Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

40

Me despierto con la luz del sol golpeando directo sobre mis ojos y el aroma a comida casera y familiar inundando mis fosas nasales.

—Wow, jamás creí que podría extrañar tanto el aroma a huevos revueltos y café de grano con canela —murmuro mientras me estiro y trato de tomar fuerza para levantarme de la cama.

"Hay demasiada luz en la habitación, pero si me volteo dándo la espalda a la ventana... no, no, ya levántate, debes bajar a ayudar con el desayuno." Mi debate mental me mantiene acurrucado en la almohada, tan agusto y calentito que me es imposible no cerrar los ojos lentamente.

Un ladrido agudo y consistente me hace abrir los ojos de golpe y con sorpresa, mi corazón martilla mi pecho y el susto hace que me levante de un brinco.

"¡Moon!" Me levanto de un salto, tirando mi celular al piso, de donde lo recojo y aviento sobre el colchón, mi corazón se hace pequeño al ver cómo rebota unas cuantas veces, quedando al borde de volver a estrellarse contra el suelo.

—Ahora eres padre Guillermo, no debes ser perezoso —mascullo mientras me cambio de ropa lo más rápido que puedo —. Te comprometiste adoptando una cachorrita, debes ser responsable.

Me ato las agujetas con prisa y salgo de la habitación bajando las escaleras rápidamente.

—¡Buenos días! —Saludo mientras atravieso el comedor casi corriendo para ir al jardín trasero, pero la voz de la señora Hernández me detiene en seco.

—Francisco Guillermo, ven acá en este instante.

Incluso mi lobo pone la cola entre las patas al escuchar el tono de voz de la alfa, haciendo que devuelva los pasos extra que di hasta volver a estar frente a ella.

—B-buenos días.

—¿Buenos? ¿Qué tienen de buenos si mi hermoso lirio fue masacrado anoche?

Abro los ojos con sorpresa y miro hacia el jardín, en donde me recibe una mirada inocente y angelical de hermosos y enormes ojos azules, rodeados de lodo.

—No puede ser... —murmuro mirando hacia el piso.

—Oh sí que puede. Más te vale regañarla o lo haré yo.

—Sí señora.

Camino lentamente hacia el jardín, siendo recibido por la cachorra que brinca en mi dirección, con el yeso cubierto de lodo, el hocico sucio y una mirada llena de amor y picardía propias de un perro travieso.

—Moon, se puede saber ¿Qué carajo hiciste aquí?

Y como era de esperarse, la pequeña comienza a corretear por todos lados, agazapadose para invitarme a jugar con ella.

La siguiente hora la paso recogiendo la tierra y los pedazos de planta regados por todo el jardín, encontrando las raíces y el bulbo en un relativo buen estado, por lo que los vuelvo a plantar en su lugar, deseando que la cachorra no enferme por haber masticado una planta tan tóxica para ella.

—¿Está bien si la dejo aquí unas horas?

—Sabes que sí, pero si vuelve a...

—Puede regañarla, debe aprender a no hacer eso.

La señora Hernández asiente y yo sonrío ampliamente, tomando las llaves de mi apartamento antes de salir de su casa.

Comienzo a caminar apresuradamente hacia la parada del camión más cercana y ajusto mi cubrebocas y gorra en cuanto veo a alguien acercarse. Hacía mucho que no viajaba en transporte público, pero a donde voy necesito pasar desapercibido y dudo mucho lograrlo si llego en mi auto.

—Buenos días, con el doctor Mendoza por favor. —Saludo al omega tras el escritorio.

La recepción de aquél lugar es pequeña, el edificio en sí parece un lugar un tanto solitario, en una calle poco transitada, pero todo luce acogedor y limpio, digno de una clínica.

—¿Quién le digo que lo busca? —Me remuevo incómodo al tener que dar mi nombre.

—Guillermo, por favor.

—¿Y su apellido?

