༊*·˚Capítulo veintidós ༊*·˚
Al siguiente día, la pareja se levantó mucho más mimosa luego de la noche tan bonita que tuvieron en brazos del otro. Namjoon no podía evitar robarle besos a su mayor y el mencionado lo abrazaba cada que la oportunidad se le presentaba. Se habían mantenido tan cariñosos por una hora completa desde que abrieron los ojos y decidieron tomar un baño juntos, en el que se asearon mutuamente tras otra ronda tan rebosante de amor y pasión.
Gustosos de compartir otra experiencia tan íntima como esa.
Cuando estuvieron vestidos una vez más, los novios se retiraron hacia la cocina donde el historiador por iniciativa propia decidió preparar el desayuno para consentir a su chico. Porque durante esos días el moreno ya se sentía lo suficientemente confiado como para preparar algo sin arruinarlo en el proceso.
Pues a fin de cuentas se había vuelto la mano derecha de Seokjin cuando cocinaba deliciosos y elaborados platos como le prometió en el bonito picnic de hace casi un año atrás. Pero eso era lo de menos, porque sus vivencias en los lugares que visitaban día con día era lo que más esperaban cuando salían del resort.
Y aquel día no se quedaría atrás.
Fuera para bien o para mal.
Luego de que terminaran su desayuno y el diseñador gráfico respondiera a la llamada diaria de sus padres, la pareja decidió ir a un centro comercial que les faltaba visitar antes de ir a ese lugar que tanta ilusión le causaba al joven de cabellos morados.
Sin embargo, cuando Seokjin se encontraba comprando helados para degustar mientras recorrían el mall, a lo lejos el joven de anteojos notó como un chico se le acercaba con una sonrisa de oreja a oreja. Y no es como que él fuera una persona impulsiva, pero aquel chico le daba la impresión de que se había interesado de manera romántica en su pareja.
Sus ojos de corazón lo exponían según el menor.
No obstante, esperaría que su doncel lo pusiera en su lugar como en ocasiones anteriores había hecho, aclarándole que ya tenía a alguien en su corazón. Es decir, él. Por lo que podría irse a otra parte y quedarse con las ganas de cortejar a su hyung.
Lástima que grande fue la sorpresa que se llevó al ver como su novio abrazaba con fuerza al chico, mientras esperaba que en la pequeña heladería despacharan su pedido donde había muchos clientes.
¿Qué rayos estaba pasando?
No supo cómo, pero sus pies se movieron a una rapidez que creyó inimaginable hasta llegar al lugar en el que ambos jóvenes seguían mostrándose un amistoso afecto.
—Hola Jinnie, ¿quién es él?
—Oh Nam—el pelimorado se separó del mencionado, portando una suave sonrisa en sus pomposos labios—. Pensé que habías dicho que me esperarías por allá.
Era obvio que Seokjin lo estaba molestando, pero Namjoon decidió ignorarlo porque más grande era su curiosidad.
—Me aburrí, cariño—aseguró, dedicándole una mirada seria al tercero en discordia que parecía no entender nada—. Entonces...
—Él es Jaehwan, un amigo de mi infancia y mi primer novio.
—Cierto, tu primer novio fue de Busan.
—Un gusto, tú debes ser Kim Namjoon—extendió su mano en un gesto amistoso, y aunque el historiador estaba un poco receloso terminó aceptando, estrechándola un poco fuerte como para robarle un quejido al otro muchacho—. S-Seokjinnie ya me había comentado de ti.
—Sí, me imaginó. Mi chico ama compartirle al mundo que ya tiene pareja y yo no me quedó atrás.
El contrario rio nerviosamente, sintiéndose un tanto intimidado a pesar de que sus intenciones no eran malas como el otro joven creía.
—Eso es bueno, de todas formas, por mí no debes preocuparte, mi relación con Jinnie fue una cosa de adolescentes y ahora solo le guardo un inmenso cariño por ello.
—Mi hoyuelitos lo sabe—aclaró el pelimorado al haber estado analizando la situación en silencio—. Ambos tenemos mucha confianza y comunicación.
