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༊*·˚Capítulo diecisiete ༊*·˚

Los siguientes días transcurrieron con completa normalidad. Al ser fin de semestre la pareja decidió que lo mejor era concentrarse al cien por ciento en sus estudios para estar en paz cuando las vacaciones iniciaran.

Por lo que no les quedó de otra más que conformarse con sus conversaciones por mensaje entre los tiempos libres que disponían, y en los que expresaban sus sentimientos hacia al otro cada vez que podían.

Se extrañaban mucho, jamás lo negarían, pero era un sacrificio que valía la pena asumir si al final se la pasarían juntos por un mes entero.

Con ese deseo en mente, eventualmente Namjoon y Seokjin consiguieron las puntuaciones más altas en cada una de sus asignaturas. Ambos se encontraban muy felices y tranquilos por superar aquel semestre que habían estado cursando los últimos meses sin la más mínima dificultad.

El pelimorado se despidió de Wheein y salió de su clase a toda prisa. Porque después de diez días, por fin podría volver en vivo y en directo a su chico de tiernos hoyuelos.

El par de enamorados había quedado de encontrarse en el parque que siempre estaba disponible para ellos, para luego caminar un rato por dicho lugar e ir a comer en un local de comida japonesa que les quedaba a unas cuantas calles de ahí.

El primero en llegar a su banca favorita fue el peligris, quien al divisar al mayor abrió los brazos para recibirlo con un cálido abrazo.

—¡Namjoonie!

Seokjin exclamó en voz alta sin vergüenza de la gente que caminaba por la zona verde. El mayor fue corriendo hacia el estudiante de historia para subírsele encima, importándole poco las miradas que se ganó por ese gesto tan efusivo.

Aunque nadie podía culparlo o juzgarlo, no cuando estaba experimentando el romance más sano y bonito en plena juventud.

Namjoon se sorprendió al sentir las piernas ajenas en su cadera como un fuerte cinturón, más no dijo nada al respecto, ni tampoco se permitió pensar con otra cosa. Tan solo se concentró en disfrutar de la nula cercanía con el cuerpo impropio y lo mucho que su corazón se emocionó al percibir la honestidad en las palabras de anhelo del estudiante de diseño gráfico.

—Mi luna, mi Jinnie hyung—susurró contra los labios rellenitos de Kim—. Estuve esperando este momento desde el mismo día en que decidimos darnos una pausa por los estudios.

—¿En serio? Entonces siempre estuvimos en mismas condiciones, lo que es muy bueno, ¿no crees, hoyuelitos? —interrogó, regalándole esa mirada que derretía al menor como mantequilla.

—Definitivamente—correspondió y quiso besar al mayor, pero este se separó rápidamente, bajándose de su cuerpo—. ¿Jinnie?

—Lo siento, cariño, la emoción me ganó y actué con imprudencia, por lo que sin querer nos ganamos la atención de la gente—movió sus ojos y Namjoon pudo comprobar que lo que su chico decía era cierto. Muchos ojos los analizaban con detalle como si fueran lo más interesante del mundo.

A ninguno de los dos le gustaba eso, así que lo mejor sería esperar un poco hasta nuevamente pasar desapercibidos.

—Lo entiendo, mi amor, pero promete que no me dejarás con las ganas de al menos darme un beso, ¿sí?

El joven de cabellos morados rio suavemente, tomando del brazo a su novio mientras negaba con la cabeza.

—Eso nunca. Porque también me urge demostrarte los sentimientos que tuve que reprimir por estos días.

—Bien, entonces con eso aclarado podemos iniciar nuestro paseo.

Seokjin asintió a lo dicho por el moreno. Durante cuarenta minutos se la pasaron recorriendo el interior del amplio parque; mirando a niños divertirse en los juegos infantiles, a personas mayores haciendo ejercicio y a otros paseando a sus tiernas y peludas mascotas.

Conversaron acerca de los exámenes finales que habían dado, felicitándose entre ellos por los excelentes resultados, hasta que cierto tema fue tocado.

