Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

34

Con un mensaje rápido a Lionel, aviso que todos estamos en el hotel, pidiéndole que se divierta mucho.

—¿Entonces está todo resuelto? —Javier me mira desde atrás de su hamburguesa doble antes de darle una gran mordida.

—No realmente, no hubo mucho tiempo para hablar, pero creo que lo importante está dicho —respondo antes de darle un mordisco a mi hotdog con tocino.

—No, solo están de acuerdo en que hablarán, no han resuelto nada. —Me regaña Raúl mientras se limpia la boca luego de mancharse con la salsa de sus costillas a la barbecue.

Ruedo los ojos con hastío, pero le doy la razón. A mis pies se encuentra el cachorro, observándome con ojos enormes y el hocico empapado en saliva.

—Ni aunque me pidas por favor voy a darte de mi comida, lindura. La comida para humanos te hace daño, después compraré algo para ti. —Desvío la mirada de su lindo rostro para no sentirme tentado a darle de mi comida y bufo cuando veo a Raúl hacer el intento de replicar. —No Raúl, ni huesos para roer ni tocino, mucho menos carne. Esto está condimentado y no pagué tanto para que venga a enfermarse.

Mi amigo baja la vista hacia el perro, que lo mira entre resignado y dolido, yendo a acostarse en su camita, cojeando exageradamente para luego dejarse caer con un exagerado suspiro saliendo de su hocico.

—Eres un dramático —le digo mientras ruedo los ojos y sigo comiendo.

La noche se convierte en madrugada, mis amigos se van luego de acabar su comida y yo me acuesto a dormir sintiendo el pecho cálido y un vacío un poco menos doloroso que antes.

Cierro los ojos poco a poco, conforme el sueño invade mi sistema, mi ultimo pensamiento es Lionel, pero ya no es un pensamiento triste y, aunque la incertidumbre sigue ahí, ahora la esperanza me hace no ser tan pesimista.

—Espero que todo salga mucho mejor ahora... —murmuro antes de caer dormido.

Me despierto de golpe al escuchar un alboroto al otro lado de mi puerta, hay mucho ruido, el cachorro ladra sin parar, soltando uno que otro gruñido en esa misma dirección. ¿Alguien intenta entrar por la fuerza? ¿Qué mierda está pasando?

Más golpes y voces demasiado altas para ser solo susurros, pisadas fuertes y la manija de mi puerta moviéndose sin parar. Un golpe sordo y luego un chasquido. ¿Lograron quitar el seguro? ¿Cómo?

Todo queda en calma, soy incapaz de moverme de mi lugar, aferrandome a las sábanas como si mi vida dependiera de eso. ¿Por qué no puedo moverme? ¿Nadie más escucha eso? Que alguien me ayude...

La puerta se abre de golpe, pero la oscuridad al otro lado es total, no puedo ver nada más allá del marco.

Una respiración demasiado pesada se hace presente, casi puedo sentirla sobre mi cuello... otra vez... como ese día... Conozco esa respiración.

—¿Qui-quién es? —Mi voz es apenas un susurro, suena aguda y completamente diferente a como suelo hablar. ¿De verdad soy yo?

Miro mis manos, muevo mis pies y por primera vez intento levantarme, pero el cuerpo me pesa como si estuviera hecho de plomo, mis manos parecen las de otra persona y la respiración se escucha cada vez más cerca y fuerte. La oscuridad consume toda la habitación y los ladridos del perro ya no son más que un murmullo lejano.

—Te dije que serías mío... —Una voz... su voz, gutural y distorsionada, me agita el cabello al hacerse presente sobre mi hombro y me hace querer gritar, la respiración de aquél sujeto me pone los pelos de punta y un grito agudo se atora en mi garganta cuando una fuerza descomunal con forma de un par de manos me arrancan de la cama.

Me despierto con la frente perlada en sudor y un grito ahogado. Puedo sentir mi corazón golpear mis costillas dolorosamente, mis puños y mandíbula cerrados con fuerza, haciendo que me duelan. Las sábanas se me pegan al cuerpo por el sudor, pero al poder observar mi alrededor; la luz que se filtra por las cortinas y al cachorro profundamente dormido y roncando sobre su camita, me hacen respirar con normalidad, sacando el aire pesadamente entre los labios, intentando regular mis latidos.

