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CAPITULO VIII: ¡ME GUSTAS!

POV JIMIN

Todo el lugar estaba alumbrado de tonos cristalinos y puros, la mansión de blanco y tonos hueso, las personas en trajes elegantes y vestidos de gala abarrotaban el lugar, cientos de pares de ojos viéndome fijamente, como si buscaran un defecto en mí.

A mi lado se encontraba un hombre maduro, pero que se mantenía bien, vestía un traje negro mientras que yo vestía de blanco, destacando en todo el lugar. La sonrisa del hombre a mi lado es tan amplia que me provoca náuseas, sin embargo, aquí estoy a su lado fingiendo sentirme de maravilla cuando lo que más deseo es irme corriendo, encerrarme en mi habitación y no volver a salir ¡nunca más!

Ladee un poco la cabeza viendo los rostros de cada uno de los interesados y lame botas que estaban frente a mi viéndome con ojos hambrientos de poder, entre ellos había un rostro que no me veía con ojos llenos de hambre, más bien eran ojos de ¿sorpresa?

Ojos como los de un gato, afilados y seguros, pero había algo en ellos que me atraía y me daba calma, baje mi mirada por su nariz, su boca, su cuello... una piel tan pálida, la conocía bastante bien, como no hacerlo si las últimas semanas he pasado teniendo encuentros accidentales con el mismo sujeto, siempre nos encontramos en situaciones incómodas y el termina salvándome. Aleje de inmediato la mirada en cuanto hicimos contacto visual, sentí que si nos mirábamos posiblemente haya hecho una cara de tristeza o de ayúdame por favor. Carraspee despacio cuando el hombre a mi lado empezó a hablar.

—Buenas noches mis estimados amigos —comenzó—, me alegro de que estén todos hoy aquí —sonrió—. Esta noche es muy especial para mí, ya que mi querido hijo —volteo a mirarme—, está aquí para presentarse ante ustedes, sé que muchos se han preguntado quien era mi hijo y muchos no obtuvieron nada, incluso existieron rumores de que tenía una mala relación con él. Pero la verdad es que simplemente estaba estudiando y no quería tener toda la atención sobre él, pero hoy decidí que ya está en una edad en la que debe darse a conocer —dio una risita suave, se acercó a mí y coloco su brazo sobre mi hombro, los dedos de mis pies sintieron electricidad, el deseo que tenía de quitar el brazo que tenía sobre mí era tan grande que empecé a apretar los dientes inconscientemente, estaba a punto de hacerlo cuando recordé la razón por la que estaba aquí, por qué había decidido empezar a ser Park Jimin, el hijo de Park In Tae.

48 HORAS ANTES

—¿No piensas decir nada? —enarco una ceja—. Olvídalo, solo come– dio una sonrisa y volvió a su plato, suspiré en alivio.

La verdad no quería admitir que luego de haber sido despertado por una llamada de un viejo conocido, le había pedido que ubicara a este sujeto con la tonta excusa de que quiero hablar un asunto con él. Si supiera que simplemente estaba torturándome hace unas horas por su culpa, estoy seguro que se burlaría para siempre de mí.

—Agh —gruñi frustrado.

"¿Qué diablos está pasando conmigo? ¿Desde cuándo me preocupa lo que haga alguien más?"

Ignore cualquier pensamiento que estaba teniendo y me dedique a comer, hubiese continuado de esa manera de no ser por la pregunta que me hizo el idiota del deportivo —¿Me estabas siguiendo? —tosí de manera exagerada cuando escuché la tonta pregunta.

—¿Disculpa? —lo miré sorprendido—. ¿Por qué diablos te seguiría? —el me miró y dio una sonrisa de lado.

—Uhm, quien sabe, tal vez... Querías continuar con lo de hace rato —estaba cien por ciento seguro que este idiota lo estaba haciendo a propósito para hacerme avergonzar, pero llevo años viviendo solo y algo que aprendí con los soldados fue como ser un completo desvergonzado y no dejarme intimidar, si lo que quería es jugar entonces jugaremos.

—¿Por qué? ¿Tú no quieres continuar? —pregunté en un tono suave y delgado, pero con picardía, su cara permaneció neutra totalmente, pero sus palillos se detuvieron en el aire, se me quedó viendo sin parpadear como tonto, solté un risita.