—¿Es muy necesario? —El chico frunce los labios, pero levanta el teléfono fijo sin decirme una palabra más. Le da mi nombre al doctor en cuanto este responde y asiente antes de colgar.

—El doctor lo espera en su oficina, por favor pase a ese corredor y vaya a la puerta pintada de blanco.

Agradezco tras dar un suspiro y hago lo que me pide el chico, los nervios siguen provocándome temblores en las manos y que un sudor frío me empape las palmas.

—¡Guillermo! Cuando te mandé la dirección y no obtuve respuesta creí que no vendrías. —Ese es el saludo que recibo mientras el doctor Mendoza me sonríe ampliamente y tiende una de sus manos para estrechar la mía y acercarme a su cuerpo en un fraternal abrazo.

—Le prometí que lo haría doctor.

—Por favor háblame de tú, ya nos conocemos más.

Sonrío mucho más y tomo asiento al lado contrario de donde el doctor se sienta.

—Muy bien, cuéntame qué tal ha estado todo. —Me pide y yo comienzo a hablar de las cosas que me han pasado luego de conocer a mi destinado, siempre cuidando la privacidad de Lionel.

—Bien, suenas emocionado y feliz, eso me alegra mucho, ahora entremos en detalles acerca de lo que puedes esperar luego de tanto tiempo sin un celo y hay un par de noticias más que quisiera contarte.

—¿Son malas? —no puedo evitar sonar preocupado.

—No, bueno... eso depende de cómo lo veas, pero nada de gravedad, solo detalles. —Asiento mientras veo al hombre sacar unos papeles del escritorio. —Estos son tus estudios de fertilidad, tomé unos durante tu celo y salieron maravillosamente bien, tienes hormonas bastante fuertes y a juzgar por tu aroma que ahora puedo percibir mucho más, me atrevo a decir que eres un omega dominante, ¿estoy en lo correcto?

—Sí, aunque nunca he sabido qué significa, en mi familia no se habla mucho de eso.

—A grandes rasgos significa que tienes la fuerza mental y física de un adulto joven que se presentó como alfa, lo que te hace más fuerte que un omega promedio, también tienes un celo mucho más intenso en cuanto al deseo sexual y en casos particulares, hay omegas dominantes que han llegado a tener voz de mando e incluso logran transmutar a su forma híbrida o animal en un ciento por ciento, pero eso es casi imposible, nunca he escuchado que algo así pase en los últimos ochenta años.

Me quedo procesando la información durante unos momentos.

—¿Y las otras noticias?

—Bueno... tus análisis de sangre en un estado "normal", o sea fuera de tu celo, indican que no puedes quedar en cinta si no estás en tu periodo de calor, al menos no con total certeza.

—Creí que sería algo peor que eso... bien, en ese caso solo debo cuidarme en mi celo. ¿Para qué otra cosa querías que viniera? —El doctor se encoge un poco en su lugar, ahora es él quien luce nervioso.

—Hay algo que me gustaría pedirte... un favor, pero eres libre de negarte y no debes aceptar a menos que realmente quieras hacerlo, de hecho, no necesito una respuesta inmediata, puedes...

—Solo dilo. —Insisto, enternecido por su evidente nerviosismo. Él suspira y toma aire antes de hablar.

—Me gustaría que fueras el rostro de esta nueva empresa, es totalmente mía, por eso se ve como se ve, voy empezando y necesito patrocinarme, de hecho, te preparé una serie de documentos legales para que puedas revisarlos y...

—Sí.

—¿Qué?

—Que sí lo haré.

—Pero no quieres primero leer...

—Los términos legales los acordaremos después, pero sin duda puedes contar conmigo.

El doctor se levanta y yo lo imito, pero sus brazos me sorprenden al rodearme con fuerza.

—Gracias, gracias, gracias. —Lo escucho repetir con ánimo mientras sus brazos me sueltan de a poco.

Un sonrojo bastante notable inunda mi rostro, lo sé al sentirlo caliente y acalorado, pero sin importarme mucho eso, sonrío de vuelta al alfa que me ve con agradecimiento.

—Espero que tengas mucho éxito con este proyecto, daré lo mejor de mí para ayudarte con ello.

—Estoy seguro de que con tu ayuda será fácil lograrlo, inspiras a mucha gente y al verte, seguro que muchos omegas se sentirán más seguros.

—No nos apresuremos, pero gracias.

Nos quedamos un momento más revisando los papeles y haciendo algunas anotaciones extra, cada uno envía una copia de todo lo acordado a su respectivo abogado en cuanto terminamos y nos despedimos bajo la promesa de vernos pronto.

El camino hacia mi departamento es mucho más relajado que el de más temprano, pero debo esconderme mucho más entre mi ropa y accesorios, porque hay muchos que comienzan a girar la cabeza al verme pasar.

Mi teléfono suena con una llamada de Lionel, por lo que respondo y me alejo lo más que puedo de cualquier persona.

Hola ricitos. —Una sonrisa boba e involuntaria se forma en mis labios, por detrás del cubrebocas.

Hola alfa —susurro.

¿Todo bien? Si es mal momento...

No pasa nada, es solo que estoy en el transporte público y no quiero hablar muy fuerte.

¿Por qué estás en el transporte público? No es seguro.

Lo sé, pero a donde iba no era un lugar al que me gustaría que me siguieran y sacaran más rumores.

Entiendo... ¿Debo preocuparme? —Su respuesta me hace sonreír y sentir un pequeño vuelco en el estómago, hacía mucho que no sentía esa protección de nadie.

Para nada, de hecho tengo buenas noticias, pero preferiría guardar todo para cuando nos veamos de nuevo.

¡Hey! Eso es trampa, me dejas en ascuas.

Es parte del plan, así me aseguro de que nos veamos más rápido —murmuro aún con la sonrisa en mis labios —, por cierto ¿Llamabas por algo en específico?

No, solo tuve cinco minutos libres y quise saludarte, en la noche es posible que visite a mi madre y quisiera hablarle un poco de ti si no te importa.

Me siento enternecido y algo nervioso al escuchar sus palabras.

—Esa es tu decisión, además, es tu madre, si crees prudente hablar de nosotros, está bien.

Eres tan lindo... Me tengo que ir mi amor, pero trataré de hablarte después o al menos escribirte, aunque creo que mejor primero conseguiré un nuevo celular, Lisandro comienza a poner mala cara cada que le pido el suyo.

Está bien, pero no tardes demasiado porque te extraño.

Y yo a ti. Nos hablamos más tarde... te amo lobito.

Y yo a ti alfa.

La llamada se cuelga mientras él ríe, dejando a mi corazón vibrando de emoción.

—Ay el amor, es tan bonito ver a los jóvenes enamorados —dice una voz a mi lado, haciendo que voltee en esa dirección con algo de alarma.

—¿Perdón? —pregunto mientras una anciana de al menos ochenta años me sonríe.

—Solo decía que me alegra ver gente enamorada, aún recuerdo cuando mi querido alfa me escribía cartas para conquistarme, me gusta ver a los demás ser rodeados por esa aura rosita que produce el amor.

—Y-yo... no sé qué decir.

—No digas nada querido, solo sé feliz por el resto de tu vida, que cuando mueras o muera tu alfa, no tengas arrepentimiento alguno.

La mujer con aroma a leche tibia y chocolate baja del camión sin siquiera permitirme recuperar la compostura. Mis ojos se llenan de lágrimas que, con mucho esfuerzo, logro aguantar para que no me caigan por las mejillas.

—Gracias —susurro, mirando a mi alrededor, dándome cuenta que me he pasado al menos cinco calles de mi parada original por andar hablando por teléfono —. ¡Mierda!

—¿A qué se refiere con que no puedo tener a mi cachorra en este lugar?

—Ya se lo dije señor Ochoa, que viva en un departamento propio no quiere decir que pueda evadir las reglas y usted firmó el contrato estando de acuerdo con ellas.