Me siento con lentitud, apartando las sábanas de mi cuerpo para que el fresco del ambiente me despeje la cabeza. Paso mis manos sobre mi rostro con pesadez, apartando los mechones que se han quedado ahí por el sudor.

—¿Qué mierda fue eso? —Susurro para intentar apartar la sensación de pánico de mí.

Tomo mi celular de la mesita de noche con manos temblorosas; el reloj marca las cuatro de la madrugada.

—¿En serio no he dormido ni dos horas? —Dejo ir un largo suspiro antes de estirar el cuello, que cruje sonoramente por lo tenso que estaba. —Creo que debo tomar un baño.

Me siento como un niño al hablar en voz alta para no tener miedo, pero no creo que el cachorro me juzgue y nadie más me ve, por lo que intento no pensar demasiado en esa sensación.

El contacto de mis pies descalzos sobre el suelo frío me hace sentir mucho mejor, pero el sonido de algo chocando contra mi puerta me deja completamente congelado en mi lugar; aferrandome al colchón con fuerza e hiperventilando.

"Mi celular ¿En dónde lo puse? Debo llamar a Raúl, que alguien me ayude. ¿Qué es esto? ¿Estoy soñando de nuevo?" Miles de pensamientos llegan como marea a mí, pero el sonido de algo pesado volviendo a estrellarse contra mi puerta me hace quedar en blanco y brincar en mi lugar.

—¿Guillermo? ¿Estás despierto? Abre, maldición... esto pesa. —Una voz muy conocida me hace reaccionar rápido y ponerme en pie de golpe para ir a abrir la puerta.

Al otro lado se encuentra Raúl con un... ¿Costal? Al hombro. Entra con pasos torpes, directo a mi cama entre resoplidos y maldiciones.

—Cómo pesa eh. —Me acerco hasta él y me doy cuenta de que a quien ha puesto sobre el colchón no nada más ni nada menos que Lionel.

Una sonrisa boba abarca todo su rostro mientras se remueve sobre las cobijas, olfanteándolas sin demasiada discreción.

—¿Te agarré en un mal momento? Apesta a ti... aunque no huele como si estuvieras muy contento, ¿Pasó algo?

—Tuve una pesadilla —contesto sin más, ignorando la insinuación y el doble sentido de su primera pregunta. —¿Qué hace él aquí?

—Ni idea, me llamó hace un rato para avisarme que estaba abajo, cuando salí vi a sus amigos alejándose en una camioneta y él estaba sentado en la acera.

—¿Está ebrio?

—No te imaginas cuánto. —Raúl suspira sonoramente antes de darme una fuerte palmada en el hombro. —En fin... buena suerte y linda noche.

Lo observo marcharse y cerrar la puerta en silencio. Otro largo suspiro sale desde el fondo de mi pecho, pero esta vez es alivio combinado con algo de tranquilidad, incluso si está ebrio, al menos ya no estoy solo.

—Gui... guillermo. —La voz ronca y pesada de Lionel me sacan de mis pensamientos.

Lionel intenta girarse sobre el colchón, dando la apariencia de una gran oruga.

"Esta es la razón por la que odio cuidar borrachos." Pienso antes de suspirar con exasperación y ayudarlo a darse vuelta. La sonrisa boba sigue en sus labios y se hace mucho más grande en cuanto me ve.

—Túuu... te pareshes muuusho a alguien que conoshco. —Lionel entrecierra un ojo mientras intenta abrir el otro para, lo que supongo yo, enfocarme mejor.

—¿Ah sí? ¿Y quién es? ¿Tu novio? —"Si voy a cuidarlo, al menos voy a divertirme un poco." Pienso con maldad.

—Shhh. —Lionel extiende sus manos hacia mi rostro para luego poner un dedo, o al menos intentarlo, sobre sus labios. —No digash esooo tan fuerte.

—¿Por qué? ¿Temes meterte en problemas? —Una punzada dolorosa me atraviesa el pecho y me hace fruncir el ceño.

