Jimin observaba el lugar fascinado; todo era increíble. Corría de un lado a otro, observando cada rincón de la casa. Yoongi dejó las compras en la mesa y se acercó al chico, quien se dirigió al baño, abrió la tina y se metió en ella.

Al llegar, Yoongi vio al chico mirando sus piernas. Debería haber salido ya su aleta y no mantener las piernas quietas. Jimin tocó sus piernas y soltó un suspiro.

—Esto es extraño. —dijo Jimin. — Debería ya haber salido mi aleta.

—Tal vez es porque no es agua salada. —respondió Yoongi. —Voy a traer sal.

Yoongi salió del baño y se dirigió a la cocina a buscar sal, pero alguien tocó la puerta. Se acercó a ella y vio que eran sus amigos. Suspiró y los dejó entrar.

Jimin, al ver que su suéter se había mojado, se lo quitó y salió del baño para buscar al alfa gato. Yoongi estaba conversando con sus amigos cuando notó que estos se quedaron en silencio. Al volverse, vio al menor parado frente a él, completamente desnudo. El pálido se levantó rápidamente y se quitó su chaqueta para cubrirlo.

—Jimin, te dije que te quedaras en el baño. —dijo Yoongi, mientras lo cubría.

—Dijiste que irías por sal. —Jimin lo miró a los ojos. —pero no dijiste nada de quedarme en el baño.

—Yoongi. —dijo uno de los alfas. — ¿Quién es ese chico?

Jimin miró a los chicos a los ojos y comenzó a leer sus pensamientos, uno de los muchos dones que poseía al ser un tritón. Podía escuchar los pensamientos burlones de los chicos hacia el felino. Jimin abrazó al pálido, dándole un beso en el cuello, antes de alejarse.

—Creo que aparecí en un mal momento, Gigi. —dijo el tritón mientras se retiraba. —Iré a la habitación y te dejaré hablar con tus amigos.

—Aún no sabemos quién eres, bonito. —sonrió uno de los alfas.

—Soy Park Jimin. —lo miró. —Y soy el futuro omega de Yoongi.

Los presentes observaron cómo el omega se giraba y se alejaba. Los chicos miraron al híbrido, que no decía nada.

—No pensé que tuvieras pareja, Yoongi. —rio uno de los chicos.

—Muy gracioso, Jackson. —suspiró Yoongi. —Pero estoy ocupado, así que pueden irse.

Los chicos no dijeron nada y se fueron, dejando al híbrido, que se dirigió a la habitación donde estaba el pececito. Al abrir la puerta, unos brazos lo rodearon y besos en su cuello se hicieron presentes.