17
Me despierto incluso antes de que suene mi alarma, la luz que entra por la ventana me indica que no es tan temprano como para volver a dormir y al comprobar la hora en mi celular, me doy cuenta que solo faltan quince minutos para las ocho, por lo que cancelo la alarma y me levanto de la cama, sintiéndome animado y emocionado ante la promesa latente de ver al alfa de mis sueños en persona.
Me ducho a conciencia, aplicando varios productos en mi cabello para poder dejarlo lo mejor posible, tomo mi tiempo en cepillarlo, secarlo y aplicar las diferentes cremas que me ayudan a mantenerlo en su lugar y que el calor extremo de este desierto no lo dañen. Para cuando termino, me quedan solo quince minutos para terminar todo lo demás, por lo que me aplico una crema con protector solar de forma rápida, algo de inhibidor de aroma ya que mi celo aún me hace oler demasiado fuerte y me calzo las bermudas, la camisa lisa en tono azúl claro y los zapatos que completan mi atuendo.
Espero no lucir demasiado como un turista cliché. Justo a las nueve en punto, me llega un mensaje de Lio, diciendo que ya me espera abajo. Respondo con una sonrisa en los labios, enviando otro mensaje al grupo en el que estamos Raúl, Hirving y yo, avisándoles que me voy. Ambos lo reciben, pero seguro están dormidos, por lo que, sin esperar respuesta, bloqueo el celular y salgo de mi habitación, comprobando que llevo la billetera y las llaves del lugar.
La emoción me hacen latir el corazón de forma acelerada y los nervios hacen que me suden las manos, pero sin duda me siento feliz, ensanchando mi sonrisa cuando la imágen de Lionel sentado en el asiento del conductor, con un par de gafas para el sol puestas y una enorme sonrisa me reciben. Veo su intención de bajarse del auto para abrir mi puerta, pero corro hasta ahí para detenerlo, entrando de inmediato al fresco interior, siendo recibido por el fuerte aroma a café, haciendo que me relaje de inmediato.
—Buenos días. —Lo saludo sin poder deshacer mi sonrisa.
—Hola. —Un fugaz beso es dejado sobre mis labios, haciéndome voltear a todos lados para comprobar que nadie nos ha visto, sonrojándome segundos después. —Vamos a desayunar algo común ¿Te parece bien? Hay un restaurante de hot cakes a unas cuadras de aquí.
—Me parece perfecto.
—Vamos entonces.
—Pero... ¿Y la gente? —No puedo evitar preocuparme.
—Es domingo, son las nueve de la mañana en un desierto, dudo mucho que alguien que nos pueda reconocer a simple vista esté fuera a esta hora, y en caso de que así sea, entonces no veo el problema de que dos "colegas" decidan desayunar juntos. —Las comillas que hace con sus dedos me hacen sonreír, restándole importancia a la palabra que usó para describir nuestro encuentro.
—Bien, ahora, la sorpresa. Aunque debo advertirte que no eleves demasiado tus expectativas, no es algo tan grande, pero espero te guste lo que preparé. —Me rasco la nuca con nerviosismo, estacionando el auto a las afueras de un lugar bastante lleno de gente para ser medio día.
El calor me hace sudar demasiado y sentirme sofocado, apresurando el paso hasta la sombra de la construcción de un solo nivel, que se extiende hacia el fondo.
—¿En dónde estamos? —Pregunta Guillermo, mirando a su alrededor con ojos enormes y una ligera sonrisa dibujada en sus labios, haciendo que mi inseguridad disminuya varios grados.
—Se llama Souq Waqif, aquí hay puestos de tela, ropa típica y comida local, entre otras cosas... demos un paseo por todo el lugar, quisiera comprar ropa fresca, esta tela no es apta para el desierto. —Guillermo me sonríe en grande, luciendo como un niño emocionado en una juguetería.