—¿Qué? —Lionel me mira como si acabara de decir que el cielo es verde o que él es granjero y no futbolista. —¡Nooo! ¡A la mierda losh problemash!

Una suave risa se me cuela entre los labios al ver a Lio mirar en todas direcciones, como si temiera que alguien pudiera escuchar el mayor secreto de la humanidad. El alfa me hace señas para que me acerque a él y, tras rodar los ojos, obedezco.

—Shi esh mí noviiio... —Un repentino hipo lo corta a mitad de susurro. Su aliento a alcohol me hace marearme un poco. —Pero él no lo shabe.

Lionel se ríe con las manos cubriendo su boca, como un niño que te acaba de contar en dónde ha escondido la muñeca de su hermana y yo puedo ver un sonrojo de sus mejillas intensificarse a cada segundo.

Suelto una carcajada mientras me alejo de él, recibiendo una mirada asesina de su parte.

—Entonces... si él no sabe, tú y yo podríamos... no sé, divertirnos un poco ¿No crees? —Me subo a la cama hasta acorralarlo contra el colchón.

Su rostro es digno de retratarlo, pasando de un estado completamente alegre y tímido a uno de seriedad absoluta, incluso me atrevo a insinuar que se ha enojado.

—¿Pero qué mierdas estás diciendo? ¡Claro que no! —Su voz sale más firme de lo que esperaba mientras se retuerce debajo de mí.

Ni siquiera lo estoy tocando, pero él apoya las palmas sobre mi pecho y me empuja con fuerza, sacándome de encima suyo y poniéndose en pie de inmediato. El alcohol sigue en su sistema, por lo que se tambalea dramáticamente hasta caer de rodillas, apenas alcanzando a sostenerse del colchón.

La risa y diversión que estaba sintiendo se esfuman de golpe al temer que pueda hacerse daño, por lo que corro a ayudarlo, pasando mis manos debajo de sus axilas para ponerlo en pie.

—¡No me toques! ¡Mi omega es celoso y va a romperte la cara! ¡Y si no me dejas tranquilo, yo también lo haré! —Amenaza con firmeza, alejándose de mi toque.

Un sentimiento de ternura, orgullo y cariño me inunda el pecho, haciéndome sonreír de manera muy tonta.

—Bien, no lo tocaré señor. —Levanto las manos en son de paz, provocando que él pierda su postura rígida paulatinamente, hasta que sus ojos entrecerrados son lo único amenazador que me dirige.

Su tambaleo parece aumentar de a ratos, meciendo su peso entre la punta de los pies y los talones, luce algo gracioso, pero el silencio parece un poco pesado, por lo que me arriesgo a hablar.

—Y entonces... si su novio es tan celoso, ¿Qué lo ha traído hasta mi habitación? —Camino lentamente hasta sentarme tan lejos de él como el colchón me lo permite, observando cómo él sopesa la situación y opta por usar uno de los pequeños sillones del lugar.

—No... no lo she... quisha me —otro hippido lo interrumpe — equivoqué de habitación...

Lio mira alrededor, vuelve a lucir adormilado y desorientado, con la guardia baja y vulnerable.

—¿Le gustaría dormir un poco? —Murmuro al verlo cerrar los ojos con lentitud, como si se resistiera a quedarse dormido.

—¿Eh? No, no... —despierta solo lo suficiente para decirme eso, pero casi de inmediato vuelve a cabecear.

Una pequeña risa se escapa de mis labios, pero él ya no despierta, puedo ver su cuerpo deslizarse lentamente en el sofá hasta que su cabeza se apoya en el respaldo y un suave ronquido comienza a salir de sus labios. Niego lentamente, con el corazón cálido y la diversión aún presente.

El cachorro hace acto de presencia por primera vez en toda la noche, olfateando al muy dormido alfa.

—¿Tú qué dices perro? —Suspiro al ver al cachorro mover la cola con emoción y acercarse a mí cojeando un poco. —¿Lo dejamos dormir en el sofá por borracho, o lo pasamos a la cama?

Acaricio sus orejas con cariño, ganándome un lametón en la mano y un movimiento efusivo de cola.