—Genial, me alegra que hayas encontrado a alguien bueno para ti, Seokjinnie.
—Sí, fue una suerte inmensa—el doncel afianzó su agarre en el brazo de su novio, notando como este se relajaba notablemente y plantaba un beso en su cabello—. Pero bueno, ¿qué haces por aquí Jae?
—Vine a visitar a mis abuelos. Uno de ellos está de cumpleaños y eso significa reunión familiar imperdible.
—Entiendo, me le mandas mis felicitaciones.
—Será un placer—Jaehwan se permitió sonreír—. Ha sido un gusto encontrarme con ustedes, pero mis primas deben estar asustadas de no encontrarme fuera del local de maquillaje en el que entraron.
—Ya veo, ve con cuidado. El gusto ha sido nuestro, adiós.
—Hasta pronto.
Todos se despidieron con un ademán, pero el que mostró menos efusividad fue el moreno que no podía evitar sentirse de esa manera al conocer tan inesperadamente a uno de los chicos que fueron tan importantes para el suyo.
El más importante, por no decir el único.
Ya que a palabras del pelimorado, fue el que más seguro lo hizo sentir en su relación, pero que, al seguir siendo unos adolescentes inmaduros, su relación terminó decayendo y prefirieron seguir sus propios caminos como amigos y siendo un buen recuerdo de un inocente primer amor.
Algo así como su caso con Hwasa.
—Tal parece que mi ex te puse los nervios...
—Es que se ve como joven perfecto. No entiendo como no pudieron seguir juntos, ambos harían una buena pareja.
Ante la confesión del menor, Seokjin soltó un suspiro y acunó con su mano el rostro ajeno.
—Pasado es pasado. No veía que pudiéramos tener futuro. Además, para mí tu eres el más perfecto, Nam. Y no me cansaré de repetírtelo hasta que te lo creas, mi celosito.
—Lamento mi actitud. Tú fuiste tan lindo con Hwasa y yo comportándome como un inmaduro.
—No te preocupes. Entiendo el sentir, pero para mí siempre tendrá más peso lo que tú me demuestras cada día. Lo que hemos construido a lo largo de un año.
—Para mí también Jinnie, te lo juro.
—Bien, eso es suficiente, hoyuelitos
Y en ese preciso instante, la chica que estaba atendiendo en la heladería llamó a Seokjin por su número de pedido. Por lo que estando ambos cerca, fueron juntos a retirar sus cremosos helados para refrescarse del calor que se sentía en el ambiente luego del momento tenso que habían vivido.
Una hora y media más tarde, el par de enamorados se encontraba tomando un taxi con dirección al cementerio donde la tumba del abuelo del doncel residía.
¿La razón? Seokjin quería visitarlo para agradecerle el hecho de que los haya juntado indirectamente gracias al proyecto de su universidad, aunque lo cierto fuera que ellos todo un siempre estuvieron destinado a entrelazar sus caminos.
A Namjoon también le emocionaba dicha situación, porque sabía lo importante que había sido el mayor para el joven de hombros anchos. Y que él tuviera la oportunidad de verse involucrado en ello, lo hacía sentirse muy especial.
Caminaron un rato por el terreno decorado por flores y árboles, luego de haber comprado un poco de incienso para quemarlo en honor a su familiar, hasta que el pelimorado visualizó el lugar dedicado a su querido abuelo.
—Es ahí Nam, vamos.
El doncel lo tomó del brazo y en un abrir y cerrar de ojos se encontraban al frente de la lápida que le pertenecía a Jeon Hwan. El susodicho y su novio realizaron una reverencia llena de respeto antes de que Seokjin encendiera el incienso como ofrenda al hombre que tantas cosas y relatos le enseñó en su niñez.
—Estoy tan feliz de estar aquí abuelo. Lamento no haber podido venir antes, pero por fin me encuentro aquí y tengo tanto que contarte.
La mano del diseñador acarició la superficie de la lápida con cierta nostalgia y una leve sonrisa tirando de sus labios rellenos.