Comenzamos a caminar por todo el lugar a paso lento, no somos los únicos extranjeros, pero no llamamos demasiado la atención, incluso si algunos nos observan con asombro cuando logran reconocernos.
—No sabes cómo desearía poder tomarte de la mano ahora... —Le susurro mientras pasamos por un lugar algo estrecho, haciendo que la gente se disperse y podamos estar aislados por un instante.
—Eso es muy lindo, pero no quiero ir a la cárcel, así que, aunque yo también lo quiera, debemos contenernos. Por cierto, muchos nos han estado fotografiando... eso me pone nervioso.
—Tranquilo, no es como si fuéramos a salir en las noticias, solo son fanáticos que han logrado tener una foto exclusiva.
Guillermo me sonríe y ambos guardamos silencio en cuanto la gente vuelve a rodearnos.
—¡Mira! Son especias locales. Compraré algunas para llevarlas a casa de Javier cuando volvamos. —Guillermo camina rápidamente hasta el puesto de una señora algo mayor, que nos atiende muy amablemente con su pequeño nieto haciendo de traductor. Su inglés suena extraño, pero entendible, haciendo que la compra sea rápida.
Luego de varios minutos, Guillermo sale del lugar con varios conos de papel que contienen semillas, polvos y hierbas diferentes, guardandolos en una mochilita que se compró unos cuantos puestos atrás.
—Listo, es que aquí es mucho más barato y natural, allá es muy caro el cardamomo, y difícil de encontrar, igual que el azafrán y ni qué decir de la cúrcuma. A la señora Balcázar le encanta tener de todo en la cocina, así que creo que esto la alegrará más que si le llevo un llavero.
—¿Y cómo piensas pasarlo por la aduana? No quisiera que salieras en esos programas en donde te revisan si creen que llevas cocaína.
—Voy a comprar varios frascos de vidrio y guardarlos al fondo de mi maleta de ropa, la que va en la parte de abajo, seguro no pasa nada. —Suena tan convencido que dejo de preguntar sobre el asunto.
Seguimos nuestro camino durante un buen tramo, encontrando un hermoso lugar de vestimentas típicas, en donde un chico joven nos atiende con un inglés bastante bueno.
Ambos nos probamos un traje, decidiéndonos por comprar uno completo.
—Vaya, así hasta podríamos pasar más desapercibidos, tus rizos casi no se notan. —Acomodo el agal sobre su cabeza para evitar que el cuadro de tela que, si no mal recuerdo nos dijeron, se llamaba ghutra no se caiga.
—¿Me queda bien?
—Te ves muy guapo. —Me quedo callado de golpe, mirando a mi alrededor con pánico al pensar que alguien podría habernos escuchado, pero me relajo al ver que nadie se ha dado cuenta.
—¿Me veo como La'ebb?
—¿La mascota del mundial? —Guillermo me sonríe y asiente con emoción, cual niño, a lo que respondo con una sonrisa igual de grande y asiento. —Incluso luces mejor. —Me atrevo a guiñar un ojo de manera traviesa, haciendo que se sonroje.
Continuamos caminando durante un rato, hasta que llegamos a un puesto de pequeños aretes, anillos y collares artesanales, en donde Guillermo compra varias cosas a modo de regalo para su familia.
—Tengo hambre ¿Tú no? —Le pregunto luego de caminar un tramo más. Hemos atravesado más de medio mercado, encontrando varios lugares pequeños de comida, en donde solo compramos un poco de Luqaimat para poder probarlo.
Según nos explicaron es un postre típico, recubierto de jarabe de azúcar. La boca se me hace agua a cada bocado y un rápido vistazo a Guillermo me hace saber que no soy el único, cada probada de esas pequeñas bolitas fritas es un pasaje expres al paraíso.
—El nombre les hace justicia, son pequeños bocados, pero creo que podría comerlos hasta hartarme. Son deliciosos. —Me dice con emoción, llevando la última de ellas a su boca.
