01
El montón de papeles que anteriormente yacían desordenados en su escritorio ahora se encontraban totalmente organizados, cuidando de que ninguna hoja tuviera alguna esquina doblada. Suspiró, sintiéndose repentinamente cansado. Sus párpados se cerraban por inercia, y decidió terminar con el trabajo del día, oyendo unos toques en la puerta.
—¿Se puede? —dijo un chico alto, entrando a la oficina con seguridad— Ups, ya entré.
—Tonto. —Jungkook rió, alarmándose cuando Yugyeom se acercó peligrosamente a él, invadiendo su espacio personal— Aléjate, Kim. Aunque seas mi jefe no dejaré que me toques.
—¿Por qué? ¿Tengo que esperar a que tu celo llegue para poder tocarte? ¿No crees que es injusto, Kookie? —reclamó frunciendo el ceño.
Kookie...
—N-no me llames Kookie... —Luchó para que su amigo no se percatara de que sus ojos se estaban llenando de lágrimas— No tienes el derecho de llamarme así...
—Aún no me has dicho quién es el único que puede decirte Kookie. Supongo que es un amor no correspondido. —murmuró como si nada, mandándole al azabache una estaca justo en el corazón.
—¿Y qué si es un amor no correspondido? Jamás le llegarías a los talones ni aunque volvieras a nacer. —vociferó molesto, sin importarle que el contrario había empuñado sus manos, dispuesto a atacarlo.
Pero en su lugar, Yugyeom se quedó "calmado".
—¿Eso crees? Entonces tengo competencia, me gusta. —Esbozó una sonrisa que Jungkook caracterizó como maniática— Verás que tarde o temprano terminaremos juntos, lo sé.
—Estás loco. —balbuceó asustado, retrocediendo cada vez que el alfa caminaba hacia él, hasta que la espalda baja del omega chocó con la mesa del escritorio, y fue cuando el menor lo acorraló, poniendo ambas manos en la fría madera— N-no es posible que...
—Oh, mi Jungkook bello. Lo que más amo en el mundo es oírte gemir mi nombre, eso me pone. —susurró en su oído, soltando una carcajada— Te la creíste, bobo. —Se alejó de él, disfrutando de la cara de confusión del mayor.
—¿Qué?
—Sabes que me gustas, pero jamás te haría daño. Soy un imbécil violento y no me mido cuando estoy enojado, pero tú... tú eres la persona de la que me enamoré. Tú...
—Lo siento, Yugyeom. —Se disculpó, interrumpiendo las palabras del alfa— Te he sido sincero muchas veces. Mi corazón...
—Ya tiene dueño. —Completó la frase con un deje de molestia— Lo sé.
—No quiero lastimarte, eres mi amigo. —Lo abrazó por el torso, pegando su rostro en el fornido pecho del menor— Y presiento que estás a punto de entrar en celo...
—¿C-cómo lo sabes? —Inquirió nervioso— ¿Eres adivino o qué?
—Te conozco, y por lo general los alfas son territoriales en ese período de tiempo. No puedes engañarme, tonto.
—Es verdad. No puedo engañarte...
[...]
Seokjin atendía a los clientes con un desgano total. Su alfa se sentía pésimo, y no sabía por qué. Esos días extrañaba como loco a Jungkook. Era raro que le pasara, ya que se había acostumbrado a la ausencia del omega. Esos cuatro años le sirvieron para darse cuenta de su soledad, y no le importaba en lo absoluto estar solo.
—Jin, ¿Puedes venir un momento? —Su amiga Lisa le llamó, echándole dagas por los ojos. Si la mirada matara ya estuviera a tres metros bajo tierra.
El pelinegro caminó cabizbajo hacia la alfa, alzando su cabeza.
—¿Qué quieres, Lalisa?
—¿Qué mierda te pasa, Seokjin? Desde aquí puedo ver tu cara de muerto. No me gusta que trabajes así, Chaeyoung no se merece que le hagas esto. ¡Trabaja bien, idiota!
Y esas palabras bastaron para que el mayor se diera una cachetada interna para así poder reaccionar de una vez.
—Perdón, es que no me siento muy bien... —Su cabeza comenzó a dar vueltas, y creyó que se volvería loco con tanto mareo.
