Definitivamente, Yoongi tenía mucho que aprender sobre los celos de los tritones. A pesar de que Jimin había tomado el supresor, ahora se encontraba abierto de piernas, gimiendo su nombre. Yoongi se dedicaba a darle placer oral al pececito, quien mantenía sus ojos cerrados y su boquita entreabierta, disfrutando cada sensación que recibía.

Yoongi se alejó ligeramente y comenzó a masturbarse antes de alinearse con la ya preparada entrada del omega. Jimin estiró la mano para atraer al gatito hacia sí. Con movimientos lentos, Yoongi penetró al tritón, quien curvó su espalda por el placer. Aunque era su primera vez, no sintió dolor, pues Jimin tenía la habilidad de transformar el dolor en placer.

—Ah~ —gimió el omega, completamente entregado.

El alfa soltó un gruñido al sentir la estrechez del pececito, mientras Jimin cerraba los ojos y sus uñas se clavaban en la espalda del híbrido. Las embestidas comenzaron y, con cada movimiento, ambos gemían más fuerte, atrapados en una ola de placer.

Jimin abrió sus ojos, conectando su mirada con la de Yoongi. El felino lo besó apasionadamente mientras aceleraba los movimientos, volviéndose más profundos e intensos. Jimin tomó las mejillas de Yoongi entre sus manos, apretándolas suavemente para acercarlo y capturar de nuevo sus labios en un beso. Esta vez, sus lenguas se enredaron en una batalla por el control.

Yoongi, al notar el cuello del omega, dejó salir sus colmillos y los clavó en el cuello virgen del tritón. Jimin soltó un fuerte gemido al sentir la mordida y cómo el lazo entre ellos comenzaba a formarse. Tras la unión, ambos cayeron inconscientes en la cama, agotados por lo sucedido.

Al amanecer, Yoongi fue el primero en despertarse. Al mirar a su alrededor, notó que estaba en una habitación vacía. Al incorporarse, se dio cuenta de que estaba desnudo. Se vistió rápidamente y comenzó a buscar al omega, pero no lo encontró en ningún lado. Al llegar al baño, tocó la puerta.

—Jimin. —llamó. —¿Estás ahí?

Escuchó un ruido y luego la puerta se abrió. Retrocedió un paso al ver a Jimin, quien estaba completamente desnudo. La mirada de Yoongi se dirigió al cuello del tritón, donde las marcas de sus colmillos eran claramente visibles. El chico de cabellos rosados tocó la marca con los dedos.

—Ya lo sé. —dijo Jimin con tranquilidad. —Me marcaste.

—¿Yo? —Yoongi lo señaló, incrédulo. — ¿Cuándo pasó eso?

—No lo sé. —respondió el tritón, encogiéndose de hombros. —Pero no te preocupes, esta unión es imposible, somos demasiado diferentes.

Sin embargo, lo que ambos ignoraban era que, aunque la unión parecía difícil, el lazo ya comenzaba a formarse. Poco a poco, empezarían a sentir las emociones y sensaciones del otro, uniendo sus almas de maneras que aún no comprendían.