbrada debido a que es mayor. Se sentía tan confundido por toda esta historia de fantasía que se hizo realidad de un día para otro.
No puede esperar mejores pensamientos sobre su familia además de que es una locura lo que han hecho. Esperaba que su regalo fuera una invitación a un internado con sus tíos, una mudanza a otro país para estudiar o que hubieran más reglas en casa pero el hecho de que vender su alma fuera la opción que ellos eligieron lo hacen pensar que todos los lujos solo son garantía de que tienen un pase directo al infierno.
De solo imaginar lo que diría la gente si supiera que todas esas historias que inventaban eran acertadas el mundo se volvería loco. Tener que ocultar un asunto así era demasiado peligroso porque si esas cosas se aparecían frente a quien menos lo espera armaría un caos. Imaginar que de repente sus amigos se enteren y se alejen de él por ser un fenómeno le da miedo.
Su yo de siete años se reiría de esta situación pensando que sus padres solo le están siguiendo el juego de tener un amigo que vive solamente en su mente. Pero ya no es un niño, ahora está bajo el ojo de toda esa bola de adultos que ansían que solamente acepte esta vida y sigan siendo los mismos de siempre. Que sigan fingiendo ser una casita de sueños donde nada es imposible, solamente tienes que venderle tu alma al diablo y verás que todo se te cumple.
-Sé que parece difícil de explicarte todo este tema pero verás que más adelante tu mismo le darás este regalo a tus hijos y ellos a tus nietos -dice su hermana - Así ha sido con nuestros padres, ellos tuvieron suerte de tener esta familia. Piensa que es parte de tu destino.
Hoseok siempre ha pensado en el destino como un regalo, que solo uno tiene la oportunidad de saber que es lo que necesita para que sea bueno. Pero ser atado a una cosa que lo empuje a un futuro preparado no le hace mucha gracia, en especial porque no le daría importancia a esforzarse y tendría todo en las manos. Puede que su familia parezca que ha tirado hasta sangre en el trabajo pero esta seguro que solo es lo mínimo luego de tener la vida resuelta.
¿Y ahora que? Vio que su habitación no era muy grande a comparación de la de Jiwoo, ¿tiene que vivir con Jungkook? Cosa que le daba temor, si esas entidades se enojaban parecían capaces de matar a alguien por diversión.
Soltó un largo suspiro después de que Jiwoo salió de su habitación insistiendo en que su madre quiere que vaya a hablar. Ella era su mayor terror ahora, ayer su mamá era tan extraña y horrenda que a diferencia de Jiwoo le costaría verla a los ojos sin sobreponer esa imagen más reciente.
Arregló una de sus mochilas con su teléfono, un cargador, cosas de limpieza y se puso la ropa más vieja que tenía. Empacó otras tres mudas en otra maleta junto a sus artículos más preciados.
Necesitaba estar lejos de casa al menos un par de días, seguro que Jimin lo dejaría quedarse en la suya aunque sea en el sótano de video juegos, y le daría un tiempo a su mente de asimilar toda esta basura.
Bajó con delicadeza los escalones para evitar encontrarse con sus familiares, en especial con sus padres, caminando hacia la puerta de entrada que siempre le ha parecido estar muy lejos de sus habitaciones. Los recuerdos de como intentó escapar lo marearon, esta vez tendría éxito. De alguna manera no ha sentido ninguna presencia rara, por lo tanto Jungkook no está cerca ni otra cosa.
Justo cuando su mano tocó el picaporte de la puerta escuchó un par de pasos y luego un carraspeo.
-Buenos dias cariño, ¿vas a ir a algún lado? -su padre estaba ahí, sonriéndole.
Era gracioso como todos lo tratan con amabilidad.
-No quiero ser grosero, pero no quiero estar aquí -dice intentando ser serio.
-Al menos quédate a desayunar, tu madre...
-Dije que no quiero -dijo mientras salía de la casa.
En algún otro momento su corazón se habría torcido de remordimiento por haber tratado así a su familia pero no lo es, así que siguió su camino.
Hoseok apreció que tuvo el valor de responder, normalmente solo dejaría que la otra persona diga y lo convenza fácil.
