༊*·˚Capítulo doce ༊*·˚
Suerte o casualidad.
Seokjin no lo sabía a ciencia cierta, pero contaba con el tiempo suficiente para conversar con Namjoon antes de ingresar a su última clase del día de hoy.
Y es que después de aquel intenso encuentro entre sus labios, el menor se lo había llevado con dirección al parque que quedaba a unas cuantas cuadras de la universidad en la que estudiaban.
Tenían tantas cosas de las que hablar, y no existía otro sitio mejor que ese, lejos de las miradas curiosas de otros estudiantes. Pues lo que más les urgía era un poco de privacidad.
Si bien era cierto que sus corazones latieron acelerados durante el trayecto anticipando lo que iban a vivir, cuando llegaron a su destino y quedaron uno frente al otro, sentados en una banquita que se encontraba en el extremo del verdoso y espacioso parque, los universitarios sintieron que dicho órgano se subió hasta sus gargantas, provocando que no pudieran articular ni la más mínima palabra al respecto.
Además, sus rostros estaban encendidos en rojo vivo y cada que sus miradas se encontraban, las desviaban para no volver más incómodo el momento.
No obstante, alguien tenía que ser el valiente. Y ya que el peligris fue quien dio el primer paso a raíz de su provocación, el doncel supo que lo más adecuado sería que él se encargara de romper el hielo.
—Mmm... Namjoon-ah—el joven con anteojos levantó la vista, un tanto cohibido por la voz del pelimorado, pero queriendo atender a su llamado.
Todavía no comprendía de dónde sacó el valor y la confianza para ser tan atrevido. Pero tan solo esperaba que ese hecho sirviera de algo para acercarlos y no alejarlos. Porque creía que los belfos ajenos y las miradas cómplices no podían mentir, ni disimular lo obvio.
Aun percibía en sus labios el delicioso sabor a arándanos del bálsamo labial del mayor, por eso muy dentro suyo no se arrepentía de su osadía. Ya que con un solo contactó, sintió el mismo paraíso en su boca.
Quizá no tenía el derecho de anhelar a alguien como Kim Seokjin, pero, así como el campesino de la leyenda había arriesgado hasta su propia vida para estar al lado de su majestad, Namjoon quería todo del hermoso estudiante de diseño gráfico.
—¿S-Sí...?
Seokjin se permitió mostrar una pequeña sonrisa. ¿Acaso no había dicho nada porque estaba avergonzado por su actuar?
Él también lo estaba, no lo iba a negar. Pero si se anduvo tanto tiempo en silencio, fue porque apenas estaban procesando lo vivido minutos atrás, y también las sensaciones que agitaron sus cuerpo y almas.
—¿Estás tímido porque me besaste?
El peligris se tensó notoriamente, causando mucha ternura en el mayor.
¿Quién lo diría? Ese atractivo chico con dulces hoyuelos, excesivamente serio y reservado también podía tener una faceta tan cute como esa.
Namjoon quiso decir algo, pero antes de eso inhaló, dándose fuerza a sí mismo para usar las palabras correctas.
—No debí dejarme llevar tanto, lo siento si te incomodé, hyung.
—No te preocupes, no me molestó en absoluto—aclaró con tranquilidad—. Es más, estaba esperando un movimiento como ese de tu parte.
—¿Lo dices en serio? —cuestionó, jugando con sus dedos mientras le observaba con ojos llenos de ilusión—. ¿No estás bromeando?
—¿Por qué lo haría? Jamás jugaría con algo así. Pero he de admitir que me tomaste desprevenido, aunque eso no minimizó el hecho de que lo disfrute mucho.
—¡Hyung! —le reclamó, cediendo ante tu timidez al escuchar esas palabras tan descaradas—. No digas esas cosas como si nada...
—Lo siento, lo siento—juntó sus manos a modo de disculpa, tratando de no reír—. No es mi culpa ser excesivamente sincero.
—Lo sé, es solo que ni yo mismo me vi siendo capaz de hacer algo así.
—Pero lo hiciste, y me encantó...
El mayor le guiñó un ojo, dejando a relucir su coquetería y Namjoon se sintió desfallecer. Justo ahora quería volver a tomar su rostro, acercarlo a él y probar su boca como si no hubiera un mañana.