—¿Quieres más?
—No, mejor vayamos a comer algo. Yo invito, ya me has comprado muchas cosas. —Estoy por replicar, pero una mirada seria de su parte me advierte que no debo hacerlo.
Llegamos hasta un lugar bastante más amplio que el resto, en donde algunas mesitas se disponen a lo largo y ancho. Ambos tomamos asiento, revisando el menú escrito en una pizarra sobre la pared.
—No tengo idea de qué es lo que se supone que voy a pedir. —Me susurra, observando con semblante consternado aquellas palabras escritas con gis.
—Investiguemos. Google lo sabe todo. —Saco mi celular, comenzando a buscar cada uno de los platillos y leyendo los ingredientes en voz alta, hasta dar con un par que nos convenza a ambos.
—Yo pediré Madhruba. —Guillermo se decide por una combinación de arroz, leche, mantequilla y cardamomo, por lo que yo pido el segundo platillo que parecía llamarle la atención.
—Entonces yo pediré el warak enab. —Él asiente mientras yo me acerco hasta el lugar en donde preparan la comida, señalando la pizarra para poder darme a entender mejor. Minutos después, estoy de vuelta en mi asiento, a la espera de nuestra comida.
—¿La estás pasando bien? —Me atrevo a preguntar mientras Guillermo revisa algunos de sus mensajes.
—Demasiado. No lo sabías, pero visitar mercados locales, comer cosas típicas y mezclarme con el lugar es una de las cosas que más me gusta hacer cuando visito algún lugar nuevo, así que muchas gracias. —Su enorme sonrisa me hipnotiza por un momento, en donde olvido del lugar en el que me encuentro. El hilo de mis pensamientos es interrumpido por el joven mesero beta que nos deja la comida sobre la mesa.
Guillermo y yo nos miramos por un momento mientras analizamos los platillos frente a nosotros. De momento la vista no nos convence del todo, la comida no luce muy apetecible, pero el aroma que desprenden nos hace rugir el estómago al mismo tiempo.
—Bueno, no sabremos si sabe mejor de lo que se ve si no lo probamos. —Sentencia Guillermo antes de tomar uno de los rollitos de la comida que yo elegí. Hago lo mismo con una cucharada de la comida pastosa que él ha pedido, intentando no fruncir el ceño y juzgar la apariencia del alimento sin haberla probado.
Ambos abrimos los ojos con sorpresa, masticando rápidamente y pasando la comida luego de poder saborearla.
—Sí, sabe mejor de lo que se ve —Susurra mientras prueba su platillo.
La textura de su platillo no me convence, pero el sabor no es malo, en cambio, mi comida son como unos burritos hechos con hojas, no se ve el relleno, pero al probarlo, el sabor de la carne y varias especias que no logro identificar me hacen cerrar los ojos para poder disfrutar de su sabor.
Comemos en silencio hasta que los platos quedan vacíos y nosotros más que satisfechos. Luego de pagar y agradecer, volvemos a la entrada del lugar, con el sol poniéndose a nuestra espalda.
—Ha sido increíble, muchas gracias por planear esto. —Guillermo luce alegre mientras se coloca el cinturón de seguridad. Afuera está oscuro ya, algunas luces resplandecen a lo lejos y el frío de la noche comienza a hacerse presente, pero mi corazón se mantiene cálido mientras su sonrisa ilumina todo a su alrededor.
—Me alegra que la hayas pasado bien. Por cierto, por si no lo sabías, eres mucho mejor que La'ebb. Incluso con lo que significa su nombre.
—¿Soy más que un jugador habilidoso? —Sonrío al saber que conoce el significado de la mascota del mundial.
—Exacto.
—¿Acaso quiere seducirme, señor Lionel? —Su rostro denota una alegría pícara mientras se acerca peligrosamente hasta mí.