—Acércate, Nam—pidió con suavidad y el menor obedeció, poniéndose a la altura de su chico—. Este es mi querido novio, abuelo. Estoy seguro de que estarías encantado de platicar con alguien como él, pues tiene un don de palabra tan increíble como el tuyo.
Los halagos de su hyungs provocaron un sonrojo en el joven de anteojos, pero a pesar de eso pudo formular unas palabras que serían dedicadas al hombre que descansaba en paz desde hace varios años.
—Es tan bueno conocerlo, señor Hwan. Soy Kim Namjoon, el chico que tiene el gusto de ser pareja de este dios griego.
—Ay hoyuelitos...
El mencionado también se sonrojo con fuerza, haciendo reír a su novio.
—Dejando de lado lo mucho que su nieto me encanta, lo digo con todo respeto—aclaró divertido—. Venimos a visitarlo para que sepa lo felices que ambos somos gracias a que usted les contaba leyendas a sus nietos. Porque si eso no hubiera pasado, desconozco si hubiera existido la oportunidad de que nuestras vidas pudieran cruzarse entre sí.
—Pero tal vez era cuestión del destino para que eso pasara, abuelo. Ya que siempre me repetiste que cuando una cosa estaba destinada a suceder, nada podría impedirlo.
—Eso es algo muy bonito, Jinnie.
—Sí, lo es. Y por esa razón quiero que donde sea que estés, tengas muy presente que estamos disfrutando de un noviazgo muy bonito como siempre deseaste para mí.
—Su nieto tiene razón, señor. Le prometo que nos haremos muy felices y trataremos de visitarlo cada que podamos.
El doncel estuvo conforme con esa promesa, sintiendo su corazón latir de puro amor y las típicas mariposas revolear en su estómago gracias a la emoción. Mientras su chico con auténtico disfrute se encargaba de relatar algunas cosas como la felicidad que ambos sintieron en su graduación, las vivencias de su viaje y otras anécdotas que sucedieron en su primer año como novios formales.
Una hora completa pasó volando hasta que llegó la hora del almuerzo, por lo que con un tanto de pesar se despidieron del mayor, sintiendo que realmente habían sido escuchados por él.
Sin embargo, dicha sensación no la cambiarían por nada.
Tomaron un autobús después de corroborar que estaban muy cerca de un sector donde había varios locales de comida. Motivo por el cual, no tardaron en decidirse por un restaurante de comida francesa.
Los tortolitos escogieron una mesa alejada del resto para mayor privacidad y disfrute de los platillos extranjeros que degustarían en los próximos minutos, a la par volvían a adentrarse a su burbuja de amor de la que realmente nadie más que ellos podían obligarse a salir.
Porque cuando Namjoon y Seokjin se perdían en la mirada del otro, no había vuelta atrás, pero realmente lo amaban.
Cuando sus estómagos estuvieron satisfechos, consiguiendo que el hambre que experimentaron fuera saciada, la pareja decidió caminar por los alrededores para bajar la comida. Ya que estaban tan llenos que sentían que si no se movían iban a explotar, y lo menos que querían era estar sufriendo de indigestión en sus últimos días en Busan.
Recorrieron varias calles, hasta que la mirada del doncel fue a parar en un local un tanto extraño.
—¿Jinnie? ¿Qué sucede?
—Ese lugar...
El pelimorado señaló hacia una dirección en concreto y rápidamente el historiador supo de qué iba el interés de su chico.
—¿Quieres que lean nuestra fortuna como pareja?
—¿Es muy supersticioso de mi parte?
—Nuestra cultura de por sí lo es, por eso no me sorprendo. Pero las madres son las que les insisten a sus hijos a ir a esos lugares.
—¿Fue un cumplido o un insulto?
—Ninguno, mi amor, solo fue algo que me pareció muy relevante como para que fuera destacado.
—Entiendo, ¿entonces aceptas?
—Por supuesto.
El par de enamorados se encaminó hacia el local que aparentemente era atendido por una de las adivinas más reconocidas de la cuidad. Dicha mujer no aparentaba más de cuarenta años y se veía muy conservaba para su edad, además de que recibió a la pareja de una manera muy cálida y amable.