—¿El profesor Lee ya te dio fecha para la presentación de tu proyecto a todos los estudiantes? Siempre es en la última semana, pero nunca hay una fecha fija como tal, todos los años cambia.

—Sí, apenas hoy lo hizo. Gracias por recordármelo—su cabeza se acomodó en el hombro ajeno mientras seguían caminando a paso lento—. El evento se realizará en el último día de clases.

—Ya veo. Lo esperaré con ansias—expresó, dejando un beso en la coronilla ajena—. Ya quiero ver cómo te luces frente a toda la universidad.

—Me harás sonrojar.

—Esa es la idea—confirmó, deteniendo su andar cerca de un gran árbol, con el único fin de encarar a un curioso Seokjin—. ¿Tus padres asistirán?

—Seguro. Ambos estaban muy contentos por la alta calificación que mi proyecto consiguió, pero igual debería de preguntárselos porque uno nunca sabe—expresó, sin tener la mínima idea de que tenía que ver eso en su charla—. ¿Por qué?

—Es que quiero conocerlos... —un sonrojo se acentuó en las mejillas ajenas con una velocidad impresionante. El mayor se quedó boquiabierto por tal afirmación—. ¿T-Tú no quieres? ¿O-O tal vez yo me estoy apresurando mucho?

El joven de hombros anchos se asustó al ver como su chico bajaba la cabeza, como suponiendo que no le había gustado la idea por la reacción que tuvo; cuando era todo lo contrario. Le encantaba y eso provocaba que se enamorara más, si es que eso era posible.

—¿Hoyuelitos, no estás bromeando? —acunó el rostro ajeno entre sus manos, obligándole a que lo mirara a los ojos—. Es que no me lo esperaba.

—¿E-Entonces tal vez si es muy pronto?

—Bueno... Ya vamos saliendo oficialmente por algunos meses, pero a lo que voy es que asumí que tendría que esperar mucho más antes de siquiera poder mencionártelo.

—Acaso... ¿Tus exparejas no lo hicieron?

—Sí, pero en parte creo que fue más por obligación que por cualquier otra cosa. Y no fue tan pronto, se dio muchos meses después. Pero eso es lo de menos, pues yo también quiero conocer a los tuyos.

—Ya veo—el menor se permitió soltar un suspiro, estando más calmado al haber aclarado la situación—. ¿Estaría mal si aprovecho la situación si invito a mis padres al evento para que te conozcan a ti y a tus padres? ¿O crees que será mejor que interactué con ellos yo solo?

—Es la primera vez que alguien me propone algo así, pero la idea no me desagrada. Mis padres son muy tranquilos, así que no creo que se vaya a armar la tercera guerra mundial—bromeó, recordando algunas anécdotas de su círculo amistoso cuando se encontraban en dicha situación.

¿El resultado? Muchas veces terminaba mal.

—Pero Namjoonie, ¿tú crees que tus padres quieran conocerme?

—¿Qué pregunta es esa, Jinnie? —le cuestionó, colocando sus manos sobre las ajenas con sutileza—. Ellos me han estado insistiendo mucho desde el momento en que les conté que nos volvimos novios.

—No te creo.

—No miento, ellos están muy entusiasmados por conocer al bonito chico que tiene a su hijo con la mente en otro lado aparte de los libros de historia que tanto adora.

Seokjin esbozó una sonrisa, con las mejillas igual de rojas que las ajenas. Tan calientes que parecía que hubiera sufrido de una fuerte insolación.

—Si es así, ese día nos reuniremos con nuestras respectivas familias.

—Estaré contando los días para ese momento, me hace mucha ilusión que las personas más importantes en mi vida te conozcan.

—No podría estar más de acuerdo, Nam. Ellos también ansían esta reunión—declaró muy contento—. Por lo que no nos queda más que esperar.

—Pues sí. Pero antes de seguir conversando, ¿ya puedo reclamar mi beso?

—Ya te estabas tardando—Seokjin anunció y juntó sus belfos con los impropios en un dulce beso, que dejó embobados a la joven pareja.