—No lo sé, quizá un poco. —Termino por acortar la distancia, alargando la mano hasta sostener su rostro con delicadeza, provocando que la tela sobre su cabeza caiga al suelo mientras nuestros labios se rozan de manera fugaz.
Un destello frente a nosotros nos hace separarnos rápidamente, haciendo que volteemos a en todas direcciones con algo de miedo.
—También lo viste ¿Cierto? —Me pregunta con la mirada fija a lo lejos, escudriñando la oscuridad.
—Sí, pero creo que no es lo que creemos. De cualquier forma, vámonos de aquí, está empezando a hacer frío.
Arranco el auto, con la radio local sintonizada y nuestro silencio inundando el ambiente hasta que me detengo frente al hotel de diez pisos en el que Guillermo se hospeda.
—Te invitaría a pasar, pero no quiero retrasarte, mañana tienes entrenamiento y en cinco días partido, así que debes concentrarte, descansar y entrenar mucho, ya te quité suficiente tiempo.
—Hey, no digas eso, jamás me quitarás tiempo ¿De acuerdo? no pienses así de ti. Y además, soy lo suficientemente adulto para saber cómo organizar mis actividades, deja de preocuparte por eso. —Lo regaño, sintiéndome molesto por la forma en la que habla de sí mismo.
—Está bien, pero de todas formas, vuelve a tu hotel. —Me sonríe con burla y yo ruedo los ojos, asintiendo en respuesta.
—Bien, espero que descanses. Estaremos en contacto. —Guillermo me sonríe, mirando en todas direcciones antes de besarme profundamente, arrebatándome el aliento por un momento.
—Descansa también Lionel. Gracias por esto de nuevo, fue hermoso. —Una sonrisa boba es mi única respuesta a sus palabras. Lo veo alejarse y entrar al lugar sin voltear en mi dirección, lo cual agradezco o me costaría mucho dejarlo ir.
Arranco el auto luego de que mis latidos vuelvan a la normalidad y mi mente pueda pensar en otra cosa que no sean los labios de Guillermo sobre los míos. Mi lobo, que había permanecido quieto y expectante hasta ahora, pega brincos como un enérgico cachorro, moviendo la cola y ladrando de emoción.
Al llegar a mi hotel, ni siquiera las interrogantes de Lisandro me sacan de mi pequeña burbuja de felicidad. Le cuento todo con detalle, omitiendo el pequeño momento de miedo en el auto.
Al entrar a mi habitación con la respiración aún agitada por el atrevimiento que tuve, me dejo caer en la cama, pataleando como una adolescente enamorada. Mi lobo está igual de emocionado que yo, guardando en lo profundo de nuestras memorias las cursis palabras del alfa hacia nosotros, rememorando las sutiles miradas y roces que llegamos a tener durante el día.
"Hacía tanto que no me sentía así..."
"Sí, creo que esto va a funcionar, tengo un buen presentimiento."
Concuerdo con mi lobo. Un profundo bostezo hace a mis ojos lagrimear, por lo que me levanto con prisa antes de que el sueño se apodere de mí, tomando una rápida ducha para quitarme toda la suciedad del día.
Aviso a mis amigos que me iré a dormir, deteniéndolos de su intención al querer venir a interrogarme, prometiéndoles que mañana les invitaré el desayuno y les contaré todo.
Raúl no se ha portado raro, lo cual me alegra; temía perder a mi amigo luego de no elegirlo, pero darme cuenta que la amistad vale más para él que su lado alfa, me pone feliz, sobre todo luego de ver que, al igual que Hirving, se alegró mucho por la reciente noticia, haciendo que me advirtiera que, de salir embarazado durante estas "vacaciones" le cortaría el pene a Lionel por no saber contenerse.
El sueño me gana poco después de saber que Lio ha llegado al hotel, sano y salvo.