—Es un penthouse, el perro no molestará a nadie aquí.

—Reglas son reglas, pero si gusta podemos convocar a una reunión de vecinos...

—¿Sabe qué? Así déjelo, buscaré otro lugar dónde vivir.

—O puede regalar a su perro. —La simple mención de esa idea me hace enojar.

—¿Por qué no mejor compro todo el edificio y lo hago un refugio? —reto a la alfa que se encarga de los asuntos administrativos del lugar, mirándola a los ojos y haciendo que se encoja ligeramente en su lugar.

—U-usted no...

—Entonces no haga sugerencias que nadie le ha pedido por favor, con su permiso. —Me despido antes de caminar hacia los ascensores, en donde justo se abre uno, dejándome entrar mientras sale el hombre que limpia los pasillos.

Lo saludo con una sonrisa y un leve asentimiento al cual responde de la misma forma. Mi sangre hierve de enojo en mis venas, haciendo que me duela la cabeza.

"No puedo creer que aún haya gente tan fría con respecto a los animales." Pienso, pero intento alejar el enojo de mí, no vale la pena darle tantas vueltas al asunto.

Entro a mi departamento, hacía solo unos meses que no pisaba aquél lugar, pero ahora parece tan distinto... La vajilla sigue limpia y ordenada, todo está limpio y en su lugar, pero ahora puedo ver todo lo que le falta, como un patio para que Moon juegue, más utensilios para cocinar y servir la comida porque ya no solo soy yo, retratos que me recuerden hermosos momentos.

—Definitivamente necesito un lugar nuevo. —Suspiro mientras camino hacia mi habitación para preparar algunas cosas.

Documentos importantes, un poco más de ropa, el efectivo que tenía regado por todos lados y mi celular con el que llamo a las personas que no son de mi círculo más íntimo de conocidos, familia y amistades.

Tomo las llaves de mi auto y me dirijo al estacionamiento subterráneo, saludando al guardia de esa tarde.

—Un placer volver a verlo señor Francisco, gran juego el que hizo, que no le importe lo que los demás digan.

—Eso intento, muchas gracias por decirlo. —Él me sonríe y yo le devuelvo el gesto con un poco menos de ánimo, consciente de todo lo que se dice de mí en internet.

—¿Se va tan pronto?

—Sí, hay muchas cosas que debo resolver.

—Mucha suerte, espero que su vida sea muy feliz.

—Gracias, pero ¿Por qué suena a una despedida tan definitiva? —Él se encoge de hombros.

—Uno nunca sabe, además... Es mi última semana aquí, me iré a trabajar a otro lado.

—En ese caso, que tenga mucha suerte y pueda descansar más. —Esta vez le sonrío con más ganas, recibiendo su amable sonrisa de siempre que le arruga el borde de los ojos.

Conduzco hacia la casa de la madre de Javier, algo nervioso por ver lo que Moon podría haber hecho en mi ausencia, haciendo una lista mental de lo que debo hacer en los próximos días.

—Hola mamá. Sí, iré a cenar como me lo pediste. No, no invites a Erika, ella ya no tiene nada qué ver en mi vida. ¡No! Esa entrevista fue una trampa, déjame arreglar mis asuntos con ella en privado. Ya sé que a ti te agrada, pero no tengo nada qué ver en eso. Hasta la noche mamá.

Cuelgo la llamada mientras masajeo el puente de mi nariz, exasperado y algo cansado. Recién es medio día y yo ya no puedo más.

—Hey Lio ¿Estás bien?

—Todo bien Lisandro, gracias por el celular.

—Espero que ya puedas comprar el tuyo, no es que me moleste prestarlo, pero creo que te estresa más a ti que a mí. —Frunzo los labios y levanto las cejas en un gesto afirmativo.

