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—Entiende que lo que has estado haciendo no te ayuda en nada, lo arruinaste antes de intentarlo siquiera.

—¿Tú qué puedes saber de eso? Eres solo una niña mimada.

—Esta niña mimada al menos sabe cómo acercarse a él y, a diferencia de ti, confía en mí.

—¿Y? ¿Debo dejar que me hagas todo el trabajo?

—No precisamente, porque eso te saldría muy caro alfa, pero puedo ayudarte, además, para tu mala suerte, él es inteligente, así que necesitas más que un estúpido mensaje para lograr lo que quieres.

—¿Qué sugieres?

—¿Puedo confiar en que mi trabajo estará a salvo?

—Si te delato a ti, me delato a mí, así que puedes estar segura de ello.

—Bien, pero debes hacer lo que te diga.

—¿Qué tal están todos? Yo soy Migue Granados y estamos con ni más ni menos que ¡Lionel Messi! —Me acomodo en mi asiento por milésima vez en menos de cinco minutos, no me siento cómodo aún estando rodeado de mi aroma y poca gente, aunque quizá eso es lo que me molesta, tener tantos aromas diferentes por todos lados, invadiendo mi privacidad y rodeándome, me hace querer sacarlos a patadas o salir corriendo.

Miro hacia la cámara con una sonrisa que espero se vea al menos un poco natural. Mauricio y Erika me miran de vuelta, animándome a continuar con la entrevista para la que no he podido prepararme.

"Esto va a salir muy mal."

"No seas tan negativo, podemos resolver esto."

"No sé, este no me da buena espina."

"A ti nadie te da buena espina."

—Un placer y un honor tenerte con nosotros, muchas gracias por concedernos esta entrevista y por permitirnos la entrada a la guarida del alfa —bromea con esa risa fácil que tiene, acercándose a mí para tocarme el hombro.

Me aparto ligeramente, incómodo por su toque, pero mantengo la sonrisa.

—Gracias a ti por venir tan pronto, son todos bienvenidos —miento con el tono más alegre que me es posible.

—Bien, cuéntanos un poco de todo esto que está pasando, al parecer el alfa de alfas no tiene descanso alguno —Miguel vuelve a reírse a carcajadas, pero esta vez me remuevo en mi lugar antes de que él pueda tocarme—; primero tienes rumores de citas con un omega que, si me permites opinar, no está ni cerca de ser digno de ti, en segundo lugar ¡ganas el mundial!

Él se ríe estruendosamente y yo no puedo hacer más que tensar la mandíbula, sintiendome acalorado de pronto.

Aclaro mi garganta para tratar de pasar el nudo de rabia que se ha formado en mi garganta y para que él se dé cuenta de mi incomodidad, pero Miguel no se percata de nada, continuando con su discurso.

—Y ahora mírate, emparejado de nuevo con la más que preciosa Erika, la palabra descanso no es algo que exista en tu vocabulario por lo que veo, pero dime Lionel, ¿es verdad que no existe mala ni buena publicidad?

El silencio es sepulcral en mi casa, ni siquiera se escuchan las respiraciones de las ocho personas presentes. Desvío la mirada hacia Mauricio, que mantiene una expresión nerviosa mientras arquea las cejas incitandome a hablar.

Vuelvo a aclararme la garganta, pero ahora le sostengo la mirada al hombre frente a mí, él no se intimida, pero sus ojos titubean mientras lo veo directamente.

—Yo creo que no importa la publicidad si ventilas chismes sin sentido sobre la vida privada de alguien —hablo por fin en tono seco y poco amable.

Mauricio suspira y observa el suelo con semblante derrotado, pero no me importa, ni siquiera me interesa el posible regaño de más tarde.

—Oh Messi, pero de eso se trata ser famoso, tu vida ya no es tu vida, todo lo que te pase nos interesa —responde él aún sonriente y alegre, pero no es eso lo que hace que mi sangre comience a hervir en mis venas, sino su comentario completamente desquiciado.

—¿Me estás diciendo que no debería molestarme que indaguen en donde no deberían? —pregunto con los dientes apretados y mi aroma comenzando a llenar la agitación con notas ácidas.

—¡Claro que no! En el peor de los casos, solo se hablará de ti y los involucrados, pero velo por el lado positivo, ¡seguirás siendo famoso!