La semana pasa volando frente a mí, Hirving, Raúl y yo casi no salimos del edificio, optando por quedarnos encerrados, descansando y refugiándonos del calor. Un par de días antes del próximo partido de Lionel, me despido de ellos en el aeropuerto. Raúl se negaba a dejarme solo, pero luego de recordarle un par de veces que soy un adulto completamente capaz de cuidar de sí mismo, él acepta regresar. Hirving luce triste mientras se despide de mí, haciendo que quiera partirle la cara al idiota de Kevin.
—Si sigue así de imbécil solo mándalo a la chingada, eres demasiado para ese niño. —Le susurro mientras lo abrazo para que Raúl no nos escuche.
—No sé... quizá no estamos listos para esto, hablaré con él cuando llegue allá. Le preguntaré qué espera de mí y esta relación, si no coincidimos, no me va a importar que seamos destinados, voy a terminar con él.
—Así se habla. Recuerda que las cosas tienen un tiempo para suceder, quizá ahora mismo no es el mejor momento para ustedes, pero sin duda, hablarlo les ayudará mucho. Suerte y no olvides mantenerte en contacto. —Lo vuelvo a abrazar fuertemente.
—Raúl, cuídate mucho y no olvides llevarle las especias a la madre de Javier cuanto antes.
—¿Cómo olvidarlo? Es la décima vez en el día que me lo dices. —Lo golpeo con suavidad en el hombro, haciéndolo reír.
—Bien, pero donde me entere que tardaste más de dos días en ir a visitarla, entonces voy a matarte, sabes que me entero de todo. —Raúl rueda los ojos mientras me envuelve en un apretado abrazo.
—Cuídate mucho, Memo. Nos veremos pronto. Diviértete, pero no demasiado, no estoy listo para ser el tío guapo de la familia. —Es mi turno de rodar los ojos, sonrojándome por la idea.
Mis amigos se alejan y yo me voy del lugar hasta que los veo perderse en la distancia. Vuelvo al hotel en un taxi, en donde el conductor resulta ser un beta bastante agradable que habla español y me conoce, haciéndome plática, provocando que, por un momento, olvide que no estoy en mi país.
—¿Hola? Sí, sigo en Qatar. ¿Te llegaron las fotos? Bien. Espero que te sirvan de algo. En Twitter hay más fotos de ellos juntos, pero nada como lo que te mandé. No, sigo en eso, no hay mucha gente que se atreva a hablar de esos temas en público. ¿Dos días? Bien, saldrá al mismo tiempo que el partido de Lionel entonces. Nos vemos, Alan.
Sonrío en grande al colgar la llamada, viendo la pantalla resplandecer con el nombre de la persona a la que acabo de conocer, pero empieza a agradarme demasiado.
Agradezco internamente tener como jefe al doctor Mendoza, ya que, de haber sido otra persona, probablemente no me habría autorizado las vacaciones para poder quedarme a "turistear" en este lugar. Fue difícil averiguar el nuevo lugar de hospedaje de Guillermo, pero no tanto luego de que, casi por casualidad, los encontrara a él y Messi paseando por el mercado como si nada.
Mientras los seguía pude notar que muchos los miraban asombrados, pero nadie mencionaba nada al respecto, limitándose a tomarles fotos y admirar la buena relación de colegas que llevan.
"Claro, colegas. Y yo amo a los omegas hombres." Sigo navegando en redes sociales mientras la tina se llena de agua caliente, buscando lo que Alan me pidió: aliados. Personas dispuestas a ayudar con la causa y hacer que por fin saquen a ese sobrevalorado omega del juego. Literalmente hablando.
El vapor comienza a llenar el cuarto de baño, haciendo que el aroma a canela de las burbujas me relaje. Me saco la bata para poder quedar desnuda y meterme al agua, sirviéndome una copa de vino mientras dejo que el agua caliente comience a relajar mis músculos.
—Por mí y este proyecto que, estoy segura, tendrá éxito. —Levanto la copa frente a mí, brindando al aire. —No volverás a meterte en mi vida, Guillermo. Quizá no me recuerdas, pero yo a ti sí y jamás olvidaré lo que me hiciste, haré que me recuerdes por el resto de tu vida.