—¿El sofá? Bien. —Hago amago de volver a recostarme, pero el cachorro ladra antes de que mi cabeza toque la almohada siquiera. —¿Qué? Quiero dormir.

El perro se sienta en sus cuartos traseros, intercalando la mirada entre Lionel y yo.

—Está dormido y borracho, no va a sentir que duerme en el sofá, para él ahora mismo debe estar acostado en una nube. —El cachorro gruñe y, de no estar solo en calzoncillos, juraría que me estaría mordiendo el pantalón.

—¿Y si me vomita encima mientras duerme? —Me pongo en pie y el perro comienza a caminar alrededor de mis pies, moviendo la cola alegremente. —Bien, pero que sepas que si algo pasa, es tu culpa.

Suspiro sonoramente al darme cuenta de la larga conversación que acabo de tener con el perro, casi soltando una ruidosa carcajada por lo extraño de la situación.

—Te juro que no estoy loco... —murmuro mientras veo los enormes ojos del cachorro.—Bueno, quizá un poco.

Observo el cuerpo desparramado de Lionel sobre el sofá y aprovecho el momento para tomarle una fotografía antes de tomarlo con delicadeza entre mis brazos, agradeciendo mentalmente el hacer tanto ejercicio o, de lo contrario, no podría siquiera imaginar moverlo.

—Mmm... Memo... —suspira mientras lo dejo caer en el colchón, sonriendo ligeramente en cuanto su nariz percibe mi aroma sobre la almohada.

Con cuidado de no despertarlo, comienzo a quitarle los zapatos, aunque podría jurar que así le pasara un tractor encima, él no se despertará. Continuo con mi tarea sacando sus pantalones de mezclilla con cuidado, dejándolos doblados a un lado de la cama; su camiseta luce cómoda, por lo que se la dejo puesta.

Mi cuerpo aún se siente pegajoso por el sudor, pero prefiero volver a la cama y dejar la ducha para cuando amanezca, por lo que me recuesto a su lado, percibiendo el suave olor del café mezclado con el alcohol. Me quedo observando el techo mientras espero a que el sueño vuelva a mí, pero luego de treinta minutos, eso no pasa.

Me remuevo hasta quedar de espaldas a Lio, pero en cuanto cierro los ojos vuelvo a sentir el pánico subirme por la garganta y los vellos de mi nuca erizarse al imaginar aquella pesada respiración cerca de mí.

Abro los ojos con la respiración acelerada y el sudor frío recorriéndome la espina dorsal, por lo que sin pensarlo demasiado, me giro por completo hasta que mi nariz choca con la espalda de Lionel.

—No voy a tocarte, pero... por favor permíteme quedarme así por esta noche —murmuro contra la tela de su camiseta, aspirando el aroma a café y almendras mucho más intenso.

El sueño y la relajación se hacen presentes a medida que el aroma del alfa me embriaga, permitiéndome cerrar los ojos con tranquilidad al sentirme protegido y acompañado.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero sin duda han sido más de dos horas. Afuera el sol atraviesa mis cortinas, provocando que un rayo de luz me de directo en los ojos. Me siento mucho más descansado que hace unas horas, pero el cuerpo me pesa y algo pesado me inmoviliza. Un rápido vistazo a mis espaldas me hace darme cuenta de lo que es: Lionel, babeando y roncando, se aferra a mí con fuerza, abrazando mi pecho y aprisionando mi cadera con una de sus piernas, como si mi cuerpo fuera un peluche gigante.

Dejo ir el aire contenido y una suave risa al mismo tiempo, deslizandome lentamente en la cama hasta quedar libre de aquella calentita y cómoda prisión. Una vez fuera del colchón tomo mi celular para revisar la hora, el reloj marcan las nueve de la mañana.

Me estiro un poco, haciendo crujir mis huesos. Ya no hay ni un ápice de sueño en mí, por lo que me dirijo al baño a tomar esa necesitada ducha. Me tardo tanto como deseo, pero aún si tardé casi media hora dentro del baño, Lionel sigue dormido y roncando, abrazando una de mis almohadas con fuerza.