La sesión de fotos de hoy y las entrevistas con nuestros patrocinadores son agotadoras y algo a lo que no he podido acostumbrarme a pesar de todos estos años, pero nada se me hace más agotador que hablar con mi madre.

—¿Cómo está tu madre por cierto? Espero que bien.

—Ella está bien, gracias.

—¿Sigue muy...?

—¿Intensa? Sabes que sí Lisandro. —Mi amigo aprieta los labios con entendimiento y los managers, junto al staff del lugar, nos llaman de nuestro descanso.

—Hola mamá.

—¡Mi pequeño! ¡Mi Lio ha vuelto! —El barullo que se escucha en la casa se escucha intenso en cuanto se abre la puerta, mis hermanos menores corren hacia mí y me abrazan con efusividad, alejando todo el cansancio de mi cuerpo.

—¿Cómo han estado? ¿Se han portado bien? —Sus voces agudas me responden afirmativamente, seguidas de risas traviesas y cómplices, haciéndome levantar una ceja.

—Recuerden que si me mienten, no habrá regalos de navidad.

El mayor de mis hermanos, Alberto, se acerca por último para saludarme, dándome un abrazo bastante apretado y fraternal.

—¿Todo ha ido bien hermano?

—De maravilla, ¿Y tú? Tu aroma se vuelve cada vez más definido.

—Lo sé, sigo sin acostumbrarme al aroma a chocolate blanco, pero ya lo manejo mejor.

—Mi dulce y lindo hermanito... ¿Qué habíamos apostado cuando te dije que serías un omega? —Alberto chasquea la lengua, pero sonríe en respuesta.

—Dijimos que compraríamos helado para cada uno e iríamos a ver una película en tu auto.

—Entonces espero que me compres un enorme bote de helado napolitano, con chocolate derretido encima y nueces, ya que iremos en mi auto. —Alberto me sonríe en grande y se aleja de mí, pero antes de que pueda irse al sofá de nuevo, lo detengo. —Oye, ayúdame a configurar mi celular, ya sabes que me desespera estar haciendo eso.

—¿Y el otro?

—Lo perdí... —Él levanta una ceja, pero mi sonrisa de fingida inocencia le da la respuesta que necesita, por lo que rueda los ojos y bufa, pero me recibe la cajita que contiene el nuevo aparato que Scaloni compró por mí muy amablemente.

—¿Qué vamos a cenar? Déjame ayudarte con eso. —La vista de mi madre dándome la espalda desde la cocina me recibe.

Es algo lejano para mí, pero incluso si es bonito, no lo añoro. Hace años que dejé de vivir con ella y no me disgusta para nada, aunque eso signifique...

—¡Así no! Ya sabes que la pasta se cuece con especias y aceite.

—Mamá, ya te dije que...

—Mi cocina, mis reglas. —Cierro la boca con fuerza, tragándome mis palabras y la posible discusión, haciendo las cosas como sé que a ella le gustan.

—¿Qué es eso? —La observo por el borde de los ojos, viéndola olfatear a su alrededor y me pongo tenso de inmediato, más aún al verla acercarse a mí—. Hueles diferente...

Su nariz se pega a mi ropa y su ceño se frunce más a cada olisqueada.

—Hueles muy dulce... Oh por... ¿Es lo que creo que es? —Un suspiro pesado sale desde lo profundo de mi pecho, pero ella sigue hablando incluso antes de que yo pueda responderle—. ¡Tienes que presentármela! ¿Cómo se llama? ¿Es de aquí? ¿La conociste allá? ¿Es una fan tuya?

No es por ser maleducado, pero opto por ignorar a mi madre, dejándola parlotear todo lo que quiera, aunque incluso si quisiera responderle, no puedo, el torrente de preguntas formuladas tan a prisa me lo impide, incluso comienza a especular sobre costos de boda, nombres para los hijos y demás cosas que ni siquiera quiero escuchar.

Observo el agua hervir mientras mis pensamientos se alejan cada vez más de ahí.