Bebo de golpe el amargo y rojizo líquido, sintiendo casi de inmediato el efecto de mi tercera copa de vino en lo que va de la noche. Cierro los ojos mientras me recargo en la bañera, presionando un botón sobre la pared para que el hidromasaje comience a trabajar y haga más burbujas. Pero por más que lo intento, los recuerdos de mi adolescencia llegan hasta mí, vívidos y frescos, haciendo que la rabia me suba por la garganta.
...
Yo era la chica más popular y amable de toda la preparatoria, no había nadie que no me conociera a pesar de solo llevar un semestre ahí, incluso los chicos y chicas de grados mayores, alfas y omegas recién presentados me conocían. Todos especulaban acerca de qué sería mi lobo, por mi personalidad muchos decían que sería una alfa, lo cual me molestaba, yo siempre había sido una chica dulce, delicada y femenina, mi mayor deseo era ser una omega a la que todos amaran y desearan, como ya lo hacían.
Con diecisiete años, llevaba un gran peso sobre mis hombros al ser tan popular, mis padres juraban que con mi belleza y simpatía, lograría atraer un buen alfa, cosa que también empecé a anhelar, pero sin descuidar mis estudios. Yo ya me consideraba el paquete completo en ese entonces: hermosa, una líder, femenina, inteligente y próximamente, la omega más deseada del lugar, incluso mi mejor amigo me apoya en mis momentos más alucinantes en los que le contaba mis planes para cuando al fin me presentara.
—¿Cuáles crees que serán mis aromas? —Faltaban solo unas semanas para que cumpliera dieciocho años, por lo que mi presentación estaba cerca también.
—No lo sé... tu madre huele muy dulce y tu padre demasiado amargo, creo que podrías ser una pizza hawaiana. —Mi amigo se echó a reír estruendosamente, agarrándose el estómago y limpiando una inexistente lágrima de sus ojos.
—Ja, ja. Eres tan gracioso, Guillermo. En ese caso, creo que tú serás un alfa con aroma a albóndigas.
—Eso ni siquiera tiene sentido, Daniela.
—Odio las albóndigas, tiene sentido para mí.
—Pero si tú me amas.
—Ya no. —Ambos nos miramos un momento, soltándonos a reír poco después. —Ya, ya. Da igual, estoy segura que oleremos a éxito. Seremos los más deseados del lugar. ¿Sabes quién se presentó como alfa y ya le eché el ojo?
—¿El conserje?
—Eres un idiota. —Guillermo me saca la lengua antes de empezar a correr lejos de mí, provocando que el zape dirigido a su rizada cabellera, nunca llegara.
—No, alguien que realmente vale la pena. —Hablo cuando al fin logro alcanzarlo.
—¿Ah sí? ¿Y quién podría ser?
—El hijo del director. Está en nuestra clase de química del carbono.
—Oh... hablas de Ángel. Sí, supe que se presentó como alfa y por eso faltó una semana a clases.
—Exacto. Ese chico tiene tanto porte... y sus ojos verdes... nuestros cachorros serían perfectos.
—Estamos en preparatoria, no puedo creer que pienses en cachorros a esta edad.
—Tú calla, que tengas el futuro asegurado como delantero de fútbol no quiere decir que yo no pueda planear mi vida a mi manera. —Memo rueda los ojos, pero me sonríe.
Luego de estar caminando por un rato, al fin hemos llegado a la parada del camión que tomo para ir a mi casa. Guillermo se despide de mí y se va en otra dirección, dejándome sola.
...
El tiempo pasa rápido y mi cumpleaños llega pronto. Un par de días después, los síntomas de mi presentación se hacen presentes, emocionándome. A la mañana siguiente, ni los dolores en mi vientre bajo logran menguar mis ánimos al saber que no me equivoqué.