Me visto tranquilamente y tomo mis cosas en completo silencio, indicándole al cachorro que no haga ruido para poder ir afuera. Una vez en aquél lugar lleno de pasto perfectamente podado, bebederos y flores, me permito suspirar y hacer un poco de ruido, observando al pequeño perrito moverse por todo el lugar, olfateando y moviendo la cola con timidez. Otra huésped sale de su habitación junto a un par de Schnauzers que comienzan a corretear por todo el lugar. Mi cachorro vuelve hasta mí con la cola entre las patas, escondiéndose detrás de mí.

La chica lo observa con ternura y una ligera sonrisa, la cual le devuelvo, provocando que ella se acerque lentamente.

—Hola pequeño ¿Cúal es tu nombre? —Mi cachorro se hace pequeño a medida que ella se acerca. —Tranquilo, no te haré daño.

La chica se pone en cuclillas frente a mí sin acercarse más y el cachorro al fin la observa con detenimiento, quizá analizando si ella es un peligro o no.

—¿Tienes nombre, chico lindo?

—Aún no, lo adopté recién y...

—No hablaba del cachorro. —Ella sonríe, levantando la vista hacia mí.

Me quedo mudo ante su atrevimiento y puedo sentir mis mejillas calentarse de a poco. El aire huele a menta y chocolate, lo que me hace saber que ella es una alfa. Su cabello largo, lacio y castaño ondea al viento, trayendo más de su aroma hasta mi nariz.

—Y-yo... mi nombre es Guillermo, pero le voy a pedir que no me hable de esa forma.

—Me disculpo Guillermo, suelo ser algo imprudente. Mi nombre es Katherine. —La chica se levanta para extenderme la mano, la cual observo un segundo antes de empezar a extender la mía para poder estrecharlas, pero un gruñido bajo y un agudo ladrido me asusta para luego ver al cachorro interponerse entre nosotros sin dejar de gruñir en su dirección.

—Vaya, vaya, ya no eres tímido ¿No es así? veo que proteges a tu padre, haces bien, es muy lindo como para estar tan solo. —Ella vuelve a agacharse hasta quedar frente al perro.

Ya no se esconde detrás de mí, pero vuelve a lucir algo intimidado. Ella lo nota, por lo que extiende la mano con la palma hacia arriba y un pequeño premio descansando en ella.

—Espero que no te importe, son los premios de los míos, así que es completamente seguro. —Asiento ante su mirada interrogante, observando a mi cachorro caminar lentamente hasta ella, olfateando el ambiente y luego el premio antes de tomarlo con suma delicadeza. —¿Puedo tocarte ahora?

Ella acerca la mano hasta su cabeza con lentitud, pero es el cachorro quien hace el último movimiento, lamiendo sus nudillos antes de dejarse acariciar e incluso cargar.

—Pero que lindura. —La escucho murmurar mientras le hace mimos al pequeño. —¿Pero qué tenemos aquí? ¡Si eres una pequeña cachorrita preciosa!

"¿Espera qué?" Pienso y dirijo mi mirada hasta el pequeño perro entre los brazos de la chica.

Efectivamente, aquél cachorro al que no me tomé el tiempo de analizar con detenimiento, ni siquiera en su cartilla, es más bien una pequeña cachorra.

—Creo que ni tu padre lo sabía. —Ella se burla de mi cara sorprendida, pero no la culpo. —Bien, ve a jugar, pequeña.

La vuelve a dejar en el suelo con cuidado y ella sale corriendo tan rápido como su yeso se lo permite.

—¿Ella está bien? ¿Qué le pasó en la pata?

—La rescaté de la calle, la tenía fracturada. —Prefiero no contar toda aquella anécdota.

—Qué lindo. —Asiento sin saber qué más decir, afortunadamente la pequeña llega a mi rescate al traer un juguete en el hocico.

—¿Quieres jugar? Bien, pero con cuidado, o podrías lastimarte. —Lanzo el juguete con poca fuerza, evitando que lo persiga a toda velocidad. Siento una pesada mirada en mí y por el rabillo del ojo veo a Katherine observándome con una enorme sonrisa en los labios.

Trago saliva con dificultad, pero me ahogo un poco al ver que la chica se acerca a mí con aquella sonrisa aún dibujada en sus bonitos y delgados labios.