Apretó las correas de su mochila en la espalda y fingió tener una postura seria para que nadie se le acerque. Si cambiaba su actitud seguro la gente dejaría de verlo débil, por serlo su familia creyó que era buena idea vender su pobre alma. Ya no más de ser un idiota tímido y torpe.
Un pitido lo asustó.
-Señor Jung, ¡buenos días! -su vecina le saludó desde su auto.
Le sonrió tímidamente y le devolvió el saludo.
Después de horas de caminar se dio cuenta que en definitiva debía aprender a manejar. Con todo ese dinero que tienen ya tendría su auto desde hace dos años. Aún le faltaba más de media hora para llegar a casa de Jimin que vive en una sección algo privada en la ciudad, pero tenía que atravesar un puente hacia un tunel algo solitario. Por lo menos tenía la luz del día a su favor, se apresurará en cruzar para evitar cualquier problema.
El puente era considerablemente largo por lo que se tomó el tiempo de apreciar los grandes árboles que se levantaban sobre el río debajo de él, las veces que pudo venir con Jimin jugaban a lanzar piedras al agua para saber que tan larga era una caída desde su lugar. Tomó algunas para arrojarlas en una búsqueda de distraerse, el aire fresco le aliviana el estrés y respirar el aroma de la humedad en el ambiente transformó su humor a su habitual estado de timidez.
A mitad del puente se percató de que una persona estaba caminando en su dirección con los pies arrastrando, provocando un ruido un poco incómodo para su momento de tranquilidad, así que supuso que era un vagabundo que seguramente iría a la ciudad. Al estar cerca su teoría fue acertada al ver que esta persona vestía en ropas muy desgastadas y su aspecto era muy descuidado. Intentó ignorarlo como sus padres el enseñaron desde niño para ahorrarse problemas pero ese hombre parece haber escuchado sus pensamientos.
-Oye niño, ¿tienes una moneda que puedas darme? -dijo estirando una de sus manos, su voz delataba que estaba aún bajo ebriedad.
-No tengo dinero, lo siento -hizo una reverencia para continuar su camino.
El anciano no imitó su acción, al contrario de lo que esperaba este comenzó a caminar a su par. Con el brazo extendido quería dinero, cosa que no podía darle a una persona que no hará nada de provecho con ello.
Consiguió avanzar al menos otros metros de distancia antes de que el anciano corriera hacia él, como si los acontecimientos de anoche no fueran suficientes para seguirlo sorprendiendo. Apresuró el paso en vista de que ese hombre no se detendría, ahora lucía muy molesto y no quiere saber que es lo que le hará en caso de que logre alcanzarlo. Recogió más piedras para lanzárselas, cosa que no logró al solo atinar una en el rostro del tipo.
Su mochila tiró de él hacia el pavimento, haciendo que choque contra la pared del puente y el anciano lo mirara chistando de decepción. Observó como de su bolsillo sacó una cuchilla oxidada, listo para atacarlo en cuestión de segundos.
En cuanto el anciano alzó su mano para dar la primera puñalada cerró sus ojos, pero la herida nunca se registró en ninguna parte de su cuerpo. Al echar un vistazo se topó con una conocida camiseta blanca de espaldas, la mano de el demonio sosteniendo la del vagabundo con una fuerza sobrenatural que le trozó la muñeca de un movimiento. La mirada de Jungkook era tenebrosa, su postura intimidaba a quien pasara cerca.
-¡Fenómeno! -gritó el anciano antes de huir, tambaleándose entre el dolor y el alcohol.
Hoseok parpadeó desconcertado por la repentina aparición de Jungkook, no sabía si esto era normal o lo habían enviado a regresarlo a casa. Su pecho se encogió ante la escena, no esperaba que Jungkook viniera a rescatarlo.
Sin él, probablemente hubiera muerto aquí.
-Oye, gracias por....
-No necesitas decir nada, después de todo estamos vinculados por tu tonta familia -el demonio habló.
Jungkook inspeccionó el lugar en donde estaban, sacando uno de sus cigarrillos y encendiendolo con un chasquido de dedos. Sus hombros estaban tensos por haber tenido que correr a rescatar a ese humano inútil. Todos eran iguales, no paraban de meterse en problemas gracias a sus estúpidas decisiones sentimentales. Muy patético para una raza que llevaba siglos de evolución, incluso un perro habría reaccionado mejor a estas situaciones.
