Capitulo Cinco
Chaeyoung estaban sentada en la banca cerca de la pequeña laguna, no sabía que hora era, el cielo aún estaba oscuro, la gran luna adornada el paisaje junto con pequeños sonidos de algunos animales.
Desde que el enunco y las cortesanas se habían ido a descansar, su sueño se había ido así que se había quedado sentada viendo el cielo durante toda la noche.
El viento frío solo le traía vagos recuerdos de cuando aún iba a dar saludos a su abuela o a su padre.
Los cuales pasaban sin darle siquiera una mirada y aunque no lo admitía, tenía miedo de estar en aquel gran palacio, porque aún estando en el silencio escuchaba los murmullos de cortesanas.
El rocío de la mañana caía sobre la menor quien esperaba pacientemente que el sol apareciera iluminando aquel lugar; se levantó de la banca y empezó a caminar hacia su escape, los guardias no vigilaban a horas tan tempranas.
Sin miedo alguno y siguiendo su mismo camino de escape, logró salir del palacio, en aquellos momentos tal vez agradecía no estar dormida, podría disfrutar del exterior un poco más sin estar leyendo los mismos libros una y otra vez.
El pueblo estaba casi vacío si no fuera por pocas personas que se encontraban preparando las cosas para su negocio, se podía apreciar el ruido de algunos grillos.
El silencio de la calle principal del mercado, todo estaba gan calmado que pensaba que era un sueño, del cual no quería despertar nunca.
Decidió ir más lejos del mercado, quería conocer más, quería saber que tanto la podía emocionar lo que se escondía lejos del palacio.
Camino por un largo rato, hasta que se encontró con un bello campo que estaba completamente lleno de distintos tipos de flores de diferentes colores junto con el sol que empezaba a iluminar el cielo aquello parecía una hermosa obra de arte.
La naturaleza era realmente hermosa, quería grabarse aquel lugar en su memoria para siempre aunque su cuerpo se llenó de miedo cuando sintió una mano en su hombro.
— ¿Qué hace tan temprano un noble dama como usted? — Chaeyoung dio la vuelta para saber de quién se trataba aquella misteriosa voz, era un chico de aspecto realmente lindo, cabello negro y muy alto —
—Yo...solo... —La mente de la chica trataba de crear una excusa sin embargo solo lograba tartamudear— Daba un paseo...
— A estas horas de la mañana? Debió salir de su hogar antes de que saliera el sol — Chaeyoung se quedó callada aquello era incómodo — Que descortés de mi parte no presentarme, mi nombre es Choi Soobin
— ¿Choi? — Murmuró la chica mientras recordaba que aquel apellido, era de una familia que siempre tenía puesto en el gobierno, una familia realmente influyente—
—¿Sorprendida? No muchos pueden estar cerca de la familia Choi — El chico mostraba una sonrisa arrogante sin embargo Chaeyoung aún estaba seria—
— Realmente... No — Al decir eso el chico se sorprendió — Yo debo irme —hizo una pequeña reverencia antes de caminar en la dirección contraria a la del chico—
— ¿Puedo saber tu nombre? — Preguntó en voz alta el chico mirando como la chica se iba caminando—
— ¡Chaeyoung! — Gritó antes de irse corriendo de aquel hermoso lugar, pues en pocos minutos la guardia real empezaría a rodear el palacio—
— ¿Chaeyoung? ¿Acaso no tiene apellido? — Dijo en voz baja mientras miraba a aquella chica misteriosa que corría— ¿Quién eres para no poder decir tu apellido? No creo que sea alguien de baja clase, su Hanbok era caro...
Sonrió para sí mismo para luego seguir su camino esperando volver a encontrarse con aquella chica.
La Reina Daemok, había sido en su juventud una mujer muy hermosa aunque la belleza nunca se había ido, se casó con su medio hermano pues este no quería darle más poder a las familias nobles.
Lo cual le parecía una muy buena acción, además en aquellos tiempos su felicidad estaba al límite pues ella había sido criada con la mentalidad para ser una reina.
Sin embargo, sabiendo que su vida iba a ser difícil, soporto muchas veces regaños por no dar un heredero, soporto humillaciones por parte de su suegra y por parte del pueblo.
Hasta que finalmente dio a luz al heredero, un pequeño que reunía toda la belleza de la familia, recordaba cuánta felicidad tuvo el reino al darse cuenta de que el heredero había nacido.
No mucho tiempo después del nacimiento del heredero, quedó embarazada nuevamente, dio a luz a una hermosa niña a la cual nombraron Jisoo.
