
7
Jimin estuvo dormido durante todo el trayecto de regreso a la casa de Yoongi. El felino lo observaba de reojo, cautivado por la tranquilidad en el rostro del omega de cabellos rosados, que había tomado su cola entre las manos como si fuera un peluche para dormir más cómodo. Sin embargo, una inquietud persistía en la mente de Yoongi: por un error, había enlazado su destino con el de una criatura del mar. No eran compatibles, y aquello lo preocupaba profundamente.
Un trueno rompió la tranquilidad, haciendo que el pececito despertara sobresaltado. Abrió los ojos y, temblando, se cubrió el rostro con los brazos mientras comenzaba a llorar. Yoongi detuvo el auto de inmediato. Antes de que pudiera decir algo, Jimin se subió sobre él, escondiéndose en su pecho y cuello en busca de refugio.
—Jimin… —susurró Yoongi, preocupado.
—No me dejes… —murmuró el omega entre sollozos. —Por favor.
—¿Qué ocurre, pececito? —preguntó mientras acariciaba su espalda suavemente.
—Tengo miedo a los truenos. —confesó Jimin con la voz temblorosa. —Uno de ellos provocó que perdiera a mis padres.
Yoongi permaneció en silencio por un momento, procesando aquellas palabras.
—Ya veo… Jimin, puedes acomodarte mejor si quieres. —Finalmente, murmuró con suavidad.
El omega asintió y se recostó contra el hombro del híbrido, buscando consuelo en su calor. Yoongi reanudó la marcha hacia su casa con Jimin aún acurrucado junto a él.
Al llegar, Yoongi salió del auto con el omega en brazos y lo llevó al interior de la casa. Lo acomodó en el sofá y, tras cubrirlo con una manta, se dirigió a la cocina para preparar chocolate caliente.
Jimin abrió los ojos al poco tiempo y, al darse cuenta de dónde estaba, se levantó con curiosidad. Caminó hacia la ventana y observó la tormenta que rugía afuera. Las gotas de lluvia golpeaban con fuerza el cristal, y la luz de los relámpagos iluminaba las calles. Vio a algunas personas corriendo bajo la lluvia mientras él levantaba la mano y tocaba la fría superficie de la ventana.
Yoongi apareció en la sala con dos tazas de chocolate caliente y se detuvo al verlo.
—Jimin. —lo llamó suavemente.
El omega se giró y lo miró. Por un instante, Yoongi quedó atrapado en el brillo de sus ojos. La manera en que Jimin lo observaba, con esa mezcla de vulnerabilidad y confianza, hacía que su cola se moviera inquieta y que sus orejas se inclinaran hacia abajo.
—Hyung… —murmuró Jimin mientras se acercaba al felino.
Yoongi caminó lentamente hacia él, cerrando la distancia entre ambos. El omega no apartaba su mirada del híbrido, que levantó una mano y la colocó con delicadeza sobre su mejilla. Jimin sintió el calor de su palma, y el aire entre ellos parecía volverse más denso.
Cuando Yoongi estaba a punto de besar al tritón, un trueno resonó con fuerza, haciendo que Jimin se sobresaltara y lo abrazara de nuevo con fuerza. Fue entonces cuando Yoongi reaccionó, dándose cuenta de lo que estaba a punto de hacer.
Jimin apretó aún más la cintura del alfa cuando, de pronto, la luz se fue. Yoongi tomó aire, se separó un poco y lo llevó de la mano de vuelta al sofá.
—Espérame aquí. —le dijo, buscando calmarlo.
Yoongi fue por unas velas y las encendió una a una, iluminando tenuemente la habitación. Luego regresó al sofá, llevando consigo una taza de chocolate caliente que le ofreció al omega.
—Parece que se fue la luz en todo el departamento. —dijo Yoongi mientras le entregaba la taza.
—Supongo que el dios del mar está molesto. —Jimin la tomó con ambas manos y, tras darle un pequeño sorbo, murmuró.
—¿Por qué lo dices? —preguntó Yoongi, curioso.
—Lo vi en las olas del mar. —respondió el tritón, mirando hacia la ventana, donde la tormenta seguía rugiendo con furia. —Hay algo más detrás de esta tormenta.
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