-Vas a ir a buscar a tu amigo, ¿no? Me aseguraré de que no te metas en tonterías -atrajo la mochila del menor para empezar a caminar.
-¿Cómo me encontraste? -le preguntó curioso.
-Estamos conectados por una marca, cada que tu estas en peligro soy capaz de percibirlo y de ir a donde estés -dice.
Hoseok miró sus brazos, viendo que del lado derecho tenía una estrella parecida a la que Jungkook tenía. Esta brilló en un cobrizo opaco al tocarla, el que tenía el demonio hizo lo mismo.
No tuvo más remedio que caminar al lado de este ser extraño, que físicamente parecía un humano común. Es interesante considerar que ha estado toda su vida a su lado, esperando el momento donde su función daría marcha.
-Tengo muchas preguntas, dices que no podía verte porque no sigo la avaricia de mis padres pero Jiwoo dijo que no eres amigo de lo que sea que es Seokhoon -hizo una pausa. - Y ella hizo que yo dejara de verlo, ¿puedes ser visible para otras personas?
Jungkook puso los ojos en blanco.
-Puedo ser lo que tu pidas que sea, si quieres que sea visible puedo serlo para todos los demás si te sientes mejor hablándole a alguien que a la nada. Tu hermana es una estúpida por incumplir una de las reglas, por eso es que Seokhoon no es de mi agrado.
-¿Y mis padres tampoco podían verte?
-Solo lo tenia permitido cuando eras un mocoso, ya sabes, los niños ven cosas que los adultos no así que era normal que tu hablaras con alguien imaginario -dijo Jungkook, aburrido.
El humano asintió en comprensión, parece que le sienta mejor escucharlo de Jungkook que de su familia. A él lo está conociendo, no tiene aún ninguna especie de cariño o aprecio que puede tener con su familia. Si su madre le contaba esto le resultaba más difícil de creer.
-Entonces, ¿cuál es tu propósito? ¿Existes solo para esto?
El demonio sonrió de forma sarcástica, deteniéndose en la entrada del túnel que lograron cruzar. Puso sus manos en sus bolsillos para mirar a su humano.
-Tu familia se ha envuelto con mis similares para tener un beneficio en riqueza y posición social. Como sabes ahora, todos tienen una entidad asignada para cumplir sus metas a cambio de que el alma quede ligada hasta la muerte, los acompañan en su crecimiento para evitar que se deshagan del vínculo y por ello ninguno de tus ancestros situaron una religión. -mencionó mientras chasqueaba los dedos para hacer aparecer un pergamino -Tenemos lo que llamamos contratos, tu familia tiene uno en común y cada uno firma el suyo una vez que obtiene lo que desea para sellar el cumplimiento.
Hoseok tocó el papel que sostenía el mayor, estaba hecho de una hoja muy antigua.
-El contrato queda atado al infierno donde todos están destinados a ir una vez que mueran, depende de cada uno también el como lo mantendrán vigente y sin fallas. El mío contigo comenzó una vez que tu madre quedó embarazada, aunque los términos son definidos por ti como el hecho de si quieres que sea visible ante otros humanos o si deseas algún cambio que sea aceptado por nosotros.
Extendió el contrato que estaba escrito en simbologia antigua, la cual cambió a una estructura más entendible para el menor. Hoseok vio que su nombre estaba escrito y el de Jungkook también, tenía algunas cláusulas y firmas de ambos pese a que apenas tendría la suya.
Pero una en especial llamó su atención.
-¿Qué significa Nupta diaboli?
Jungkook desapareció el pergamino sin ninguna emoción de felicidad. Incluso su sonrisa torcida se acomodo en una mueca.
-La boda del diablo, en términos más simples.
Él hizo aparecer un par de anillos dorados con incrustado de plata, los cuales Hoseok reconoció de forma no muy feliz. Uno de los aros voló hacia su dedo, y el otro se lo puso Jungkook.
Son anillos de compromiso.
-Nuestro vínculo es diferente al de tus ancestros. Decidieron probar un nuevo lazo que empieza contigo.
-¿Y, cual es?
-Tienes que casarte conmigo, Jung Hoseok.
Sin duda habrá actualizaciones seguidas, estoy emocionado por esta historia jjj.
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