—¿Seokjin? —La rubia se alarmó al ver cómo su amigo colapsaba y caía al suelo, producto de un desmayo— ¡Seokjin! —Se agachó y rápidamente cargó al chico, sorprendiendo a los presentes por la fuerza de bestia que poseía.... Aunque en realidad Jin no pesaba casi nada, pensó ella. Incluso Rosé tenía más masa. Ese detalle alertó a Lisa.
—Amor, ¿Qué pasa? —preguntó Chaeyoung cuando vio la escena— ¿Jin está enfermo?
—Eso creo, Chae. Necesito llevarlo a un médico. ¿Me permites salir un momento, hermosa? —habló mientras observaba el rostro pálido de su mejor amigo.
—Claro, cariño. Lo cuidas mucho. —Le sonrió, enviándole miles de corazoncitos a través de la mirada— Te amo.
—Yo más. —Le dio un casto beso en los labios, dejando a su novia en shock. Se aseguró de aguantar bien las piernas del alfa y salió de la cafetería, rumbo al hospital más cercano.
[...]
El azabache no podía pensar en nada más que no fuera aquel alfa que le robó los suspiros hace cuatro años. Había algo que hacía que su lobo se sintiera inquieto y quisiera regresar a Seúl. Hizo todo lo posible para calmarse, trabajando horas extras en la empresa. Ser el secretario personal de Yugyeom le estaba pasando factura, ni siquiera sabía qué iba a estudiar en la universidad. Pronto cumpliría los veintiún años, y aún seguía pensando qué carrera sería la ideal para él. A esas alturas se quedaría sin estudiar.
—Jeon, te llaman por teléfono. —anunció Yugyeom, entrando a la oficina del ojeroso omega— Jungkook, si sigues así te vas a morir joven. Deja de trabajar tanto, niño.
—Soy mayor que tú, respétame.
—Solo eres unos meses mayor que yo, no presumas tanto. —Recargó su propio peso en el marco de la puerta, mientras miraba divertido al azabache— ¿Qué te pasa, Kook? Estos días te veo preocupado.
—No pasa nada, Kim. Amo trabajar, es simplemente eso. —Terminó de emparejar los papeles, sintiendo que sus ojos se cerraban por sí solos.
—¡Hey! Cuidado, te puedes caer. —Rápidamente fue hacia el más bajo de altura, aguantando su frágil cuerpo— Mírate, estás más delgado cada día. ¿Por qué te haces esto? —habló con la voz rota, su interior se desgarraba cada vez que veía al omega tan deprimido y triste. Sabía por experiencia que cuando eso pasaba, trabajaba día y noche sin parar, exponiéndose al peligro de la desnutrición.
—Estoy bien. Déjame. —Forcejeó con el menor, alejándose de sus brazos— Creo que ya me voy a casa. —Dio dos pasos, trastabillándose con la mesa— Ah, espera. ¿Quién dices que me llama por teléfono?
—No tienes remedio, Kook. —Revolvió su cabello cariñosamente— No sé, pero es una chica que dice que es urgente. Ni siquiera mencionó su nombre. Supongo que es importante.
—Entonces voy a ver quién es. —Jungkook le sonrió levemente y salió de allí con dificultad, haciendo una nota mental de que más tarde debía tomarse una pastilla para el dolor de cabeza. Agarró débilmente el teléfono, poniéndolo en su oído— ¿Diga?
—¡Jeon Jungkook!
—Soy yo, ¿Quién habla? —Alzó una ceja por el tono de voz que había usado aquella chica que no conocía o creía no conocer.
—Probablemente no te acuerdes de mí. Soy amiga de Seokjin.
En cuanto el omega escuchó ese nombre, su corazón dio un vuelco doloroso y a la vez comenzó a latir desmesuradamente. Abrió los ojos a más no poder, mordiendo su labio inferior para aguantar los sollozos que amenazaban con salir desde su garganta.
—¿Jungkook?
—Perdón, me quedé pensativo. No sé quién es Seokjin, lo siento.
—¿Cómo que no sabes? No pudiste haberte olvidado tan fácil de él. Yo sé que estás mintiendo, Jeon. Y te advierto que no juegues de esta forma. Le rompiste el corazón a mi pobre amigo, ¡Y por tu culpa el muy imbécil sigue soltero! ¿Sabes lo que significa eso a la edad que tiene? ¡Te juro que si no vienes a Seúl ahora mismo, te voy a ir a buscar y te asesinaré, conejo estúpido!
