Vida mía, déjame sostener en mis manos la melodía de tus regaños, mecerlos hasta que se duerman y se conviertan en besos.

Voy a guardar entre los laberintos de mis dedos tus desvelos y tus caricias refrescando mis delirios y ahuyentando mis demonios.

Quiero cobijar tus ojos cansados con la escala de algún solitario soneto para que duermas entre mis labios.

Voy a empuñar mis ganas de encerrarte en mis versos y declamar tu nombre al ritmo del silencio de la noche.

Esta tarde quiero tatuar en mi palma, una promesa, una flor, un café, una tertulia, un te amo, una poesía  y la vida junto a ti, cada día.