Él se ríe a carcajadas, pero fuera de eso, nadie emite un solo sonido, ni siquiera yo, que me esfuerzo por mantener la compostura.

—Oh vamos Lionel —continúa con una enorme sonrisa en los labios, palmeando mi hombro, provocando que mi lobo le muestre los colmillos—, sabes que es verdad, por eso ese omeguita no salió a desmentir nada, seguro quería sus cinco minutos de fama, ¿no lo creen amigos?

Miguel mira hacia la cámara, sin siquiera percatarse de mi mirada hostil y lo tenso de mi mandíbula.

—Todos aquí sabemos que es verdad, ¡hasta yo aceptaría rumores de citas contigo!

El personal detrás de la cámara tiene expresiones que van desde la incomodidad hasta incredulidad, mientras que Mauricio me observa con severidad, como advirtiéndome que no haga nada estúpido; Erika por otra parte, me ve con algo de pena, intentando disculparse por algo que ella no hizo.

—¿Qué pensaste en aquella ocasión? Supongo que fue mucho peor que esta ¿no? —continúa él sin darse cuenta de todo lo que ha provocado ni tampoco de mi para nada sutil aroma, lo que me hace saber que es un beta, uno muy estúpido al parecer—, hoy tuviste el pequeño infortunio de ser visto con la hermosa Erika, pero no imagino lo terrible y asqueroso que debió ser para ti ser emparejado con ese omega de quinta, seguro que ni sabe qué hace en la cancha, tratando de seducir alfas a como de lugar...

Para —mascullo, todos me escuchan a la perfección porque mi lobo es bastante difícil de ignorar, pero él no, su parloteo se lo impide—. ¡Detente!

Grito y él al fin me escucha, mirandome con la boca abierta por lo que iba a decir después, siguiendo mis movimientos con cautela mientras me pongo de pie, mostrándome aún más imponente.

—¿Q-qué pasa? —titubea, pero sin perder la horrible sonrisa de su cara.

No voy a permitir que hables así de mi omega, imbécil.

Ni siquiera yo esperaba esas palabras de mi lobo, pero está dicho y la transmisión es en vivo, por lo que no hay marcha atrás.

—¿Tu qué? —Miguel se ve conmocionado, voltea hacia la cámara, hacia mi mánager y de vuelta a mí tan rápido que me hace preguntarme si no se marea.

Ese omega de quinta del que hablas, es MI OMEGA, mi pareja destinada y no voy a permitir que le hables así en mi presencia, así que retractate ahora mismo o voy a arrancarte la maldita cabeza.

No puedo controlar a mi lobo, aunque tampoco tengo muchas ganas de hacerlo, las palabras salen sin que pueda impedirlo y puedo ver el rostro de Miguel palidecer tres tonos con cada palabra.

Ya no sonríe de forma estúpida como antes, ahora sus iris viajan de mi rostro al del resto, pero nadie dice nada, siquiera sus respiraciones se escuchan, por lo que sé que la voz de mi lobo los ha dejado pasmados.

—Y-yo... Lionel... —su voz temblorosa me hace sonreír de lado—, l-lo siento, yo no sabía...

—Exacto, no sabías, así que a la próxima que quieras hablar mal de alguien, lo mejor será que lo pienses dos veces —escupo con enojo, arrancandome el micrófono de la camisa para poder ponerlo frente a mí rostro y hablar viendo directo a la cámara—. Ahora les diré algo a todos ustedes, mi vida privada y con quien decido pasarla es única y exclusivamente mi asunto, por lo que si veo a alguien atacando a MI omega o especulando más mierdas como las de hoy, tomaré medidas drásticas y legales.

Está dicho, no hay marcha atrás y todos lo sabemos, porque el caos se desata en solo segundos. La transmisión se corta, lo sé porque Mauricio corre hacia mí con el rostro enrojecido y una vena saltando en su sien.

A lo lejos veo al equipo de Miguel comenzar a cuchichear entre ellos mientras el beta camina hacia allá, sacándose el micrófono de la ropa, aún luce algo mareado y confundido.

Erika también intercambia palabras por lo bajo con su manager y Mauricio... él luce como si no pudiera decidir entre explotar de ira o desmayarse de la impresión.