Logrando que se sintieran en absoluta confianza como para que ella pudiera ver su futuro. Sin embargo, ninguno de ellos jamás imaginó las palabras que salieron de la boca de la mujer.
—Su relación seguirá fluyendo de una manera tan armoniosa como lo ha hecho hasta ahora por el simple hecho de que ustedes están unidos por el hilo rojo desde hace unas cuantas vidas pasadas. Por lo que no tienen que preocuparse por nada, solo seguir trabajando en la confianza y amor que ambos se profesan.
—¿Lo dice en serio?
—Yo no miento, Seokjin-ssi—la pelinegra soltó una suave risita, quizá fue exageradamente sincera pero no se podía contener cuando de parejas destinadas se trataban—. No puedo hablarles acerca de esas vidas, pero les prometo que el futuro que se les avecina es maravilloso.
—No hay problema. Le agradecemos mucho que nos haya contado esto.
—Es un placer para mí, jovencitos—respondió ante el agradecimiento del joven de anteojos—. Tendrán una buena vida, por eso me basta con que la disfruten en demasía como si fuera la última.
La pareja asintió y agradeció con una reverencia la excelente atención que les habían dado antes de retirarse del local. Aunque no lo dijeran, ambos jóvenes creían en ese tipo de cosas, pero tener la insinuación de que ellos podrían estar involucrados en algo así se sentía jodidamente irreal.
No obstante, tampoco les parecía del todo descabellado dado la increíble relación que compartían. Sin embargo, tratarían de hacerle caso a la mujer, porque lo que más deseaban era seguir de esa forma hasta el final de sus días.
La adivina los despidió con un ademán y se dejó caer en su silla luego de tanto esfuerzo por evocar memorias del pasado y futuro.
—¿Estás bien, mamá?
Una joven que no parecía de más de veinte años ingresó a la habitación después de que aquella pareja que atendió en la pequeña recepción saliera del lugar, satisfechos por el servicio de su progenitora.
—Perfectamente querida.
—¿Qué tal la energía de esos tortolitos? ¿Compartían algún vínculo?
—Sí y uno muy fuerte, déjame contarte lo que vi.
La mayor se explayó en el tema con lujo de detalles, dejando impresionada a su hija que jamás imaginó la historia que los susodichos vivieron siglos atrás.
—Me parece hermoso que después de ese pasado tan trágico pudieran encontrarse una vez más y vivir el amor que les fue privado.
—Concuerdo con tus palabras, hija mía. El destino siempre sabrá como recompensar a esas parejas a las que su felicidad fue arrebatada por terceros que se creen dioses como para intervenir en designios divinos.
La chica afirmó con un movimiento de cabeza, confiando en las sabias palabras de su madre. Porque solo las brujas como ellas tenían la capacidad de indagar en la historia de vida de las personas y descubrir de antemano como sería el futuro venidero.
Y el de esa pareja recompensaría el calvario que tuvieron que aguantar cuando solo eran dos reyes que perdieron a su primogénito y murieron por amor.
Minutos más tarde la pareja estaba de vuelta en el hotel, todavía recuperándose de la información recibida, por lo que no pudieron evitar seguir con el tema mientras acomodaban algunas cosas en sus maletas, pues su viaje estaba a nada de finalizar. No obstante, lo disfrutarían hasta el último instante como habían estado haciendo desde que arribaron a Busan.
—¿Crees en lo que la adivina dijo? He notado que somos muy compatibles a pesar de lo distintos que somos, pero sus palabras son otra cosa.
—Siendo honesto, lo creo. No sé qué vivimos en el pasado, pero si fue a tu lado seguramente fue algo inolvidable.
—Me alegra saber qué piensas así, hoyuelitos. Nuestro amor tuvo que ser muy bonito como para perdurar en el tiempo.
—Ya lo creo, y confió en que así será por esta y el resto de vidas en la que podamos estar juntos y con nuestros corazones entrelazados, mi luna.
Continuará...
Gracias por leer y seguir dándole amor a este fic.
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