La noche cae entre charlas y risas mientras cenamos, con los gemelos adolescentes peleando por ver quién debería jugar el nintendo y mi hermana de apenas diez años mostrándome cómo aprendió a hacer trenzas.

Me sorprende que mi madre no haya sacado a relucir algún otro tema pesado, pero lo agradezco, eso hasta que nos sentamos a cenar.

—Erika me llamó y me preguntó cómo estabas, dice que no has respondido sus llamadas ni mensajes... ¿Por qué la ignoras así? Es una buena chica, me habría encantado tenerla aquí hoy.

—Mamá —suspiro con pesadez —, no me interesa lo que ella tenga que decirme, si hablan está bien, pero no me involucres. ¿Has sabido algo de mi padre?

—¿Y a mí qué me preguntas? Ese alfa ya no vive aquí y no me importa lo que haga. —Sonrío triunfante.

—¿Ahora lo entiendes? Tú hablas con mi ex y yo con el tuyo, creo que estamos a mano.

—Es diferente, yo...

—Sí lo es, ustedes tienen hijos en común, yo no, no hay nada que me una a ella y no quiero tener nada qué ver, ahora tengo una relación seria y quiero que se mantenga así.

—¡Pues debes traerla si quieres que piense eso! —Cierro los ojos como si me hubiese mordido la lengua al masticar. —¿En verdad es seria? ¿Por qué no me lo habías dicho? ¡Tuve que olerte como un maldito sabueso!

Y así comienza de nuevo el tema, tan interminable como estresante, mi madre suena tan emocionada que ni siquiera me deja aclarar algunas cosas, como que no es una omega, sino un él. Me siento incómodo y vuelvo a encogerme en mi lugar mientras ella retoma el anterior ritmo de charla, recogiendo la mesa, entrando y saliendo de la cocina con los platos en mano, hasta que es el turno de que yo me levante para recoger mi plato recién terminado, inclinándome sobre la mesa para retirar la silla, casi golpeando los tobillos de mi madre y que en consecuencia, dirija su atención hacia mí.

—Lionel Andrés... ¿Qué carajo es lo que traes en la nuca?

El plato tiembla entre mis manos y mi trasero vuelve a azotarse sobre la madera de la silla en cuanto me dejo caer con pesadez. La fría y delgada mano de mi madre me baja el suéter que me cubría el cuello, pero que por aquél movimiento, ha dejado la vista las marcas que mi omega ha dejado sobre mí.

—¿Eso es una marca de enlace? —La repentina frialdad en su voz me deja algo paralizado.

—No...

—Entonces es una marca de impregnación —no es una pregunta, por lo que no respondo nada —. Muy bien, entonces tienes una relación estable con una omega problemática y posesiva.

El tono en el que habla sobre mi relación y su insinuación hacia el comportamiento de Guillermo me hace gruñir por lo bajo, en realidad ha sido mi lobo, pero no hago nada por detenerlo.

—¿Acabas de gruñirme Cuccittini? ¿Por qué no vas y le gruñes a esa chica? ¡Sabes perfectamente lo que pienso de que las omegas hagan eso a sus alfas!

—Mamá... —murmuro para llamar su atención, sin resultado alguno —. Mamá...

—¡Y cuando la traigas a casa voy a hablar con ella!

—¡Mamá! —tengo que elevar mucho más mi tono de voz, cuidando no llegar a gritar.

—¡No me grites Lionel!

—No te grité, es solo que estás diciendo cosas sin sentido, ni siquiera me has dejado explicarte las cosas, estás incluso pensando en la boda y los nietos, pero no me has dejado hablar ni una sola vez. —Tomo aire mientras mi corazón golpea mi pecho con fuerza y mis manos aprietan el plato entre ellas. Observo la madera de la mesa como si en ella pudiera encontrar todas las respuestas del universo y aspiro entre los dientes, armándome de valor para responder —: Y antes de que digas algo, ya no quiero hablar de eso ¿Sí? Hablaremos cuando te calmes y me dejes explicarte todo sin interrumpir.