De seguro esa chica con voz chillona era Lalisa. Jamás la olvidaría.
Esperen, ¿Acaso había dicho que Jin estaba soltero?
—No sé de qué hablas, voy a colg...
—Seokjin está muy mal, Jungkook. —Su voz se apagaba con cada palabra que decía— Él te necesita a su lado. Su alfa no le deja estar con otro omega que no seas tú. Por favor, vuelve a Seúl.
—Estás hablando con la persona equivocada. Adiós. —Y colgó, aún sin poder asimilar toda la información que Lisa había soltado de golpe. ¿Por qué el lobo de Jin lo querría a él?
Tapó su boca con ambas manos, entendiéndolo todo. La única respuesta a esa pregunta era lo que tanto había deseado durante esos años que estuvo alejado de su país de origen.
—Hyung....—Susurró, cayendo de rodillas al suelo— Perdóname, Jin hyung. No puedo...
Y con los recuerdos de un hermoso chico que le sonreía sólo a él, comenzó a llorar, dejando caer sus saladas lágrimas en la fría losa. Más tarde se arrepentiría de ello, pero Kook decidió no ser egoísta y hacer como si esa llamada no se hubiera concretado.
[...]
La alfa rubia no lo creía, ¡Le había colgado! Después de haberse ido del país e ignorar los sentimientos de Jin, no le bastó y ahora se hacía el que no sabía nada. Porque Lisa estaba segura de que Jungkook huyó de la situación de una forma vil. ¡Y ni tan siquiera le había preguntado cómo consiguió el número de la empresa en la que trabajaba! De recordarlo, ya le daba dolor de cabeza.
—¿Lisa? —El mayor recobró la conciencia, sentándose lentamente en la cama del hospital— ¿Dónde estoy? —cuestionó, mirando a su alrededor como si estuviera en otro planeta.
—Tonto. —murmuró decepcionada. Ella pensó que Jungkook sería más comprensivo, pero se daba cuenta de que Seokjin ya no significaba nada para él, y eso dolía— Imbécil, idiota, estúpido...
—¿Por qué me dices todo eso? —preguntó con confusión, su corazón latiendo con preocupación al ver que su mejor amiga se lanzaba hacia él, dándole un abrazo de oso, tal y como lo hacían de pequeños— ¿Qué pasa, Lalisa?
—El amor duele, idiota. —susurró contra su cuello. Aunque esa situación no tenía nada que ver con ella, le dolía porque su mejor amigo estaba involucrado. Lo que menos quería era que sufriera por amor. La rubia ya sabía por experiencia que la sensación era horrible.
—¿Peleaste con Chae? ¿Qué hablamos de gruñirle a todo el que se le acerca? Ya te dije que....—Fue interrumpido por la voz de la menor.
—Tenemos que buscarte un omega.
—¿Qué?
—No puedes estar así. El doctor dijo que tu alfa se siente solo. Aunque no entendí muy bien lo de que no acepta a cualquier omega, pero eso se solucionará. Verás que tendrás al chico más bonito de todo Seúl.
—Hey, hey, espera. Yo no quiero un omega. Estoy bien sin pareja.
—¿Bromeas? Nadie está bien sin pareja, al menor necesitas a alguien para que esté a tu lado.
—¡Lisa! —reclamó frunciendo el ceño— No necesito a nadie.
—Seokjin, mírame bien. —Achicó los ojos para darle más emoción al ambiente— Sabes que no podrás estar soltero toda tu vida, tienes que olvidar a ese chico y rehacer tu vida.
—Pero mi lobo no desea a nadie más.
—¿De qué hablas? El viejo ese que te atendió dijo lo mismo. ¿Qué significa eso?
—Digo que mi lobo no desea a otro omega que no sea Jeon Jungkook.
—¿Entonces es verdad? ¿Por culpa de ese mocoso no puedes fijarte en nadie más? —suspiró al ver la negación del contrario.
—Jungkook es la persona con la que quiero estar, el omega que elegí para que sea mi compañero. —admitió con un leve sonrojo en sus mejillas, siempre le pasaba aquello cuando pensaba en el chico.
—Pero fuiste tú el que se negó a esos sentimientos.
—Lo sé, siempre me arrepentiré de haberlo dejado ir.
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