—Dime Guillermo, ¿Puedo invitarte el desayuno? ¿O debo preguntarle a esa lindura? —La cachorra se acerca a mí con el juguete en el hocico, pero al ver a Katherin se desvía hacia ella, dejándolo en sus pies.

"Traidora" Pienso mientras la chica levanta el juguete y lo vuelve a lanzar. Sus perros juegan a lo lejos, pero una pequeña disputa comienza a desatarse entre ellos, por lo que debe irse.

—Bien, será otro día. Nos vemos Guillermo. —Katherine me guiña un ojo antes de alejarse y yo al fin puedo respirar con normalidad luego de despedirme con un gesto de la mano.

No estoy acostumbrado a que me coqueteen tan descaradamente, menos aún una alfa, por lo que esto es raro.

Luego de unos diez minutos jugando y de que la pequeña hiciera sus necesidades, al fin puedo volver a mi habitación. Casi había olvidado al alfa que, sorprendentemente, aún ronca sobre mi cama.

Sirvo las croquetas, le doy su medicina y reviso que todo esté en orden antes de volver a tomar la llave del cuarto, mi billetera y salir a comprar unas aspirinas, bebidas energizantes y pedir comida en el restaurante del hotel.

—Que sean huevos revueltos por favor, con tocino bien tostado a un lado y pan. También dos cafés grandes, leche aparte, un paquete de hotcakes completo y jugo de naranja. —La mesera asiente antes de irse con mi pedido.

Subo de vuelta a mi habitación, esperando no encontrar a Lio despierto, pero ya ni siquiera me sorprendo al ver que lo único diferente, es la posición en la que duerme. Al menos sé que sigue vivo porque ronca ligeramente.

Luego de unos treinta minutos llaman a mi puerta, por lo que dejo pasar al chico de servicio con el carrito del desayuno. El aroma me hace rugir el estómago, así que me acerco hasta Lio, pero grande es mi sorpresa al ver que abraza con fuerza a la pequeña cachorrita, quien también duerme plácidamente entre sus brazos.

Supongo que siente el aroma de la comida, porque despierta de golpe, moviendo efusivamente la cola y retorciéndose entre sus brazos, comenzando a dejar lametones por todo su rostro y cuello.

La ronca risa del alfa me causa cosquillas en el estómago a medida que se hacen más fuertes.

—Guillermo basta, me haces cosquillas. —Sigue dormido, pero una mordida en su nariz lo hace abrir los ojos de golpe, echándose hacia atrás con rapidez, provocando que caiga de la cama con un fuerte sentón.

—¡Auch! Tú no eres Guillermo... —Lio observa a la cachorra, que mueve la cola con diversión al verlo tirado en el suelo. —¿En dónde carajo estoy? Oh... tú sí eres Guillermo.

Puedo ver el alivio inundar su rostro en cuanto me ve y no puedo evitar soltar una carcajada.

—¿Qué pasa? ¿Creíste que habías terminado en la cama de alguien más? ¿Cuántos omegas tiene regados por la ciudad señor Lionel? —Juego un poco con su mente, pero sin borrar la sonrisa de mi rostro.

—Guillermo, yo... puedo explicarlo...

—Te escucho...

—Lisandro... anoche... yo... No tengo idea de qué pasó. —Un suspiro de resignación sale de sus pulmones. Luce abatido.

—Calma hombre, tampoco sé qué pasó anoche o cómo acabaste aquí, pero estoy noventa y nueve porciento seguro de que no has tocado ningún otro omega más que por equivocación. —Lionel me mira con extrañeza y yo bufo con diversión.

—¿Qué te parece si primero desayunamos? Ya con el estómago lleno y tu resaca bajo control podemos hablar.

—Yo no tengo resaca. —Lionel se pone en pie cuando termina de pronunciar esas palabras, pero su tambaleo y las manos sobre sus sienes me hace saber que acaba de darse cuenta de que sí tiene resaca; y una muy fea además.

Me mira con un poco de pena, a lo que yo solo asiento con entendimiento, tendiéndole una de las bebidas color azúl y una pastilla.

—A mí me gusta el morado —murmura, observando la otra botella a mis espaldas.

—Pero el morado es mío —refunfuño con el ceño fruncido, solo para molestarlo.

—¡Tú no tienes resaca! —reclama él, tendiendome la botella con líquido azúl.

—Eres un caprichoso. —Ruedo los ojos antes de tomarla y extenderle la de color morado.

Lionel sonríe en grande antes de tomar el medicamento, acercándose hasta el carrito de comida. Lo primero que hace es vaciar casi toda la leche a su taza de café y tomar un gran sorbo.

—¿Sabes? No me gusta el café, pero es lo mejor para aliviar la resaca, así que debo sacrificarme.

—A mí solo me gusta muy dulce.

Ambos nos observamos y asentimos, sin decir una sola palabra más nos acercamos hasta la comida, tomando un plato vacío para poder llenarlo con lo que queramos comer.

El silencio inunda la habitación, siendo interrumpido solo por el ruido de la ducha y el de la cachorra mordisqueando una pelota.

Lionel sale con una nube de vapor tras él y el cabello sobre la frente. Un suspiro abandonó mi pecho de manera inconsciente mientras lo veo secarse la cara con otra toalla.

—¿Me prestarías algo de ropa? Por favor. —Su voz me trae de vuelta a la realidad de golpe.

—Claro, en el cajón... toma lo que quieras. Está nuevo. —Él me da la espalda antes de sacarse la toalla de la cintura, dejándome una gloriosa vista de su cuerpo completamente desnudo con varias gotas de agua recorriéndolo lentamente.

Trago grueso antes de dirigir mi vista hacia el perro, debo concentrarme en lo que hablaremos, no es momento para estas distracciones.

"¿En serio? ¿Ni un poco?" Me tienta mi lobo, provocando que regrese la vista hasta el alfa, relamiendo mis labios al ver que ahora su bonito trasero está enfundado en un boxer negro bastante ceñido.

"¡No! Hay que pensar con claridad." Me regaño y vuelvo a ver la cachorra, que me muestra la pancita con la lengua de fuera.

"¿Ahora qué? ¿Por dónde empiezo? ¿Qué se supone que debo decir para iniciar una conversación tan seria?"

—Muy bien, hablemos de cómo es que llegué a tu hotel en la madrugada. —Lionel se sienta frente a mí, en el otro pequeño sofá, con una toalla sobre su cuello mientras seca su cabello, de nuevo viste su pantalón de mezclilla y una playera blanca que le queda un poco grande al ser mía.

"Luce tan guapo... marcalo."

"¿Qué mierda? ¡No!"

—¿Memo?

—Ah... sí, eso... no sé nada. Raúl te trajo cargando hasta acá, la verdad es que sé tanto como tú.

—Qué vergonzoso... te juro que yo no suelo beber, mucho menos embriagarme, no sé qué me pasó anoche.

—Me alegra saberlo, la verdad es que no me gusta cuidar borrachos, pero me gustaría poder salir a bailar con mi alfa y que me cuide... —Me interrumpo a media frase al darme cuenta de lo que dije.

"Bien... supongo que así es como se empieza a hablar del tema." Me doy una palmada en la frente de manera imaginaria mientras un suspiro largo me hace prepararme para lo que viene.

Lionel se queda serio durante un momento, observando el suelo entre nosotros.

—Escucha, sé que no es el mejor momento, pero debemos hablar de esto —murmuro y veo a Lionel asentir.

—Creo que no hay momento adecuado, es bueno solo soltarlo, así que hablemos. —Su sonrisa me tranquiliza un poco, pero mis manos ya están sudando ligeramente, lo que me hace restregarlas en mi pantalón de manera nerviosa.

—Bien... entonces hablaré. Lo siento mucho Lionel.

—¿Qué? ¿Por qué te disculpas? No hagas eso, suena a despedida.

—Es que lo es, Lio. Necesito disculparme para poder estar tranquilo.
 

-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-

Jejejeje... no saben cuánto les quiero. 🫶🏻

Oigan... una duda... les gustaría si hago esto en formato audio libro? Osea: yo leyendo/narrando esto en YouTube. Sin video. Pequeña idea loca. Aparte de escribirlo, quiero decir. No dejaré de subirlo aquí.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro