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Una belleza distinta a la nuestra

Suspiró al verse libre por fin, su apretada agenda de dia viernes había cedido el pase libre al menos por ese día.

Nueve de la noche, para Ahri eso significaba una agenda ligera.

Las calles estaban aún desbaratadas de personas corriendo con prisa por las últimas compras antes de regresar a sus casas para cenar. Suspiró nuevamente. La clásica suela roja de sus altísimos Christian Louboutin tocaron el frío asfalto de la fachada principal del edificio donde residía la casa de moda Louis Vuitton en la ciudad, empresa para la que ella trabajaba como musa. Tomó el aire frío y sucio de la ciudad mientras se cuestionaba internamente la posibilidad de haber olvidado algo, lo que no sería novedad alguna tratándose de ella.

—Se me apetece algo dulce, es viernes y mi cuerpo lo sabe; espero que quede alguna pastelería cercana abierta —comentó en voz baja para sí misma cubriendo su cabeza y su delgado cuello con su fina pañoleta de seda en color azul con detalles plateados.

Justo frente a ella tenía la plaza más concurrida de la ciudad, pero si se permitía mirar más allá de un viejo edificio justo en medio de la plaza, notaría el antiguo hotel Bringstone, que albergaba varios pequeños locales comerciales en su planta baja y, entre ellos, estaba una pequeña panadería y pastelería local con muy buenas opciones para romper la dieta.

Le dio pereza simplemente la idea de meterse a su automóvil dar la vuelta, buscar un lugar donde aparcar y bajar a realizar sus compras por lo que, como suceden estas cosas del destino, dejó el auto ahí en su sitio y se dispuso a cruzar la plaza a pie para ir directo hacia la panadería. No significaba un riesgo ya que la iluminación del lugar era buena aunque Ahri siempre pensó que podría ser mejor en un sentido más estético.

Tac, tac, tac, tac. A paso firme se acercaba al edificio en mitad de la plaza, metió las manos en sus bolsillos para impedir que estas siguieran enfriándose y fue entonces cuando escuchó todo ese alboroto. Eran voces enérgicas y risas juveniles, había un grupo de jóvenes reunidos bajo el iluminado hall del edificio avivando alguna especie de espectáculo con sus aplausos, risas y otras expresiones efusivas.

Ahri se sintió invadida por la curiosidad. Se acercó un poco más llamando la atención de algunos espectadores que murmuraron de inmediato al verla llegar. Era el costo de ser una celebridad con basto atractivo, esto no era extraño para ella; de hecho, había veces en las que podía sacar ventaja, como ahora, ya que no le costó trabajo hacerse camino para pasar entre la pequeña multitud a ver el espectáculo de más cerca.

Dos hermosas chicas estaban rapeando al ritmo de un beat box que sonaba desde algún parlante recargable. Tenían mucho talento para ello, eso era algo que todos podía notar de inmediato con solo escucharlas rapear.

Una chica rubia deleitaba a todos con sus generosas curvas mientras rapeaba versos al parecer improvisados delante de todos los espectadores, era agradable de ver pero tenía algunos problemas con el aire, el cual agotaba con facilidad y no tenía el control suficiente de su diafragma, lo que seguramente se debía al esfuerzo que hacía al mover el trasero rápido. Sin embargo, como era de esperarse, el público no parecía notarlo, primero, porque no todos habían tenido un duro entrenamiento en canto como Ahri y segundo, porque con ese cuerpo escultural era realmente difícil concentrarse en otra cosa. Tocó el turno a la otra chica, su contrincante en el duelo de rap y curiosamente ella fascinó a Ahri desde el principio. Tenía una belleza peculiar. Era una morena de ojos rasgados, boca pequeña y baja estatura pero con un talento nato para rapear y mucha actitud. Sabía controlar el aire y sus movimientos no eran en absoluto exagerados como los de la rubia, no obstante, sabía exactamente lo que debía hacer para lucir genial.

¿Era lo que estaba buscando?

Dos días antes...

—Necesitamos una rapera, el grupo necesita reinventarse.

—No, me rehúso. Ese es un estereotipo de kpop trillado y anticuado ¿no puede ser algo más original? —comentó Evelynn con su peculiar forma de mostrar su desagrado.

—¿Qué significa "original" para ti, Evelynn? —increpó Kai'sa— ¿desnudarnos?

Evelynn volteó a verla, entrecerró los ojos y soltó su boca venenosa como era su costumbre.

—Pues sí, todo el mundo nos conocería como el grupo de las chicas desnudas.

Kai'sa se cruzó de brazos rechazando la idea y detestando a su compañera por hablar con ese sarcasmo que le caía como patada en el estómago.

—Para desnudarse en público están las feminazis en sus protestas. No seas ridícula.

—Ridícula tu nariz y tu intolerancia, Michael Jackson.

—¡Hey, niñas! —detuvo Ahri, se estaba aguantando la risa, pues si había algo realmente ridículo eran los pleitos infantiles de Evelynn y Kai'sa. No la dejaban pensar tranquila en una solución para aquello que era, en el fondo, lo realmente importante ahí. —Sugiero intentarlo, chicas —dijo con su acento dulce. —Buscaremos a alguien que sepa rapear, haremos un casting, no lo sé, luego grabaremos un sencillo y veremos qué tal lo toman los fans.

—Ahri, querida — Evelynn se levantó del cómodo futón rosa donde estaba recostada para pavonear sus generosas caderas enguantadas en unos ajustados leggins negros. Se sentó en el brazo del sillón donde estaba sentada muy elegantemente la líder del grupo —Nosotras ya somos artistas reconocidas, con trayectoria. No podemos incluir a alguien en nuestro grupo de la nada porque le va costar un mundo seguirnos el ritmo y no sabemos si los fans la querrán.

Ahri bajó la mirada y dio golpecitos en el otro brazo del sofá con sus uñas esmaltadas de rosa palo con delicados diseños en dorado. Los argumentos de Evelynn era demasiado válidos para su gusto, sin embargo, insistía con la idea de que a su grupo les faltaba algo. Solo esperaba que si llegaban a encontrar a algún día a esa algo, no fuera demasiado tarde.

—Are you ready, hey!, are you ready for this? Are you hanging on the edge of your seat? Out of the doorway the bullets rip. To the sound of the beat.

¿Era la canción que creía que era? ¡Esa chica estaba cantando la puta Another one bites the dust en versión rap de una manera majestuosa como solo un clásico de esa categoría lo merecía, ¡joder! Ahri perdió la noción del tiempo y ni siquiera percibió el suelo bajo sus tacones de quince centímetros. Solo comenzó a moverse al ritmo del funk rap y antes de que pudiera darse cuenta ya estaba aplaudiendo.

Todo acabó en aplausos y ya nadie recordó que aquello era una competencia.

Las desconocidas volvieron a su lugar, sentándose a ras de suelo sobre las viejas y gastadas baldosas de cerámica que adornaban el edificio mientras Ahri caminaba hacia ellas y luchaba por librarse de las miradas demasiado acosadoras. Se acercó a la chica lo más discretamente posible,se acuclilló con dificultad al lado de ella y le susurró un saludo que la sobresaltó. Ahri reconocía que esto era extraño pero creía que su personalidad confiada le ayudaría a salir airosa y no morir en el intento.

—Hola —respondió la chica con timidez, sonrojándose y bajando la mirada al suelo con nerviosismo. Sí, definitivamente sabía quien era Ahri.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó la rubia con una sonrisa gentil.

—Akali —respondió la chica.

Ahri sin perder más tiempo sacó un bolígrafo de su bolso y una hoja de su femenina agenda para anotar su número en él y dárselo a la artista callejera.

—Ten —dijo entregándole el papel doblado. —Llámame. Creo que tengo el trabajo indicado para ti ¡Llámame! —insistió.

—Oh —dijo Akali tomando la hoja doblada que le ofrecía la hermosa kitsune. Olvidó por unos momentos cómo articular las malditas palabras— G...Gracias —solo pudo decir, pero aún sonrió con timidez viéndose muy adorable.

Ahri se levantó y se fue tan rápido como llegó, muy satisfecha con todo. Definitivamente merecía ese pastel de dia viernes.

En un mundo donde conviven distintas criaturas tratando de tener vidas normales y ser personas exitosas, una oportunidad como esa no se daba todos los días; además, el círculo más cercano de Akali básicamente se componía de ninjas criados en una especie de comunidad donde comprar pasteles los viernes era un lujo que te podías dar una vez al año, pues su manera de vivir era más bien sencilla y tosca. Las oportunidades de destacar y ser exitoso siendo ninja eran realmente escasas.