Termino de quitarme los cables del micrófono para poder entregarlo en las manos temblorosas de una de las chicas que estaban tras la cámara, todos evitan mis ojos y no sé si eso me alegra más de lo que debería.

Mi celular comienza a timbrar desde mi habitación con una llamada que se corta casi de inmediato, seguida de otra igual de fugaz, a esas le siguen quizá otras veinte, pero en mi mente no hay lugar para ninguna de ellas, no ahora que caigo en cuenta de lo que he hecho.

Mauricio me habla, o quizá grita, a mi lado, pero soy incapaz de concentrarme en lo que dice, pues mi lobo se mantiene cien por ciento concentrado en los intrusos sin querer apartar su atención de ellos, crispando el pelo del lomo y mostrando los colmillos cada vez que alguno nos dirige alguna mirada poco discreta.

No es hasta que se han marchado y la puerta se cierra detrás de ellos que al fin me permito mirar a Mauricio, él ya no grita ni me dirije siquiera la mirada, por lo que sé que está molesto; habla por teléfono sin parar, colgando y respondiendo llamadas que duran menos de lo que una llamada importante debería.

—Puedes explicarme, ¿¡por qué has hecho eso!? —grita en cuanto cuelga una de las tantas llamadas, rechazando la que entra enseguida.

—¿Hacer qué? —respondo indiferente, manteniendo mi lobo a raya—, ¿defender a mi omega? ¿No permitir que lo denigraran de esa manera?

Él suspira y se toma el puente de la nariz entre pulgar, índice y medio, masajeando la zona para calmarse.

—No me refiero a eso Lionel —dice en tono calmado, con la cara aún agachada—, hablo de la forma en la que le dices al mundo algo de tanto peso, ¡ni siquiera lo consultaste conmigo!

—¡Es mi vida privada! —exploto frente a él, comenzando a caminar en círculos para poder contener mis emociones—, ¡por supuesto que voy a defender a MI OMEGA! Nadie puede venir y decirme qué hacer o no.

—¡POR SUPUESTO QUE SÍ! —grita él de vuelta, provocando que lo mire furioso—, ¡tienes un maldito contrato qué cumplir! ¡Y en ese contrato se especifica que no puedes tener una relación que pueda afectar a tu carrera!

—¡¿Cuál es la maldita diferencia?! ¡Erika está bien, una omega cualquiera que se aproveche de mi fama y dinero está bien! ¿¡Por qué Guillermo es un jodido problema!?

—¡PORQUE ES UN MALDITO OMEGA HOMBRE! ¡Es antinatural!

Me quedo estático repentinamente, con los ojos fijos en el rostro enrojecido de Mauricio. Él respira de forma errática, consciente de que lo que acaba de decir, es grave.

Erika se cubre la boca con una mano mientras sostiene su pecho con la otra, su mánager mantiene el rostro impávido, aunque en sus ojos se cuela un poco de sus verdaderas emociones: molestia y asombro.

Nadie emite un solo sonido, ni siquiera yo cuando con paso firme y sin siquiera girarme a ver a nadie, salgo de la estancia para meterme a mi habitación, dando un fuerte portazo tras de mí. Mi celular recibe llamada tras llamada, la mayoría son de mi familia, sobre todo mi madre, a quien puedo imaginar tras el celular, con el rostro rojo de furia y lágrimas de desilusión en los ojos.

Tengo ganas de tirarme a la cama a dormir, no saber nada de nadie y tratar de calmarme, pero sé que no puedo evadir este problema como lo haría un adolescente, así que tomo el aparatejo que comienza a quitarme la poca paciencia que me queda y le escribo un mensaje a Scaloni; a estas alturas dudo mucho que no se haya enterado de nada, por lo que no me sorprende que la siguiente llamada, solo un minuto después de mi escueto "llámame", sea de él.

Lionel, ¿pero qué carajos?

—No quiero más sermones Scaloni, por favor.

No te comportes como un maldito lobato rebelde y respondón, sabes que lo que hiciste no fue lo correcto —dice en tono calmado, pero serio.

—¡Estaba insultando a mi omega! —suelto y de inmediato me siento mal por hablarle así cuando él no estaba siendo grosero —. Lo siento.

Escucho que suspira y vuelve a tomar aire lentamente antes de hablarme de nuevo.

No dije que lo que él dijera estuvo bien, solo dije que no debiste reaccionar de esa manera, somos adultos Lionel, no podemos dejarnos llevar por nuestros lobos así, ahora, lo que realmente importa a partir de este momento, es lo que vaya a pasar contigo, muchas de las marcas que tenían contrato fijo han estado llamando a Mauricio, tus compañeros de equipo también están siendo afectados y tenemos que arreglar esto.

—Quiero cambiar de mánager —murmuro a sabiendas que eso no va a gustarle.

¿Qué? —pregunta, pero sé que me ha oído.

—Lo que escuchaste, Mauricio comparte la idea de lo antinatural y terrible que es el hecho de que mi omega, sea un hombre, no quiero tener a alguien así representándome.

Scaloni vuelve a suspirar, pero esta vez con mayor fuerza y sé que está enojado, aunque no tengo idea de si es conmigo o con Mauricio.

No Lionel, no ahora, espera a que todo esto se arregle y entonces haces algo al respecto —Iba a replicar, pero me interrumpe antes de que pueda formar siquiera una palabra —: Mauricio no va a hacer nada que te perjudique, incluso si no piensa de la misma manera, no hará nada que pueda dañarte.

Me quedo en silencio, aceptando a regañadientes lo que Scaloni me pide.

Hablamos después Lionel, mantente en contacto, discúlpate con tus compañeros y tranquilízate.

—Gracias entrenador —respondo en un susurro, escuchando la línea cortarse al otro lado.

El silencio en mi habitación reina durante un par de segundos antes de ser interrumpido por otra llamada, se trata de Lisandro, así que respondo rápidamente.

Maldita sea Lionel, estaba a punto de ir a tu casa, ¿estás bien? Ví todo el embrollo, ¿qué pasará ahora?

—Hola Lisandro, estoy bien, no te preocupes, me enteré que les estoy causando problemas a algunos de ustedes, quiero que sepan... lo siento, no pretendía embarrar a nadie más en esto, actué sin pensarlo y en pro mío, no sé qué procede, pero sepan que voy a arreglarlo, esto es mi culpa y solo mi culpa.

Él se queda en silencio por un buen rato, pero lo que me dice después, me sorprende demasiado.

Joder Lionel —su risa me tiene en shock y sin saber qué decir—, ¿en serio te estás disculpando? Vamos hombre, que no pasa nada, lo que los medios puedan o no decir de nosotros no debe importarte, solo quieren llenarse la boca de palabras para poder vender más, algunos bajo la idea equivocada, pero quiero que sepas, que al menos de mi parte y la de Lautaro, no tenemos ningún problema con lo que está pasando.

Sonrío y la presión en mi pecho cede un poco.

¡Sí, pero si nos despiden, debes mantenernos con tus millones! —Escucho la voz de Lautaro al otro lado de la línea, seguido de carcajadas de parte de ambos.

Ya lo oíste, pero si eso no pasa, entonces no tienes de qué preocuparte —Sonrío por la broma y lo bien que me hace hablar con mis amigos —, ¿ya hablaste con tu chico?

—No, no he tenido mucho tiempo y la verdad es que no creo tenerlo hasta en un rato, quiero aclarar todo en persona, no es algo que pueda hablar tan a la ligera.

Sin duda, pero precisamente por eso es que debes hablarle cuanto antes, no dudo que ya se haya enterado o lo haga pronto.

Gracias, eso haré, salúdame a Lautaro, los veré pronto.

Sin duda, tenemos una sesión de fotos en unos días, ¿lo olvidas?

—Hasta entonces será.

Cuelgo la llamada y veo la pantalla iluminarse con otra de mi madre, se corta y de inmediato entra otra de un número desconocido, así que la ignoro por completo, entrando directamente a mi aplicación de mensajes. También está lleno, pero paso todos de largo hasta dar con uno de los más antigüos, envío un mensaje como el que le mandé a Scaloni y espero.

Él lo lee casi de inmediato, lo cual me asusta, pero no puedo pensarlo demasiado, su llamada rápidamente ilumina mi pantalla.

Tienes dos minutos para explicarme qué mierda está pasando contigo Lionel, o te juro que ahora mismo tomo un maldito avión hacia allá para partirte la cara, alfa de quinta.

—Hola Javier, también es un placer hablar contigo —intento bromear, recibiendo un gruñido de su parte.

No estoy para bromitas, alfa sin vergüenza, empieza a hablar ya.

—¿Estás con Guillermo?

Lo sabrías si tan siquiera hubieses respondido todos los mensajes que te ha dejado.

Así que te contó.

¿Qué cosa? Que su estúpido alfa no le responde ni un mensaje y luego tiene rumores de citas con su ex, provocando que se sienta mal tu falta de confianza, ¡por supuesto que me contó!

Lo dejo gritarme y desquitar su coraje, es obvio que lo merezco, y saber que Guillermo ha estado sufriendo por mi culpa, incluso si eso es lo que quería evitar y por esa razón no respondía sus mensajes, me tiene bastante molesto conmigo mismo.

—Lo siento Javier, gracias por cuidar de él, tienes toda la razón.

Eso lo detiene en seco.

¿Qué? Ok, esto es extraño, ¿qué está pasando?

—Nada que me ponga en demasiado peligro, pero quizá a él sí, cometí un error y necesito solucionarlo, pero para eso necesito tiempo y que me ayudes a cuidarlo, no debes dejar que Guillermo revise su celular, al menos hasta que yo te diga que es seguro, no dejes que vea las noticias ni mucho menos que salga solo.

El silencio al otro lado de la línea me hace preguntarme si es que se ha cortado la llamada, pero no es así, Javier sigue en línea.

Mierda Messi, ¿qué hiciste?

—Estoy seguro de que lo sabrás pronto, pero por favor promete que harás lo que te pedí.

Mauricio toca mi puerta con insistencia, advirtiéndome que entrará si no respondo.

Maldita sea, bien... pero si esto le hace más daño a Guillermo, puedes estar seguro que voy a ahorcarte y darle tu cadáver a los perros.

A pesar de la amenaza, sonrío. Javier me escucha bufar divertido y gruñe de nuevo.

—De acuerdo, gracias de nuevo, siéntete libre de contarle a Jimenez sobre esto, sé que ambos cuidarán bien de Guillermo.

Estoy por colgar cuando él me interrumpe.

Lionel... —hago un sonido de afirmación para hacerle saber que lo escucho—, Guillermo es más fuerte de lo que crees, no lo excluyas por pensar que con eso lo salvas, porque entonces lo perderás.

Y entonces cuelga, dejándome con un hueco en el pecho y la culpa carcomiendo mis entrañas.

Mauricio entra por fin y yo no puedo evitar sentir la rabia volver a subirme por la garganta.

—Tenemos que hablar Lionel, Erika y su mánager se han ido, pero tú y yo tenemos más cosas qué hacer.

Vuelvo a lanzar el celular sobre mi cama antes de salir de ahí y seguir a mi mánager hasta la estancia. Pongo a hervir al menos un litro de agua en la estufa para preparar mate; este día será muy largo.


—Vamos Guillermo, ¿me estás diciendo que en serio vas a confiar en él de nuevo?

—No fue tan malo, además, no es como que vaya a darle mi confianza de buenas a primeras, pero se le ve más maduro que antes, quizá podamos ser amigos.

Javier me mira con incredulidad, pero no le hago mucho caso mientras continúo preparando la comida. Esta noche he decidido hacer la cena y Javier ha aprovechado para quedarse a comer.

—¿Y tú con quién hablabas hace un rato? Te escuchabas muy alterado.

—Solo era un alfa idiota con un trato malo para una campaña publicitaria.

—Entonces no aceptaste.

—Nada de eso, tenía que hacerlo, es algo que podría salir muy bien o muy mal, pero si sale mal, me dio permiso de cortarle las bolas y dárselas de comer a Monie.

—¡Hey! ¿Qué tiene qué ver aquí mi bebé? —Javier se encoge de hombros mientras se acerca hasta la sartén en la que remuevo la carne ya sazonada y mete la mano para sacar un gran trozo, que escurre salsa sobre el suelo antes de que se la pueda comer—- Más te vale que limpies eso antes de que venga tu madre o nos va a regañar a ambos.

Él asiente con las mejillas llenas antes de ir a por una servilleta para limpiar su desastre.

—¿Sabías que Lionel tiene otro escándalo? —murmuro con la vista fija en mi preparación.

—¡No! ¿Ahora qué pasó? ¿Cómo te enteraste? —Salto en mi lugar por lo efusivo de sus palabras.

Lo miro por un momento, entrecerrando los ojos por lo raro que me parece su comportamiento, pero él está agachado sobre el suelo, limpiando lo que tiró.

—Saúl me lo dijo, al parecer ahora también estoy involucrado porque me vieron comiendo en una cafetería, alguien le tomó fotos a Moon y mi marca está a la vista, así que ya creen que estoy enlazado con alguien.

—Espera, ¿cómo te involucra eso con él? —dice al levantarse por fin.

—No con él, pero es gracioso que los dos tengamos rumores de citas al mismo tiempo y hay gente que sabe sumar dos más dos, nos vieron juntos en diversas ocasiones, no son los primeros rumores que salen...

Me encojo de hombros mientras termino de mover la sartén sobre el fuego.

—¿Y eso es bueno? —pregunta Javier tirando el pedazo de papel manchado con salsa.

—No estoy seguro, me preocupa lo que podría pasar con su carrera si se enteran de nosotros —hago una pausa al ver a mi amigo rodar los ojos—, y también me alegra porque quisiera una relación normal con él.

Javier suspira y se acomoda dando la espalda al fregadero, viéndome muy fijamente y con los brazos cruzados. Eso me advierte del sermón que está a punto de soltarme.

—Deberías dejar de preocuparte tanto por lo que quieren los demás y empezar a preocuparte más por lo que quieres tú.

—Mi carrera estaba arruinada desde que me atreví a seguir adelante aún siendo omega, sabía que no iba a ser fácil, pero odio arrastrar conmigo a alguien como él —respondo con enfado sin devolverle la mirada, optando por recoger todo lo que estuve usando para cocinar.

—¡Esa no es tu decisión Guillermo! Mereces a alguien que lo de todo por ti como tú lo das todo por él.

—¡No voy a hacerlo elegir entre su carrera y yo! —Grito al fin viéndolo a los ojos.

—Guillermo, él no es Saúl, deja de preocuparte por eso y empieza a vivir esta nueva relación con la mente fresca, sé que es difícil dejar los traumas de lado, pero es necesario si quieres una relación sana.

—¡Eso ya lo sé, maldita sea! —Las lágrimas me cierran la garganta con fuerza y me pican en los ojos, pero le sostengo la mirada, no para desafiarlo, sino para que sepa que es verdad.

—¿Qué es lo que quieres TÚ, Guillermo? —pregunta con lentitud, sin apartarse del mueble en el que se sostiene.

Suspiro con pesadez, sintiéndome derrotado y agotado.

—Quiero huír como un maldito cobarde Javier, quiero largarme de aquí con él y vivir una vida de un jodido cuento de hadas en el que nada importa más que el saber si cenaremos tarta de manzana o de moras, quiero ser libre y poder amarlo sin miedo.

Las lágrimas me ruedan por las mejillas y el peso de aquello que había estado tratando de reprimir me cae de lleno sobre los hombros. Mi vista está borrosa, pero aún así puedo ver cómo Javier se quita al fin de su lugar y viene a abrazarme. No dice nada, pero no lo necesito.

Afuera hay ruido y el sonido de las llaves chocando entre sí me hace saber que nuestra soledad ha terminado. Me separo lentamente, limpiandome las lágrimas y tratando de disimular un poco cuando Raúl y la madre de mi amigo entran a la cocina.

—¿Estás b...? —Raúl se interrumpe a media frase y una pequeña sonrisa se me forma en los labios al imaginarme a Javier amenazándolo para que guarde silencio.

—La cena está lista, sirvan sus platos, yo iré a darle de comer a Monie —murmuro en un intento de no hacer notar mi voz entrecortada.

Nadie dice nada más ni me impide el paso, lo cual agradezco. Una vez en el patio trasero y con Monie dándome la barriga para que la acaricie, toco mi trasero con rapidez, buscando mi celular.

"Sí, creo que nuestro alfa merece una disculpa por todo ese drama." Concuerda mi lobo.

Asiento en silencio, tanteando todavía mis bolsillos sin dar con el aparato.

—¿Qué mierda? —susurro—, estoy bastante seguro de que lo traía en los bolsillos.

Me levanto del suelo, desconcertando a Monie por parar sus mimos, pero queda rápidamente en el olvido cuando me ve servirle croquetas. Salgo directo a la cocina en busca de mi teléfono, pero tampoco está sobre la barra ni metido por equivocación en algún mueble o especiero.

—¡Guillermo, ven a comer o voy por ti! —amenaza la señora Balcazar, por lo que salgo de la cocina aún escaneando la habitación por si acaso.

—¿Alguien ha visto mi celular? —pregunto mientras me siento.

—Es hora de comer, mi niño, después lo buscarás —responde la alfa llenando mi plato con el guisado.

Javier ni siquiera me mira y los ojos de Raúl casi se salen de sus cuencas por la mueca extraña que pone. Todo es demasiado confuso y sospechoso, pero comienzo a comer tratando de no ponerles atención.

—Hijo, prende la televisión que quiero ver las noticias —pide la alfa en tono dulce.

—No mamá, no empieces con eso —responde Javier, cortante y grosero, haciendo que Raúl y yo nos veamos a los ojos como cuando éramos niños y sabíamos que algo malo estaba por suceder.

—¿Qué acabas de decir, Javier? —Me recorro unos centímetros lejos de la mujer y Raúl hace lo mismo para estar lejos de su compañero.

—No voy a poner noticias, si quieres te pongo una novela, una película, pero no voy a ponerte algo que solo te hace preocuparte más de lo necesario.

Javier se mantiene firme sin dejar de comer, aguantando la imponente y fría mirada de su madre como si se tratara de un perrito pidiendo comida y no de una alfa bastante ruda.

—No me hables de esa forma, porque no debes olvidar que sigo siendo tu madre —masculla ella, tratando de contener su molestia.

—Igual no te voy a poner ningún noticiero.

Raúl y yo estamos a dos palabras de tomar nuestros platos y correr lejos de ahí para evitar la explosión, pero como por intervención divina, la puerta principal se abre y por ella ingresa el omega de la familia, aquél que nos ha salvado de una muerte inminente.

—¡Huele delicioso! Muero de hambre, ¿quién cocinó?

—Buenas noches señor Hernández —saludo con voz temblorosa.

—¿Llegué en mal momento? —pregunta al percatarse de la tensión.

—Para nada, por favor siéntese a comer algo ahora que sigue caliente —pido casi con súplica y el alivio recorre los ojos de Raúl al verlo tomar asiento junto a él.

Una notificación de mensaje resuena en el pesado silencio y esta vez es mi turno de molestarme, porque ese tono es de mi celular, para ser más preciso, el que tiene el contacto de Saúl, porque por alguna razón jamás se lo volví a cambiar.

—¿Javier? —no necesito decir más, no ahora que sé que lo tiene él.

—¿Qué? —responde igual de agresivo que antes.

—Mi teléfono —pido con la poca amabilidad que me queda.

—Déjalo por un maldito segundo Guillermo —responde mirándome a los ojos, desafiante.

Me levanto de mi lugar, dispuesto a ir hasta él y arrebatarlo de donde sea que lo tenga escondido. Él lee mis movimientos y se anticipa, sacándolo de debajo de sus piernas.

La pantalla brilla por unos segundos para luego apagarse.

—Javier —murmuro como última advertencia, pero él solo sonríe de lado, como si no me creyera capaz de quitárselo.

Doy un paso al frente y estiro la mano para tratar de tomarlo, pero él es rápido y lo quita de entre mis dedos.

Salgo de mi lugar para quitárselo a la fuerza, pero justo en el momento que llego a su lado, él lanza el aparato a la jarra con agua en el centro de la mesa.

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Alguna vez han escuchado que dicen "lo bueno tarda en llegar"? Bien, aquí está la prueba de que así es.

Jajajajajajaja
Cómo están? Espero que no se hayan olvidado de mí. Con esto que está pasando en wattpad, si llega a ser real, no solo me voy a quedar sin historia, sino también sin cuenta (escribo cosas bastante pesadas que a gaypad no le van a gustar) así que me he creado una cuenta en "Inkitt", aún no subo nada, pero si algo llega a pasar aquí, ya saben en dónde encontrarme.

Este capítulo está patrocinado por mi hermosa omega, a quien deben agradecer su ardua motivación (manipulación), porque de no ser por eso, esto no habría sido posible.

Nos leemos pronto, que lo disfruten.

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