Me quedo en silencio, suspirando y rascando mi frente para intentar calmarme antes de volver a hablar, sin mirar a mi madre de vuelta, incluso si siento sus ojos clavados en mí.

—Soy un hombre, un alfa adulto capaz de pensar en lo que quiero y en lo que no, incluso si no te gusta; la marca es algo que incluso estoy agradecido de tener porque no sé cuándo podré volver a... estar a su lado.

Por fin me giro en mi asiento para verla a los ojos, teniendo que levantar un poco el mentón, ella me observa con una mueca extraña; supongo que decidiendo si soltarme una buena cachetada o no decir nada. Luego de unos segundos creo que ha tomado la segunda opción, porque me quita el plato de las manos con brusquedad y se pierde en la cocina murmurando y refunfuñando. Su aroma es algo agrio y molesto, reflejo de sus emociones.

Con un suspiro vuelvo a mi posición anterior, una punzada de culpa me contrae el estómago, pero luego de agitar la cabeza lo dejo de lado.

"No dije nada malo... no tengo por qué sentirme culpable." Me levanto y voy directo al sofá, ayudándole a mi hermano a registrar mis datos personales y los números de teléfono en el nuevo celular.

—¿En serio? ¿Una hoja de papel? —se burla en cuanto ve mi lista de contactos importantes anotados en aquella hoja de cuaderno arrugada y gastada.

—¿Y en dónde más los iba a anotar, genio? —Él se encoge de hombros y toma la lista sin decir nada más, pero sé que he ganado.

Pasa de media noche y yo ni siquiera he podido hablar demasiado con la mujer que tanto decía extrañarme, mi madre sigue hablando por teléfono con alguna de sus amigas o quizá sea mi abuela, escucho mi nombre colarse en la conversación de vez en cuando a pesar de que le pedí encarecidamente que no le contara a nadie, mientras ella alegaba que no me preocupara, que no dejaría que mi información se hiciera viral.

—Mamá —llamo en voz baja, recibiendo un gesto de sus manos para pedirme que espere mientras escucha la voz al otro lado de la línea. —Mamá...

—Espérame tantito Martha, Lio quiere algo.

—Me tengo que ir mamá.

—¿Qué? pero si es de madrugada Lionel, ¿Cómo te vas a ir así? Quédate a dormir.

—No, lo siento, mañana tengo que ir a trabajar también, debo estar a las seis de la mañana en...

—Claro, como siempre pones primero el trabajo que a tu familia, ahí se ven las prioridades.

Una punzada dolorosa y aguda me atraviesa la cabeza, haciendo que me tome del puente de la nariz para intentar contener el dolor.

—Mamá, por favor...

—Está bien, vete, pero sabes que aquí siempre será tu casa, ven a verme más a menudo, nos tienes a todos muy abandonados. —Ruedo los ojos mentalmente, acercándome a mi madre para darle un beso. —Martha te manda saludos.

Hago un gesto con la mano para restarle importancia, esa mujer ni siquiera me agrada.

—Lio también te manda un beso —dice ella, regañándome con la mirada.

Me despido de mis hermanos, prometiendo volver pronto.

—¿Y entonces? ¿Cuándo vas a presentarme al afortunado? —Me interroga Alberto mientras me tiende mi celular, en el que había estado jugando algo que no pedí que le instalara.

—¿Cómo...?

—No soy tonto Lionel, y no te preocupes, no hablaré con mamá sobre eso, aunque no puedo prometerte que ella no diga nada a la abuela o algo así.

—No importa, confío en que sea discreta... de lo otro hablamos cuando me invites ese helado.

Me despido rápidamente de él y agradezco su ayuda, sintiendo el clásico peso de cada vez que debo irme.

El trayecto de regreso a mi apartamento es corto, pero cansado, aún debo bañarme y arreglar las cosas que necesitaré, pero ni siquiera eso me impide sonreír al teléfono en cuanto recuerdo que al fin puedo mandarle mensajes a mi lobito.

