•Parte 5: ¿Una cita?•
Seokjin no podía creer lo que Lisa le había dicho. Él pensó que jamás iba a saber el nombre del chico, pero al parecer el destino estaba de su lado. Jeon Jungkook. Ah, se oía tan bello, digno de un omega tan sublime como lo era su chico. Porque sí, luego de meditarlo varios días en la soledad de su habitación, el alfa decidió que era hora de tomar al toro por los cuernos, lo que significaba que ya era tiempo de buscar al chico para hablar con él. Con suerte ambos se conocerían mejor.
Ese día había ido al trabajo con una inmensa felicidad, reflejándose en la sonrisa que llevaba desde que se había levantado. Cuando Lisa lo analizó se extrañó de verlo tan radiante, mas ella sabía que esa repentina emoción y las ganas que demostraba el castaño por trabajar con esa sonrisa que no se le quitaba, significaba una sola cosa; Jungkook.
El alfa estuvo todo el día esperando la llegada de su chico, pero este nunca llegó. Habían pasado varios días y el omega no aparecía. ¿Habría sido por vergüenza a que lo hayan descubierto? O quizás de plano ya no se sentía tan atraído hacia Seokjin. Esto último puso al castaño triste. Él quería conversar con Jungkook. Pero al parecer no tenía tanta suerte como había especulado.
Limpió la barra, contó el dinero de la caja, le cobró a algunos clientes, vinieron otros y él seguía con los ánimos por el suelo. Cantó algo para relajarse, moviendo un poco sus caderas al ritmo de un baile improvisado. Oyó una risa y se volteó rápidamente para encarar a esa persona. Casi se le cae la mandíbula a Seokjin cuando vio a Jungkook, a su omega. Bajó la cabeza avergonzado, el alfa no era el mejor bailarín del mundo, por lo que no le había gustado hacer ese espectáculo frente del menor.
—Hola, Seokjin. —Saludó el muchacho un poco tímido, pero reprimiendo una risa al recordar los divertidos pasos de baile del alfa. Le había parecido muy tierno.
—Hola... —dijo sin mirarlo. Se le caía la cara de la vergüenza.
—¿Podemos hablar? Es importante.
—Claro. —Caminó hacia la mesa en la que se encontraba el pelinegro para sentarse a su lado— ¿Qué querías decirme?
Jungkook se rascó la nuca nervioso. Ya hasta se le había olvidado el discurso que preparó previamente antes de ir a la cafetería. Estuvo días escribiendo las palabras adecuadas que le diría a Jin. No quería asustarlo con sus sentimientos. Decírselo directamente no traería buenas consecuencias, así que dijo lo primero que se le ocurrió.
—¿Quieres salir conmigo?
—¿Cómo?
—E-es decir... —Rayos, lo había arruinado. La oportunidad se le fue de las manos como mantequilla.
—¿Me estás pidiendo salir a una cita, Jungkook? —El corazón del menor latió apresuradamente. Bajó la mirada cohibido. Sus mejillas se sonrojaron, cosa que era rara en él, pero no podía evitarlo cuando se encontraba cerca de ese alfa tan hermoso.
—Bueno... una cita es algo muy rápido. Quizá una... ¿Salida de amigos?
—Pero no somos amigos. —Suprimió una risa al ver la mueca de miedo en el rostro del omega.
—Es cierto... perdón. Olvida lo que dije. Puedes volver a lo que hacías, no quise molestarte.
A Seokjin le dieron ganas de rodear con sus brazos el cuerpo del pelinegro. Se veía tan frágil, y eso lo enterneció.
—Oye, no te pongas así. Si quieres una salida, primero tienes que ser mi amigo, ¿no? —Kook se notaba confundido, por lo que Jin procedió— ¿Quieres que seamos amigos? Puede que no nos conozcamos, pero nos hemos visto durante un tiempo. Vienes seguido a la cafetería.
—Yo... tú... ¿Quieres que seamos amigos? ¿Es en serio?
—Por supuesto.
—Entonces, ¿Puedo abrazarte?
—¿Qué?
—Eso hacen los amigos, ¿No? Y yo realmente quiero abra... es decir, ser tu amigo. —Desvió la mirada por lo tonto que había sido. Jeon Jungkook no era tímido ni tartamudeaba al hablar. ¿Qué le estaba pasando?
—Hmm... —Fingió estar pensativo ante la potente mirada del chico— Está bien, abrázame. —Extendió sus brazos a la espera del otro.
El menor se levantó, haciendo que Jin lo imitara. Sus brazos aún se mantenían extendidos. Entonces el omega acercó su tembloroso cuerpo al del mayor y escondió su rostro en la curvatura del cuello del castaño, impregnándose de su esencia. Envolvió sus brazos en la cintura de Seokjin, sintiendo cómo este hacía lo mismo. Ambos disfrutaron de aquella demostración de cariño durante un largo tiempo. Mientras, Lalisa los veía con ternura, y se encargó de atender a los demás clientes para no tener que interrumpir el hermoso momento de Jungkook y Seokjin.
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