—¡Soy una omega! —Grito al percibir mi propio aroma, dulce y llamativo. Envío un mensaje rápido a Memo para informarle por qué no iré a clases, recibiendo sus felicitaciones.
En ese entonces la euforia me hacía pensar que nada malo podía suceder, que mi vida sería perfecta y lograría obtener todo lo que deseaba... Era una tonta adolescente, por supuesto que nada sería como lo planee, pero jamás imaginé que solo meses después, mi mejor amigo desde que entré a la preparatoria, se presentaría como un omega también. En ese entonces no tenía conflicto alguno, me parecía extraño, pero nada qué satanizar, sin embargo, esa amistad y mi cariño hacia él se desvanecieron en cuanto Ángel lo prefirió a él.
El alfa con quien yo había estado coqueteando y seduciendo, con quien almorzaba de vez en cuando, que me invitaba al cine y parecía tan interesado en mí, un día simplemente me preguntó por "mi amigo de cabello rizado". Lo consideré mera curiosidad, contestando con la verdad.
—Se presentó como omega, así que estará en su casa hasta que el primer celo pase. —Di por zanjado el tema. Qué equivocada estaba.
Para cuando Memo regresó, muchos de los alfas estaban mucho más interesados qur antes en invitarlo a jugar fútbol con ellos, chicas alfa lo acompañaban a la parada del camión y él ni siquiera les hacía caso.
Comencé a odiarlo, algo dentro de mí me decía que solo se hacía el inocente, que solo se hacía el difícil para seguir llamando la atención. Siempre había sido sociable, pero jamás lo sentí como una amenaza, hasta ese momento. Poco a poco me alejé de él, esperando que me rogara quedarme, pero jamás sucedió. Luego de un tiempo, dejó de asistir a esa escuela y perdimos contacto, nadie sabía qué había pasado con él, unos decían que se había enlazado con un alfa millonario, otros que se había mudado a europa para jugar en con un equipo importante, pero no me importaba en lo más mínimo, había terminado odiando a aquél chico que no solo me había quitado al alfa que yo deseaba tener, sino también la atención y protagonismo de toda la escuela.
Jamás esperé volver a verlo, pero una vez más, la vida me tenía planes completamente diferentes, él se hizo tan famoso que era imposible no saber de su vida y yo me convertí en enfermera para intentar alejarme de ese ambiente, jamás imaginé que terminaría mucho más cerca de él que antes.
Cuando leí su nombre en el expediente médico no podía creerlo, pero parecía que la vida por fin me daba la oportunidad de obtener lo que quería, por lo que empecé a planear mi venganza, ahora que él era tan famoso, un omega amado por tantos, pero con ese horrible secreto, sin duda era mi oportunidad.
...
Ya ni siquiera me preocupo por servir el vino dentro de la copa, bebo directo de la botella mientras las lágrimas de rabia hacen que mis ojos ardan. El agua empieza a enfriarse, pero no me importa, desearía ahogar esos recuerdos, pero tenerlos me ayudan a motivarme cada día, hacen que pueda continuar con esta venganza poco planeada, pero que sé le bajarán los humos de una vez por todas a Guillermo.
Este es La'eeb
E
Estos son los "pequeños bocados" (Luqaimat).
Vi la receta de esto y... me dio envidia mi propio personaje, porque quiero probarloooos.
La comida que pidió Memo (Madhruba)
La que pide Messi (warak enab).
— --- — --- — --- —
No pensaba actualizar tan pronto, pero es el cumpleaños de uno de los amores de mi vida (Ñingi mi amor, te amo... mi amado treintón...), comí helado, me regalaron flores, tengo perforaciones nuevas en las orejas... en fin, la vida es bonita y me siento feli, así que quise actualizar.
Espero que les guste mucho y mueran de amor junto a mí.
Les amo lobitos. ❤️🐺
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro