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𐙚 ꒱ Capítulo O1: Sí, madre.

Los pasos suaves de tacón del omega de cabello morado resonaron contra las escaleras de madera, una expresión de fastidio se había instalado en su delicado rostro desde que abrió los ojos hace algunas horas, pues finalmente era ese día tan poco esperado para él, pero tan ansiado para su entusiasta madre.

El día de su debut en sociedad.

Había cumplido diecisiete años hacía una semana, no había podido disfrutar de su celebración de cumpleaños apropiadamente antes de que su madre, con sus propias ideas impuestas, le informara al omega que había llegado a la edad más conveniente para contraer matrimonio, indicó de manera apasionada que, dado su estatus como hijo de un prestigioso duque así como su floreciente belleza, sería capaz de atrapar a un buen alfa.

Su madre había intentado toda la semana endulzar su oído, afirmando que no tendría inconveniente en encontrar un gran alfa así como hizo ella misma, que se había casado con su padre estando completamente enamorada, cosa que no veía posible pues según su criterio, todos los alfas eran como bestias, percibiendo a los omegas como carne fresca que degustar entre sus fauces, o tal vez lindas muñecas que les dan hijos.

Intentando eliminar esos pensamientos de su cabeza, bajó las escaleras hacia el salón, allí le esperaba su familia, su madre, su padre y sus cuatro hermanos, tres menores y uno mayor que él por algunos años, era un alfa y aunque era un poco sobreprotector, se llevaban francamente bien.

Además de él mismo, su hermano era el más disgustado con todo el tema de su debut, desde el anuncio lleno de emoción de su madre, él se mantenía con la misma expresión de constante aversión, contrario a su hermano menor Sunoo, el cual parecía sentir envidia, el omega llevaba años fantaseando con su propio debut en sociedad, no parecía entender la indignación de sus hermanos con respecto a ese tema.

- Buenos días, florecita. -saludó su progenitora con voz melosa, portaba un vestido simple de colores claros, sus manos con cortos guantes blancos sostenían una taza de té azul pastel, en la misma un líquido verdoso, parecía ser té de hierbas.

- Buenos días, madre. -respondió con una ligera reverencia, sus dos hermanos pequeños estaban enfrascados en sus juegos con bloques de madera, ambos sentados en el suelo, por lo que ni siquiera notaron su presencia, su padre sostenía un libro y solo levantó la vista para sonreír y saludar.

- Buenos días, ¿cómo te sientes? Hoy es tu debut. -mencionó el alfa de hebras azabache, ojos marrones y piel pálida, en sus labios una expresión muy afable mientras miraba a su hijo con cariño, Jungkook hizo una mueca mientras se acercaba a su padre y le extendía los brazos como un bebé mimado.

El hombre emitió una risa baja mientras se levantaba del sofá y tomaba a su hijo omega en brazos, el pelimorado se relajó en brazos de su padre, absorbiendo su aroma a madera, su lobo ronroneó, amaba a su padre, ojalá todos los alfas fueran como él, sabía que sus padres se amaban desde el día que se conocieron, su madre siempre narraba con cariño aquellos recuerdos de cuando se vieron por primera vez. Sin embargo, Jungkook sabía que probablemente su padre era como una perla entre las ostras, una rareza difícil de encontrar entre miles de alfas lujuriosos y groseros.

Aunque su actitud hacia el debut era de desagrado, en lo más profundo de su corazón, anhelaba un amor de verdad, como el de sus padres.

Suspiró resignado, probablemente nunca lo amarían de aquella manera, cada alfa que conocía superaba con creces al anterior, con sus actitudes narcisistas, desprecio hacia las demás castas por considerarlas "inferiores" o constantemente agresivos hacia los demás. Por completo alejados del concepto del romanticismo clásico.

Y él amaba el romanticismo

Habiendo crecido junto a padres que se aman con sinceridad, desde que era tan solo un niño, había aprendido lo que era el romance, el querer y el como debía de verse un amor real, dulce y sano. Al menos, en su mente, así debía de ser. Había afianzado esta idea gracias a su pasión por los libros, se podía pasar horas y horas perdido entre las letras negras de aquellos libros de tapas viejas y gastadas por la cantidad de veces que sus pequeñas manos los habían abierto para devorar una vez más sus páginas.

Jungkook soñaba con un alfa romántico, cariñoso, amoroso y amable, uno que supiera qué decirle y el como tratarlo con respeto.

Lo que menos imaginaba a aquella corta edad era que los alfas no eran así, al menos no en su mayoría, no podía ni llegar a sospechar que casi todos aquellos alfas eran groseros, irrespetuosos y prejuiciosos, creyendo que sólo por ser un de la casta "superior", tenías más derecho que las demás castas, mas que los omegas, a quienes solo veían como un trofeo bonito que le provee hijos.

Lo entendió finalmente a los quince años, el día de su cumpleaños, cuando un alfa un par de años mayor que él, el cual era hijo de uno de los amigos de su padre, tuvo la intención de cortejarlo incluso antes de su debut, Jungkook se negó, su mente aún repleta de sus libros y de su creciente interés por la pintura.

Ese joven alfa, que hace unos minutos era amable y respetuoso, repentinamente se enfureció y lo golpeó, mandando al omega al suelo, lejos de dejarse intimidar por un cuerpo más grande que el suyo, Jeon le devolvió el golpe, al final, ambos se enfrascaron en una pelea que los terminó dejando a ambos con moretones y rasguños, además de la pérdida total de su vestido favorito color lila a causa de las manos de ese alfa que rasgó la hermosa falda.

Suspiró suavemente y salió de sus pensamientos, se apartó de su padre e intentó darle una sonrisa tranquilizadora, que se deformó en una mueca extraña, sus ojos demostrando su obvia resistencia.

- Estoy bien, padre, muy emocionado. -dijo casi con tono sarcástico, el alfa azabache emitió una risa suave y despeinó el cabello perfectamente arreglado del omega.

- Querido hijo, ambos sabemos que no estás para nada emocionado por tu debut. -dijo el azabache con una sonrisa suave, se escuchó un resoplido proveniente de su hermano mayor, un alfa de veintiún años, cabello azabache del mismo tono que el dee su padre y ojos color miel como los de su madre, era bastante guapo, además, Jungkook tenía conocimiento de que era un soltero codiciado por los omegas.

- No es el único. -murmuró, pero todos en el salón lograron escucharlo, incluyendo a Sunoo, que se encontraba un poco alejado de ellos, mirando por la ventana hacia el jardín, el omega de cabello azabache miró a su hermano brevemente antes de caminar hacia ellos con gracia, su madre frunció el ceño y soltó un suspiro cansado mientras tomaba un sorbo de su té, su cabello rubio cayendo gracilmente por su espalda-. Es que, madre, ¿en serio pondremos a Jungkook en medio de todos esos desagradables alfas cuarentones ansiosos de carne joven? -dijo frunciendo el ceño, su expresión llena de resistencia hacia la idea.

- Cariño, no todos los alfas son cuarentones, habrá buenos partidos en el baile debut. -dijo la mujer rubia con una expresión suave pero ojos cansados, había tenido esta misma conversación a lo largo de varios días y parecía exhausta de repetir lo mismo múltiples veces.

- Pero la mayoría lo serán e incluso si no lo son, sabes muy bien que ningún alfa tratará correctamente a mi hermano, madre. -dijo con rabia, cruzó los brazos sobre su pecho y miró a sus padres, Jungkook se mantuvo al margen de la conversación, no es como si pensara diferente que su hermano mayor.

Sunoo se sentó en el sofá en el que su padre se encontraba sentado hace unos momentos mientras se mantenía en silencio, sus ojos marrones pareciendo interesados en el tema, un delicado vestido azul pastel cubriendo su delgado cuerpo, su piel un poco pálida, preocupando a Jungkook pues sabía que su hermano menor era algo enfermizo.

- ¡Ya, Yeonjun! -exclamó repentinamente la mujer omega golpeando la mesa donde tomaba su té con su mano enguantada, causando que todos los presentes en la habitación, excluido su padre, se sobresaltaran ligeramente por la repentina acción de la mujer normalmente suave y amable.

- Escucha a tu madre, Yeonjun. Nuestra florecita estará bien, no es necesario que encuentre un esposo enseguida. -dijo su padre hacia su hijo mayor, soltó un suspiro y se sentó nuevamente en el sofá junto a Sunoo, quien le hizo un espacio, mientras tomaba su libro en mano.

- Además, Jungkook, quítate el tinte del cabello ¿por qué siempre te pintas el pelo? Se te ve mejor el rubio natural, cariño. -dijo su progenitora tomando un sorbo de té, su mirada pasó de suave a una más dura haciendo que el lobo de Jungkook lloriqueara en su pecho, no le gustaba que sus padres estuvieran molestos con él, era un instinto propio de los omegas buscar la estabilidad de su familia.

- Sí, madre. -dijo simplemente, su hermano Yeonjun resopló y salió de la habitación dando pasos fuertes, sus dos hermanos menores Soyeon y Seungmin miraron a su madre por un momento antes de mirarse entre ellos y encogerse de hombros para luego seguir jugando en el suelo con sus bloques de madera, haciendo pequeños ruidos mientras de vez en cuando reían en cuanto los bloques caían o alguno decía algo divertido.

Jungkook suspiró, desde que su madre mencionó lo de su debut, esta clase de discusiones entre su hermano mayor y su madre eran comunes, él solía quedarse al margen, al igual que Sunoo, mientras que su padre era el único que intentaba mediar entre ambos haciendo el ambiente menos pesado a la hora de las comidas o reuniones.

- Compré un hermoso vestido para ti, cielo. Deberías verlo. -dijo la omega de hebras rubias con una sonrisa suave en sus labios, tomó un sorbo de su taza de té ya casi vacía, sus ojos miel fijos en el pelimorado.

No pudo evitar que su lobo se emocionara en su pecho, a él le gustaba otra cosa además de los libros y la pintura: verse bonito.

Era un gusto que había heredado de su madre, lamentablemente, él amaba lucir bien, no para nadie más que él mismo, verse al espejo y admirar lo bien que se veía, era como un ritual entre él y su lobo.

Su madre lo sabía perfectamente, y tal vez lo estaba usando a su completo beneficio, tentándolo con un bonito vestido, accesorios costosos y la posibilidad de ser el omega más bonito de la temporada.

- Lo revisaré más tarde, madre. Gracias. -dijo finalmente luego de unos segundos de silencio, la omega asintió satisfecha y se sirvió un poco más de té. Koo se abstuvo de hacer una mueca y simplemente se sentó para comer su desayuno, su hermano menor Sunoo pronto comenzó a parlotear sobre algún pájaro bonito que vió en el jardín, relajando un poco el ambiente.

SIN CORREGIR.

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