Hola guapo, tienes tiempo de

charlar con un buen alfa que

te hará feliz por el resto de tu vida?

Bloqueo el teléfono lanzándolo a la cama, sufriendo un pequeño colapso al verlo azotarse contra la cabecera, arrepintiéndome casi al instante por el horrible mensaje que acabo de mandar.

—Mañana debo agregar a mis nuevos contactos, revisar que todo esté en orden e informar a los que no saben sobre mi número perdido.

Me desvisto mientras camino hacia la ducha, dejando un camino de ropa sucia que no tengo deseos de levantar ahora mismo, el celular suena con un mensaje, pero el agua ya me empapa la cabeza, así que debo esperar a ver la notificación.

—¿Y este imbécil quién es? —murmuro mientras reviso el mensaje que me llega desde un número desconocido. El tráfico de la ciudad me permite revisar el celular, pero la luz en verde del cemáforo me hace tener que devolver el aparato sobre el asiento del copiloto.

Una punzada de preocupación y ansiedad me recorre al imaginar que mi número privado se ha filtrado en internet, lo que significaría mucho papeleo, investigaciones y una posible demanda a quien lo haya hecho.

Un gruñido profundo sale desde mi garganta con solo imaginar que alguien quiera molestarme. "¿Por qué siemore me pasa esto?"

[Desconocido]

Hola guapo, tienes tiempo de
charlar con un buen alfa que
te hará feliz por el resto de tu vida?

Respondo sin importarme ser cauteloso ni educado, importandome nada el que me puedan exponer como un "famoso sin tacto y mal educado".

Presta mucha atención a lo que
voy a decirte, pedazo de imbécil.

Si me dices quién mierda te dio mi
número consideraré no demandarte
a ti también. Pero como vuelvas a
mandarme un mensaje, se acaba
el trato.


El ceño fruncido y la molestia me dura hasta que llego a casa de la señora Balcazar, ni siquiera la idea de comer junto a mi familia me hace relajarme, aunque el hecho de no haber recibido más mensajes me tiene tranquilo, porque significa que no filtraron mi número al público.

Abro la puerta y el aroma a comida casera me recibe de golpe, al igual que el sonido de voces desde el comedor.

—¡Justo a tiempo! Ven a sentarte, estábamos a punto de llamarte para saber si llegarías a cenar o no. —Me relajo un poco más para evitar preguntas de parte de la alfa, pero no puedo engañar a Javier, quien me mira con el ceño fruncido y una muda interrogante preocupada y molesta en el rostro.

Sonrío a todos y a él le hago una seña para que sepa que le contaré después de cenar, lo que lo deja tranquilo. Mi celular vuelve a vibrar en mi pantalón, pero prefiero no revisarlo, si me enfado más mientras como podría enfermarme. 

-_-_-_-_-_-_-♡-_-_-_-_-_-_-

I'm back bitch!!!

Qué pensaron? Que les había mentido y abandoné mi bebé y a ustedes? Pues no mis cielas, el hijo pródigo regresó. 

Lo sé,  lo sé, quizá no es lo que esperaban, es más corto de lo que había estado haciendo, no tiene la fluidez de siempre... créanme,  nadie es más consiente de mis defectos que yo, pero peor es nada y voy a recuperarme, mientras tanto, esto es lo que hay, el bloqueo me dejó algo tocada (excusa estúpida y barata, pero real).

Este ff es muy importante para mí, lo quiero mucho y el desarrollo y final que tengo planeado para él me encanta, así que sigan leyendo, comentando, votando y compartiendo, que no les de miedo por pensar que lo voy a dejar inconcluso. 

Sin más por el momento... les quiero, beban agua y en estas fechas hasta alcohol si gustan, coman bien, abríguense si hace frío y sean felices.

 Feliz navidad, feliz año nuevo, y feliz día del amor y la amistad por si acaso (es chiste! Espero...) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro