༊*·˚Capítulo diecinueve ༊*·˚
Con el pasar de los días la pareja continuaba fortaleciendo sus vínculos con cada encuentro que compartían. Ya fuera en el cine, en el museo, paseando por el parque o en algún centro comercial, tanto Namjoon como Seokjin disfrutaban al máximo como si cada cita fuera la última que tendrían.
Tal como estaban haciendo ahora.
Porque en medio de la paz que les ofrecía una bonita reserva natural, los universitarios decidieron hacer un picnic luego de recorrer los caminos terrosos en sus bicicletas. Sobre el verde césped acomodaron un mantel a cuadros, y el mayor sacó de su canasta la comida que preparó para la ocasión.
El joven de anteojos visualizó los tres recipientes, llevándose la sorpresa de lo que cada uno contenía. Definitivamente su chico se había lucido y estaba con muchísimas ganas de deleitarse con la comida que sus hermosas manos elaboraron para la ocasión.
—Cierra la boca cariño, o se te caerá la baba.
Namjoon rio bajito, aceptando lo dicho por el doncel. Pero en sus adentros, su estómago rogaba por un poco de alimento.
—Lo siento, cariño. Es que todo se ve delicioso—halagó, tomando asiento a un costado de su novio—. Gracias por ponerle tanto esfuerzo y amor.
—Es un placer, hoyuelitos. La cocina es uno de mis mayores fuertes, por lo que me alegra saber que al menos ya tengo conquistado tu estómago con el simple hecho de que veas lo que traje—comentó risueño, abriendo las tapas de los recipientes plásticos, dejando expuestos diez gimbaps, kimchi y una porción de ensalada de frutas como postre para compartir entre los dos—. Pero no estaré satisfecho hasta que los pruebes y me digas tu sincera opinión.
—Se me hace agua la boca Jinnie, y confío en que estará delicioso, porque no hay cosa que no hagas y que te salga a la perfección.
Seokjin se sonrojó con fuerza, pero atinó a susurrar un "gracias" antes de pasarle los palillos al peligris, quien los tomó ansioso por probar la comida que su pareja le brindaba. Y de paso acomodando sobre la blanda superficie algunas servilletas de tela para que pudieran limpiar cualquier desastre que pudiera suceder al momento de comer.
—Gracias por la comida. ¡La probaré ahora!
Después de esa declaración, el menor dio el primer mordisco al rollito de alga relleno de arroz y otros ingredientes, mientras el pelimorado dejaba unas botellas de té verde con limón cerca suyo, analizando la expresión del estudiante de historia.
—¿Y?...
Un gemido de satisfacción se escapó de los finos labios del joven de hoyuelos, sorprendiendo gratamente a Seokjin.
—Esto está buenísimo, Jinnie—expresó, relamiendo sus labios antes de tomar un poco de kimchi y llevárselo a la boca—. Te luciste, mi luna. Es un honor poder degustar esta comida que bien se consideraría como un manjar de los dioses.
—Ay Nam, exageras... Esto no es muy elaborado.
—Para mí lo es. Créeme que yo soy de esos a los que hasta el agua se les quema—el menor debatió, provocando una carcajada en el contrario—. Te juro que, si me hubieras ofrecido la ensalada más simple del mundo, mi respuesta sería la misma. Porque muchas veces no es la comida, sino el cariño que se le pone lo que la vuelve exquisita.
—Bien. Te lo dejaré pasar solo porque ya habrá otra oportunidad en la que pueda hacerte algo más elaborado, ¿sí?
—Como tú digas, pero para esa próxima vez necesitaré verte en acción—condicionó, observando de reojo como su chico comenzaba a comer—. Y de paso te ayudaré a lavar los trastes o limpiar hasta la más mínima mancha que te moleste mientras cocinas.
—Luego no quiero arrepentimientos, Nam—advirtió con una sonrisa en los labios rellenitos y de inmediato propuso—. Aunque también podría enseñarte.
—¿Harías eso? ¿Tendrías la paciencia necesaria, Jinnie?
—Yo creo que sí, o acaso no crees que sea capaz de conseguirlo
—Para nada—le sonrió devuelta, acariciando la mejilla ajena con su pulgar—. Es solo que luego de eso no quisiera que me termines al darte cuenta que no puedo hacer ni un poquito de arroz sin que me quede crudo.
—Cambiaremos eso, hoyuelitos. Tú déjamelo a mí. Al menos es bueno que sepas lo básico, por si algún día yo no puedo darte de comer.
Los ojos de Namjoon brillaron ante esa indirecta tan directa. No sabía si el mayor la había dicho sin pensar, o no, pero lo que más pesaba para él era la insinuación a una situación en la que ambos convivían de una manera formal.
¿Tal vez como esposos en un futuro próximo?
Esa idea bastaba para que su corazón latiera como loco.
—Lo que digas, Jinnie, yo feliz de ser instruido por ti.
—Así me gusta, ese es mi chico que no se rinde por nada y sabe perseverar lo suficiente para alcanzar lo que se propone.
"Y el chico con el que quiero pasar toda mi vida".
Aquel pensamiento Seokjin se lo reservó para sí mismo, porque no hacía falta decirlo para que el peligris lo supiera o tan siquiera lo intuyera. Porque había sido tan obvio con lo que expresó minutos atrás como para que no notara su verdadera forma de pensar con respecto a su persona y su relación de ensueño.
Por eso en esa tarde donde el sol relucía majestuoso en el firmamento azul, con el canto de los pajaritos resonando en el ambiente, a la par que degustaban una deliciosa comida gracias al picnic compartido, los enamorados sin saberlo se prometieron en silencio una vida juntos.
El joven de hombros anchos se encontraba recibiendo masajes en sus cabellos morados al estar recostado en las piernas de su chico luego de haber terminado de almorzar. Las espesas ramas cubiertas por hojas los cubrían de la luz solar, regalándoles la suficiente sombra como para que su temperatura corporal se mantuviera, mientras conversaban de cualquier tema que se les cruzara por la mente.
—Todavía no me creo que la relación entre nuestros padres se estrechara tanto como para que se apoden como mejores amigos.
—Ni yo, mi luna. Pero es muy bonito de ver.
—Demasiado. Me causa un exceso de ternura cuando mi madre me dice que se va de compras con la tuya, o mi padre sale a pescar con el tuyo.
—Sin olvidar cuando salen todos juntos en citas dobles—aportó, enredando su dedo en un mechón de cabello del mayor a modo de juego—. Espero que sigan así por mucho más.
—Ya lo creo. Te juro que ya los visualicé planeando nuestra boda...
Cuando el mayor dijo esas palabras quiso darse una fuerte bofetada, pero lo que lo hizo sentir peor fue notar como su chico se tensaba.
Una cosa era mandar indirectas, no obstante decirlo tan confianzudamente era otra cosa. No es que no le viera futuro a su relación, porque era todo lo contrario. Era su nuevo sueño. Sin embargo, la cuestión radicaba en si a Namjoon no le importaba que hiciera ese tipo de comentarios o tan siquiera si quería casarse.
—C-Creo que mi comentario estuvo de más, lo siento por ello Nam—se disculpó, queriendo incorporarse sin ver el rostro ajeno y quizá terminar decepcionándose—. No me hagas caso y cambiemos de tema.
Antes de conseguir sentarse, Seokjin sintió como era apresado por esos brazos que incontables veces lo habían abrazado con fuerza.
—No pienses mal, solo me tomaste por sorpresa mi luna—confesó, dejando un beso en la nuca impropia—. Para ser honesto, yo también me los he imaginado planeando nuestra boda.
El estudiante de diseño gráfico se volteó ante las dulces palabras, quedando a horcajadas sobre el menor.
—¿Es así? —cuestionó, esbozando una suave sonrisa que sustituyó su expresión angustiosa—. ¿No crees que me estoy adelantando mucho?
—Puede que muchos crean eso, pero eso es lo menos. Lo que sí importa es la manera en la que nosotros nos sentimos, Jinnie—explicó, arreglando un travieso mechón que caía por la frente de su novio—. Nos falta poco para terminar la universidad, ambos somos responsables e independientes, nuestra relación es encantadora, contamos con la bendición de nuestros padres y la comunicación entre nosotros es excepcional—el moreno comenzó a enumerar las cosas buenas, enterneciendo al mayor—. Por lo que, si nos lo proponemos y continuamos esforzándonos por mantener una relación sana, quizá en un futuro cercano podamos dar ese paso... ¿Te gusta la idea?
—Me encanta, cariño. Si quiero, me siento tan seguro y amado a tu lado—aseguró con convicción, rodeando el cuello del moreno con sus brazos—. Eres un refugio para mí, lo mejor que me ha pasado y si es contigo, deseo seguir avanzando.
—Mi luna, tú eres eso y más para mí. Aceptar ayudarte en tu proyecto fue la decisión más acertada que pude haber tomado. Porque meses después puedo sentirme en total confianza para decirte que te amo, Jinnie.
Antes de que el peligris recibiera una respuesta, los labios de su chico se estamparon en los suyos, comenzando un beso lleno de sentimientos desbordados.
—Yo también te amo, Namjoonie.
El susodicho le sonrió, mirándole con adoración. Acercando su rostro para iniciar nuevamente otro contacto que demostraba el amor que se profesaban con ese gesto, mientras acariciaba la espalda baja del pelimorado.
Ser correspondido era la sensación más gratificante y nadie podría hacerlos cambiar de opinión. Ya solo les quedaba darle tiempo al tiempo para que sus planes juntos se vieran realizados con mejor suerte que en su vida anterior.
Porque se lo merecían al estar unidos por ese vínculo de amor que lo superó todo cuando ambos pertenecían a clases sociales distintas y que fue tan fuerte como para querer perdurar hasta el último aliento. Marcando la historia de dos reyes que fueron separados momentáneamente solo para que muchos siglos después el hilo de destino volviera a juntarlos de la forma más inesperada.
Ya que ninguno esperó enamorarse, pero lo hicieron tan intensamente que cualquiera podría envidiarlos. Y arrepentirse de haber caído por el otro nunca sería una opción, ni estaría a discusión.
Continuará...
Muchas gracias por leer, espero les haya gustado mucho. Lamento la demora, es que se me fue el Internet. Nuestro namjin cada vez más romántico.
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