Genéticamente los ninjas eran lo más parecido a un humano promedio pues no sufrieron de mutaciones corporales salvo habilidades físicas extraordianrias, sin embargo, eso los encasillaba como la raza débil al compararse con las otras especies. Akali no se quejaba por su condición, de hecho, se entrenó muy estrictamente en esta disciplina y se había graduado hacía muy poco tiempo de la escuela siendo una excelente guerrera lista para enfrentar el riesgoso mundo en el que le había tocado vivir, comprendiendo que todavía podía haber sido más malo. Al menos ella tenía una especialidad, una madre esforzada que la quería y dos pequeños hermanos a los que ayudar y dar mucho amor antes de que estos decidieran el rumbo que querían tomar, probablemente uno distinto al de los ninjas.

Ocasionalmente la chica y algunos de sus amigos iban a reunirse bajo ese viejo edificio para pasar un buen rato con los artistas callejeros que ahí se reunían. Artistas ambulantes y completos amantes del hip hop y el breakdance se reunían a hacer piruetas arriesgadas y a improvisar algunos versos al ritmo de algún beatbox que hubiera en el parlante recargable de turno. Akali aprendió a refugiarse de todo en la música y encontrar ahí una esperanza. Había comprobado el gran poder de las melodías y su imparable capacidad de unir multitudes.

Todo lo que había pasado le parecía tan surrealista. Ahri, una de las diosas del pop más queridas a nivel mundial y venerada en la ciudad acababa de darle su número porque necesitaba algo de ella.

Ahri la había escuchado rapear. Solo el hecho de pensarlo le ponía la piel de gallina. Aunque después dejó abruptamente de soñar despierta y pensó que probablemente la kitsune no había visto a Syndra, la chica rubia, quien desde el punto de vista de Akali sí que tenía todo lo que una celebridad podía andar buscando. La joven ninja no podía explicarse qué había visto una artista tan talentosa en alguien como ella, siendo así; baja, morena y rapeando como podría hacerlo cualquiera. Quizás solo la quería para que le lavara el auto o sacara a pasear a su perro pero, de todas maneras, iba a armarse de valor y a averiguarlo por sí misma porque todo dinero extra le servía para llevar a casa.

—No la voy a aceptar, Ahri —sentenció Evelynn apoyando sus manos sobre la isla de la cocina donde las tres chicas estaban haciendo su improvisada reunión en el moderno ático de la líder del grupo.

—No te significará ninguna competencia si eso es lo que temes —dijo Ahri poniendo los ojos en blanco y alcanzando algo de frutos secos del plato cercano con su pequeña mano. —Su belleza es distinta a la nuestra.

El timbre sonó y Evelynn se levantó a abrir la puerta dejando su copa de vino sobre la mesa. Cruzó la estancia para ir hacia la puerta de entrada. Una morena de baja estatura y aires de bravucona estaba justo enfrente de ella, llevaba una gorra sin marca y una sudadera blanca y vieja sobre un crop top morado.

—Hola, ¿está Ahri? —preguntó la chica, su voz temblaba un poco aunque en apariencia lucía muy segura.

—Sí. Ahri, cariño —subió un poco la voz para llamar a su amiga. —¿Ordenaste algo? Hay una chica repartidora aquí en tu puerta.

Akali bajó la cabeza riendo por lo bajo, la visera de su gorra ocultó esto. En realidad, ya ni se molestaba en ofenderse por ese tipo de comentarios tan despectivos viniendo de otras razas.

—Espera... no eres una repartidora ¿verdad? No me digas que tú eres...

"Es una belleza distinta a la nuestra"

Todas las malditas piezas comenzaron a calzar en la bella cabecita de Evelynn.

—Akali... Soy Akali.

La chica ninja sonrió y la súcubo, luego de asimilar la idea, le devolvió su sonrisa naturalmente sensual bajo unos labios carnosos en color malva matte perfectos. Akali nunca había sido especialmente insegura de su aspecto pero ahora no estaba tan segura de ello luego de ver a esa mujer esculpida por los mismos dioses.

Siempre había creído que lo bello estaba en la delgadez, pero esas generosas caderas metidas en unos jeans azules de tiro alto y muy ajustados le derribaron en un segundo ese estereotipo ridículo.

—Soy Evelynn.

Joder.

Si había algo mucho más erótico que sus ojos, sus labios y todo su maldito cuerpo de ninfa eso era sin duda su voz, elegante y áspera como una mujer que acaba de tener el mejor orgasmo de su vida.

—Un gusto, Evelynn.

—Lo sé.

Fueron interrumpidas por la efusiva llegada de Ahri, quien de inmediato invitó a la recién llegada a pasar y a sentarse cómodamente.

—¿Lo ves? Te dije que te gustaría —La rubia tomó del brazo a su amiga y la atrajo hacia sí para susurrarle de manera juguetona mientras veían caminar a Akali hacia los modernos futones rosa palo.

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