El pueblo estaba feliz y por fin creían que habían sido bendecidos por los cielos, pero la reina después de aquel parto tuvo que sufrir que su esposo la ignorara.
El segundo matrimonio del rey se había dado meses antes de que diera a luz a Jisoo, pero este no le ponía una pizca de atención a su segunda esposa, sin embargo después del nacimiento de la niña, el rey estaba procurando que su segunda esposa quedara embarazada para alianzar más a los reinos.
Pasaron días, semanas, meses...
Hasta que los ojos de la reina volvieran a tomar un brillo especial, había conocido a alguien que la estaba haciendo feliz, se sentía nuevamente amada, hasta que quedó embarazada, algo que no estaba en sus planes en aquel momento, pensó que nadie se enteraría de que aquel bebé no era del rey, sin embargo la reina madre se enteró, causando así que su esposo se enterara.
Estaba despidiéndose de su vida, sin embargo la dejaron vivir pero nunca supieron quien era el padre de aquel bebé, aún sabiendo que su hija sufriría por el resto de su vida, aceptó vivir.
Los años pasaron volando y ahí estaba ella, sentada esperando a que la vejez o alguna enfermedad la matara, aunque el rey le había quitado privilegios, tenía infiltrados en el palacio que poco a poco se iban haciendo más y más.
— Su Majestad.... — La ex-reina Daemok levantó la mirada de su libro para ver a su mano derecha, una cortesana a la cual le tenía demasiada confianza— Le traigo noticias y no son buenas...
— ¿Qué sucede? —La cortesana estaba de rodillas frente a ella, con la cabeza gacha—
— Se trata de la señorita Chaeyoung — La preocupación de la reina empezó a recorrerle todo el cuerpo— El Rey a dado la mano de la señorita Chaeyoung en matrimonio
— ¿Qué? ¿Con quién la casarán?
— Al gobernador del pueblo vecino —Al escuchar aquello la mujer casi se desmayaba, sabía muy bien que aquel hombre era un pervertido a quien le gustaban las chicas jovenes—
— Debemos hacer que cancelen esa boda —La mujer se quedó callada un par de segundos pensando en que hacer— Tengo un plan, pero para eso necesitamos convencer a Eun Woo, porque es al único al que escuchara su majestad.
La peli-negra se encontraba sentada leyendo un libro que le había dado su padre, creyendo que era importante representar a la esposa ideal, tanto de apariencia como de actitud.
Mina estaba cansada de leer los mismos libros miles de veces, solo pensaba para ella misma que quizás el futuro sería mejor y no tendría que estudiar siempre como ser una buena esposa.
De un momento a otro, una imagen de Chaeyoung apareció en su cabeza, debía aceptar que la admiraba, porque a pesar de estar en el mismo lugar cada día, el brillo de la libertad e inocencia en sus ojos aún permanecía ahí.
Pero la pregunta que tenía en su mente era, ¿por qué está encerrada?
Aún no entendía aquello, pero posiblemente era por el hecho de que solo iban a dar su mano en matrimonio.
Aunque aquellas dudas quedarían simplemente para ella, su padre decía que las mujeres no tenían derecho a preguntar y menos si eran asuntos de la familia real.
Tenía razón...no debía meter su nariz en problemas de la familia real.
Cerró el libro, estaba cansada de leer, apartó las cosas y se acostó en el suelo para poder descansar un momento.
Cerro sus ojos nuevamente sin embargo en su mente solo aparecían imágenes de Chaeyoung, de cada aspecto de su rostro, de sus ojos, de sus mejillas y de aquellos lindos y rosados labios los cuales seguramente eran muy suaves.
El tan solo imaginarse besando a aquella chica, el tan solo imaginar las prendas cayendo mostrando el delgado y delicado cuerpo de ella, imaginarla sudada, agitada estando debajo de ella, imaginar que tan suaves serán los pequeños pechos de ella...
Mina sintió un cosquilleo, abrió sus ojos y negó con la cabeza, aquello no era correcto.
No era correcto imaginarse a otra chica desnuda, no era correcto desearlas, un pequeño gusto culposo del cual su padre no sabía, un gusto por chicas, en especial las chicas delgadas y pequeñas que con un mal movimiento podías romper.
Tal vez empezaba a sentir algo por Chaeyoung, de alguna manera ese aire a libertad de que no importaba que dijeran le daba un respiro a ella.
Sin embargo, se puso un límite, no podía desear a una mujer.
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