—¿En serio? —preguntó.

—¿Eh? 1no tenía idea a que se refería.

—Tú me invitaste —respondió para luego ponerse de pie y acercarse con rapidez a mi lado de la mesa, volteó la silla conmigo encima y en unos segundos me encontraba con un par de ojos oscuros con un brillo extraño a unos cuantos centímetros de distancia, viéndome como un león hambriento. Su respiración pesada y lenta, tragué grueso por el nerviosismo que sentía, de repente como un flash paso por mi mente lo ocurrido en la oficina, en ese momento me percaté de que quién me miraba no era un tonto del deportivo, era más bien una bestia y yo era el culpable de haberla despertado.

—¿Qué crees... que haces? —intenté articular la pregunta.

—Tú, ¿qué crees que hago? —enarcó una ceja.

—Hey, no es justo —me quejé—, yo pregunté primero.

—Crees que ahora es el momento para quejarte, date cuenta de la situación aquí —cada palabra fue arrastrada con un tinte de ronquera, su aliento caliente pego directamente en mi rostro.

—¿Quieres...? —lo miré con nerviosismo—, ¿quieres besarme? —pregunté.

Él dio una sonrisa de lado y antes de esperar que yo me quejara ya había plantado sus labios en los míos, una mano se encontraba sosteniendo el respaldar de la silla y la otra mi nuca apretando suave y firme, el agarre que tenía era tan exacto que me permitía movilidad para tener mejor acceso en el beso, pero no para escapar del mismo.

Después de quien sabe cuánto tiempo nos separamos por falta de aire solo nuestras frentes quedaron pegada y nuestros ojos se miraban fijamente, estábamos en silencio, pero no eran necesarias las palabras nuestros ojos hablaban por sí solos, los suyos me decían que deseaba continuar y los míos decían que quería que continuara.

Quitó la mano de la silla, pero no la de la nuca, con la mano libre agarro mi cintura haciéndome poner de pie ambos quedando a la misma altura, despues de todo él no era mucho más alto que yo, nos miramos y esta vez decidí seguir al demonio que estaba en mí, comencé yo primero el beso, no le tomó demasiado tiempo el corresponderme, no sabía cómo era su expresión ya que tenía mis ojos cerrados, pero estaba seguro que no sería diferente a la mía.

El apretó el agarre en mi cintura y otra mano se paseó por mi oreja, tocando y frotando, apretando y sobando, me sentía emocionado debía de admitirlo, de repente el comenzó a caminar yo solo le seguí el ritmo, no supe en donde estábamos hasta que tropecé con algo fue cuando me percaté que habíamos llegado hasta una pared, no nos separamos y al contrario el beso se profundizo más. Sus manos empezaron a pasearse por sobre mi camisa, una mano llego hasta mi pecho y empezó a masajear con un dedo el pezón un ligero: —¡Ah! —salió de mi garganta.

Dejó de besarme para dirigir sus besos hasta mi cuello, comenzó a repetir besos en el mismo luego por mi hombro, subió de nuevo a mi cara y lamió mi oreja, su lengua se movía de manera circular en mi oreja provocándome espasmos, ahora mismo mi cuerpo era un manojo de sensaciones nuevas.

¡Ni siquiera sabía que se podía sentir tan bien el que te laman la oreja!

—¿Te gusta? —su voz suave y ronca sonó en mi oído, la sensación que emitió en mí fue tan buena que solo pude asentir por temor a que si abría la boca lo que saliera fuera un gemido en respuesta, ya era lo suficientemente vergonzoso estar a su merced.

—Si no me dices nada, ¿cómo voy a saber si es bueno? —se burló mientras jugaba con mi pezón y oreja al mismo tiempo—. ¿Entonces? —su insistencia me causaba irritación.

—M-me gusta —admití suave, casi en un susurro, pero el lugar estaba callado y él estaba tan cerca de mí que fue suficiente para que me escuchara, escuche una risita suave de su parte.

—¿Por-por qué haces esto conmigo? —de repente quise preguntárselo, el me miro con sorpresa.