Estuvieron así de juntitos hasta que el aire les faltó, por lo que no les quedó más que separarse y encaminarse hacia su próximo destino. En el que crearían un nuevo recuerdo en su linda historia de amor.

El día del evento comenzó con un Seokjin demasiado nervioso. Pero no por el hecho de que tuviera que presentar su proyecto a casi toda la universidad. Por supuesto que no era por esa razón. Su preocupación se resumía en la ansiedad que le causaba la sola idea de conocer a los progenitores de su novio.

Días atrás estuvo muy emocionado por ello, sin embargo, aquello se había desvanecido como lo hace la niebla matutina cuando el sol aparece majestuosamente en el cielo azul.

Su mente no ayudaba para nada. Las preguntas como: ¿qué pasa si les caigo mal? y ¿serían capaces de alejarme de mi chico?, se repetían en bucle dentro de su cabeza.

Y sí, tal vez estaba siendo jodidamente paranoico, pero de alguna forma sus sentimientos tenían que reflejarse.

Su chico también debía estar igual o peor. Lo que le causaba un poco de consuelo. No obstante, cuando el momento de la presentación llegará debía dejar eso de lado. Estaba representado a su clase y a su carrera que tanto amaba, por lo que fallar no era una opción.

Por eso cuando puso un pie en el escenario, y divisó a sus padres en primera fila, y a su chico en la lejanía junto a sus compañeros de clase, cualquier incomodidad desapareció. Confiado, tomó el micrófono entre sus manos y comenzó a relatar la leyenda del príncipe y el campesino, mientras sus ilustraciones se mostraban tres veces más grande gracias a ese proyector más lujoso que el que su clase poseía.

Con sus sentimientos a flor de piel consiguió expresar cada detalle del conmovedor relato que provocó las lágrimas en algunos y en otros simplemente los hizo ser conscientes de tantas cosas.

Pero al final, los aplausos fueron los que no se hicieron esperar, demostrando que había conseguido lo que se propuso desde el inicio. Su presentación fue un rotundo éxito, y eso era lo que más le interesaba.

Sus compañeros, sus amigos, sus profesores y algunas autoridades de su universidad lo felicitaron cuando bajó del escenario, por lo que con el corazón en la mano les agradeció. Porque más allá de los halagos, el pelimorado disfrutó poder compartir esa historia que su abuelito incontables veces le contó con tanto cariño.

—Lo hiciste de maravilla, cariño—su madre lo abrazó con fuerza, mientras su padre acariciaba su cabellera con mimo después de que las otras personas se disiparan y continuaran disfrutando del evento.

—Así es, Jinnie. Estamos muy orgullosos de ti—lo halagó el mayor con una gran sonrisa en sus labios—. Tu abuelito estaría muy feliz con lo que acabas de hacer.

—Confío en que es así, papá.

El menor se separó de los brazos de la fémina con pesar ya que siempre disfrutaría de sentirse resguardado por su madre. No obstante, antes de que pudiera seguir conversando con las personas que le dieron la vida, visualizó a su chico de anteojos.

Acercándose con prisa, mientras de cerca le seguían dos personas mayores que obviamente debían ser sus padres. Ya que el parecido era impresionante.

Por una milésima de segundo quiso escapar y dejar tirando la toalla al querer dejarse llevar por el pánico de conocer a sus "suegros". Sin embargo, el pelimorado no tardó en recordar que él había estado de acuerdo, por lo que tarde o temprano debía enfrentarlo. No tenía que fingir para agradarles, debía mostrarse tal cual era. Ya que siempre se prefería a alguien transparente que a una persona falsa.

Lo haría por él y por su preciosa relación con Namjoon. Y si aun así no funcionaba, al menos tendría la constancia de que lo intentó.

—Buenas noches señores Kim, soy Kim Seokjin. Es un gusto conocerlos.

Y con aquel saludo acompañado de una respetuosa reverencia de 90°, la resolución a las preocupaciones del pelimorado por fin llegó.

Continuará...

Gracias por leer. Me alegra del amor que le dan a este fic, por eso disfrútenlo que ya le falta poco para entrar a la recta final. 

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