—¿Eso significa que tengo una oportunidad contigo? —preguntó, queriendo asegurarse de una vez por todas. El contrario pareció meditarlo, mostrándose serio antes sus palabras, lo que despertó cierto temor en su interior.
—No recuerdo que me la hayas pedido, Namjoon-ah, ¿así que cómo podría dártela? —lo regañó, acariciando la mano ajena superficialmente—. Acepté el beso como señal de que me gustas, correspondo a tu sentir con gusto, pero al menos yo no soy de los chicos que se conforman con eso. No me gusta la idea de ser el pasatiempo de alguien, por eso si quieres algo formal, me gustaría que me lo preguntaras.
Y esas palabras bastaron para que Namjoon hiciera la pregunta que Seokjin moría escuchar, a pesar de querer hacerse el difícil con el peligris.
Porque si no se lo pedía, él no vacilaría para ser quien se lo propusiera, pues esa fue su idea desde un principio al querer romper la tensión entre ambos. Sin embargo, la ternura del joven con anteojos fue suficiente para distraerlo de su objetivo, y llevar la conversación momentáneamente por otro rumbo.
—¿Quieres ser mi novio de manera oficial?
—Claro que sí, acepto con gusto.
El doncel dejó un rápido beso en los labios impropios, accediendo a su propio impulso al ver la expresión contenta del menor.
—¿Esto es un sueño?
—¿Por qué lo preguntas, Namjoonie? —ese apodo cariñoso regocijó el corazón del mencionado, haciéndolo sonreír sinceramente—. ¿Mmm?
—Porque nunca jamás imaginé tener el honor de salir con alguien como tú. Tan inalcanzable...
—¿Inalcanzable? Pero si no soy nada fuera de lo normal, estás exagerando. Y tampoco comprendo porque crees eso, si tú eres muy atractivo, amable e inteligente.
- Puede ser, pero muchos me han definido como el nerd de la carrera de historia.
El menor admitió en voz alta su mayor inseguridad, y eso fue algo que Seokjin apreció en demasía, porque tenía las palabras correctas para hacerle ver que nada de eso era cierto.
Porque si Namjoon se viera a través de sus ojos, quedaría tan encantado como él.
—¿Y eso qué? Ellos se lo pierden, solo porque seas reservado no deberían encasillarte en un concepto tan ambiguo como ese—expresó muy seguro de lo que decía—. Porque si con esas estamos, yo también soy un nerd, a pesar de tener muchos amigos y ser el popular de mi carrera.
El pelimorado hizo comillas cuando mencionó la palabra popular.
—Tal vez tienes razón...
—No, la tengo. Te lo puedo asegurar, y ahora que somos novios, te prometo que cada día te haré ver lo maravilloso que eres, demostrándote que esos comentarios son simples falacias.
—Gracias, Jin hyung, lo aprecio mucho.
—No hay de qué—el doncel tocó con suavidad el rostro ajeno, acomodando los lentes que se habían movido de su lugar con total delicadeza—. Ya verás que el tiempo me dará la razón.
Luego de aquel dulce gesto, Namjoon tomó la mano del contrario, depositando un beso en su dorso a modo de agradecimiento.
—¿Vez? Eres tan dulce, que por eso no puedo creer que mi tonta cabeza haya creído de último minuto que estabas feliz de terminar este proyecto para no volverme a ver.
—Eso no sucedería jamás. Yo me encontraba muy triste por darle fin a este proyecto. Pero no te culpo por creer eso, pues a veces puedo comportarme como un idiota, y sé que no es justificación, ya que a veces no sé cómo lidiar con mis sentimientos, por lo que creí que de esa manera sería la forma más óptima para evitar seguir encariñándome contigo—explicó, con el rubor extendiéndose en sus mejillas—. Que iluso que fui, porque yo caí por ti desde el momento en que te vi, y los días solo me lo reafirmaron.
Esas palabras calaron tan dentro de Seokjin, que agradeciendo al cielo que no había nadie cerca, se sentó en el regazo del menor. Acunó el rostro del peligris, y se acercó lo suficiente para darle un beso esquimal, mientras sentía como las grandes manos del estudiante de historia se afianzaban en su cintura.
—Es bueno saber que desde el principio estuvimos en igualdad de condiciones, Namjoon-ah. Yo también me fleché contigo desde que cruzamos miradas. Y quizá suene muy cursi, pero sentí una conexión tan especial contigo, que por eso me dejé llevar y por eso me estoy arriesgando al entregarte mi corazón en bandeja de plata. Así que, por favor, cuídalo como yo cuidaré el tuyo.
—Te lo juro, Jinnie hyung. Confía en que lo cuidaré como el mayor tesoro.
El mayor asintió y esta vez se aventuró a susurrar en el oído de su novio con esa voz tan elegante que poseía.
—Entonces... Antes de que llegué la hora de irme, déjame reafirmar nuestra promesa con un beso como el de la biblioteca.
Y aunque Namjoon estuvo dispuesto a responder que sus deseos eran órdenes, dejó la palabrería a un lado para fundirse en un beso tan apasionado como el que compartieron minutos atrás.
Sintiendo como el amor que se profesaban los rodeaba como un cálido abrazo, a tal punto que ni siquiera sabían dónde estaban. Pero eso era lo de menos, porque nada ni nadie sería capaz de sacarlos de esa burbuja por varios minutos.
Bendición o no.
Para la suerte del pelimorado, lo que lo sacó de su trance de besos intensos como Namjoon, fueron las intensas y molestas notificaciones de su móvil.
Hastiado, no le quedó de otra más que separarse de esa boca de la que fácilmente podría volverse adicto, pues ni la necesidad de oxígeno fue un impedimento para que ambos siguieran besándose como si de eso dependiera sus vidas.
—Ughh, ¿quién osa interrumpirme justo ahora? —se quejó, abultando su labio inferior, mientras sacaba el móvil del bolsillo de su pantalón.
—Creo que fue un ángel, pues ahora que caigo en cuenta faltan siete minutos para que tu clase empiece.
—Pero no importa, porque el profesor es de los que suelen tardar diez minutos más antes de llegar—justificó, desbloqueando su smartphone para revisar las dichosas notificaciones—. Así que bien podíamos seguir en nuestra sesión de besos por cinco minutos más.
—Ahora que somos pareja nos daremos ese gusto cada vez que nos veamos, por lo que no debes preocuparte porque nos interrumpan.
—Mmm... Me gusta esa idea—concordó, gozando de las suaves y parsimoniosas caricias en su cintura. - Ya lo pondremos a prueba.
El joven dejó ver sus hoyuelos al momento de esbozar una sonrisa. Pues sin duda se encargaría de cumplir sus palabras, porque ahora que probó esos labios, nada ni nadie le pondría trabas cuando se tratara de probarlos.
En su interior ambos se sorprendían de la necesidad que desarrollaron en cuestión de segundos. Sin embargo, no se veían capaces de ignorarla, por mucho que eso llegara a sorprender a la gente de su alrededor, quienes jamás se imaginarían verlos en ese estado, porque sin pretenderlo daban la impresión de ser reservados con las muestras de afecto en público.
Pero la realidad no podía ser más distinta.
—Sí, lo esperaré con ansias.
El pelimorado afirmó con un movimiento de cabeza por pura inercia, cuando de un momento a otro se cubrió la boca, muy emocionado, evitando soltar un gritito.
—¿Qué sucedió?
—Es un mensaje de mi amiga Wheein, avisándome que el profesor canceló la clase de hoy por un motivo personal.
—Ahora comprendo porque tanta emoción, ya que eso significa que estas libre, ¿no?
—Definitivamente lo estoy.
—Entonces... ¿Aceptarías que te invite a una cita improvisada?
—Sería un gusto—le abrazó con fuerza por el cuello, dejando un húmedo beso en su mandíbula. Namjoon se sorprendió gratamente por su entusiasmo, pero no se quejó. ¿Quién en su sano juicio sería capaz de hacerlo si esos belfos rellenitos se sentían como el cielo acariciando su piel?
—Vámonos entonces, bonito.
El doncel estuvo de acuerdo con la propuesta, incorporándose inmediatamente de los firmes muslos que se habían vuelto su silla por esos largos minutos, para luego extender su mano hacia el peligris, quien la aceptó gustoso.
Aquel día, su primer día como novios tenía toda la pinta de ser memorable, y ambos se encargarían a toda costa de que eso fuera así.
Continuará...
Les prometí que sería genial, espero haya superado sus expectativas. Muchas gracias por leer, a partir de este capitulo se vienen muchos momentos dulces entre nuestros protagonistas.
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