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Epílogo - Narración

PERDONEN A ESTE ALMA HERMOSA SI ES UNA MIERDA DE NARRACIÓN/FINAL:(

Denme love que yo sólo estaba por aquí de paso;-;(?)

(Sigue sin gustarme una mierda este principio, woa tirarme por un puente bais.)

~~~∆∆~~~

Ya estaba hecho; no había vuelta atrás. Aquella carta que tanto pavor me daba escribir y entregar, estaba ya en manos de su dueño. La misma carta que daría punto final a nuestro propio contacto.

Mentiría si dijera que no estoy destrozado, porque lo estoy y mucho, pero sufrir doblemente es menos efectivo. Tener que sufrir por amor no correspondido y encima por escribir cartas que entrego a escondidas, creo que no es del todo saludable.

Pero bueno, lo hecho, hecho está. No hay más vuelta hacia atrás, y por ese motivo, es por el que no he ido a clases después de dejar la carta en el sitio de siempre.

Lo sé, lo sé; pensaréis cosas como "cobarde", "échale huevos", "eres un cagao"... o cosas así. Pero ¡es que no es fácil decirle a alguien que te gusta así como así!

En fin, la cosa es que al final he vuelto a clases porque esta mañana mi propia madre me ha amenazado. Tal cual. Me dijo que si no me levantaba e iba a clases otra vez, me quitaría mi PS4, ¡y eso no se toca!
Hasta me trajo ella misma en coche para estar aún más segura; ni que fuera un delincuente por faltar a clase un par de días.

La verdad es que el día ha transcurrido bastante ligero.

La primera hora me la pasé durmiendo en la parte de atrás, la segunda hora estuve hablando con el único que considero mi amigo en clase, la tercera hora estuve en la enfermería porque me dio un bajón de azúcar, y aquí estoy ahora en el descanso, sentado en una mesa con el mismo chico que lleva hablando todo el día sin parar.

— Pero es que entonces cuando le dije "que no te cuesta nada, pedazo de memo", ¡va y me suelta que soy idiota y me deja allí tal cual! Me quedé súper indignado porque ni que le hubiera pedido el cielo sabes, que también me lo podría haber dado, porque es que yo me lo merezco, pero vamos, que vaya un desagradecido. Y el otro día también...—

— Vale, a ver... para... espera... ¡Yuta que te calles la puta boca un rato ya, joder!—

— Bueno eh... también podrías pedirlo de una forma más agradable. No sé qué le pasa a todo el mundo últimamente conmigo; no hacen más que chillarme. El otro día...—

— Que estrés de vida...—

Y como era de esperar, estuvo hablando durante todo el descanso.
Hubo un momento en el que le dije que tenía que ir al baño, que si se podía esperar un poco. ¡Y en vez de callarse vino conmigo a mear mientras me contaba más cosas!

Menos mal que me cae bien, creo que sino ahora mismo estaría enterrado bajo tierra.

Por suerte o por desgracia, las siguientes dos horas también tenía clase con él. Nos mandaron al pasillo tal vez tres veces, pero él parecía contento de poder hablar con alguien.

Vino de intercambio hace poco, y por lo visto yo fui la mejor opción. Normal, quién no me querría cerca a parte de Jimin. Por favor, que hablamos de mí.

— Oye ¿quieres que te pase los apuntes de estos días?— Algo bueno de él es que al menos no solamente habla mucho, sino que también sabe apuntar lo necesario en cada clase.— Como has tardado tantos igual quieres saber lo que hemos avanzado—.

— Pues... la verdad es que si me los dejas me harías un gran favor... Sólo me faltarían otra bronca de mi madre por suspender—.

Y así es como pasé la última hora de clase; copiando apuntes.
La profesora de matemáticas había faltado y tuvimos esa hora libre porque no nos dejaron irnos a casa. No entendimos el porqué, pero tampoco preguntó nadie la razón.

A eso de una media hora o por ahí, llamaron a la puerta. Yuta y yo seguíamos a lo nuestro, hasta que se hizo el silencio en la clase y escuché que me llamaban en voz del profesor de guardia.

— Jeon, te llaman a ti. Sal ahora mismo y deja de revolver el aula—. Lo mejor de todo es que había silencio y ojos apuntándome en todo momento. Me sentía tan incómodo que no miré ni quién estaba en la puerta; salí corriendo como alma que lleva el diablo.

Al salir y cerrar la puerta de clase, comencé a caminar por el pasillo con todos los nervios que mi cuerpo podía contener, pensando en qué razones habría para llamarme desde... Desde no sabía dónde.

Paré en seco justo en ese mismo momento. El momento en el que me di cuenta de que no sabía dónde tenía que ir.
Y fue ahí cuando escuché la voz de la persona que me hizo salir de clase.

— Se te ve con prisas—. Me giré para mirarlo y así preguntar la razón de mi llamado, pero cuando le vi la cara me olvidé completamente de cómo se hablaba. Más cuando me saludó y me sonrió.— Hola—.

— Emah yo eh... ah... es-esto eh... ah...— Estaréis pensando "¿qué cojones dice ahora este subnormal?" Bueno, pues ni yo sabía qué salía de mi boca en ese momento; mi cerebro no terminaba de asimilar lo que mis ojos estaban viendo.

Con tantas prisas y tantos nervios, no me había parado a pensar sobre el dueño de la voz, o más bien, sobre el dueño de todo lo que me acaba rodeando sin saber ni cómo.

— Vaya, entendí todo lo que dijiste. Está clarísimo, tienes toda la razón en todo—. No lo hizo, pero pude ver que se estaba aguantando una risa a carcajadas detrás de ese sarcasmo.

— Si puedes ser sarcástico conmigo, seguro que también eres capaz de reírte—. Las palabras me salieron solas de repente, y tan pronto como me di cuenta, me llevé las manos a la boca y empecé a sentir un calor descomunal en la cara.

Y entonces sí que se rió.
Es normal, hasta yo me reiría de no ser el protagonista de las risas.
No es tan divertido vivirlo como verlo.

Estuvo riéndose tanto tiempo que incluso temí por ser descubiertos en mitad del pasillo, así que reuní tanto valor como pude para agarrar su muñeca y tirar de él hasta los baños que estaban al final del pasillo.

— Podrías parar de reírte ya, tampoco he dicho nada gracioso...— Comenté en voz baja y con un breve puchero mientras cerraba la puerta del baño.

Él se seguía riendo, y cuando me giré, estaba llorando. ¡El idiota estaba llorando de la risa! ¡Y a mi costa!

— ¡Deja ya de reírte, jope! No es justo, no es gracioso...— Me empezaba a sentir un poco mal. Podía llevar tranquilamente riéndose como quince minutos sin parar.

Era tan cruel para mi pequeño corazón, que me metí en un cubículo, tranqué la puerta, y me senté en la tapa del váter para no llorar delante de él.

Quiero decir, yo no lloro ¿vale? En realidad me estaban sudando los ojos y yo me escondí para secarmelos con papel.
Nada fuera de lo común.

Al poco rato dejé de oír sus risas y lo que escuché fue una puerta cerrándose. Pensé "¿Se habrá ido?" "¿De verdad se fue y por mi culpa se fue al garete esta oportunidad?"

Pero mis pensamientos fueron olvidados en cuanto escuché una voz sobre mi cabeza y pegué un brinco tan grande como si fuese un canguro.

— ¿Estás cagando?—

— ¿¡Pero tú eres tonto!? ¿¡Cómo cojones voy a estar cagando contigo ahí!? ¡Me cago en diez, que susto, joder!— ¡¡Casi me muero y lo que se le ocurre preguntar es que si estoy cagando!! Tranquilo Jungkook, no chilles. Relájate.

— Tranquilo hombre, puedes cargar si quieres. Yo no miro.

— ¡Pero que no quiero cagar! Además, estás subido al váter de al lado para mirar por encima de la pared. Visión no te va a faltar desde ah... ¡quiero decir! Em, esto... Ehh...— Bueno Jeon, puedes irte ya y cavar tu propia tumba para que esté muy, muy honda. Es que soy tontísimo.

— ¿Lo dices porque soy gay?—

— ¡No! O sea... ¿Sí? Yo... no lo sé...—

Estaba a punto de llorar otra vez, y no iba a hacerlo mientras le miraba a la cara; ante todo dignidad.
Así que me volví a encoger sobre mí mismo para hacerlo, pero esta vez bajándome del váter y sentándome en una esquina.

Lo más bochornoso no era llorar delante de él, no. Lo peor era que ni siquiera había sonado enfadado ni nada, ¡y seguía ahí asomado mientras yo lloraba! Que indignante; muy triste todo.

Pero bueno, tampoco duró mucho porque de repente desapareció para ver unos pies detrás de mi puerta y escuchar un par de golpes flojitos.

— ¿Puedes abrir? Por favor—.

Ya me había visto de las peores formas posibles en menos de una hora, qué más daba abrirle la puerta.
Entró y volvió a cerrar detrás de él; se sentó enfrente mío y me quitó los brazos del regazo en el que me escondía.

Estuvo agarrándome las manos y haciendo círculos en las palmas hasta que me tranquilizó y comencé a jugar con sus dedos.

Eran pequeños, mullidos y suaves; era entretenido en el fondo, la verdad. Nunca había estado con él y hoy no quería que se rompiera el momento y se fuese de nuevo para volver a la misma situación.

— ¿Estás mejor ahora?— Preguntó con voz calmada y suave sin quitar sus manos de entre las mías.

— Mhm...— Asentí sin ganas de hablar. Pero eso duró poco al acordarme de que me había sacado en mitad de clase.— ¿Dónde tenía que ir? Me sacaste de clase porque me habían llamad...

— En realidad —, me interrumpió.— me inventé que te llamaba el director porque el de biología se quejaba de que la de lengua dijera que la de inglés te aprobaba siendo un vago.

No me quedó muy claro quién me llamaba, pero entendí que, más o menos, nadie me llamaba en realidad.

— Quería hablar contigo antes de que escapases de nuevo—. Debió darse cuenta de que no sabía a qué se refería a través de mi cara de póker.— Has estado faltando a clases varios días y no volvías para poder conversar contigo.

— Pero si no me conoces. Es decir, igual de vista... o alguna fiesta... Por favor, dime que no te acuerdas de mí por una fiesta—.

— No fue por una fiesta—.

— Uf, menos ma...

— Es por algo más anónimo—.

¿Qué? Me quedé helado.
Lo único anónimo que yo había hecho con él fueron los besos y las cartas.

Y eso no podía ser.

— Te estarás confundiendo de persona, seguro que es eso—.

— Mmm... Creo que no. ¿No eras tú el que siempre iba a la enfermería? ¿O no eras al que le gustaba mi letra en la pizarra? ¿O el que se hace llamar anónimo en cartas muy bonitas con una letra que me encanta?—

Casi me tiro por la ventana del baño. Y ni siquiera entro por ella.
Pero no lo hice; me quedé sentado donde estaba como si fuera una estatua de piedra.

¿Qué habría que hacer en una situación así? Seguro que cualquier cosa que no fuera idea mía.

— ¿Sa..bes  mi n-nombre?—

— ¡Claro que sé tu nombre, Jungkook! Si no lo supiera no habrías podido salir de clase—. Bueno, eso era verdad. Habiendo mil cosas que preguntar, sólo se me ocurrió la más obvia. Un aplauso para el tonto; gracias.

— ¿Por qué estás aquí?—

— Porque no me ibas a escribir más cartas—.

— ¡Pero dije que me iba a alejar de las cartas y de ti! ¿Has venido sólo porque querías que te escribiera mis días en cartas para leerlas? Porque no quiero hacerlo más—.

La atmósfera tan bonita que no quería que acabase, lo había hecho.
Y todo por las cartas que se me ocurrieron empezar. Que buena mi gran suerte.

— En realidad no venía a pedirte que siguieras mandándolas— Oh, genial, entonces quiere que no le diga nada nunca más...— Quiero ser ahora yo el que hable y diga lo que piensa; no tú. Quiero que me escuches hasta el final—.

Me había quedado, literalmente, sin palabras. No dije nada; simplemente me quedé callado a espera de su dulce voz incluso en situaciones tan comprometidas como estar dos personas sentadas en el suelo dentro de un mismo cubículo de baño.

Antes que nada, quiero que sepas que siento muchísimo todo lo que has pasado. Quiero decir, en tus cartas me decías tus sentimientos. Hablabas de tu dolor, de tu felicidad, de tus alegrías. Me decías lo mucho que te gusto o gustaba y lo tanto que sufrías al verme de lejos; pero yo no hacía nada. No sabía cómo actuar. Si me acercaba a ti de la nada un día porque sí, quedaría muy raro. Y tampoco sabía qué debería de haber dicho en caso de ayudar. Sabes, creo que tú no te dabas cuenta, pero yo también te miraba a lo lejos. Yo sabía quién eras, Jeon Jungkook—.

Estaba... frío. Me sentía frío y no tenía claro si era por estar sentado en el suelo o por lo que escuchaba. Quería preguntar, llorar, chillar, abrazarle; quería hacer tantas cosas en ese momento que ninguna fui capaz de cumplir.

Seguí ahí sentado frente a él, escuchando todo lo que quería sacar de su interior y compartir conmigo.

Jungkook, ¿te acuerdas de esas fiestas en las casas de los de tercero? En la primera fiesta te vi y estabas tan precioso, que no pude evitar querer acercarme tanto como fuera posible. Y así fue, porque tampoco te negaste mucho a besarme cuando lo hice.
¿Y la de disfraces? Ibas de conejito esponjoso; muy lindo para cualquier persona que te mirase con buenos ojos. Aunque debo decir que agradecí de gran corazón el que me llevases en taxi.

- Yo de verdad no quería herirte, Jungkook. Cada vez que leía tus cartas, sentía un remolino de sentimientos en mi interior hasta el punto de volverme loco.
Me sentía feliz y triste al mismo tiempo, tenía ganas de reír en unas y de llorar en otras; no podía ni controlarme a mí mismo porque tú me volvías loco. Me vuelves loco.

- Quiero reír y llorar contigo. Quiero abrazarte y besarte en cualquier momento y sin ningún​ problema. Quiero estar contigo las veinticuatro horas del día, y cuando leí tu última carta, sentí cómo se me escapaban todos mis deseos y sueños.

- Me di cuenta de que, si quería todo eso contigo, tú estabas ahí dispuesto. Me di cuenta de cuán estúpido estaba siendo al no hacer nada, al quedarme quieto y viendo cómo poco a poco te podías estar escapando de mi alcance.

- Quise sacarte de tus clases desde el primer momento en el que te vi esta mañana, pero no me veía con fuerzas y lo he ido aplazando poco a poco hasta ver que sólo quedaban dos clases.
Quería hacerte salir de tu zona de confort para poder decirte que me gustas; que me gustas mucho y que he sido un completo imbécil por no decirte nada y aprovecharme de tus cartas para ser el único satisfecho de los dos.

- Jungkook, me gustas. Por favor, perdona a este tonto sentado en el suelo del baño enfrente de ti, por no haber sido lo suficientemente valiente como para decírtelo en voz alta y hacerte llorar incluso en momentos como el de ahora—.

No fui consciente de mis lágrimas cayendo y empapando mis mejillas hasta que una de sus manos se posó en mi cara para limpiarlas.

En ese momento era yo el que tenía un torbellino de emociones en su interior y no sabía cómo controlarlas.

Pero en todo lo bueno, hay un final.

El timbre del término de las clases estaba sonando y grupos de chavales entraban al baño para sus "descansos de tios".

Empecé a secarme la cara rápidamente cuando alguien intentó abrir la puerta de nuestro cubículo y me levanté para salir de allí, pero cuando quise hacer el amago de pasar por su lado y decir algo, fui callado estrepitosamente.

Jimin me estaba besando.

Besando en la boca.

Sin ninguna gota de alcohol en su organismo.

¡Estaba besándome con Jimin en el baño con gente dentro!

Mami, te juro que yo era un medio buen niño antes, pero esto es mejor que portarse bien.

Mentiría si dijera que no seguí el beso, porque lo seguí. Joder que si lo seguí. Podía sentir su lengua con la mía pasear por toda la boca y oír los chasquidos que hacían.

Lo que no entendía es cómo los que estaban fuera de nuestro cubículo no se enteraban.

En otro momento, me habría quejado de lo largos que podían ser los cinco minutos de descanso, pero en ese momento, fueron como dos segundos muy rápidos.

El baño se había vaciado de nuevo y el timbre para entrar en clase ya había sonado. Pero nosotros estábamos ahí de pie.
Yo con mi espalda pegada a la pared; Jimin con su frente apoyada contra la mía; nuestros ojos conectados, y nuestra rápida respiración chocando con cada bocanada de aire.

Ese beso había sido mil veces mejor a cualquiera que me hubiese dado con él en fiestas.

— Por favor... espera...— Me dijo en suspiros. No tenía casi aire ni para respirar. Ninguno de los dos lo tenía.

— Eso me lo tendrías... q-que haber dicho antes de besarme...—

Estaba feliz.
El beso había sido un impulso suyo, no mío, y eso me hacía sentir muy feliz. Hizo desaparecer todos mis malos pensamientos con un solo beso.

Porque esa era la influencia que podría llegar a tener, solamente Jimin, en uno de mis momentos de crisis.

— Ya, bueno, pero si te lo decía no tenía tiempo para besarte antes de que salieras—. Separó su cuerpo del mío y bajó sus manos desde mis codos hasta sujertar mis manos.— Además, tampoco era plan de confirmar en alto que sí había más gente en el baño...—

Y tenía razón, no hacía falta que supiesen quiénes estábamos. No era necesario que hubiese intenciones de gente agena para fastidiarnos el momento.

Faltamos también a la siguiente hora de clase. Nadie nos buscó ni preguntó por nosotros, algo extraño, pero tampoco nos preocupamos por ello.

Volvimos a sentarnos en el suelo del mismo modo pero con la diferencia de estar sentados más juntos en vez de alejados, hablando de muchas cosas y a la vez de ninguna importante.

De una forma u otra, al poco tiempo de hablar acabábamos volviendo a besarnos: a veces superficiales, otras profundos, otras suaves y lentos... El tiempo no era algo preocupante para nosotros en ese momento.

Hubo un momento en el que nos quedamos callados ambos. Yo mirando y jugando de nuevo con sus manos, y él mirándome a mí.

Estaba todo en silencio y tranquilo hasta que él volvió a hablar.

— Quiero salir contigo—.

Y aquí es donde todos, hasta Jimin, esperáis una respuesta.
Pero de lo único que fui capaz de hacer, fue un ruido ahogado parecido a un "¿Qué?"

Eso. Salir juntos como novios. Quiero que salgas conmigo y seas mi novio ahora y siempre—. Después de una pausa breve, agregó con velocidad:— Sólo si tú quieres, claro. Vamos, que si no quieres puedo entenderlo, por supuesto. Lo único que pensé que sería buena idea o algo por el estilo porque quiero estar contigo y ent...

No pudo acabar de hablar porque volví a besarlo. Pero no como antes, sino con más sentimiento si era posible.

Lo besé con parsimonia y emoción, como alguien queriendo transmitir su interior hacia otra persona.

Y eso era lo que yo quería hacer.
Porque yo también quería estar con él. Porque lo que no pensé que sucedería, sucedió.

Porque todos los besos eran reales, igual que las palabras.

— Sí—. Susurré sobre sus labios.— Sí que quiero salir contigo. Estoy yo como para rechazarte a ti...—

Y después de sonreír juntos, me volvió a besar y abrazó como cuando un niño conoce por primera vez a un cachorro de perro.

Y eso es lo que se me vino a la mente en aquel momento; que Jimin era como un cachorrito que buscaba cariño y amor en aquel cubículo tan poco espacioso.

Al volver a casa mi madre me riñó por saltarme clases, pero me dio tan igual, que no supo si castigarme o abrazarme por verme llegar tan contento a casa después de todo lo que tuvo que soportar.









Fin porque comieron felices y tuvieron perdices de mascota. c:

~~~∆∆~~~

Wenoh diah hemteh(?)

En realidad en mi país son las 01:22 de la madrugada xddddd
Que responsable que soy cuando mañana tengo clases (?

Bueno, sé que esto es un epílogo y que en teoría son cortos y tal Pascual, but es mi epílogo y lo hago como quiero >:'c

Y QUISIERA PEDIR MIL DISCULPAS PORQUE HE TARDADO MUCHO, I KNOW
but tuve mis razones y problemas y ;-;
I'm so sorry😢💔

No sé si ha estado a la altura de lo esperado o es tan mierda como yo creo que es ;-; pero lo he intentado vale dgnm ;__; /c ba a iorar legos a su eskina/

Siento mucho si esperaban más salseo(?) pero quería que mi fic siguiese siendo algo "lindo" dentro de lo que cabe😅

También me gustaría decir que, en el tope pone que se lo dedico a RikaAyanami, pero también quisiera dejar claro que se lo dedico a Jhonson_Aza porque sé que lo lee desde lo oscurito y me hacía ilusión bicos I still love you esposssa;;;;

Y bueno, esta nota final me está quedando muy larga así que por aquí lo voy a ir dejando mientras voy a deprimirme yo sola escuchando Tattoo porque u nou Verónica que estoy enganchada🙄🙄

Muchísimas gracias a todxs por leer y aguantarme desde el primer capítulo, I hope you enjoyed it, bye.

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