—A pesar de que la respuesta es obvia, te lo diré —me miro directamente, sus ojos se veían tan claros como el agua, era una mirada sincera —Porque me gustas —con un toque de suavidad su boca formó una sonrisa. No era una sonrisa sexy, tampoco una caliente.

Era una sonrisa cálida, una sonrisa que me puso los pelos de punta e hizo a mi corazón latir con fuerza.

—¿P-por qué te gusto? —me sentía perdido y lo único que pude decir fue eso, me di una cachetada mental por la tontería que acaba de decir.

—Al inició sentía curiosidad, quería saber porque un mocoso menor que yo me trataba irrespetuosamente, quería saber porque mirabas como si el mundo te hubiese quitado algo —suspiró y se alejó de mí, a una distancia prudente.

—Después, me gustaba ver tus expresiones cuando te molestaba algo, sin querer seguía pensando en ti y en el cómo estarías. Me preguntaba qué cara estarías haciendo, si estabas comiendo, si dormías bien, si cruzabas correctamente la calle —soltó una risa suave.

—De pronto cuando te vi poner esa cara de ayúdame, me sentí impotente, frustrado, quería hacer algo pero no sabía cómo y en mi mente solo estaba un pensamiento, quería protegerte. Quería evitar que te lastimen, esconderte de quienes odias, hacerte feliz quería verte sonreír, yo empecé a desear que sonrías por mí, no quería verte derramar lágrimas, quería llenar el vacío que sientes en tu corazón. Comencé a desear ser la persona en quien deposites tu confianza —sus ojos jamás se despegaron de los míos, cada palabra fue dicha mientras me veía fijamente.

—Si me preguntas porque me gustas, supongo que es porque eres tú, porque eres Park Jimin —mientras lo decía logre notar que a pesar de que se veía tranquilo su manzana de Adán se movía como loca.

Su confesión me había dejado atónito, mi garganta se sentía seca sin la capacidad de poder decir algo, el tiempo dejó de existir, ahora solo éramos nosotros en un solo lugar, viéndonos, queriéndonos decir mil cosas pero no diciendo nada, el silencio no fue incómodo, al contrario fue tranquilo y cómodo, cuando al fin había logrado abrir la boca para decir algo el timbre de la puerta sonó haciéndonos regresar de golpe a la realidad, una donde mi camisa estaba toda desarreglada y mis pantalones de algún modo estaban desabrochados.

¿En qué momento los desabrocho? ¡No tenía la menor idea!

Empecé a arreglarme los pantalones y la camisa, me volví a sentar en mi lugar y Yoongi fue a abrir la puerta —Yoongi —murmuré.

"¡Hey! ¿Desde cuando es Yoongi y no idiota del deportivo?"

Puede que en tu corazón siempre haya sido Yoongi. Me golpee la frente con la mano ante la respuesta que me dio mi conciencia, luego de unos minutos vi entrar a dos personas, una de ellas era conocida mientras que la otra quién diablos sabría quién era.

—¿Oh? —el chico rubio me miró —¿Tenías un invitado?

—Uhm —asintió el otro.

—¿Cómo te llamas? —la voz del chico rubio era amigable, pero aun así me hacía sentir incómodo.

—Jimin —dije entre dientes, puede que ante el idiota del deportivo baje un poco la guardia, pero ante otros es imposible.

—Un gusto Jimin, yo soy Namjoon —el chico sonrió y yo solo le devolví el saludo.

—Uh, bien. Yo, yo creo que lo mejor es que me vaya —miré a Yoongi y este solo me miró extrañado—. Deben tener cosas que hablar, muchas gracias por la comida —no esperé una respuesta del dueño y solo salí de la casa en segundos, cuando cerré la puerta pude escuchar un suave; 'Jimin, espera'.

Pero quién sabe, ya estaba afuera, me puse a caminar y esperar un taxi que me llevara, no solo no pasó ningún taxi, sino que un automóvil plateado se plantó frente a mí, enarque una ceja extrañado, estaba por reclamar cuando el sujeto que manejaba empezó a bajar del coche he hizo tragarme lo que sea que iba a decir

—Joven amo, tiempo sin verlo —se inclinó saludándome, era un rostro que no había visto hace mucho tiempo, pero que cada día esperaba una llamada suya.

—Digo lo mismo, Jae Hyun.

CONTINUARÁ

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